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domingo, 10 de mayo de 2015

HACE 197 AÑOS NACIA CARLOS MARX, LA PRIMERA LUZ PARA LOS EXPLOTADOS DEL MUNDO


Carlos Marx: Una Vida al Servicio de los Trabajadores, los Pueblos, los Explotados de Toda la Tierra


“Los seres humanos hacen su propia historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado” –C. M.


El 5 de Mayo de 1818 nació en Tréveris, ciudad alemana en el territorio de Renania-Palatinado, Carlos Marx; ese “MONUMENTO DE LA INTELIGENCIA HUMANA”, al decir de otro gran revolucionario, Ernesto Che Guevara.

Marx nació en el seno de una familia judía de clase media. En 1835, concluyó sus estudios secundarios en Tréveris. Ese mismo año, ingresa a la Universidad de Bonn para seguir estudios de Derecho y se compromete, secretamente, con Jenny von Westphalen. Al año siguiente, se instala en Berlín para proseguir sus estudios de Derecho.

El año 1838, junto a Bruno y Edgar Bauer, funda el Club de los Doctores, que aglutina a los hegelianos de izquierda. Comienza sus estudios acerca de la Filosofía y la Historia, ambas ciencias que junto con la Economía serán los puntales de su futura creación. Lo anterior cristaliza en 1841, cuando se doctora con la tesis “Diferencias entre las filosofías de la naturaleza de Demócrito y Epicuro”. Decide, el mismo año, renunciar a seguir la carrera universitaria.

En 1842, en octubre, es designado redactor jefe de la Rheinische Zeitung, de Colonia, órgano de oposición de la burguesía renana radical.  Al siguiente año, abandona el cargo de redactor jefe ante las dificultades de la censura prusiana. Se casa con Jenny von Westphalen. En otoño, emigra a París, donde entra en contacto con sociedades revolucionarias como la clandestina Liga de los Justos. Traba amistad con el poeta Heinrich Heine y redacta la “Introducción a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”.

En 1844, en colaboración con Arnold Ruge, publica el primer y único volumen de los Anales Franco-Alemanes y al mismo tiempo redacta los “Manuscritos económicos-filosóficos”, conocidos como los “Manuscritos del 44”. Conoce a Luis Blanc, a Proudhon e inicia su amistad con Federico Engels. Nace Jenny, su primera hija.
                       
Durante el año 1845, a petición del gobierno prusiano, es expulsado de Francia como “un revolucionario peligroso”. Se establece en Bruselas.  Junto con Engels, escribe “La Sagrada Familia” y “La ideología alemana”; formula las tesis sobre Feuerbach. En septiembre nace Laura, su segunda hija, y a finales de año renuncia a la nacionalidad prusiana.

El año 1847 se afilia a la Liga de los Justos, a la que propone el nombre de Liga de los Comunistas y participa en el primer congreso de esa organización, celebrado en Londres. La Liga le encomienda, en conjunto con su camarada Engels, la redacción de un Manifiesto del Partido Comunista. Publica “Miseria de la Filosofía”.

En febrero de 1848 aparece en Londres la primera edición de “El Manifiesto Comunista”. Poco después, estalla la revolución y es expulsado de Bélgica. Se traslada a París. Se opone al envío de guerrilleros a Alemania y redacta las “Reivindicaciones del Partido Comunista en Alemania”. Al cabo de unas semanas, llega a Colonia, donde en junio asume la jefatura de redacción de la Neue Rheinische Zeitung. Ataca a la burguesía alemana y propugna la resistencia armada en unos disturbios acaecidos en Colonia.

El año 1849 triunfa la contrarrevolución en Alemania. Marx es juzgado en febrero por su participación en los disturbios de Colonia. Resulta absuelto, pero en mayo es expulsado del país. Poco antes han aparecido publicadas sus charlas sobre “Trabajo asalariado y capital”. El gobierno francés le prohíbe establecerse en París, y Marx, cuya situación económica es angustiosa, marcha a Londres, donde residirá hasta el final de su vida.

