“La Verdadera Influencia Empresarial del
Grupo Luksic”*
[Este trabajo se incluye en el N° 7,
Edición de Otoño, abril de 2015, de los Cuadernos de Coyuntura que elabora el
Centro de Estudios de la Fundación Nodo XXI]
En el
presente artículo se analiza al más importante grupo empresarial chileno: el
Grupo Luksic. Se indaga en su génesis histórica, sus estrategias empresariales,
su estructura de propiedad y control y algunos eventos que dan cuenta de su
influencia y poder político. En tal sentido, se muestra cómo su pragmatismo le
ha permitido consolidar una posición dominante en la economía y la política
chilena, a partir de una trayectoria empresarial iniciada a fines del siglo
XIX. Con todo, aunque exhibe una tendencia a la especulación y basa buena parte
de su fortuna reciente en la minería del cobre, este comportamiento empresarial
pragmático le ha permitido diferenciarse del gran empresariado rentista
actualmente cuestionado.
Durante
el último período, la política chilena nuevamente se ha visto sacudida por
embates que afectan su ya dañada legitimidad, y su capacidad de procesar las
demandas sociales. Específicamente, los dardos de turno surgen de los resonados
casos Penta y Caval. Ellos si bien manifiestan de manera clara el problema de
la vulnerabilidad de la política frente a los intereses empresariales, también
han tendido a distraer la atención, por cuanto la reacción de la opinión
pública ha estado focalizada en estos dos eventos en particular. En un caso,
por significar la descomposición de un partido político ante la revelación de
su mecanismo de financiamiento electoral, y en el otro, por la indignación que
desata en la población el aprovechamiento de parentesco con la Presidenta, para
efectos de obtener un acceso al sistema financiero que cualquier otro ciudadano
en condiciones normales no lograría.
Ahora
bien, es claro que la influencia
empresarial en la política chilena excede un evento puntual, y más bien
implica montos e intereses económicos que hacen parecer como migajas los
recursos involucrados en estos casos. Por este motivo, la comprensión global
del escenario político requiere de una mirada más transversal acerca de la
forma en que el gran empresariado ha construido su poder y su capacidad de
influencia en el sistema político.
En
este artículo, se analiza al grupo empresarial más rico de Chile y que,
coyuntura mediante, ha salido al ruedo del debate público reciente: los Luksic.
Se analiza su génesis histórica, su estrategia de constitución como grupo
económico, la evolución de su patrón de inserción en la economía chilena y,
finalmente, los eventos que han mostrado su abierta influencia en el escenario
político chileno, situación que se ha incrementado especialmente al alero del
Gobierno de Michelle Bachelet.
1. DE LA
ESPECULACIÓN A LA RENTA: LAS ESTRATEGIAS EMPRESARIALES DEL GRUPO LUKSIC
Lo
que se conoce como Grupo Luksic no es sino el punto de llegada de una historia
familiar y empresarial que surge ligada al auge minero, las transformaciones
territoriales y la inmigración experimentada en la región de Antofagasta hacia
comienzos del siglo XX. Escapando de duras condiciones económicas y
aprovechando los incentivos dados por Chile a los colonos europeos, en 1910 arribó
a esta despoblada ciudad el croata Policarpo Luksic, quien comenzó a trabajar
en la actividad salitrera y el comercio, continuando una tendencia propia de
los inmigrantes europeos de la región. Cambiaría su suerte, sin embargo, al
casarse con Elena Abaroa, en tanto se ligaba a una reconocida familia del
antiguo litoral boliviano que construyó su riqueza a punta de proveer de
pólvora, electricidad y carne a los habitantes de las florecientes ciudades
mineras de Antofagasta y Calama.
Anticipando
un rasgo propio del futuro grupo empresarial, los Luksic Abaroa lograron
sortear algunos episodios claves como la anexión definitiva de Antofagasta a
territorio chileno y la crisis salitrera del periodo de entreguerras, sin poner
en riesgo su posición social y económica. Esto les permitió educar a sus hijos
en la capital y el extranjero, momento durante el cual su hijo mayor, Andrónico
Luksic Abaroa, iniciaría su historia empresarial. Y es que tras dejar sus
estudios de economía en la convulsionada Europa de fines de los 40, Andrónico
aprovechó la inestabilidad suscitada por los acuerdos monetarios de Bretton
Woods para dedicar su tiempo a la especulación financiera, llevando libras y
francos entre Londres y París, para luego quedarse con el excedente resultante
de la diferencia entre ambas divisas. Logró acumular así un capital original de
alrededor de US$ 30 mil de la época, que trajo de vuelta a Chile para
invertirlo en una concesionaria Ford -junto a su tío Juan Abaroa-, así como en
una casa de cambio de dólares.
