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sábado, 30 de mayo de 2015

GRUPO LUKSIC: CUANDO EL PODER ECONOMICO SE IDENTIFICA CON EL PODER POLITICO


“La Verdadera Influencia Empresarial del Grupo Luksic”*

[Este trabajo se incluye en el N° 7, Edición de Otoño, abril de 2015, de los Cuadernos de Coyuntura que elabora el Centro de Estudios de la Fundación Nodo XXI]

En el presente artículo se analiza al más importante grupo empresarial chileno: el Grupo Luksic. Se indaga en su génesis histórica, sus estrategias empresariales, su estructura de propiedad y control y algunos eventos que dan cuenta de su influencia y poder político. En tal sentido, se muestra cómo su pragmatismo le ha permitido consolidar una posición dominante en la economía y la política chilena, a partir de una trayectoria empresarial iniciada a fines del siglo XIX. Con todo, aunque exhibe una tendencia a la especulación y basa buena parte de su fortuna reciente en la minería del cobre, este comportamiento empresarial pragmático le ha permitido diferenciarse del gran empresariado rentista actualmente cuestionado.

Durante el último período, la política chilena nuevamente se ha visto sacudida por embates que afectan su ya dañada legitimidad, y su capacidad de procesar las demandas sociales. Específicamente, los dardos de turno surgen de los resonados casos Penta y Caval. Ellos si bien manifiestan de manera clara el problema de la vulnerabilidad de la política frente a los intereses empresariales, también han tendido a distraer la atención, por cuanto la reacción de la opinión pública ha estado focalizada en estos dos eventos en particular. En un caso, por significar la descomposición de un partido político ante la revelación de su mecanismo de financiamiento electoral, y en el otro, por la indignación que desata en la población el aprovechamiento de parentesco con la Presidenta, para efectos de obtener un acceso al sistema financiero que cualquier otro ciudadano en condiciones normales no lograría.

Ahora bien, es claro que la influencia empresarial en la política chilena excede un evento puntual, y más bien implica montos e intereses económicos que hacen parecer como migajas los recursos involucrados en estos casos. Por este motivo, la comprensión global del escenario político requiere de una mirada más transversal acerca de la forma en que el gran empresariado ha construido su poder y su capacidad de influencia en el sistema político.

En este artículo, se analiza al grupo empresarial más rico de Chile y que, coyuntura mediante, ha salido al ruedo del debate público reciente: los Luksic. Se analiza su génesis histórica, su estrategia de constitución como grupo económico, la evolución de su patrón de inserción en la economía chilena y, finalmente, los eventos que han mostrado su abierta influencia en el escenario político chileno, situación que se ha incrementado especialmente al alero del Gobierno de Michelle Bachelet.

1. DE LA ESPECULACIÓN A LA RENTA: LAS ESTRATEGIAS EMPRESARIALES DEL GRUPO LUKSIC

Lo que se conoce como Grupo Luksic no es sino el punto de llegada de una historia familiar y empresarial que surge ligada al auge minero, las transformaciones territoriales y la inmigración experimentada en la región de Antofagasta hacia comienzos del siglo XX. Escapando de duras condiciones económicas y aprovechando los incentivos dados por Chile a los colonos europeos, en 1910 arribó a esta despoblada ciudad el croata Policarpo Luksic, quien comenzó a trabajar en la actividad salitrera y el comercio, continuando una tendencia propia de los inmigrantes europeos de la región. Cambiaría su suerte, sin embargo, al casarse con Elena Abaroa, en tanto se ligaba a una reconocida familia del antiguo litoral boliviano que construyó su riqueza a punta de proveer de pólvora, electricidad y carne a los habitantes de las florecientes ciudades mineras de Antofagasta y Calama.

Anticipando un rasgo propio del futuro grupo empresarial, los Luksic Abaroa lograron sortear algunos episodios claves como la anexión definitiva de Antofagasta a territorio chileno y la crisis salitrera del periodo de entreguerras, sin poner en riesgo su posición social y económica. Esto les permitió educar a sus hijos en la capital y el extranjero, momento durante el cual su hijo mayor, Andrónico Luksic Abaroa, iniciaría su historia empresarial. Y es que tras dejar sus estudios de economía en la convulsionada Europa de fines de los 40, Andrónico aprovechó la inestabilidad suscitada por los acuerdos monetarios de Bretton Woods para dedicar su tiempo a la especulación financiera, llevando libras y francos entre Londres y París, para luego quedarse con el excedente resultante de la diferencia entre ambas divisas. Logró acumular así un capital original de alrededor de US$ 30 mil de la época, que trajo de vuelta a Chile para invertirlo en una concesionaria Ford -junto a su tío Juan Abaroa-, así como en una casa de cambio de dólares.

