El G-20 y
las soluciones “ortodoxas” ante la desaceleración mundial
Por
Michael
Roberts*
En SinPermiso
–Public. 2/3/16
La reunión el pasado
fin de semana de los ministros de Finanzas de las 20 principales economías del
mundo en Shanghai, China, ha defraudado. Antes de la reunión, el FMI
pintó un panorama sombrío de la situación de la economía mundial. En su
informe, Perspectivas
y desafíos de política mundial , los economistas del FMI advirten
que reducirán una vez más sus previsiones de crecimiento económico
mundial para el año 2016.
Y
cuando se reunió la cumbre del G-20 se publicaron las cifras de comercio
mundial en el año 2015. Que ha registrado su mayor retroceso desde la Gran
Recesión de 2008-9. El valor de los bienes que han cruzado las fronteras
internacionales el año pasado cayó un 13,8 por ciento en dólares - la primera
contracción desde 2009 - de acuerdo con el Informe sobre Comercio de la Oficina
Holandesa de Análisis de Política Económica.
El
índice Baltic Dry, que mide el comercio mundial de mercancías a granel, ha
tocado mínimos históricos. China, que en 2014 superó a los EE.UU. como la
mayor nación comercial del mundo, informó este mes de una caída de dos dígitos
en enero tanto para las exportaciones como para las importaciones.
En
Brasil, que ahora está experimentando su peor recesión en más de un siglo, las
importaciones procedentes de China han colapsado. Las exportaciones de
China a Brasil, de todo, desde automóviles a textiles transportados en
contenedores cayeron un 60 por ciento en enero respecto al año anterior,
mientras que el volumen total de las importaciones en contenedores en la mayor
economía de América Latina se redujo a la mitad, de acuerdo con Maersk Line, la
compañía naviera más grande del mundo.
Medido
por su volumen, el panorama no es tan sombrío, porque el comercio mundial crece
un 2,5 por ciento. Pero está por debajo del crecimiento de la economía
mundial del 3,1 por ciento, transmitiendo la tendencia depresiva de la economía
mundial. Antes de la crisis de 2008, el comercio mundial creció el doble
de la tasa de la producción mundial durante décadas. Desde
2011, sin embargo, el crecimiento del comercio se ha reducido hasta situarse al
nivel - o incluso por debajo - del crecimiento más alto de la economía mundial,
lo que lleva a algunos a plantearse preguntas sobre si la globalización, que ha
sido la característica dominante durante décadas, ha alcanzado su pico.
Y
si se excluye a China, las economías de los
llamados países en desarrollo están creciendo más lentamente que el mundo
desarrollado, por primera vez desde 1999 . Los mercados emergentes (MEs)
sin-China, han crecido tan solo el 1,92 por ciento el pasado año, según datos
del FMI, por debajo incluso del crecimiento anémico del mundo desarrollado,
donde la producción creció un 1,98 por ciento.
Este
bajo crecimiento de los MEs en relación con las economías desarrolladas en
términos per cápita es más marcado todavía porque el crecimiento de la
población es más rápido en los mercados emergentes que en los desarrollados -
de hecho el último censo de Japón muestra que ha perdido 1 millón de habitantes
en los últimos cinco años.
Un
economista de Citibank, comentó: "Se llama falta de
convergencia. La teoría sugiere que los mercados emergentes
deberían estar creciendo más rápido que los mercados desarrollados y
alcanzándolos [pero] creo que [el mundo emergente] está probablemente entrando
en una recesión ahora ... El futuro de miles de millones de personas dependerá
de si esta reversión de la tendencia hacia la convergencia resulta ser un
problema pasajero, o si es en cambio los buenos resultados de los países
emergentes durante el período 2000-2014 en última instancia resultan haber sido
anómalos".
Por
otra parte, como he
indicado anteriormente en este blog , no podemos confirmar una nueva
depresión global a menos que la economía de Estados Unidos también comience a
contraerse. Y eso no está ocurriendo todavía. Según los últimos
datos para el último trimestre de 2015, el PIB real de Estados Unidos creció a
una tasa anual de 1% y sumó un aumento del 2,4% en 2015, similar al del Reino
Unido. Pero el crecimiento económico de Estados Unidos se está
desacelerando, a causa de la desaceleración de la inversión empresarial y las
pérdidas en el comercio con el resto del mundo.
No
tiene buena pinta. Como los economistas
de Citibank han dicho, "es probable que, en nuestra opinión,
el crecimiento mundial este año, una vez más defraude y, el riesgo de una
recesión del crecimiento mundial (crecimiento por debajo del 2%) es alto y
sigue aumentando. En caso de fallar la economía de Estados Unidos,
sería difícil identificar cualquier economía importante que pudiera actuar como
motor de crecimiento para el mundo a corto plazo. Y la previsión
de crecimiento de Estados Unidos en el año 2016 se ha reducido por su parte
desde el 3,0% en enero 2015 al 2,0% reciente".
