BRASIL: CUATRO CLAVES PARA ENTENDER LA CRISIS DEL PT
Millones de brasileños salieron a las calles el domingo para
pedir la renuncia de la presidenta Dilma Rousseff. Brasil atraviesa una de las
crisis económicas y políticas más importante de los últimos años, que puede
remover las bases de los gobiernos progresistas del PT. El caso Petrobras, la
gestión pro gran capital de Dilma, el factor Lula y un acuerdo tácito con los
sectores empresariales como claves para entender el conflicto
En Marcha –Public.
17/3/16
“Cayó Cristina, cambió el Congreso en
Venezuela, perdió Evo, y ¿quién caerá ahora? ¡Dilma!”, gritó uno de los
organizadores de la multitudinaria movilización que se vivió el domingo en
Brasil. Se estima que cerca de tres millones de brasileños salieron a las
calles en más de 200 ciudades del país para exigir la renuncia de la actual
mandataria y condenar la implicación del ex presidente Lula da Silva en el caso
de corrupción de Lava Jato.
La
actual crisis que atraviesa el Partido de los Trabajadores (PT) tiene los ojos
del continente puestos sobre Brasil, sobre todo luego de las recientes derrotas
electorales en Argentina, Venezuela y Bolivia. La derecha del continente sabe
que la crisis del gobierno de Dilma es la ocasión perfecta para lanzar toda la
artillería contra el proceso iniciado por Lula hace 13 años.
Aquí
presentamos algunas claves para entender la actual coyuntura política
brasileña:
1-
Operación Lava Jato
En
marzo de 2014 se hizo pública la operación Lava Jato (lavado de autos), con la
detención de 24 personas. La policía Federal de Curitiba había descubierto un
año antes una red de lavado de dinero que operaba en Brasilia y San Pablo. A
partir de entonces, la investigación judicial fue creciendo hasta estallar la
red de corrupción de Petrobras, la empresa petrolera brasileña más grande del
país.
La
estatal brasileña, aplicando una política de licitación de grandes obras a
empresas constructoras brasileñas -creada por Dilma cuando era ministra de
Energía- desvió sistemáticamente cerca del 3% de cada transacción en sobornos a
políticos y empresarios. A su vez, ese dinero era transferido a una red de
empresas de “fachada” y cuentas bancarias en el extranjero. La Fiscalía estima
que entre 2004 y 2012 se desviaron cerca de 10.000 millones de reales.
El
caso Petrobras extendió sus redes hacia la política brasileña, ya que gran
parte de los partidos habrían recibido financiamiento ligado a la red de
corrupción. El PT, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) y el
Partido Progresista (PP) han sido involucrados, además de los ex presidentes
Fernando Henrique Cardoso (Partido de la Socialdemocracia Brasileña-PSDB),
Fernando Collor de Melo (Partido del Trabajo de Brasil-PTB), Lula da Silva (PT)
y la actual mandataria.
2-
Segundo mandato de Dilma: crisis económica y ajuste
Dilma
no la ha tenido nada fácil en este segundo período presidencial. Más
allá del impeachment o juicio político con que la derecha pretende destituirla,
Brasil vive una de sus peores crisis económicas y políticas en años.
El
analista internacional Atilio Boron escribió hace unos días: “Dilma entregó
todos los resortes fundamentales del Estado a los personeros de la derecha,
error garrafal que empezó tibiamente con Lula y adquirió una dimensión
torrencial en el segundo mandato de Dilma”.
El
segundo mandato de Rousseff ha estado marcado por las alianzas con sectores de
derecha, explicado desde el oficialismo por la falta de mayoría parlamentaria
del PT. Pero esto ha estado acompañado de una política económica de ajuste,
ligado al modelo neocapitalista que el PT dice enfrentar.
La
designación de Joaquim Levy, un economista ortodoxo, como ministro de Hacienda,
fue un golpe a los sectores más progresistas del PT, decisión con la que la
mandataria pretendía “ordenar las cuentas” ante la baja de precio de materias
primas que ha afectado a la economía local. En tanto, la inflación se mantiene
cercana al 9% y desde mediados del año pasado el país entró en déficit.
Las
políticas de ajuste promovidas por Rousseff -eliminación de ministerios,
puestos de trabajo en el sector público y recortes presupuestarios que incluso
han afectado los planes sociales- han tenido efectos: 6,9% de desempleo -más de
8 millones de personas-, el 75% menores de 24 años. Los 40 millones de
brasileños que salieron de la pobreza durante el mandato de Lula contrastan con
las nuevas cifras: un estudio estima que más de tres millones de familias
perderán su condición de clase media de aquí a dos años.