Alternando su actividad comercial con otras labores, en los años siguientes Andrónico ejerce como traductor de los socios de una firma francesa que explotaba el yacimiento de cobre Portezuelo. Es allí donde le compra a uno de estos el 25% de la compañía, y luego avanza a la propiedad del 70% de ésta en 1952. No obstante tratarse de un negocio poco rentable, unos empresarios japoneses -del consorcio Nippon Mining- le ofrecen US$500 mil por la totalidad de sus acciones, que a esas alturas ya correspondían al 100%. Era 1954 y un joven Andrónico ya contaba con recursos suficientes para salir a los mercados a comprar y extender sus negocios, iniciando el imperio que lo hizo conocido.

Especulando para ubicarse en el mapa

A mediados de los años 50 se funda en Antofagasta el Grupo Luksic, dedicado a la minería cuprífera y la pesca. En 1964, el antofagastino se traslada definitivamente a Santiago, comenzando el despliegue de su primera estrategia empresarial importante: se convirtió en comprador de pequeños paquetes accionarios de empresas de diversos rubros, que lo instalaron en diferentes sociedades anónimas de la época. De allí que, tal como a otros empresarios emergentes, se lo incluyera en el grupo de los “piraña”, calificativo que el gran empresariado tradicional le otorgó a estos nuevos aficionados a la especulación financiera que rápidamente ganaban posiciones en los mercados. En su estudio precursor, Ricardo Lagos retrata este accionar al advertir -con datos de 1958- que la Forestal Quiñenco S.A. –fundada por Luksic Abaroa en 1957 y hoy matriz de las actividades financieras e industriales del grupo- operaba con una creciente integración vertical, vinculando funcionalmente actividades agrícolas con su actividad principal (la minería), a la vez que se repetían los controladores -directores y administradores- de empresas dominantes en ambos rubros.

A pesar de este explosivo crecimiento, aun en los 60 los Luksic no integran posiciones avanzadas en el mapa de los grupos empresariales chilenos. En primer lugar, se lo impide ser un conglomerado en ciernes, que poco puede hacer frente a grupos tradicionales y asentados como los Edwards o Matte. En segundo lugar, en aquella época la categoría misma de grupo económico se torna difusa, toda vez que las empresas suelen presentar varios controladores con porcentajes similares de propiedad. Esto contradice la idea de grandes grupos que dispongan a su antojo de sus propiedades, tal como le sucedía a los Luksic en aquel momento con la minería, donde presentaban sus mayores intereses.

Habrá que esperar hasta 1970 para encontrarlos en lugares de importancia. Garretón y Cisternas sitúan al Grupo Luksic dentro de los 17 grupos económicos menores más importantes -en el puesto 15-, lejos, sin embargo, de los tres mayores en cuanto a número y tamaño de sus empresas: Edwards, Matte y Banco Hipotecario. Pese a una cada vez mayor diversificación, esta distancia con los grandes grupos se mantenía sobre todo por la falta de un “ancla financiera” (Dahse, 1978) en torno a la cual organizar sus empresas, la cual ha sido un componente destacado por todos los estudios relativos a la extrema riqueza.

¿Ideologías políticas? Negociar y comprar barato

Ahora bien, en los 70, además de un crecimiento constante, se produjo un hecho que marcó la relación de los Luksic con el resto de las grandes familias empresarias chilenas. Tras imponerse en las urnas en 1970, el Gobierno de la Unidad Popular avanzó en la expropiación de una serie de empresas privadas, que fue trasladando al área de propiedad social. Esto obligó a parte del gran empresariado chileno y extranjero a vender sus empresas al Estado, ante lo cual el Grupo Luksic, a contracorriente de sus pares y probablemente por no poseer un gran tamaño, negoció con el gobierno de la UP, vendiendo sólo una fracción de sus empresas y quedándose con la propiedad de otras tantas. Como era de esperarse, al producirse el golpe militar esto trajo consecuencias para el grupo, que fue vetado de participar en la primera etapa del proceso de privatización de empresas públicas -entre ellas, varias antes de su propiedad. Sin embargo, esto que pareció perjudicarlos en un primer momento, paradojalmente los llevaría a expandir sus negocios al exterior -a Argentina, Colombia y Brasil-, en una “internacionalización forzada” que no impidió que sus inversiones chilenas siguieran creciendo y ampliándose a otros sectores de la economía.

Con Luksic Abaroa en Londres, luego de los sucesos ocurridos en Chile en 1973, en 1979 compra a la célebre familia Rothschild la propiedad del Ferrocarril Antofagasta-Bolivia, al adquirir su controladora Antofagasta PLQ, cuyas acciones – hasta hoy transadas en la Bolsa de Valores de Londres, tal como ha ocurrido desde 1888- se encontraban en una crítica situación financiera. La simpatía de Luksic por adquirir empresas caídas en desgracia se convertirá en su estrategia para el desarrollo de una segunda etapa de crecimiento empresarial, particularmente durante los 80.