En
su Nota
de balance para el G20 (Nota del G20), el FMI llega a la
conclusión de que "hay actualmente menos margen para la complacencia.
Los políticos pueden y deben actuar rápidamente para impulsar el crecimiento
y planificar como contener los riesgos. La coordinación de una respuesta
política fuerte a nivel del G-20 es muy urgente. El G-20 debe
planificar ahora e identificar de forma proactiva políticas que deberán poner
en marcha rápidamente, si los riesgos de desaceleración se confirman". En
la reunión del G-20, el actual gobernador del Banco de Inglaterra (el mejor
pagado del mundo), Mark Carney, expresó su temor de que " la economía
mundial corre el riesgo de quedar atrapada en un equilibrio de bajo
crecimiento, baja inflación, bajos intereses". Los ministros del G-20
ponen buena cara en su comunicado: “la recuperación global continúa, pero
sigue siendo desigual y se queda corta de nuestro objetivo de un crecimiento
fuerte, sostenible y equilibrado".
Entonces,
¿cómo salir de esta desaceleración económica mundial que amenaza en convertirse
en una nueva recesión económica? La búsqueda de nuevas medidas de
política económica para evitar otra crisis mundial está en marcha. Hemos
tenido tipos de interés cero fijados por los bancos centrales para alentar a
las empresas y a las personas a pedir prestado más; hemos aplicado la
flexibilización cuantitativa (imprimir dinero y dárselo a los bancos);
Ahora vamos
a tener tasas de interés negativas (penalizando a los bancos por no prestar su
dinero a la economía real). Pero
no está funcionando.
De
hecho, en el G20, el
gobernador del Banco de Inglaterra Carney echó un jarrón de agua fría sobre
la solución actual a la desaceleración global defendida por varios bancos
centrales, a saber, las tasas de interés negativas. Estos movimientos de
los bancos centrales para reducir las tasas de interés por debajo de cero
corren el riesgo de crear un escenario de "pedir al vecino",
que podría dejar a la economía global atrapada en una dinámica de bajo
crecimiento. Las tasas de interés negativas significan que los clientes
pagan una tarifa efectiva por el dinero en efectivo depositado en los bancos,
por lo que los ciudadanos japoneses están empezando a acumular yenes en su
casa, de acuerdo con el Wall
Street Journal , y necesitan un lugar donde depositarlos. Las
ventas de cajas fuertes se han duplicado en relación con el mismo período del
año anterior en la cadena de ferreterías Shimachu, de acuerdo con periódico.
La cadena ya ha vendido todas las existencias de un modelo que cuesta más de
700 dólares. Otros ahorradores están considerando lugares de
almacenamiento menos convencionales. "En respuesta a las tasas de
interés negativas, hay personas de edad avanzada que está pensando en guardar
su dinero debajo del colchón". Así que la gente está ahorrando dinero
en lugar de gastarlo.
Según
el G-20: "Las políticas monetarias seguirán apoyando la actividad
económica y garantizarán la estabilidad de precios... pero la política
monetaria por sí sola no puede producir un crecimiento equilibrad". Y
como los economistas del FMI han dicho: "la política monetaria
acomodaticia, aunque todavía muy necesaria, no pueden conseguirlo solo.
Es necesario que haya un enfoque integral, incluyendo la política fiscal
(donde hay margen fiscal) y el equilibrio presupuestario".
Si
no se toman medidas, es segura una nueva crisis financiera global; y sin
reformas es probable que suceda más temprano que tarde, según el predecesor de
Carney, el ex gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, que promueve su
último libro (The end of alchemy, the global economy and the future of
money). King, que dirigió el Banco de Inglaterra cuando el sistema
financiero del mundo casi se derrumbó en 2008-09, defiende que sólo un
replanteamiento fundamental de los sistemas monetarios y bancarios podría
evitar otra crisis. "Sin una reforma del sistema financiero, otra
crisis es segura, y el fracaso... a la hora de hacer frente a los
desequilibrios en la economía mundial hace que sea probable que llegue más
pronto que tarde".
