“El Che y sus apreciaciones acerca del desembarco del Granma”
De: Cuban
Revolution: The Voyage of the Granma by Christopher Minster
“Apenas bajamos, con toda premura y
llevando lo imprescindible, nos introducimos en la ciénaga, cuando fuimos atacados
por la aviación enemiga"
E. G. de la S. en Una Revolución que Comienza
Si Homero hubiera
vislumbrado la dimensión de la hazaña de los expedicionarios del Granma,
supiera que su Odisea tiene paralelos en la historia, en cuanto a las
vicisitudes y riesgos de una travesía-con riesgo de muerte- para una
tripulación decidida a emprender el camino hacia la victoria.
Tal
concepto está plasmado en el documental La odisea del Granma, realizado por
Mundo Latino, que constituye una reconstrucción histórica de aquella acción que
marcó el inicio de las luchas guerrilleras que materializaron una sucesión de
sacrificios y retos a la valentía y al coraje.
En
aquel viaje, inspirado por el noble fin de alcanzar la total independencia de
la Patria, sus tripulantes redoblaron la decisión de vencer o morir que siempre
ha marcado la batalla de aquellos héroes que se arriesgaron o inmolaron por la
victoria definitiva.
El
25 de noviembre partió el yate Granma desde la ensenada de Tuxpan, en el puerto
de Veracruz, donde hoy está anclada una reproducción que representa un emblema
de orgullo para los vecinos del lugar.
UNA
BATALLA CONTRA EL MAR EMBRAVECIDO
Varios
factores incidieron en la tardanza de la llegada a las costas cubanas del yate
que zarpó de tierras veracruzanas el 25 de noviembre de 1956. Los 82 hombres a
bordo, unidos al peso de las armas y las roturas del motor obstaculizaron el
avance de la embarcación, a lo cual se unieron momentos de mal tiempo.
En
la madrugada del primero de diciembre, el Granma se acercó a la zona escogida
para su desembarco. Sin escatimar esfuerzos, Roque y Mejía, piloto y timonel,
alternaban ambas tareas, mientras oteaban el horizonte y buscaban inútilmente
el faro de Cabo Cruz.
En
su lucha contra aquellos vientos tempestuosos Roque cayó al mar, ante el embate
de una ola gigantesca. A pesar de un tiempo que retaba a los marinos más
avezados, el coraje se impuso, cuando Fidel ordenó detener la marcha y rescatar
al combatiente. Una hora más tarde divisaron las luces. Llegaron a las boyas
por el canal de Niquero y, para su sorpresa, su actual ubicación no coincidía
con la carta náutica, por lo cual se vieron precisados a cambiar el rumbo.
Al
llegar el atardecer de ese día, Fidel informó que de un momento a otro
desembarcarían y dio a conocer la estructura militar que existiría a partir de
ese momento en los combatientes, lo cual conformaba la génesis del Ejército
Rebelde, que iría a la Sierra Maestra a luchar con las armas en la mano contra
la tiranía batistiana.
Es
por ello que, al llegar a tierra, no encontraron el respaldo de los insurrectos
cubanos. Estaba previsto que les ayudaran a avanzar en aquel terreno inhóspito
para ascender hacia las montañas, donde establecerían los campamentos del
Ejército Rebelde, pero no fue posible debido a los dos días de tardanza en su
llegada por los múltiples inconvenientes que caracterizaron el viaje.
En
la tarde del primero de diciembre, Fidel informó que se dirigirían a la costa
para desembarcar. En una punta de mangle nombrada Los Cayuelos encalló el
Granma, lo cual obligó a adelantar el desembarco para las 6:50 a.m. del 2 de
diciembre de 1956.
Fue
difícil, pues tuvieron que atravesar más de un kilómetro de tupidos manglares y
grandes pantanos, transportando cargas pesadas y venciendo el agotamiento.
Era
muy difícil avanzar hacia las montañas, sus zapatos se destruían porque el
fango ablandaba y hacía pedazos las suelas, lo cual obligó a la mayoría a andar
descalzos por vez primera en sus vidas.