Alternando
su actividad comercial con otras labores, en los años siguientes Andrónico
ejerce como traductor de los socios de una firma francesa que explotaba el
yacimiento de cobre Portezuelo. Es allí donde le compra a uno de estos el 25%
de la compañía, y luego avanza a la propiedad del 70% de ésta en 1952. No
obstante tratarse de un negocio poco rentable, unos empresarios japoneses -del
consorcio Nippon Mining- le ofrecen US$500 mil por la totalidad de sus
acciones, que a esas alturas ya correspondían al 100%. Era 1954 y un joven
Andrónico ya contaba con recursos suficientes para salir a los mercados a
comprar y extender sus negocios, iniciando el imperio que lo hizo conocido.
Especulando
para ubicarse en el mapa
A
mediados de los años 50 se funda en Antofagasta el Grupo Luksic, dedicado a la
minería cuprífera y la pesca. En 1964, el antofagastino se traslada
definitivamente a Santiago, comenzando el despliegue de su primera estrategia
empresarial importante: se convirtió en comprador de pequeños paquetes
accionarios de empresas de diversos rubros, que lo instalaron en diferentes
sociedades anónimas de la época. De allí que, tal como a otros empresarios
emergentes, se lo incluyera en el grupo de los “piraña”, calificativo que el
gran empresariado tradicional le otorgó a estos nuevos aficionados a la
especulación financiera que rápidamente ganaban posiciones en los mercados. En
su estudio precursor, Ricardo Lagos retrata este accionar al advertir -con
datos de 1958- que la Forestal Quiñenco S.A. –fundada por Luksic Abaroa en 1957
y hoy matriz de las actividades financieras e industriales del grupo- operaba
con una creciente integración vertical, vinculando funcionalmente actividades
agrícolas con su actividad principal (la minería), a la vez que se repetían los
controladores -directores y administradores- de empresas dominantes en ambos
rubros.
A
pesar de este explosivo crecimiento, aun en los 60 los Luksic no integran
posiciones avanzadas en el mapa de los grupos empresariales chilenos. En primer
lugar, se lo impide ser un conglomerado en ciernes, que poco puede hacer frente
a grupos tradicionales y asentados como los Edwards o Matte. En segundo lugar,
en aquella época la categoría misma de grupo económico se torna difusa, toda
vez que las empresas suelen presentar varios controladores con porcentajes
similares de propiedad. Esto contradice la idea de grandes grupos que dispongan
a su antojo de sus propiedades, tal como le sucedía a los Luksic en aquel
momento con la minería, donde presentaban sus mayores intereses.
Habrá
que esperar hasta 1970 para encontrarlos en lugares de importancia. Garretón y
Cisternas sitúan al Grupo Luksic dentro de los 17 grupos económicos menores más
importantes -en el puesto 15-, lejos, sin embargo, de los tres mayores en
cuanto a número y tamaño de sus empresas: Edwards, Matte y Banco Hipotecario.
Pese a una cada vez mayor diversificación, esta distancia con los grandes
grupos se mantenía sobre todo por la falta de un “ancla financiera” (Dahse,
1978) en torno a la cual organizar sus empresas, la cual ha sido un componente
destacado por todos los estudios relativos a la extrema riqueza.
¿Ideologías
políticas? Negociar y comprar barato
Ahora
bien, en los 70, además de un crecimiento constante, se produjo un hecho que
marcó la relación de los Luksic con el resto de las grandes familias
empresarias chilenas. Tras imponerse en las urnas en 1970, el Gobierno de la
Unidad Popular avanzó en la expropiación de una serie de empresas privadas, que
fue trasladando al área de propiedad social. Esto obligó a parte del gran
empresariado chileno y extranjero a vender sus empresas al Estado, ante lo cual
el Grupo Luksic, a contracorriente de sus pares y probablemente por no poseer
un gran tamaño, negoció con el gobierno de la UP, vendiendo sólo una fracción
de sus empresas y quedándose con la propiedad de otras tantas. Como era de
esperarse, al producirse el golpe militar esto trajo consecuencias para el
grupo, que fue vetado de participar en la primera etapa del proceso de
privatización de empresas públicas -entre ellas, varias antes de su propiedad.
Sin embargo, esto que pareció perjudicarlos en un primer momento,
paradojalmente los llevaría a expandir sus negocios al exterior -a Argentina,
Colombia y Brasil-, en una “internacionalización forzada” que no impidió que
sus inversiones chilenas siguieran creciendo y ampliándose a otros sectores de
la economía.
Con
Luksic Abaroa en Londres, luego de los sucesos ocurridos en Chile en 1973, en
1979 compra a la célebre familia Rothschild la propiedad del Ferrocarril
Antofagasta-Bolivia, al adquirir su controladora Antofagasta PLQ, cuyas
acciones – hasta hoy transadas en la Bolsa de Valores de Londres, tal como ha
ocurrido desde 1888- se encontraban en una crítica situación financiera. La
simpatía de Luksic por adquirir empresas caídas en desgracia se convertirá en
su estrategia para el desarrollo de una segunda etapa de crecimiento
empresarial, particularmente durante los 80.