La
opinión mayoritaria de la Reserva Federal de Estados Unidos no es tan
pesimista. El Vicepresidente
Stanley Fischer aún espera una aceleración de la economía de EE.UU. Según
Fischer: "Si los recientes desarrollos del mercado financiero conducen
a un endurecimiento sostenido de las condiciones financieras, ello podría
indicar una ralentización en la economía global que podría afectar el
crecimiento y la inflación en los Estados Unidos. Pero hemos sido
testigos de períodos de volatilidad similares en los últimos años, incluyendo
en la segunda mitad de 2011, que han dejado poca huella visible en la economía,
y todavía es pronto para juzgar las ramificaciones de la creciente volatilidad
de los mercados en las primeras siete semanas de 2016”. Por lo tanto, sería
un error lanzar las NIRP (tasas negativas) en los EE.UU. “La política
monetaria debe tener como objetivo evitar estos riesgos y mantener la expansión
de forma sostenible".
Sin
embargo, el pesimismo empieza a cundir entre los economistas y los políticos.
Ya se habla del llamado 'dinero helicóptero' (entregar dinero en efectivo a los
hogares para gastos) y de / o estímulos fiscales (aumento de gasto público y
recortes de impuestos). He
comentado ya la naturaleza del ‘dinero helicóptero ' que recibe su nombre
de la idea promovida inicialmente por el economista monetarista Milton Friedman
y su discípulo, el ex presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, de que
las autoridades monetarias podrían simplemente tirar desde helicópteros
montones de dinero en efectivo sobre el país para ser gastado. Ese dinero
caído del cielo (¡literalmente!) provocaría un enorme aumento de la demanda de
los consumidores que relanzarían las ventas, los ingresos y los
beneficios. Esta idea cobró fuerza cuando Adair Turner, ex director de la
Autoridad Reguladora Financiera del Reino Unido, la defendió en su libro Between
Debt and the Devil , por supuesto, y que en realidad supone transferir
fondos a las cuentas bancarias de la gente.
Esta
"solución" está siendo promovida como el último recurso por Martin
Wolf y Gavyn
Davies , los columnistas económicos keynesianos del Financial Times
del Reino Unido. Los asesores de la campaña
presidencial de Bernie Sanders en Estados Unidos (y para el caso, los asesores
de Corbyn-McDonnell de la oposición Laborista en el Reino Unido) defienden
una posición similar. Dar dinero directamente a la gente y esto
estimulará la demanda de los consumidores y la economía dará un salto hacia
adelante, porque hay mucha demanda acumulada contenida a la espera de ser
puesta en libertad.
Este
enfoque parte de la premisa keynesiana de que el problema actual de las
economías capitalistas es una "crónica falta de demanda".
Como Martin Wolf escribe: "Detrás de esto hay una realidad simple: el
exceso de ahorro mundial - la tendencia a querer ahorrar más que a
invertir - es cada vez mayor el " síndrome de deficiencia crónica de
demanda "está empeorando". El problema con el capitalismo en este
momento es que "la demanda es también débil en relación a una
desaceleración del crecimiento de la oferta. A nivel mundial, el
crecimiento de la oferta de trabajo y la productividad laboral han disminuido
considerablemente desde mediados de la década pasada. El menor
crecimiento del producto potencial en sí debilita la demanda, ya que reduce la
inversión, siempre es un motor esencial del gasto en una economía capitalista".
¿Así
que la debilidad de la demanda provoca una menor inversión, que provoca un
menor crecimiento? ¿Pero es este el orden causal? En este blog he
defendido de acuerdo con los datos que la premisa keynesiana es errónea: la
falta de demanda agregada en una economía nacional o mundial es el resultado
de una desaceleración o una depresión, no la causa. La caída es
provocada por un desplome de la inversión (en particular, la inversión
empresarial) que ocurre cuando ya no es rentable invertir. Los beneficios
son lo importante, no la "demanda".
Recientemente,
el economista marxista Alan Freeman presentó un documento argumentando que Marx
y Keynes tienen mucho en común en su análisis económico de
las crisis en el capitalismo y en las prescripciones políticas (si no en
sus políticas). Bien, no estoy de acuerdo. No creo que las ideas
teóricas de Keynes y Marx se puedan combinar. En este blog, he hecho
hincapié en las diferencias
económicas y en este trabajo (contributions-of-keynes-and-marx).
El
punto clave en este momento de la actual desaceleración mundial es que el
análisis keynesiano dice que el problema es la falta de demanda agregada y que
el aumento del gasto público a través del multiplicador keynesiano de la
demanda puede ser la solución. Pero de acuerdo con el análisis de Marx,
la clave es la rentabilidad de la inversión en las economías dominado por el
capitalismo y que la solución es
el multiplicador marxista de la rentabilidad. El problema con este último
es que la rentabilidad sólo puede ser restaurada a través de la destrucción de
valor frenando la inversión, la liquidación del capital antiguo y dejando a
millones sin empleo. Esa es la contradicción del capitalismo que Keynes
no reconoció, junto con toda la teoría economica dominante.