Los
índices de popularidad de la mandataria apenas llegan al 11% y su principal
partido aliado, el PMDB, ha operado en contra del PT en el Congreso. De hecho,
el pasado sábado en un congreso partidario, Michel Temer, vicepresidente del
gobierno y líder del PMDB, anunció que en un plazo de 30 días definirán si
continúan su alianza con el PT.
Una
salida del PMDB dejaría solo a un PT que necesitaba dicha confluencia en el
Congreso y abriría la puerta para que avance el impeachment contra Dilma. El
partido de centro -implicado también en los escándalos de corrupción- tiene
seis de los 31 ministros de gobierno y a 67 parlamentarios de la Cámara de
Diputados.
3-
El factor Lula
Ex
sindicalista metalúrgico que se convirtió en presidente, la gestión de Luiz
Inácio Lula da Silva estuvo caracterizada por la salida de la pobreza de
millones de familias, marcos históricos de crecimiento económico -el PIB llegó
a ser el séptimo del mundo- y un aumento de salario mínimo superior al 50%.
Todas
políticas que convirtieron a Lula en uno de los líderes más populares de la
región.
Su
mediática llamada a declarar de la semana pasada en el marco del caso
Petrobras, con 200 policías llegando hasta su casa, tiene antecedentes
políticos inmediatos. Esa misma semana, el ex presidente había anunciado su
postulación para retomar la presidencia en 2018. Pese a que se sabía que
estaba ligado a Petrobras y que sería llamado a declarar, su “detención
express” fue una sorpresa. El senador Delcídio do Amaral del PT declaró ante el
Ministerio Público que tanto Lula como Dilma intentaron obstaculizar las
investigaciones de la justicia.
Pero
el ex mandatario fue llevado a declarar por acusaciones de corrupción,
aceptación de coimas y tráfico de influencias, gracias a una jugada
jurídico-política cuestionada por varios especialistas del derecho y que
permitió que todas las cámaras de televisión captaran el operativo de Lula
rodeado de policías, siendo que formalmente no estaba detenido.
En
ese testimonio, según reveló O Globo, el líder del PT reconoció que miembros
del Instituto Lula podrían haber pedido dinero a las empresas investigadas. “No
es parte de mi vida política, o sea, desde que estaba en el sindicato tomé una
decisión de no pedir nada a nadie porque eso significaría ser vulnerable ante
ellos”, dijo en la ocasión, consultado sobre él pidió dinero a alguna empresa
involucrada.
Por
otro lado, el miércoles pasado el Ministerio Público de San Pablo pidió la
prisión preventiva contra Lula. Aunque llama la atención los argumentos
desligados por los abogados: dicen que sería muy fácil para él, en calidad de
ex presidente, salir del país, que la prisión es necesaria para garantizar el
orden público, de que incita a la violencia de sus seguidores en sus actos
públicos y que “la conducta de Lula hoy dejaría muy avergonzados Marx y Hegel”.
4-
El acuerdo con la élite brasileña
“Es
lamentable que un líder histórico como Lula haya dejado de ser del pueblo para
aliarse con las élites, gobernar con ellas y recibir por eso mismo cuantiosas
comisiones y regalos”, dijo Luciana Genro, miembro de la Dirección Nacional del
PSOL.
Pese
a la retórica anti capital monopólico, su apoyo popular y políticas sociales,
hoy los ojos están puestos sobre el PT y su cercanía con el empresariado
brasileño, reflejados en la relación con las empresas constructoras
involucradas en caso Petrobras. El proceso brasileño liderado por el PT ha
sido en ese sentido más similar al kirchnerismo argentino que a otros procesos
latinoamericanos más profundos como el venezolano o boliviano.
Con
el riesgo de hacer un reduccionismo de lo hecho por el PT, la actual coyuntura
obliga a mirar a esos aspectos que la izquierda latinoamericana prefiere obviar:
la continuidad macroeconómica de Lula con respecto a su antecesor, Fernando
Henrique Cardoso, reflejado en el régimen objetivo de inflación, libre
flotación del cambio autonomía del Banco Central, ampliación de derechos a
acreedores, ajuste fiscal para pago de la deuda, despolitización de la política
económica, privatización del sector productivo y creciente traslado al sector
privado de las previsiones, la salud y la educación son algunos de los
elementos a los que hoy es necesario mirar.
Y
el gobierno de Dilma siguió ese camino. Una profundización neodesarrollista con
tasas de interés bajas, intervención en el mercado cambiario para una
devaluación gradual del real y la actual fase de austeridad, como respuesta al
estancamiento global de la economía.
Un
acuerdo tácito con la burguesía que, para Atilio Boron, tiene consecuencias
claras: “Si tratas de apaciguar a la derecha, terminarás siendo devorado por
ella”.
Colectivo Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Marzo 20 de 2016
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