Esta
fue favorecida por la crisis económica de 1981-82, circunstancia de la cual el
Grupo Luksic sacó provecho al adquirir algunas importantes empresas públicas y
privadas. Es el caso de la tradicional empresa manufacturera Madeco, que
exhibiendo un deteriorado estado financiero fue adquirida en 1982 en alianza con
la transnacional de origen italiano Ceat, para luego transformarse los Luksic
en su controladores mayoritarios. Durante este mismo año, sobre la base de la
propiedad del Ferrocarril Antofagasta-Bolivia, el grupo también fundó
Antofagasta Holding PLC, para un año después a través de ésta obtener
participación en su primera empresa minera importante: Michilla. Pero es con la
compra de las estadounidenses Anaconda Chile S.A. y Anaconda South American en
1986, que los Luksic adquieren el yacimiento Los Pelambres, que años después se
convertiría en su principal fuente de acumulación. Por último, en el 86 también
adquiere una maltrecha Compañía de Cervecerías Unidas (CCU) y sus filiales, en
asociación con la compañía alemana Paulaner, propiedad del grupo bávaro Schörghuber.
A la
altura de los tiempos: la alianza con el capital extranjero
Desde
mediados de los 80 crece en Chile la presencia de capitales extranjeros, cada
vez más conscientes de un curso político de término de la dictadura militar. De
allí que en esos años comenzaran los acuerdos con compañías multinacionales,
que, no obstante, los Luksic explotarán sólo en la década siguiente, cuando
decidan asumir riesgos en conjunto con otras empresas. Es así como en los 90 el
grupo desarrolla su tercera estrategia empresarial, en tanto en esta época
concentra la mayoría de sus alianzas internacionales, siempre preocupado de
obtener el control mayoritario de estas nuevas sociedades. Es, además, el
momento en que los Luksic ingresan al círculo de los tres grupos económicos más
importantes del país, a la vez que el periodo con mayor diversificación de sus
negocios.
Pero
esta década también le presentó a los Luksic la oportunidad de hacerse
presentes en Croacia, aunque ahora en busca de nuevos negocios. En 1991 se declara
la independencia de Croacia de la ex Yugoslavia, hecho que es apoyado por la
familia, que respalda a los grupos que conforman la nacionalista y
democratacristiana Unión Demócrata Croata (HDZ). Luego del conflicto, en
democracia estos dominarían el espectro político hasta 1999, periodo durante el
cual llevan a cabo un proceso de privatización de empresas públicas. Allí los
Luksic se hicieron presentes, adquiriendo algunos de los complejos turísticos
más importantes del país, y al mismo tiempo comprando la cervecería Karlovacka
Pivovara. De tal suerte, si antes habían sido excluidos del inicio de las
privatizaciones chilenas, ahora se convertían en protagonistas de la
instalación neoliberal croata, desarrollando proyectos turísticos e
inmobiliarios avaluados en unos U$800 millones.
Luego de
la inversión viene la renta
El
nuevo siglo trajo consigo a un Grupo Luksic consolidado en la estrecha economía
chilena y con diversas filiales en el extranjero. Extendiéndose hasta la
actualidad, su cuarta estrategia ha enfatizado la capitalización de una serie
de inversiones hechas al comenzar los 2000, que se han visto favorecidas por
favorables coyunturas económicas y por la propia evolución de la economía
chilena, permitiéndoles administrar y rentabilizar enormes beneficios
económicos. El caso más expresivo es el de la minería cuprífera. Al transitar
hacia el siglo XXI, el Grupo Luksic se convierte en el grupo económico de mayor
importancia dentro esta actividad en Chile, a través del acuerdo alcanzado con
las japonesas Nippon Minning & Metals y Mitsubishi Materials (1999), para
explotar el yacimiento minero Los Pelambres y el entendimiento logrado con la
australiana Equatorial Mining (2001), para desarrollar el proyecto El Tesoro.
La base de explotación que entregan estos proyectos -junto a Michilla y hacia
fines de la década de los 2000, Mina Esperanza-, disminuye la estructura de
costos y hace crecer la producción, generando cuantiosas ganancias,
especialmente gracias a los altos precios de los commodities en el mundo, en
donde la cotización del cobre se elevó a niveles históricos, atribuible
fundamentalmente al explosivo crecimiento de la economía china.
También
en las recientes décadas los Luksic han obtenido una posición dominante en el
mercado financiero, al hacerse con el control mayoritario del Banco de Chile,
concretándose un sentido anhelo del grupo. Esto se logra tras la fusión del
Banco Edwards y el Banco de Chile a principios de la década y luego, en 2007,
con la fusión del Chile y el Citibank, que catapulta al Grupo Luksic a un lugar
de privilegio en el sector bancario, reflejado en el liderazgo que en el último
año demostraron en las utilidades del sector. Asimismo, el grupo adquiere el
67% de las acciones de Canal 13 en 2010, extendiendo su capacidad de influencia
al importante espacio de la reproducción cultural. Y es que siendo la propiedad
de algún medio de comunicación una constante entre los grupos económicos, sólo
en los últimos años los Luksic logran posicionarse en este rubro, así como en
el ámbito de la producción de conocimiento estratégico, al financiar el think
tank Res Pública Chile, cuya misión implicó la construcción de un programa de
gobierno para influir en el debate antes de las últimas elecciones
presidenciales.