Esta fue favorecida por la crisis económica de 1981-82, circunstancia de la cual el Grupo Luksic sacó provecho al adquirir algunas importantes empresas públicas y privadas. Es el caso de la tradicional empresa manufacturera Madeco, que exhibiendo un deteriorado estado financiero fue adquirida en 1982 en alianza con la transnacional de origen italiano Ceat, para luego transformarse los Luksic en su controladores mayoritarios. Durante este mismo año, sobre la base de la propiedad del Ferrocarril Antofagasta-Bolivia, el grupo también fundó Antofagasta Holding PLC, para un año después a través de ésta obtener participación en su primera empresa minera importante: Michilla. Pero es con la compra de las estadounidenses Anaconda Chile S.A. y Anaconda South American en 1986, que los Luksic adquieren el yacimiento Los Pelambres, que años después se convertiría en su principal fuente de acumulación. Por último, en el 86 también adquiere una maltrecha Compañía de Cervecerías Unidas (CCU) y sus filiales, en asociación con la compañía alemana Paulaner, propiedad del grupo bávaro Schörghuber.

A la altura de los tiempos: la alianza con el capital extranjero

Desde mediados de los 80 crece en Chile la presencia de capitales extranjeros, cada vez más conscientes de un curso político de término de la dictadura militar. De allí que en esos años comenzaran los acuerdos con compañías multinacionales, que, no obstante, los Luksic explotarán sólo en la década siguiente, cuando decidan asumir riesgos en conjunto con otras empresas. Es así como en los 90 el grupo desarrolla su tercera estrategia empresarial, en tanto en esta época concentra la mayoría de sus alianzas internacionales, siempre preocupado de obtener el control mayoritario de estas nuevas sociedades. Es, además, el momento en que los Luksic ingresan al círculo de los tres grupos económicos más importantes del país, a la vez que el periodo con mayor diversificación de sus negocios.

Pero esta década también le presentó a los Luksic la oportunidad de hacerse presentes en Croacia, aunque ahora en busca de nuevos negocios. En 1991 se declara la independencia de Croacia de la ex Yugoslavia, hecho que es apoyado por la familia, que respalda a los grupos que conforman la nacionalista y democratacristiana Unión Demócrata Croata (HDZ). Luego del conflicto, en democracia estos dominarían el espectro político hasta 1999, periodo durante el cual llevan a cabo un proceso de privatización de empresas públicas. Allí los Luksic se hicieron presentes, adquiriendo algunos de los complejos turísticos más importantes del país, y al mismo tiempo comprando la cervecería Karlovacka Pivovara. De tal suerte, si antes habían sido excluidos del inicio de las privatizaciones chilenas, ahora se convertían en protagonistas de la instalación neoliberal croata, desarrollando proyectos turísticos e inmobiliarios avaluados en unos U$800 millones.

Luego de la inversión viene la renta

El nuevo siglo trajo consigo a un Grupo Luksic consolidado en la estrecha economía chilena y con diversas filiales en el extranjero. Extendiéndose hasta la actualidad, su cuarta estrategia ha enfatizado la capitalización de una serie de inversiones hechas al comenzar los 2000, que se han visto favorecidas por favorables coyunturas económicas y por la propia evolución de la economía chilena, permitiéndoles administrar y rentabilizar enormes beneficios económicos. El caso más expresivo es el de la minería cuprífera. Al transitar hacia el siglo XXI, el Grupo Luksic se convierte en el grupo económico de mayor importancia dentro esta actividad en Chile, a través del acuerdo alcanzado con las japonesas Nippon Minning & Metals y Mitsubishi Materials (1999), para explotar el yacimiento minero Los Pelambres y el entendimiento logrado con la australiana Equatorial Mining (2001), para desarrollar el proyecto El Tesoro. La base de explotación que entregan estos proyectos -junto a Michilla y hacia fines de la década de los 2000, Mina Esperanza-, disminuye la estructura de costos y hace crecer la producción, generando cuantiosas ganancias, especialmente gracias a los altos precios de los commodities en el mundo, en donde la cotización del cobre se elevó a niveles históricos, atribuible fundamentalmente al explosivo crecimiento de la economía china.

También en las recientes décadas los Luksic han obtenido una posición dominante en el mercado financiero, al hacerse con el control mayoritario del Banco de Chile, concretándose un sentido anhelo del grupo. Esto se logra tras la fusión del Banco Edwards y el Banco de Chile a principios de la década y luego, en 2007, con la fusión del Chile y el Citibank, que catapulta al Grupo Luksic a un lugar de privilegio en el sector bancario, reflejado en el liderazgo que en el último año demostraron en las utilidades del sector. Asimismo, el grupo adquiere el 67% de las acciones de Canal 13 en 2010, extendiendo su capacidad de influencia al importante espacio de la reproducción cultural. Y es que siendo la propiedad de algún medio de comunicación una constante entre los grupos económicos, sólo en los últimos años los Luksic logran posicionarse en este rubro, así como en el ámbito de la producción de conocimiento estratégico, al financiar el think tank Res Pública Chile, cuya misión implicó la construcción de un programa de gobierno para influir en el debate antes de las últimas elecciones presidenciales.

