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viernes, 22 de mayo de 2015

AUN RESISTIENDO, EL GOBIERNO SIRIO CAE EN MEDIO DE LAS LLAMAS


Traducción de “Syrian Regime is Going Down in Flames”


De Petr Lvov*


Publicado en New Eastern Outlook[1], mayo 15 de 2015


EL GOBIERNO SIRIO ESTÁ CAYENDO EN MEDIO DE LAS LLAMAS

Después de cuatro años de sangrienta guerra civil en Siria y gravemente afectado por la injerencia externa, parece que el régimen de Damasco ha comenzado a agrietarse, pese al hecho de que el ejército sirio ha logrado una victoria tras otra en el campo de batalla. Con todo, no existen perspectivas visibles de una solución pacífica del conflicto. Es más, existen signos de un efectivo colapso del Estado sirio, el cual rápidamente puede ser desgajado en un número de entidades semi-independientes. Si esto ocurriera, la masacre del pueblo sirio se intensificará. El arraigo del gobierno de Bashar al-Assad se está debilitando, en tanto Damasco se vuelve cada vez más dependiente de sus aliados en el extranjero, especialmente voluntarios de Irán e Irak. Tradicionalmente, el más efectivo apoyo de Siria lo representa la organización chiíta libanesa Hezbolá.

El gobierno central sigue teniendo el control de un territorio que sigue siendo el hogar de dos tercios de la población, pero cada vez es más difícil contener las numerosas ofensivas en varios frentes. Con esta afirmación nos referimos a la caída de Idlib y Jisr al-Shughour en las regiones del norte de Siria y los éxitos militares que los rebeldes se han anotado en el sur. Un inmenso problema es el agotamiento de los recursos humanos, especialmente entre los círculos Alauí, pues no existe forma de sustituir a los caídos en batalla y que eran los más leales a Assad. Hay una creciente insatisfacción con el gobierno de Bashar al-Assad y la comunidad Alauí, causada por el hecho que el gobierno se muestra reacio a utilizar a los sunníes en la lucha en las coyunturas críticas por temor a las deserciones. Por tanto, los alauitas han sido requeridos reiteradamente y se han llevado la peor parte.

Otro factor negativo es el aumento de las diferencias entre las élites sirias. Un signo claro de las contradicciones crecientes dentro de la fuerza militar y la dirigencia política sirias es la muerte del Jefe de la Agencia Nacional de Inteligencia Siria, Rustum Ghazaleh, quien fue golpeado por los guardaespaldas del jefe de la sección de Seguridad Militar, el general Rafik Shehadeh. Este último, más tarde fue relevado de su puesto. Ghazaleh perdió la vida en medio de una querella relacionada con los asesores militares iraníes, los que han ido ganando rápidamente el poder en Damasco. Se ha informado que los iraníes prefieren ayudar a las fuerzas de la milicia local en lugar de apoyar al ejército sirio regular y a las unidades nacionales. Irán busca transformar aquellos grupos paramilitares en un análogo local de los Guardianes de la Revolución. Pero uno de los factores clave de la sólida estabilidad del régimen de Bashar al-Assad fue la posición que consolidó entre las elites de Siria. Los dirigentes políticos y militares mantuvieron su posición en tanto no era permisible a las fuerzas externas resquebrajar sus grados. Los recientes y trágicos acontecimientos sugieren que hay dudas en algunos acerca de las figuras sirias claves en materia de seguridad.

En estas condiciones, si el régimen llega a enfrentar ciertas dificultades, Assad, de acuerdo a informes de la inteligencia israelí, abandonará Damasco y lanzará todas sus fuerzas remanentes a la defensa de Latakia y de los territorios habitados por los alauitas. En esta situación, cuando la victoria ya no es alcanzable, el sustento principal de Assad -Irán, puede ser el primero en empacar las cosas, habida cuenta que Teherán estaría interesado en concentrarse en una cuestión más importante -un acuerdo sobre su programa nuclear. Entonces, el concepto de "Siria sin Assad" podría ser materializado en la vida real; sin embargo, el país se dividiría en enclaves según criterios sectarios y étnicos. El colapso de la República Árabe Siria ya ha comenzado. Los territorios controlados por diferentes grupos de la oposición y de los aliados del gobierno están siendo transformados gradualmente en enclaves semi-independientes. Regiones del noreste del país están ahora ocupadas por el Estado Islámico, mientras que en Jabhat al-Nusra prácticamente se ha establecido un Emirato Islámico en la gobernación de Idlib. En las zonas de Siria que son habitadas por kurdos, cuasi-estados kurdos están siendo creados. Bajo estas circunstancias, las áreas que el gobierno de Bashar al-Assad todavía controla pueden ser reducidas al territorio de Damasco, Hama, Homs, las regiones mediterráneas de Siria y las comunidades Alauitas.

Un papel negativo es desempeñado aquí por factores externos; a saber, la hostilidad por parte de Arabia Saudita y de Turquía. El nuevo rey del KSA [siglas del inglés para Reino de Arabia Saudita –nota del CAD], Salman bin Abdulaziz Al Saud, pone a los motivos anti-iraníes en el primer plano de su política exterior, mientras considera a la crisis siria como un medio para prevenir la expansión iraní en el mundo árabe. Al mismo tiempo, Al Saud comenzó una operación militar contra los houthis en el Yemen a fin de evitar que las fuerzas chiítas alcanzasen la victoria. Además, a finales de abril, el rey nombró a su sobrino Muhammad bin Nayef, quien anteriormente se desempeñó como Ministro de Interior, en su posición actual de Príncipe Heredero, en tanto que como suplente del príncipe quedó ahora el Ministro de Defensa e hijo del rey Mohammed bin Salman. Ambos príncipes abogan por enfoques de seguridad más duros, tanto en los asuntos internos como externos. Estos hechos no están incrementando precisamente las posibilidades de supervivencia de Siria.