Como
consecuencia de estos altos precios del cobre y de su posición dominante en un
sector estable como el bancario, es que el grupo ha logrado sortear con éxito
la última crisis financiera. De hecho, en 2011, el clan alcanza su máximo
histórico, al exhibir una fortuna avaluada en US$19.200 millones. Actualmente,
la caída del precio de los commodities y la desaceleración de la economía, los
ha llevado a iniciar una nueva etapa de inversiones y recapitalizaciones, con
el objeto de comenzar un nuevo proceso de acumulación. Desde 2013, la
capitalización se ha extendido en sus empresas, incluyendo el Banco de Chile,
CSAV, CCU, Enex y su brazo minero, en el cual han inyectado cerca de US$5.000
millones, en miras de poner en marcha nuevos proyectos mineros como Antucoya u Óxidos
Encuentro, y otros energéticos como Alto Maipo.
En
definitiva, partiendo de una importante base económica familiar, que aunque
regional liga a Andrónico Luksic Abaroa a las costumbres de las familias
propietarias de principios del XX -y, por tanto, diluye el mito del self-made
man con que ha sido presentada su historia-, se observan al menos cuatro
estrategias empresariales y periodos de crecimiento económico, que delinean una
trayectoria que, al llegar el año 2015, sitúan al Grupo Luksic como el de mayor
poder económico en Chile.
2. A LA
USANZA DE LAS GRANDES FORTUNAS: LA ESTRUCTURA DE PROPIEDAD DE LOS LUKSIC
Los
intereses empresariales del Grupo Luksic se encuentran diversificados en una
amplia gama de sectores económicos, siendo todos controlados a través de las
tres grandes matrices o holdings que agrupan sus inversiones: Quiñenco,
Antofagasta PLC y Adriatic Luxury Hotels. En ellas, predomina una estructura de
propiedad y gestión de orden familiar, debido a que los hijos varones de la
segunda generación acompañaron en la dirección de los negocios a su padre
Andrónico, para luego a su muerte hacerse cargo ellos mismos. Actualmente, las
áreas financiera e industrial son controladas a través de Quiñenco, que es
presidida por el hermano mayor, Andrónico Luksic Craig. Anteriormente,
Andrónico era sólo el encargado del área financiera, pero a la muerte en 2013
de su hermano Guillermo, también toma el sector industrial. Los intereses
mineros del grupo -así como los sanitarios y ferroviarios- son controlados a
través de Antofagasta PLC, holding presidido por el menor de los varones: Jean
Paul Luksic Fontbona. Finalmente, y aunque no exhibe el tamaño de las otras dos
matrices, el holding hotelero Adriatic Luxury Hotels, que controla los negocios
del clan en Croacia, es presidido por uno de los representantes de la tercera
generación, Davor Luksic Lederer, segundo hijo de Andrónico.
Característico
de la estructura de propiedad del Grupo Luksic es que entre sus matrices y
empresas –y sus respectivas filiales- median una serie de sociedades anónimas
cerradas y de responsabilidad limitada, a través de las cuales se controlan de
manera efectiva los porcentajes accionarios con que se cuenta. Asimismo, y
aunque la dirección de las matrices recae directamente sobre los integrantes
del clan, el grupo cuenta con profesionalizadas estructuras de mando, dirigidas
por directores y ejecutivos de confianza de la familia, no sólo contemporáneos
a la segunda generación, sino también históricos colaboradores de Luksic
Abaroa.
El
grupo también controla una serie de fundaciones caritativas y educacionales, en
donde las mandamases son las mujeres de la familia. La Fundación Andrónico
Luksic es presidida por la mayor de las hermanas, Paola Luksic Fontbona, y
también cuenta como consejera a Gabriela Luksic Fontbona, la menor del clan. La
Fundación Ena Craig, que colabora con la restauración de iglesias y en el área
de salud infantil, es presidida por Antonia Luksic Puga, hija de Guillermo. A
estas se suman la Fundación Educacional Oportunidad y la Fundación Los
Pelambres, esta última que desarrolla iniciativas de responsabilidad social
empresarial en la cuarta región.