Antes
de bajar el pelotón de la retaguardia, cruzaron cerca una lancha de cabotaje y
un barco arenero. Surgió entonces otra dificultad, a primera vista invencible.
Por falta de petróleo, el yate no pudo regresar a las costas de Caimán Brac,
como era la idea inicial de Fidel.
ASCENSO
HACIA LA VICTORIA
En
aquellos momentos, la voluntad no flaqueó y se crecieron a pesar de no saber en
qué lugar se encontraban. Por ello, prefirieron esperar a que llegaran
refuerzos, si es que se encontraban en Cuba.
La
verdad les llegó con el campesino Ángel Pérez Rosabal, quien les confirmó que
estaban en el territorio nacional. Su ascenso a las montañas de la Sierra
Maestra dio continuidad a la lucha contra la más cruel tiranía de toda la Historia
de Cuba.
Los
constantes triunfos contra los soldados batistianos, llamados despectivamente
por el pueblo “casquitos”, unidos a la estrategia de la lucha clandestina,
convirtió en victoria aquel batallas titánico que culminó con el Triunfo de la
Revolución Cubana. No hay cubano que no detenga su paso al contemplar el Yate
Granma en el memorial que lleva su nombre, y que constituye el tesoro más preciado
del Museo de la Revolución.
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“El Che y sus apreciaciones acerca del
desembarco del Granma”
El 2 de diciembre de
1956 Ernesto Che Guevara entró en contacto con el territorio cubano como parte
de los 82 expedicionarios que bajo la dirección de Fidel Castro retornaban a
Cuba para reanudar la lucha contra la dictadura militar reaccionaria existente
en el país.
De
hecho, el Che había integrado el grupo de futuros expedicionarios desde el
primer encuentro que tuvo con Fidel Castro en la capital mexicana a mediados de
julio de 1955.
Inicialmente
el Che conoció cuestiones relacionadas con la lucha en Cuba contra la dictadura
militar reaccionaria existente desde marzo de 1952 cuando entró en contacto
primero en Costa Rica y después en Guatemala con jóvenes revolucionarios
cubanos que habían participado en las acciones realizadas el 26 de julio de
1953 en los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en las
ciudades de Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente.
Ya
cuando se hallaba en México, país al que se trasladó en 1954, después de
haberse producido el derrocamiento del gobierno progresista de Jacobo Arbenz en
Guatemala, el Che se reencontró en forma casual en Ciudad México en el hospital
que laboraba con Antonio “Ñico” López, con quién se había relacionado en la
capital guatemalteca. A través de Ñico López, el Che entró entonces en contacto
con Fidel.
De
ese encuentro inicial con Fidel el Che señalaría posteriormente: “Lo conocí en
una de esas frías noches de México, y recuerdo que nuestra primera discusión
versó sobre política internacional. A las pocas horas de la misma noche –en la
madrugada- era yo uno de los futuros expedicionarios.” (1)
Seguidamente
el Che se incorporó al grupo de revolucionarios cubanos que realizaban
entrenamientos en una finca cercana a la capital mexicana para prepararse
debidamente con el objetivo de reanudar en Cuba la lucha contra la dictadura
batistiana.
De
manera específica el Che tuvo que encarar un momento particularmente difícil
cuando el 24 de junio de 1956 resultó detenido junto al resto de los cubanos
que se hallaban en el rancho Santa Rosa, en Chalco, sitio donde realizaban los
entrenamientos.
Como
era un extranjero ilegal en el territorio mexicano sobre él estuvo latente el
peligro de ser incluso deportado. Fidel se empeñó en lograr que fuera liberado
y gracias a las gestiones realizadas por el General Lázaro Cárdenas pudo salir
de la cárcel.
Ello
le permitió de inmediato seguir dando su contribución a lo que después sería la
expedición que partió el 25 de noviembre desde el puerto mexicano de Tuxpan a
bordo del yate Granma.
Para
él la travesía fue particularmente difícil, porque estuvo afectado por el asma
incluso casi no contaba con los medicamentos para aliviar su falta de aire.