Como consecuencia de estos altos precios del cobre y de su posición dominante en un sector estable como el bancario, es que el grupo ha logrado sortear con éxito la última crisis financiera. De hecho, en 2011, el clan alcanza su máximo histórico, al exhibir una fortuna avaluada en US$19.200 millones. Actualmente, la caída del precio de los commodities y la desaceleración de la economía, los ha llevado a iniciar una nueva etapa de inversiones y recapitalizaciones, con el objeto de comenzar un nuevo proceso de acumulación. Desde 2013, la capitalización se ha extendido en sus empresas, incluyendo el Banco de Chile, CSAV, CCU, Enex y su brazo minero, en el cual han inyectado cerca de US$5.000 millones, en miras de poner en marcha nuevos proyectos mineros como Antucoya u Óxidos Encuentro, y otros energéticos como Alto Maipo.

En definitiva, partiendo de una importante base económica familiar, que aunque regional liga a Andrónico Luksic Abaroa a las costumbres de las familias propietarias de principios del XX -y, por tanto, diluye el mito del self-made man con que ha sido presentada su historia-, se observan al menos cuatro estrategias empresariales y periodos de crecimiento económico, que delinean una trayectoria que, al llegar el año 2015, sitúan al Grupo Luksic como el de mayor poder económico en Chile.

2. A LA USANZA DE LAS GRANDES FORTUNAS: LA ESTRUCTURA DE PROPIEDAD DE LOS LUKSIC

Los intereses empresariales del Grupo Luksic se encuentran diversificados en una amplia gama de sectores económicos, siendo todos controlados a través de las tres grandes matrices o holdings que agrupan sus inversiones: Quiñenco, Antofagasta PLC y Adriatic Luxury Hotels. En ellas, predomina una estructura de propiedad y gestión de orden familiar, debido a que los hijos varones de la segunda generación acompañaron en la dirección de los negocios a su padre Andrónico, para luego a su muerte hacerse cargo ellos mismos. Actualmente, las áreas financiera e industrial son controladas a través de Quiñenco, que es presidida por el hermano mayor, Andrónico Luksic Craig. Anteriormente, Andrónico era sólo el encargado del área financiera, pero a la muerte en 2013 de su hermano Guillermo, también toma el sector industrial. Los intereses mineros del grupo -así como los sanitarios y ferroviarios- son controlados a través de Antofagasta PLC, holding presidido por el menor de los varones: Jean Paul Luksic Fontbona. Finalmente, y aunque no exhibe el tamaño de las otras dos matrices, el holding hotelero Adriatic Luxury Hotels, que controla los negocios del clan en Croacia, es presidido por uno de los representantes de la tercera generación, Davor Luksic Lederer, segundo hijo de Andrónico.

Característico de la estructura de propiedad del Grupo Luksic es que entre sus matrices y empresas –y sus respectivas filiales- median una serie de sociedades anónimas cerradas y de responsabilidad limitada, a través de las cuales se controlan de manera efectiva los porcentajes accionarios con que se cuenta. Asimismo, y aunque la dirección de las matrices recae directamente sobre los integrantes del clan, el grupo cuenta con profesionalizadas estructuras de mando, dirigidas por directores y ejecutivos de confianza de la familia, no sólo contemporáneos a la segunda generación, sino también históricos colaboradores de Luksic Abaroa.

El grupo también controla una serie de fundaciones caritativas y educacionales, en donde las mandamases son las mujeres de la familia. La Fundación Andrónico Luksic es presidida por la mayor de las hermanas, Paola Luksic Fontbona, y también cuenta como consejera a Gabriela Luksic Fontbona, la menor del clan. La Fundación Ena Craig, que colabora con la restauración de iglesias y en el área de salud infantil, es presidida por Antonia Luksic Puga, hija de Guillermo. A estas se suman la Fundación Educacional Oportunidad y la Fundación Los Pelambres, esta última que desarrolla iniciativas de responsabilidad social empresarial en la cuarta región.