En
rankings internacionales como Forbes, los intereses del grupo aparecen
representados por Iris Fontbona González, segunda esposa de Luksic Abaroa. Ella
es la matriarca de la familia, y si bien no es parte de ninguno de los
directorios de las empresas abiertas a la bolsa, sí integra y participa, al
igual que sus dos hijas, en los directorios de casi todas las sociedades de
inversión internacionales a través de las cuales el clan controla sus empresas
en el mundo. Es que, más allá de lo inmediatamente visible a través de los
informes públicos que liberan las compañías del grupo, lo cierto es que la
propiedad de sus intereses se descuelga desde lugares bastante alejados de
Chile. Durante los años 70 y 80, y coincidentemente con los reacomodos del
capitalismo mundial, Luksic Abaroa establece en países fiscales como
Liechtenstein e Islas Caimán, una serie de fundaciones encargadas de
administrar sus inversiones financieras en todo el mundo, siendo éstas
actualmente dirigidas por su viuda. En un esquema jerárquico de control
transnacional, estas fundaciones controlan a su vez sociedades de inversión que
manejan los holdings inmediatamente visibles del grupo en Chile y el extranjero
(Quiñenco, Antofagasta PLC y Adriatic Luxury Hotels). Tal superposición
jerárquica de empresas, sin embargo, oscurece el manejo de estas
organizaciones, haciéndolas particularmente ubicuas para la fiscalización
llevada a cabo por los servicios recaudadores de los diferentes países en que
tienen sus negocios: Argentina, Uruguay, Canadá, Estados Unidos, regiones de
Europa y el propio Chile.
Por
consiguiente, la estructura de propiedad del Grupo Luksic no termina en las
matrices que habitualmente se consideran sus centros de operación y control de
inversiones, sino que existen al menos dos filtros previos, que no sólo le
permiten salir al mundo, sino también rodean de un halo de opacidad el manejo
de sus negocios.
3. LOS
LUKSIC Y LA POLÍTICA CONTINGENTE
¿Cómo
se han relacionado los máximos referentes del mencionado grupo empresarial con
la política contingente? El tema ha cobrado inusitada visibilidad a propósito
del escándalo Caval, en este caso, porque la indignación ciudadana ha tendido a
concentrarse en el aprovechamiento de la posición que implica ser hijo de la
Presidenta de la República.
Sin
embargo, los recursos económicos involucrados son ínfimos si se los mira en
relación al ya descrito patrimonio del grupo, por ende, lo que se busca más
bien es dar continuidad a una relación permanente, de la que Caval es sólo un
evento en una cadena de acontecimientos. Esta “cadena de favores” entre el
mundo empresarial y la política parte como un movimiento de acercamiento del
empresariado hacia la Concertación, con el Gobierno de Lagos como el primer
gran hito, y llega a su máxima expresión con la colonización abierta de los
empresarios sobre la política, posicionando a ministros y figuras clave en el
aparato del Estado, provenientes directamente desde sus filas. Y en ambos
procesos un sello distintivo es la presencia de los Luksic como actores clave.
Bastante
se ha escrito en este último tiempo sobre las transversales redes del Grupo
Luksic. En su edición del 13 de marzo, La Segunda publica una nota en la que se
da cuenta de importantes personalidades de la política que ejercen o han
ejercido en los directorios de las empresas del grupo. En esta lista figuran ex
ministros y ministros en ejercicio, presidentes de asociaciones gremiales,
figuras asociadas al Banco Central, entre otras. De ellos, al menos 11 personas
están ligadas a la Concertación. Esto muestra que el tránsito entre las
empresas de Luksic y el poder político es bastante fluido en ambas direcciones.
Pero fuera de este suceso, que ya marca una señal importante acerca de la
capacidad de penetración en la política de este conglomerado, hay una serie de
hechos que son prueba de su influencia directa. Para rastrear este proceso, hay
que remontarse a la campaña presidencial de 1999, cuando se inician los
primeros acercamientos de los Luksic hacia la Concertación.
La puesta
en escena de Lagos
El
miércoles 10 de noviembre de 1999, El Mercurio publicó una nota titulada “Lagos
valoró Gran Minería Privada”, sobre la visita realizada por el entonces
candidato Ricardo Lagos a la mina Los Pelambres, ocurrida el día anterior y en
la cual estuvo acompañado por el entonces presidente de Anaconda Chile, Jean
Paul Luksic. En una nota de Manuel Salazar, se analiza esta visita y se
desentraña el proceso de preparación que permitió su ocurrencia, volviendo a
aparecer una intrincada red de contactos entre el mundo empresarial y el
político. En este caso, el Gerente General de Los Pelambres, Nelson Pizarro,
cercano al PS, trabajó en los preparativos junto a Jaime Andrade, Gerente de
Asuntos Externos, y en ese entonces muy cercano a Ricardo Solari y Carlos
Ominami, quienes en la estructura de la campaña ocupaban las funciones de
miembro del Comité Ejecutivo y encargado comunicacional, respectivamente.
En
la mencionada visita (originada además a partir de una conversación del propio
Lagos con Andrónico Luksic Abaroa en 1996) abundan los gestos simbólicos de
lado y lado. Por una parte, Lagos, tras ser aclamado por los trabajadores del
lugar, realiza un fuerte reconocimiento al papel de la minería privada y a su
asociación con el capital extranjero como motores del crecimiento económico del
país. Al mismo tiempo, Jean Paul Luksic responde indicando a los medios de
comunicación que nadie debía tener miedo de invertir en Chile y que los
chilenos eran afortunados de tener a dos candidatos de la altura de Lagos y
Lavín. Con ello se pone en escena, a dos semanas de la elección, una poderosa
señal de tranquilidad empresarial, justamente a contrapelo de la táctica
electoral que había intentado instalar la derecha para dichos comicios: la idea
de que Lagos representaba el retorno de un presidente socialista y sembraría un
caos como el de la Unidad Popular. Con ello, sin duda, se sellaba un primer
acercamiento entre el empresariado y la Concertación, liderado por los Luksic.