Recep Tayyip Erdogan [actual presidente de Turquía –nota del CAD], a su vez, ha venido desempeñando un papel extremadamente negativo en la crisis de Siria, empujando a las monarquías árabes para que tomen medidas más decisivas aun con el pretexto de que Estados Unidos se muestra reacio a cambiar el régimen de Damasco. Durante su reunión con el rey Salman, el presidente de Turquía subrayó el hecho de que Washington había decidido colaborar con Teherán y Damasco en orden a neutralizar al Estado Islámico, lo que implica que Assad se quedaría. Al mismo tiempo, el líder turco expresó su total desilusión ante el fracaso de la administración de EE.UU. para implementar una "zona de prohibición de vuelos" sobre territorio sirio.

Las cosas no están yendo muy bien para Assad en Siria. La Casa Blanca ha conseguido concentrar fuerzas sunitas opositores en el sur. Con la ayuda de Jordania y del KSA, Washington ha logrado reunir 58 diferentes unidades militares, que en su mayoría adhieren a las doctrinas del Ejército Sirio Libre (FSA, en inglés).  Esta táctica ya ha sido reconocida como un modelo exitoso y será desplazada al norte, donde el papel principal lo tienen los saudíes y los turcos. Los grupos islamistas han logrado establecer una sólida base en aquellas regiones, provistos de un cuartel general unitario a la manera de Jaish al-Fatah, el primer grupo que demostró su capacidad para coordinar a diferentes grupos durante las batallas por Idlib y Hama. Sin embargo, resulta curioso que mientras los actores regionales están apoyando a los radicales, Washington sólo ha armado a la debilitada oposición moderada.

Es evidente que Turquía, Arabia Saudita y Qatar han llegado a un consenso sobre las tácticas que necesitan para derrocar a Bashar al-Assad, mientras dejan a un lado sus visiones acerca del futuro gobierno de la República Árabe Siria. A pesar de la posible lucha entre ellos por el poder en Siria, a estos tres sólo les preocupa apresurar la partida de Assad, mientras éste proceso es artificialmente intensificado con el objeto de llegar a la fase final lo más rápidamente posible. Informes árabes e israelíes sugieren que el gobierno sirio debiera caer en unos 6-8 meses. El mencionado Jaish al-Fatah es controlado directamente por Arabia Saudita y Turquía, por lo que jugará un papel crucial en este derrocamiento.

Estas actividades son llevadas a cabo a espaldas de Washington, ya que éste se encuentra ahora preocupado por la creación de un ejército moderado, que constituya una alternativa al ejército sirio y a los islamistas. El Pentágono ha iniciado oficialmente el entrenamiento de grupos opositores, para lo cual el gobierno de EE.UU. está distribuyendo unos 500 millones de dólares para cumplir con sus necesidades. Ahora bien, un total de 400 militantes van a ser adiestrados por instructores estadounidenses en el marco de este programa. Para la comparación, Jaish al-Fatah ya ha adquirido 30 mil hombres aptos para el combate.

El equipo de Riad, Doha y Ankara[2] está acometiendo con fuerza a causa de los intentos de Estados Unidos por continuar la cooperación con Teherán y Damasco a fin de contener al Estado Islámico. También está claro que cualquier retraso será utilizado por los estadounidenses para construir ellos mismos una fuerza militar leal, la cual será un actor influyente en una Siria post-Assad. El derrocamiento de Bashar al-Assad en los próximos meses, de acuerdo a los saudíes, cataríes y turcos, colocará a los Estados Unidos en una esquina estrecha, y esto permitirá a los mencionados Estados debilitar seriamente la creciente influencia iraní en la región.

Hay una cosa meridianamente clara: si Rusia e Irán no toman medidas urgentes para rescatar a Assad, a fin de año el gobierno de Damasco será derribado. Una urgente asistencia militar es crucial para contrarrestar los astutos planes del KSA, Qatar y Turquía. Hoy en Siria no hay lugar para ambiciones personales.

* Ptr Lvov, Doctor en Ciencias Políticas, exclusivamente para la revista online “New Eastern Outlook”[3].


Equipo Internacional –CAD CHILE
Mayo 22 de 2015

N. B.: agreguemos, muy de acuerdo y en línea con lo planteado por Lvov, que si no se toman las medidas más eficaces y prontas para detener la invasión extranjera en Siria por parte de las fuerzas antiimperialistas, el plazo para que caiga el gobierno sirio y el país se transforme en un nuevo Estado fallido se acorta inmisericordemente. Ayer no más[4], fuerzas mercenarias y del EI se hicieron de la base militar de la ahora indemne Palmira, ciudad cercana a la frontera iraquí, con lo que pasan a controlar el 50% de Siria. En Palmira, aparte de asesinar a la población afecta a Assad, las fuerzas barbáricas seguramente destruirán las joyas arqueológicas[5] sitas allí. Serán otros tantos “crímenes contra la humanidad”.

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