En rankings internacionales como Forbes, los intereses del grupo aparecen representados por Iris Fontbona González, segunda esposa de Luksic Abaroa. Ella es la matriarca de la familia, y si bien no es parte de ninguno de los directorios de las empresas abiertas a la bolsa, sí integra y participa, al igual que sus dos hijas, en los directorios de casi todas las sociedades de inversión internacionales a través de las cuales el clan controla sus empresas en el mundo. Es que, más allá de lo inmediatamente visible a través de los informes públicos que liberan las compañías del grupo, lo cierto es que la propiedad de sus intereses se descuelga desde lugares bastante alejados de Chile. Durante los años 70 y 80, y coincidentemente con los reacomodos del capitalismo mundial, Luksic Abaroa establece en países fiscales como Liechtenstein e Islas Caimán, una serie de fundaciones encargadas de administrar sus inversiones financieras en todo el mundo, siendo éstas actualmente dirigidas por su viuda. En un esquema jerárquico de control transnacional, estas fundaciones controlan a su vez sociedades de inversión que manejan los holdings inmediatamente visibles del grupo en Chile y el extranjero (Quiñenco, Antofagasta PLC y Adriatic Luxury Hotels). Tal superposición jerárquica de empresas, sin embargo, oscurece el manejo de estas organizaciones, haciéndolas particularmente ubicuas para la fiscalización llevada a cabo por los servicios recaudadores de los diferentes países en que tienen sus negocios: Argentina, Uruguay, Canadá, Estados Unidos, regiones de Europa y el propio Chile.

Por consiguiente, la estructura de propiedad del Grupo Luksic no termina en las matrices que habitualmente se consideran sus centros de operación y control de inversiones, sino que existen al menos dos filtros previos, que no sólo le permiten salir al mundo, sino también rodean de un halo de opacidad el manejo de sus negocios.

3. LOS LUKSIC Y LA POLÍTICA CONTINGENTE

¿Cómo se han relacionado los máximos referentes del mencionado grupo empresarial con la política contingente? El tema ha cobrado inusitada visibilidad a propósito del escándalo Caval, en este caso, porque la indignación ciudadana ha tendido a concentrarse en el aprovechamiento de la posición que implica ser hijo de la Presidenta de la República.

Sin embargo, los recursos económicos involucrados son ínfimos si se los mira en relación al ya descrito patrimonio del grupo, por ende, lo que se busca más bien es dar continuidad a una relación permanente, de la que Caval es sólo un evento en una cadena de acontecimientos. Esta “cadena de favores” entre el mundo empresarial y la política parte como un movimiento de acercamiento del empresariado hacia la Concertación, con el Gobierno de Lagos como el primer gran hito, y llega a su máxima expresión con la colonización abierta de los empresarios sobre la política, posicionando a ministros y figuras clave en el aparato del Estado, provenientes directamente desde sus filas. Y en ambos procesos un sello distintivo es la presencia de los Luksic como actores clave.

Bastante se ha escrito en este último tiempo sobre las transversales redes del Grupo Luksic. En su edición del 13 de marzo, La Segunda publica una nota en la que se da cuenta de importantes personalidades de la política que ejercen o han ejercido en los directorios de las empresas del grupo. En esta lista figuran ex ministros y ministros en ejercicio, presidentes de asociaciones gremiales, figuras asociadas al Banco Central, entre otras. De ellos, al menos 11 personas están ligadas a la Concertación. Esto muestra que el tránsito entre las empresas de Luksic y el poder político es bastante fluido en ambas direcciones. Pero fuera de este suceso, que ya marca una señal importante acerca de la capacidad de penetración en la política de este conglomerado, hay una serie de hechos que son prueba de su influencia directa. Para rastrear este proceso, hay que remontarse a la campaña presidencial de 1999, cuando se inician los primeros acercamientos de los Luksic hacia la Concertación.

La puesta en escena de Lagos

El miércoles 10 de noviembre de 1999, El Mercurio publicó una nota titulada “Lagos valoró Gran Minería Privada”, sobre la visita realizada por el entonces candidato Ricardo Lagos a la mina Los Pelambres, ocurrida el día anterior y en la cual estuvo acompañado por el entonces presidente de Anaconda Chile, Jean Paul Luksic. En una nota de Manuel Salazar, se analiza esta visita y se desentraña el proceso de preparación que permitió su ocurrencia, volviendo a aparecer una intrincada red de contactos entre el mundo empresarial y el político. En este caso, el Gerente General de Los Pelambres, Nelson Pizarro, cercano al PS, trabajó en los preparativos junto a Jaime Andrade, Gerente de Asuntos Externos, y en ese entonces muy cercano a Ricardo Solari y Carlos Ominami, quienes en la estructura de la campaña ocupaban las funciones de miembro del Comité Ejecutivo y encargado comunicacional, respectivamente.

En la mencionada visita (originada además a partir de una conversación del propio Lagos con Andrónico Luksic Abaroa en 1996) abundan los gestos simbólicos de lado y lado. Por una parte, Lagos, tras ser aclamado por los trabajadores del lugar, realiza un fuerte reconocimiento al papel de la minería privada y a su asociación con el capital extranjero como motores del crecimiento económico del país. Al mismo tiempo, Jean Paul Luksic responde indicando a los medios de comunicación que nadie debía tener miedo de invertir en Chile y que los chilenos eran afortunados de tener a dos candidatos de la altura de Lagos y Lavín. Con ello se pone en escena, a dos semanas de la elección, una poderosa señal de tranquilidad empresarial, justamente a contrapelo de la táctica electoral que había intentado instalar la derecha para dichos comicios: la idea de que Lagos representaba el retorno de un presidente socialista y sembraría un caos como el de la Unidad Popular. Con ello, sin duda, se sellaba un primer acercamiento entre el empresariado y la Concertación, liderado por los Luksic.