La
expansión bancaria del Grupo, con el auspicio de la Concertación
A
fines del año 2000, en los comienzos del Gobierno de Lagos, Jaime Estévez,
militante socialista y entonces presidente del Banco del Estado, saltó a la
polémica por un crédito de US$ 120 millones otorgado por dicha entidad a
Quiñenco. Este crédito era una parte de los recursos que el Grupo Luksic
requería para concretar la compra del 51% del Banco de Chile. Este crédito
generó en su momento una polémica entre sectores de la DC y Estévez. Los
primeros acusaban que la operación favorecía la concentración económica,
alejándose del rol que correspondía al Banco del Estado. El segundo se defendió
indicando que BancoEstado cumplía un rol social al llegar a sectores a los que
otros bancos no llegan, pero que ello no implicaba dejar de hacer buenos
negocios cuando estos aparecieran.
Más
allá de algunas acciones pirotécnicas de los parlamentarios, que anunciaron
comisiones investigadoras que finalmente no se concretaron, de la operación
financiera no pudieron conocerse detalles más específicos, dado que Estévez
invocó la Ley de Bancos para no revelar detalles de la transacción. Lo cierto
es que en ese momento tampoco se abrió paso dentro de la Concertación -y dentro
de las prioridades del Gobierno- una discusión sobre el verdadero rol que debía
cumplir un banco perteneciente al Estado, imponiéndose la tesis de que esa
institución era solo una más que competía en condiciones de mercado con los
restantes actores. De hecho, ante la acusación de favorecer la concentración
económica por medio de la operación, fueron personeros que hoy se autodefinen
como la izquierda de la Concertación quienes salieron a respaldar a Estévez.
Alejandro Navarro y Sergio Aguiló en ese entonces, consideraron la acusación
“una deslealtad hacia alguien que fue Presidente de la Cámara de Diputados”.
Años
más tarde, Estévez vuelve a ser protagonista de una polémica. Durante su
gestión, se generan las cuestionadas prácticas que en 2013 dan origen a una
multa a Banco Estado por más de US$12 millones, a causa de cláusulas abusivas.
El mismo Estévez, el año 2005 y siendo ministro de Transportes, firma el
contrato con el Administrador Financiero del Transantiago, del cual el Grupo
Luksic tiene un 20% de participación. Todos estos antecedentes lo hacen
acreedor, a contar del año 2007, de un sillón en el Directorio del Banco de
Chile, posición que ocupa hasta hoy.
RES
pública: la irrupción en el debate programático
A
fines de 2011, Luksic encomienda al economista Klauss Schmidt-Hebbel la conformación
de un grupo “para repensar Chile”. Lo hace al calor de las protestas en alza
del movimiento estudiantil, pero también pensando en que se avecina una
contienda electoral. Con ello se da origen a Res Pública, grupo constituido por
intelectuales entre los que se cuentan Andrea Tokman, Alejandro Ferreiro,
Andrea Repetto, Vicente Espinoza, Eugenio Guzmán, Juan Andrés Fontaine y Dante
Contreras, entre otros.
En
sucesivas entrevistas realizadas a su coordinador, cuya función actual es de
director de AFP Hábitat, se observa que la misión de Res Pública es retomar el
control elitario en cuanto a lo que se entiende como “razonable” en política,
en sintonía con la denominada política de los acuerdos. Ello se plasma en un
libro de 95 propuestas, dado a conocer en mayo de 2013, y que entre otras
medidas incluye el aumento de la cotización previsional y de la edad de
jubilación a 67 años, el crecimiento del presupuesto de Educación por la vía
del aumento de la subvención escolar, y propuestas de reformas al sistema
tributario que no consideran gravámenes específicos a la minería. Visto en
perspectiva, se trata de un intento por superar la contingencia, marcada por la
movilización estudiantil, apostando por pautear la acción concertacionista por
medio del reclutamiento de su tecnocracia e intelectuales. De ahí el énfasis
del propio Schmidt-Hebbel sobre la importancia de avanzar “debatiendo en base a
ideas y no en base a ideología”.
Influencia
ministerial
El
momento actual es tal vez el de mayor influencia del Grupo Luksic en la
política nacional. A ello ayuda no sólo su capacidad de entablar línea directa
con quienes toman las decisiones, dadas las intersecciones entre las
trayectorias profesionales y políticas de varias de las actuales autoridades.
Junto con ello, es el propio proceso político abierto en la Concertación, que
ha jibarizado la influencia de los partidos, el que ha permitido que en
términos relativos aumente la influencia empresarial. A tal punto que hoy es
más fácil entrar a cargos de influencia desde un directorio de Luksic que desde
la propia política.