Posterior
al triunfo de la Revolución Cubana, en un trabajo titulado Una Revolución que
comienza, publicado inicialmente su primera parte el 16 de junio de 1959 en la
revista O Cruzeiro, en Brasil, y reproducido en Cuba por el periódico
Revolución el 9 de julio de ese año, el Che fue capaz de plasmar, como un gran
cronista, cómo fue que se produjo la travesía del yate Granma, incluso detalló
algo dramático en la noche del 1ro. de diciembre de 1956 cuando se hallaban
cerca de la costa suroriental de Cuba: … poníamos la proa en línea recta hacia
Cuba, buscando desesperadamente el faro de Cabo Cruz, carentes de agua,
petróleo y comida. A las dos de la madrugada, con una noche negra, de temporal,
la situación era inquietante, iban y venían los vigías buscando la estela de
luz que no aparecía en el horizonte. Roque, exteniente de la marina de guerra,
subió una vez más al pequeño puente superior, para atisbar la luz del Cabo, y
perdió pie, cayendo al agua.”
Al
ocurrir esto Fidel ordenó detener la marcha y realizar la búsqueda del
expedicionario y tras un gran esfuerzo Roque pudo ser localizado y rescatado.
En su trabajo el Che continuó explicando lo sucedido a partir de ese instante:
“Al rato reiniciada la marcha, ya veíamos la luz, pero, el asmático caminar de
nuestra lancha hizo interminables las últimas horas del viaje. Ya de día
arribamos a Cuba por el lugar conocido por Belix, en la playa de las Coloradas.”
El
Che especificó que los tripulantes de un barco de cabotaje los vieron y
realizaron una comunicación telegráfica al ejército batistiano.
Y
también detalló en su relato: “Apenas bajamos, con toda premura y llevando lo
imprescindible, nos introducimos en la ciénaga, cuando fuimos atacados por la
aviación enemiga. Naturalmente, caminando por los pantanos cubiertos de
manglares no éramos vistos ni hostilizados por la aviación, pero ya el ejército
de la dictadura andaba sobre nuestros pasos”.
El
Che explicó que tardaron varias horas en salir de la ciénaga y que después
quedaron en tierra firme a la deriva “dando traspiés, constituyendo un ejército
de sombras, de fantasmas, que caminaban como siguiendo el impulso de algún
oscuro mecanismos síquico.”
Tan
sólo tres días después de su llegada a Cuba el Che recibió su bautismo de fuego
cuando en Alegría de Pío los expedicionarios resultaron atacados en forma
sorpresiva por fuerzas de la dictadura batistiana, lo cual provocó la
dispersión de los combatientes revolucionarios.
En
los días siguientes una parte de ellos al ser capturados resultaron asesinados.
Sólo un pequeño número de expedicionarios, con la ayuda de los campesinos,
lograron eludir la persecución de los soldados y avanzar en dirección hacia la
zona montañosa con el objetivo de poder reagruparse con Fidel, sobre todo tras
conocer que éste se hallaba vivo.
Entre
los que pudo hacer eso estuvo el Che quién al reencontrarse con Fidel fue
testigo de cómo a pesar del revés inicial sufrido en tierra cubana y del escaso
número de hombres y armas con que se contaba en ese momento continuaba muy alta
la moral revolucionaria y se reafirmaba, la decisión de proseguir la lucha y se
mantenía la confianza en la victoria.
El
Che integró así el núcleo fundacional del Ejército Rebelde que en relativamente
poco tiempo con la incorporación de campesinos de la Sierra Maestra y de otros
combatientes procedentes de distintas zonas de Cuba fue desarrollando la lucha
revolucionaria durante más de dos años hasta lograr el triunfo de la
Revolución.
(1) Trabajo Una revolución que comienza, originalmente publicado
en la revista O´Cruceiro, 16 de junio de 1959, periódico Revolución 9 de julio
de 1959.
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¡Hasta la victoria siempre!
Colectivo Acción
Directa CAD -Chile
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