Esta
es la razón por la que el plan de Sanders, admirable en su intención de
proporcionar puestos de trabajo, ingresos y servicios públicos, como la sanidad
y la educación, no tendrá éxito en el capitalismo. El economista
estadounidense, Gerald Friedman , partidario de Sanders, causó un gran
revuelo entre los economistas “ortodoxos”, cuando sostuvo que: "las
políticas propuestas por el senador Sanders se traduciría en un crecimiento
medio anual del 5,3% durante la próxima década, y la creación de un empleo
mensual promedio de cerca de 300.000 puestos de trabajo. Como
resultado, la producción en el año 2026 sería un 37% mayor de lo que hubiera
sido sin esas políticas, y el empleo sería un 16% mayor".
La
idea es que impulsar la demanda a través del gasto público y un aumento
significativo de los salarios permitiría generar un crecimiento económico
sostenido que pagaría por sí mismo. Esta idea incluso ha ganado el apoyo
del ex director regional de la Reserva Federal, Narayana Kocherlakota.
Cree que el crecimiento de Estados Unidos podría fácilmente ser mucho más
alto que las tasas mediocres proyectadas para los próximos años. Sugiere
que la economía
de Estados Unidos podría crecer un 4-5 por ciento anualmente durante los
próximos cuatro años, incluso si el crecimiento (total) de la productividad no
se recupera "Bajo este perfil alternativo, [capital, trabajo y la
producción económica] serían [todos] ( un poco más de) un 10% mayores a finales
de 2010 que la actual proyección".
Conseguirlo
exige subir los salarios y las tasas de interés, dice, pero sólo a "niveles
históricamente normales". Así que hay que dar a la gente más salarios,
que gasten más y la demanda se disparará. Hay un montón de margen en la
economía de Estados Unidos: personas sin empleo y empresas dispuestas a
invertir. De hecho, los salarios más altos podrían obligar a las empresas
a invertir en nueva tecnología para ahorrar mano de obra y hacer aumentar el
crecimiento de la productividad, que actualmente languidece en mínimos
históricos.
Los
argumentos de Friedman fueron sometidos a una crítica forénsica por economistas
“ortodoxos” como Christine y David Romer, (romer-and-romer-evaluation-of-friedman1).
Su punto principal era que impulsar la demanda en la forma reivindicada por
Sanders-Friedman no produciría el crecimiento buscado debido a que la economía
capitalista no experimentaba la 'brecha de demanda" supuesta y la
"capacidad productiva" de la economía capitalista de EEUU era
demasiado débil. En otras palabras, la economía capitalista de Estados Unidos
sólo podía crecer un 5% al año
en términos reales en un futuro previsible si se pudiera
ampliar la inversión y elevar la productividad del trabajo en los próximos
diez años. Y el aumento de la
demanda no lo hará. Por supuesto, el matrimonio Romer no tiene
ninguna alternativa a las propuestas de Sanders que critican.
En
cualquier caso, las autoridades gubernamentales en todo el mundo se niegan a
poner en marcha este tipo de programas de gasto fiscal, a pesar de que el gasto
en infraestructura en Europa y los EE.UU. se encuentra en mínimos de hace 30
años y puentes, carreteras y ferrocarriles se desmoronan ante nuestros
ojos. De acuerdo con el informe de la Sociedad Americana de Ingenieros
Civiles de 2013, los EE.UU. tiene serias necesidades de infraestructura de más
de $ 3.4 billones hasta el 2020, incluyendo $ 1.7 billones de dólares para
carreteras, puentes y tránsito; $ 736 mil millones para electricidad y
redes eléctricas; $ 391 millones para escuelas; $ 134 millones de
dólares para aeropuertos; y $ 131 millones de dólares para canalización
de aguas y ríos y proyectos relacionados. Sin embargo, la inversión
federal en infraestructura se ha reducido a la mitad durante las últimas tres
décadas, desde el 1 por ciento al 0,5 por ciento del PIB.
¿Por
qué los gobiernos se niegan a introducir dichas políticas de una manera
significativa? Bueno, es porque mayor gasto público significa más
impuestos sobre el sector empresarial y / o los hogares, o implica más
endeudamiento cuando la deuda del sector público está a niveles récord. Y
esto significa que la intrusión del gobierno en el sector capitalista justo
cuando la rentabilidad está cayendo.
Las
soluciones monetaristas a la desaceleración mundial han fracasado; Las
soluciones fiscales keynesianas no se están aplicando y no iban a funcionar a
largo plazo de todos modos. La única salida es otra crisis.
*Michael Roberts es un reconocido economista
marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como
analista económico y publica el blog The Next Recession.
Fuente:
Traducción: G. Buster
Colectivo Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Marzo 10 de 2016
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