Esta
influencia, en términos prácticos, se traduce en cuatro ministros que provienen
directamente de sus filas y de los que la familia tiene amplio conocimiento:
Nicolás Eyzaguirre, hombre clave de la Reforma Educacional; Alberto Arenas,
ministro de Hacienda; Aurora Williams, ministra de Minería; y Máximo Pacheco,
en la cartera de Energía. En esta situación ha influido de manera significativa
la compra de Canal 13, que representa un verdadero portaviones no sólo por la
tribuna ideológica que implica la propiedad de un medio de comunicación masivo,
sino también porque dos de los mencionados ministros (Arenas y Eyzaguirre)
provienen de dicha estación. Junto con ellos, se puede nombrar a dos figuras
clave de la DC como son René Cortázar (que fue presidente del directorio del
canal hasta 2012, cuando fue reemplazado por Eyzaguirre) y Soledad Alvear
(actual integrante del directorio).
Aurora
Williams es, de los hasta ahora mencionados, tal vez la persona que más tiempo
ha trabajado en empresas del Grupo Luksic. Primero en Aguas Antofagasta, luego
recalando en el sector público para asumir la Secretaría Regional Ministerial
de Obras Públicas en el primer Gobierno de Bachelet. Posteriormente, regresa al
Grupo Luksic en la gerencia de administración y finanzas de Antofagasta
Terminal Internacional (ATI), y, a contar de 2014, es nombrada en el Ministerio
de Minería. Sólo a días de su nombramiento, El Mostrador advirtió un conflicto
ambiental en el que la futura ministra estaba directamente involucrada debido a
su pasado en ATI: se trataba de un proyecto de recepción y embarque de cobre en
las instalaciones portuarias de Antofagasta, que ha sido rechazado por
organizaciones sociales, parlamentarios de la zona e incluso el Colegio Médico
regional, debido a sus nocivos efectos para la salud[1].
En
tanto, Alberto Arenas, tras desempeñarse en la Dirección de Presupuestos en el
primer Gobierno de Bachelet, asume en el directorio de Canal 13, el cual, tras
ser adquirido por Luksic ve modificado su directorio en un intento explícito de
su controlador por conformar un espacio políticamente transversal. En este
cargo se desempeña por aproximadamente tres años, período en que comparte
directamente con Andrónico, quien también era parte de este directorio. Sin
haber estado en la primera línea en sus cargos previos, Arenas salta a altas
esferas de influencia a contar de 2013, cuando renuncia al directorio del canal
para asumir la coordinación del comando de Bachelet y, posteriormente, para
asumir el Ministerio de Hacienda.
Por
tal cercanía con el grupo, no es de extrañar que la Reforma Tributaria
presentada por el gobierno no haya modificado en específico la tributación
minera. Pero incluso más allá de ese “gesto”, la influencia del empresario se
observó de manera más que explícita. La reforma consideraba impuestos al
consumo de tabaco y alcohol, y frente a este último, el 9 de abril de 2014,
Andrónico Luksic Craig planteó una crítica abierta dados sus intereses en CCU.
Tras plantear su preocupación por dicho gravamen, manifestó: “su disposición
con el propósito de manifestarles y darles a conocer (al Gobierno y los
parlamentarios) los efectos que estos tributos tendrían a fin de que puedan
resolver con una mejor comprensión el alcance que dicha reforma generaría para
la materia que nos preocupa”.
Dos
semanas después, el Gobierno anunció el envío de una indicación que reducía el
impuesto a los alcoholes. Tal vez un antecedente de la posterior “cocina” que
dio paso a la modificación final del proyecto, y en la que curiosamente vuelve
a aparecer como un actor clave otro personaje ligado al grupo: Jorge Awad,
presidente de la Asociación de Bancos y director del Banco de Chile.
Finalmente,
aparece la figura de Máximo Pacheco, el más visible de los ministros en cuanto
al aspecto de sus vínculos con el mundo empresarial. No solo fue director del
Banco de Chile y Lucchetti, empresas controladas por el grupo, sino que además
es amigo de Andrónico y de otros grandes empresarios. Conocido es por haber
cumplido las funciones de puente entre el empresariado y la Concertación, al
propiciar las primeras reuniones de Lagos en el CEP. Hoy es hombre clave en
materia de energía, propiciando una agenda que ha contado hasta ahora con el
beneplácito del gran empresariado al garantizar mejores condiciones de
estabilidad de los proyectos energéticos, y mayor certeza jurídica en una
materia que los últimos gobiernos no han podido controlar. Por tal motivo, no
llaman la atención las señales explícitas de apoyo que ha recibido el Proyecto
Alto Maipo, no sólo por parte de Pacheco, sino también del propio Ministro de
Hacienda, quien tras darle su apoyo explícito y elevarlo a la categoría de
clave para el desarrollo energético del país, indicó que “en Chile las reglas
tienen que ser claras, la institucionalidad debe funcionar y los proyectos que
cumplan con la institucionalidad se van a implementar”.