La expansión bancaria del Grupo, con el auspicio de la Concertación

A fines del año 2000, en los comienzos del Gobierno de Lagos, Jaime Estévez, militante socialista y entonces presidente del Banco del Estado, saltó a la polémica por un crédito de US$ 120 millones otorgado por dicha entidad a Quiñenco. Este crédito era una parte de los recursos que el Grupo Luksic requería para concretar la compra del 51% del Banco de Chile. Este crédito generó en su momento una polémica entre sectores de la DC y Estévez. Los primeros acusaban que la operación favorecía la concentración económica, alejándose del rol que correspondía al Banco del Estado. El segundo se defendió indicando que BancoEstado cumplía un rol social al llegar a sectores a los que otros bancos no llegan, pero que ello no implicaba dejar de hacer buenos negocios cuando estos aparecieran.

Más allá de algunas acciones pirotécnicas de los parlamentarios, que anunciaron comisiones investigadoras que finalmente no se concretaron, de la operación financiera no pudieron conocerse detalles más específicos, dado que Estévez invocó la Ley de Bancos para no revelar detalles de la transacción. Lo cierto es que en ese momento tampoco se abrió paso dentro de la Concertación -y dentro de las prioridades del Gobierno- una discusión sobre el verdadero rol que debía cumplir un banco perteneciente al Estado, imponiéndose la tesis de que esa institución era solo una más que competía en condiciones de mercado con los restantes actores. De hecho, ante la acusación de favorecer la concentración económica por medio de la operación, fueron personeros que hoy se autodefinen como la izquierda de la Concertación quienes salieron a respaldar a Estévez. Alejandro Navarro y Sergio Aguiló en ese entonces, consideraron la acusación “una deslealtad hacia alguien que fue Presidente de la Cámara de Diputados”.

Años más tarde, Estévez vuelve a ser protagonista de una polémica. Durante su gestión, se generan las cuestionadas prácticas que en 2013 dan origen a una multa a Banco Estado por más de US$12 millones, a causa de cláusulas abusivas. El mismo Estévez, el año 2005 y siendo ministro de Transportes, firma el contrato con el Administrador Financiero del Transantiago, del cual el Grupo Luksic tiene un 20% de participación. Todos estos antecedentes lo hacen acreedor, a contar del año 2007, de un sillón en el Directorio del Banco de Chile, posición que ocupa hasta hoy.

RES pública: la irrupción en el debate programático

A fines de 2011, Luksic encomienda al economista Klauss Schmidt-Hebbel la conformación de un grupo “para repensar Chile”. Lo hace al calor de las protestas en alza del movimiento estudiantil, pero también pensando en que se avecina una contienda electoral. Con ello se da origen a Res Pública, grupo constituido por intelectuales entre los que se cuentan Andrea Tokman, Alejandro Ferreiro, Andrea Repetto, Vicente Espinoza, Eugenio Guzmán, Juan Andrés Fontaine y Dante Contreras, entre otros.

En sucesivas entrevistas realizadas a su coordinador, cuya función actual es de director de AFP Hábitat, se observa que la misión de Res Pública es retomar el control elitario en cuanto a lo que se entiende como “razonable” en política, en sintonía con la denominada política de los acuerdos. Ello se plasma en un libro de 95 propuestas, dado a conocer en mayo de 2013, y que entre otras medidas incluye el aumento de la cotización previsional y de la edad de jubilación a 67 años, el crecimiento del presupuesto de Educación por la vía del aumento de la subvención escolar, y propuestas de reformas al sistema tributario que no consideran gravámenes específicos a la minería. Visto en perspectiva, se trata de un intento por superar la contingencia, marcada por la movilización estudiantil, apostando por pautear la acción concertacionista por medio del reclutamiento de su tecnocracia e intelectuales. De ahí el énfasis del propio Schmidt-Hebbel sobre la importancia de avanzar “debatiendo en base a ideas y no en base a ideología”.

Influencia ministerial

El momento actual es tal vez el de mayor influencia del Grupo Luksic en la política nacional. A ello ayuda no sólo su capacidad de entablar línea directa con quienes toman las decisiones, dadas las intersecciones entre las trayectorias profesionales y políticas de varias de las actuales autoridades. Junto con ello, es el propio proceso político abierto en la Concertación, que ha jibarizado la influencia de los partidos, el que ha permitido que en términos relativos aumente la influencia empresarial. A tal punto que hoy es más fácil entrar a cargos de influencia desde un directorio de Luksic que desde la propia política.