El año 1850 le depara una vida penosa y mísera en Londres; es desahuciado de su casa por impago. Con todo, participa en la reorganización de la Liga de los Comunistas y escribe “La lucha de clases en Francia”.

El año 1852 aparece “El 18 de Brumario de Luis Bonaparte”. Se acepta su propuesta de disolver la Liga de los Comunistas. Empieza a colaborar en el New York Daily Tribune. Interrumpe sus estudios económicos.  Dos años después aprende español y lee a Calderón y a Cervantes. Publica algunos artículos sobre la revolución española en el periódico estadounidense.

El año 1855 nace Eleanora, el sexto de sus hijos y la única que sobrevivió junto con Jenny y Laura.

El año 1857, reemprende sus estudios sobre economía en la Biblioteca del British Museum. Dos años más tarde publica la “Contribución a la crítica de la economía política”.

El año 1862, su situación económica es asfixiante. Intenta obtener un puesto de escribiente en los ferrocarriles, pero no consigue ingresar a causa de su mala letra. El siguiente año, en una situación casi al borde de la miseria, Marx inicia la redacción de “El capital”.

Durante el año 1864 se funda en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores, para la cual redacta, como miembro de su comité provisional, los Estatutos, el primer manifiesto y gran número de acuerdos, declaraciones y llamamientos.

El año 1865, finaliza la primera redacción de “El capital”, al tiempo que participa activamente en la Internacional. Dos años más tarde aparece en Hamburgo el primer libro de El capital. Marx se ve obligado a paralizar su trabajo a causa del insomnio y de la furunculosis que padece desde hace años.

El año 1869, viaja a París clandestinamente. A partir de este año, los apuros económicos de Marx se verán aliviados gracias a la ayuda constante de su entrañable compañero Engels. Ello le permitirá seguir trabajando en la continuación de El capital. Dos años después, se le encuentra en una gran actividad en la Internacional a favor de la Comuna de París (1871), cuya evolución sigue atentamente.  Publica “La guerra civil en Francia”.

El año 1872 se realiza el Congreso de la Internacional en La Haya, en el cual son derrotadas las posiciones de los bakuninistas después de su enfrentamiento con Marx. Este consigue que la organización se traslade a Nueva York.

Durante el año 1875 redacta el importante libro para la teoría marxista “Crítica del programa de Gotha”, de la socialdemocracia alemana.

El año 1881, fallece su mujer y el amor de su vida, Jenny von Westphalen.

1883. En enero muere su hija Jenny. Marx, muy abatido y aquejado de una grave enfermedad pulmonar, muere en Londres el 14 de marzo. Su cuerpo recibe sepultura en el cementerio de Highgate, de esa capital.

CARLOS MARX EN SU TIEMPO

En Carlos Marx confluyeron tres corrientes de pensamiento: la de la filosofía clásica alemana, la del socialismo utópico francés e inglés y la de la economía política británica.

Como es sabido, Marx entroncó con el pensamiento de Hegel ya desde su primera juventud, en los años en que estudiaba en Berlín, donde entró en contacto con los llamados hegelianos de izquierda.  De entre estos, le interesó particularmente Ludwig Feuerbach y su crítica de la religión. Al mismo tiempo, expresó su afinidad con el pensamiento materialista al organizar su tesis doctoral sobre la filosofía de la naturaleza en Demócrito y Epicuro. No obstante, la figura de Marx sería ininteligible sin la de Hegel: la médula del razonamiento de tipo dialéctico es hegeliana en su origen; la idea de la lucha de clases está prefigurada en la lucha entre el señor y el siervo –esas autoconciencias contrapuestas, al decir de Hegel-, tal y como se desarrolla en la “Fenomenología del espíritu”. Marx tomará a Hegel, en suma, para invertirlo; como él mismo dijo, ‘para colocarle los pies en tierra’. En otras palabras, para terminar con el filósofo que corona la tradición de la filosofía occidental, esencialmente especulativa.