4.
CONSOLIDANDO UNA POSICIÓN DOMINANTE
En
su evolución, el Grupo Luksic muestra tener una gran capacidad para adaptarse a
las circunstancias históricas a que se ve enfrentado, sobrellevando situaciones
de crisis política y económica y, más aún, sacando provecho de éstas para sus
negocios, tanto dentro como fuera de Chile. A lo largo de su trayectoria
empresarial, tal capacidad se ha visto reflejada en el pragmatismo imperante en
cada una de sus estrategias empresariales. Como se distinguió, la primera de
ellas fue la especulación, primero de divisas y luego con paquetes accionarios,
a través de los cuales logró ganar espacio en el mapa de los más ricos de
Chile. En segundo lugar, las crisis políticas y económicas que se suceden en
Chile desde 1973, permitieron al grupo apropiarse de empresas caídas en
desgracia, no sólo por estos problemas estructurales, sino sobre todo por el
mal manejo de sus controladores privados, partícipes de la primera etapa de las
privatizaciones de empresas públicas –a la que los Luksic no fueron invitados.
En tercer lugar, durante los 90 los Luksic apuntarán a la alianza con capitales
extranjeros, habida cuenta de una tendencia que se generaliza desde fines de la
década anterior, pero que es profusamente utilizada por el grupo en cuestión.
Finalmente, hasta la época reciente, el Grupo Luksic ha rentado de sus
posiciones dominantes en el mundo financiero y, sobre todo, de sus inversiones
en la minería del cobre, especialmente por los altos precios que alcanzara este
mineral.
Ahora
bien, aun cuando en su trayectoria empresarial los Luksic se han dedicado a
comprar empresas antes que a crearlas, y su actual posición dominante en el
mapa de la extrema riqueza ha sido lograda a través de las rentas antes
mencionadas, su comportamiento pragmático, además de sus constantes
inversiones, los vincula a una racionalidad empresarial más cercana al riesgo
que al puro rentismo de otros grupos económicos. Particularmente, de aquellos
que crecieron al amparo del capitalismo de “servicios públicos” chileno, y que
hoy, con Penta y SQM como estandartes, se encuentran visiblemente cuestionados.
Los
rasgos observados en sus etapas de crecimiento y su actuar en el sistema
político, confirma que su posición ha dependido, por una parte, de su capacidad
para leer correctamente el momento político y, por otro lado, de su tendencia a
arriesgar a contrapelo del resto de los grupos económicos. Asimismo, se los ve
claramente liderando un proceso de renovación de los espacios de acumulación
del capital, buscando destrabar aquellos que la misma dinámica de la
acumulación neoliberal desembozada ha puesto en cuestionamiento. Así se han
inmiscuido en la política, financiando las campañas de todo el espectro
político chileno, a la vez que imponen a sus propios funcionarios en cargos de
gobierno claves para el futuro, como sucede con los ministerios de Energía y
Minería.
La
autoconciencia alcanzada por el empresariado chileno en los últimos años tiene
a los Luksic como su vanguardia. Los Luksic se han ajustado a las tendencias
empresariales de cada época, a la vez que hábilmente han construido lazos con
el mundo político, tanto en Chile como en el mundo. Y es que debían hacerlo, ya
que se trata del grupo económico con mayores intereses en la gran minería del
cobre, justamente dentro del país más dependiente de los vaivenes de esta
actividad económica en el mundo. Mientras esto se mantenga y se necesite
desarrollar nuevos proyectos de extracción para satisfacer nuevas necesidades
de acumulación, se presentarán cada vez más problemas medioambientales y, por
tanto, sociales y políticos. De allí que a través de su posición de poder
busquen la resolución de tales dilemas desde dentro del Estado y su
institucionalidad, cuestión sostenible sólo en un escenario que mantenga la desarticulación
social que ha predominado hasta ahora en Chile.
En
síntesis, desde la perspectiva de los intereses empresariales abarcados, el
poder e influencia de los Luksic se expresa como una estructura poderosa y
consolidada, que hoy más que nunca tiene al sistema político a su disposición,
sobre todo considerando el debilitamiento de los partidos que ha pregonado
implícita y explícitamente el bacheletismo. Sin embargo, esta debilidad del
sistema político es un arma de doble filo. Es a la vez una condición
contingente que inclina el balance del poder hacia el lado empresarial, al no
existir contrapeso (lo cual se apreció claramente en la discusión de la Reforma
Tributaria), pero a su vez representa un riesgo, en tanto la deslegitimación
creciente de las instituciones no es sino una amenaza a una estructura básica
del modelo de desarrollo chileno. De allí que la acción de las fuerzas sociales
aparezca hoy como un elemento que pone en peligro este delgado y precario
equilibrio.
*Autor: Sebastián Caviedes Hamuy
Investigador del Centro de Estudios de la Fundación Nodo XXI
Licenciado en Sociología de la Universidad de Chile.
Autorizado para su publicación en BioBioChile[2]
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