Esta influencia, en términos prácticos, se traduce en cuatro ministros que provienen directamente de sus filas y de los que la familia tiene amplio conocimiento: Nicolás Eyzaguirre, hombre clave de la Reforma Educacional; Alberto Arenas, ministro de Hacienda; Aurora Williams, ministra de Minería; y Máximo Pacheco, en la cartera de Energía. En esta situación ha influido de manera significativa la compra de Canal 13, que representa un verdadero portaviones no sólo por la tribuna ideológica que implica la propiedad de un medio de comunicación masivo, sino también porque dos de los mencionados ministros (Arenas y Eyzaguirre) provienen de dicha estación. Junto con ellos, se puede nombrar a dos figuras clave de la DC como son René Cortázar (que fue presidente del directorio del canal hasta 2012, cuando fue reemplazado por Eyzaguirre) y Soledad Alvear (actual integrante del directorio).

Aurora Williams es, de los hasta ahora mencionados, tal vez la persona que más tiempo ha trabajado en empresas del Grupo Luksic. Primero en Aguas Antofagasta, luego recalando en el sector público para asumir la Secretaría Regional Ministerial de Obras Públicas en el primer Gobierno de Bachelet. Posteriormente, regresa al Grupo Luksic en la gerencia de administración y finanzas de Antofagasta Terminal Internacional (ATI), y, a contar de 2014, es nombrada en el Ministerio de Minería. Sólo a días de su nombramiento, El Mostrador advirtió un conflicto ambiental en el que la futura ministra estaba directamente involucrada debido a su pasado en ATI: se trataba de un proyecto de recepción y embarque de cobre en las instalaciones portuarias de Antofagasta, que ha sido rechazado por organizaciones sociales, parlamentarios de la zona e incluso el Colegio Médico regional, debido a sus nocivos efectos para la salud[1].

En tanto, Alberto Arenas, tras desempeñarse en la Dirección de Presupuestos en el primer Gobierno de Bachelet, asume en el directorio de Canal 13, el cual, tras ser adquirido por Luksic ve modificado su directorio en un intento explícito de su controlador por conformar un espacio políticamente transversal. En este cargo se desempeña por aproximadamente tres años, período en que comparte directamente con Andrónico, quien también era parte de este directorio. Sin haber estado en la primera línea en sus cargos previos, Arenas salta a altas esferas de influencia a contar de 2013, cuando renuncia al directorio del canal para asumir la coordinación del comando de Bachelet y, posteriormente, para asumir el Ministerio de Hacienda.

Por tal cercanía con el grupo, no es de extrañar que la Reforma Tributaria presentada por el gobierno no haya modificado en específico la tributación minera. Pero incluso más allá de ese “gesto”, la influencia del empresario se observó de manera más que explícita. La reforma consideraba impuestos al consumo de tabaco y alcohol, y frente a este último, el 9 de abril de 2014, Andrónico Luksic Craig planteó una crítica abierta dados sus intereses en CCU. Tras plantear su preocupación por dicho gravamen, manifestó: “su disposición con el propósito de manifestarles y darles a conocer (al Gobierno y los parlamentarios) los efectos que estos tributos tendrían a fin de que puedan resolver con una mejor comprensión el alcance que dicha reforma generaría para la materia que nos preocupa”.

Dos semanas después, el Gobierno anunció el envío de una indicación que reducía el impuesto a los alcoholes. Tal vez un antecedente de la posterior “cocina” que dio paso a la modificación final del proyecto, y en la que curiosamente vuelve a aparecer como un actor clave otro personaje ligado al grupo: Jorge Awad, presidente de la Asociación de Bancos y director del Banco de Chile.

Finalmente, aparece la figura de Máximo Pacheco, el más visible de los ministros en cuanto al aspecto de sus vínculos con el mundo empresarial. No solo fue director del Banco de Chile y Lucchetti, empresas controladas por el grupo, sino que además es amigo de Andrónico y de otros grandes empresarios. Conocido es por haber cumplido las funciones de puente entre el empresariado y la Concertación, al propiciar las primeras reuniones de Lagos en el CEP. Hoy es hombre clave en materia de energía, propiciando una agenda que ha contado hasta ahora con el beneplácito del gran empresariado al garantizar mejores condiciones de estabilidad de los proyectos energéticos, y mayor certeza jurídica en una materia que los últimos gobiernos no han podido controlar. Por tal motivo, no llaman la atención las señales explícitas de apoyo que ha recibido el Proyecto Alto Maipo, no sólo por parte de Pacheco, sino también del propio Ministro de Hacienda, quien tras darle su apoyo explícito y elevarlo a la categoría de clave para el desarrollo energético del país, indicó que “en Chile las reglas tienen que ser claras, la institucionalidad debe funcionar y los proyectos que cumplan con la institucionalidad se van a implementar”.