Desde el momento en que Marx preconizó una filosofía transformadora del mundo, y no meramente interpretativa, se situó en la línea de secularización del saber filosófico que ya habían emprendido los filósofos de la Ilustración. De ahí que en Marx la filosofía se haga saber concreto -histórico, sociológico, económico- y que en este sentido se aleje de Hegel y de la filosofía del Idealismo alemán.

En el campo de las doctrinas sociales, Marx tiene como antecedentes a los teóricos del socialismo utópico: desde Saint-Simon -que entrevió formas de organización social anticapitalista- a la comunidad de trabajadores imaginada por Fourier. Más cercanas a él fueron, sin embargo, las fórmulas cooperativas de Robert Owen o la idea de colectivización de la tierra y de los medios de producción preconizada por Etienne Cabet.

Por lo que respecta al campo de las doctrinas económicas, Marx enlazó con las teorías de los economistas británicos de la escuela clásica, desde Adam Smith hasta Ricardo, quizá el más próximo antecedente del autor de El capital, por el tratamiento que había hecho de cuestiones tan cruciales para el pensamiento marxista como la producción, el valor y el trabajo.

Marx vivió en un período histórico caracterizado por sus hondas transformaciones. Entre 1818 y 1883 la Revolución Industrial se extendió por Europa, modificando radicalmente las formas de la producción económica, quebrando la antigua base social agraria y artesana y, sobre todo, en lo político, alterando la naturaleza del poder. El absolutismo era sucesivamente decapitado por una burguesía revolucionaria convertida en agente de la transformación social. Las clases ligadas a los viejos modos de producción decaían, al tiempo que surgía el proletariado al amparo de la concentración en las ciudades de la mano de obra industrial.

El pensamiento de Marx se fue articulando en el curso de estas convulsiones sociales de su tiempo; su conciencia fue reflejo del medio social en que vivió, de su praxis revolucionaria. De ahí que captara con prontitud y lucidez extrema la evolución de la burguesía revolucionaria –que en su empuje histórico se había aliado con las clases populares- hacia posiciones a la defensiva, abdicando de su papel histórico de agente de la transformación social. Y de que viera en el proletariado al nuevo sujeto histórico. Pues su época le deparó también el asistir al nacimiento de esta nueva clase social y a sus luchas organizativas para constituirse en movimiento, desde la derrota de 1848 hasta la plenitud del internacionalismo obrero y la experiencia de este Estado dirigido por los trabajadores que fue la Comuna de París en 1871.

IDEAS MATRICES DEL MARXISMO

El marxismo está constituido por dos disciplinas que, aunque unidas, son distintas, cuya distinción se funda en su objeto de análisis: el materialismo dialéctico y el materialismo histórico.

El materialismo histórico –o ciencia de la historia- tiene por objeto el concepto de historia, a través del estudio de los diversos modos de producción y formaciones sociales, de su estructura, de su constitución y de su funcionamiento, y de las formas de transición de una formación social a otra.

El materialismo dialéctico –o filosofía marxista- tiene por objeto propio la producción de los conocimientos; es decir, la estructura y el funcionamiento del proceso de pensamiento. Propiamente hablando, el materialismo dialéctico tiene por objeto la teoría de la historia de la producción científica. En efecto, si el materialismo histórico fundó, en un mismo movimiento teórico, el materialismo dialéctico como disciplina distinta es porque la constitución de una ciencia de la historia, es decir, de una ciencia que define su objeto como constitución del concepto de historia -materialismo histórico-, condujo a la definición de una teoría de la ciencia, que comprende la historia como parte integrante de su objeto propio.

Esas dos disciplinas son distintas: existen, en efecto, interpretaciones del marxismo que reducen una disciplina a la otra. Ya sea el materialismo dialéctico al materialismo histórico:  es el caso de las interpretaciones historicistas, tales como las del joven Lukács, de Korsch, para las cuales el marxismo es una antropología histórica, pues la historia es una categoría originaria y fundadora y no un concepto que haya que construir. La reflexión de las estructuras, la “toma de conciencia de su sentido”, es función, por el sesgo de una interiorización mediadora, de esas mismas estructuras. Ya sea el materialismo histórico al materialismo dialéctico: se trata aquí de las interpretaciones positivistas-empiristas, que diluyen el objeto propio del materialismo histórico subsumiendo todo objeto histórico en la misma ley “abstracta”, universalmente válida, que regula toda “concreción” histórica.