4. CONSOLIDANDO UNA POSICIÓN DOMINANTE

En su evolución, el Grupo Luksic muestra tener una gran capacidad para adaptarse a las circunstancias históricas a que se ve enfrentado, sobrellevando situaciones de crisis política y económica y, más aún, sacando provecho de éstas para sus negocios, tanto dentro como fuera de Chile. A lo largo de su trayectoria empresarial, tal capacidad se ha visto reflejada en el pragmatismo imperante en cada una de sus estrategias empresariales. Como se distinguió, la primera de ellas fue la especulación, primero de divisas y luego con paquetes accionarios, a través de los cuales logró ganar espacio en el mapa de los más ricos de Chile. En segundo lugar, las crisis políticas y económicas que se suceden en Chile desde 1973, permitieron al grupo apropiarse de empresas caídas en desgracia, no sólo por estos problemas estructurales, sino sobre todo por el mal manejo de sus controladores privados, partícipes de la primera etapa de las privatizaciones de empresas públicas –a la que los Luksic no fueron invitados. En tercer lugar, durante los 90 los Luksic apuntarán a la alianza con capitales extranjeros, habida cuenta de una tendencia que se generaliza desde fines de la década anterior, pero que es profusamente utilizada por el grupo en cuestión. Finalmente, hasta la época reciente, el Grupo Luksic ha rentado de sus posiciones dominantes en el mundo financiero y, sobre todo, de sus inversiones en la minería del cobre, especialmente por los altos precios que alcanzara este mineral.

Ahora bien, aun cuando en su trayectoria empresarial los Luksic se han dedicado a comprar empresas antes que a crearlas, y su actual posición dominante en el mapa de la extrema riqueza ha sido lograda a través de las rentas antes mencionadas, su comportamiento pragmático, además de sus constantes inversiones, los vincula a una racionalidad empresarial más cercana al riesgo que al puro rentismo de otros grupos económicos. Particularmente, de aquellos que crecieron al amparo del capitalismo de “servicios públicos” chileno, y que hoy, con Penta y SQM como estandartes, se encuentran visiblemente cuestionados.

Los rasgos observados en sus etapas de crecimiento y su actuar en el sistema político, confirma que su posición ha dependido, por una parte, de su capacidad para leer correctamente el momento político y, por otro lado, de su tendencia a arriesgar a contrapelo del resto de los grupos económicos. Asimismo, se los ve claramente liderando un proceso de renovación de los espacios de acumulación del capital, buscando destrabar aquellos que la misma dinámica de la acumulación neoliberal desembozada ha puesto en cuestionamiento. Así se han inmiscuido en la política, financiando las campañas de todo el espectro político chileno, a la vez que imponen a sus propios funcionarios en cargos de gobierno claves para el futuro, como sucede con los ministerios de Energía y Minería.

La autoconciencia alcanzada por el empresariado chileno en los últimos años tiene a los Luksic como su vanguardia. Los Luksic se han ajustado a las tendencias empresariales de cada época, a la vez que hábilmente han construido lazos con el mundo político, tanto en Chile como en el mundo. Y es que debían hacerlo, ya que se trata del grupo económico con mayores intereses en la gran minería del cobre, justamente dentro del país más dependiente de los vaivenes de esta actividad económica en el mundo. Mientras esto se mantenga y se necesite desarrollar nuevos proyectos de extracción para satisfacer nuevas necesidades de acumulación, se presentarán cada vez más problemas medioambientales y, por tanto, sociales y políticos. De allí que a través de su posición de poder busquen la resolución de tales dilemas desde dentro del Estado y su institucionalidad, cuestión sostenible sólo en un escenario que mantenga la desarticulación social que ha predominado hasta ahora en Chile.

En síntesis, desde la perspectiva de los intereses empresariales abarcados, el poder e influencia de los Luksic se expresa como una estructura poderosa y consolidada, que hoy más que nunca tiene al sistema político a su disposición, sobre todo considerando el debilitamiento de los partidos que ha pregonado implícita y explícitamente el bacheletismo. Sin embargo, esta debilidad del sistema político es un arma de doble filo. Es a la vez una condición contingente que inclina el balance del poder hacia el lado empresarial, al no existir contrapeso (lo cual se apreció claramente en la discusión de la Reforma Tributaria), pero a su vez representa un riesgo, en tanto la deslegitimación creciente de las instituciones no es sino una amenaza a una estructura básica del modelo de desarrollo chileno. De allí que la acción de las fuerzas sociales aparezca hoy como un elemento que pone en peligro este delgado y precario equilibrio.


*Autor: Sebastián Caviedes Hamuy
Investigador del Centro de Estudios de la Fundación Nodo XXI
Licenciado en Sociología de la Universidad de Chile.
Autorizado para su publicación en BioBioChile[2]

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