El materialismo histórico, como lo mostró Marx en la “Introducción del 57”, en el “Prefacio a la contribución de la economía política” y en “El capital”, contiene una teoría general que define conceptos que dominan todo su campo de investigación (conceptos de modos de producción, de formación social, de apropiación real y de propiedad, de combinación, de ideología, de política, de coyuntura, de transición). Esos conceptos le permiten definir el concepto de su objeto: el concepto de historia. El objeto del materialismo histórico es el estudio de las diversas estructuras y prácticas enlazadas y distintas (economía, política, ideología), cuya combinación constituye un modo de producción y una formación social; pueden caracterizarse esas teorías como teorías regionales. El materialismo histórico comprende igualmente teorías particulares (teorías de los modos de producción esclavista, feudal, capitalista, etc.), cuya legitimidad está fundada en la diversidad de las combinaciones de las estructuras y prácticas que definen modos de producción y formaciones sociales distintas.

Sabido es que las tres proposiciones fundamentales del materialismo (dialéctico e histórico) son las siguientes:
1.-) La distinción de los procesos reales y de los procesos de pensamiento, del ser y del conocimiento;
2.-) La primacía del ser sobre el pensamiento, de lo real sobre su conocimiento;
3.-) La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases.

PERSPECTIVAS DEL MARXISMO

El Marxismo, en la estructura de lo político, ha entregado, luego de un desarrollo de la ciencia marxista, conceptos que son claves para establecer estrategias políticas. Carlos Marx y Federico Engels, analizaron en extenso el Estado de Excepción Constitucional tipificado como BONAPARTISMO. Con posterioridad, en la medida del despliegue del Modo de Producción Capitalista, surgen otras dos tipificaciones de Estados de Excepción Constitucional: EL FASCISMO Y LA DICTADURA MILITAR. Además, en la ciencia marxista se encuentra un gran debate en torno al concepto de Democracia, entendida como forma de dominación, en tiempos normales, por parte de la Burguesía y el concepto de Democracia Popular.

Todo lo anterior nos lleva de plano a la influencia posterior de Carlos Marx, en la medida de la aplicación correcta de la ciencia marxista. Por ejemplo, el Partido Comunista chileno tipificó el Golpe de Estado del 11 de Septiembre de 1973 como un alzamiento FASCISTA. Ello impele, en los hechos, a aplicar una táctica y estrategia coherente para combatir ese tipo de excepción constitucional. Nosotros, como COLECTIVO ACCIÓN DIRECTA, concordamos con la conceptualización realizada por otros partidos y movimientos de la izquierda chilena que tipificaron el Golpe de Estado como fundador de un régimen de excepción constitucional cristalizado en una DICTADURA MILITAR, a la cual se le debía oponer una táctica y estrategia determinada.

En la actualidad, el reformismo tipifica el actual momento del MPC como “neoliberal”, caracterización que es utilizada, asimismo, por un amplio espectro dentro de la izquierda. Para el CAD, y otras organizaciones hermanas, el actual período debe ser caracterizado como la etapa de transición a una Segunda Fase del Imperialismo; la del gobierno mundial del gran capital.

Recordemos siempre que una acertada caracterización permite establecer una acertada táctica y estrategia de lucha contra el enemigo principal.

La ciencia a la cual Carlos Marx fue capaz de contribuir con sus cimientos, contó con un desarrollo posterior a través de hombres y mujeres que hicieron suyos sus postulados y decidieron al igual que él servir a los intereses de los trabajadores y explotados del Mundo.  Podríamos realizar un listado, pero siempre sería incompleto o quizá sería subjetivo, pues de la gran cantidad de continuadores del Marxismo se ha generado lo que se llaman los “Marxismos Posibles”.  De hecho, al leer esto último es casi seguro que algún lector pensará: “Esto es revisionismo” o, como se dice hoy, “es posmodernista”. Sin embargo, las lecturas del marxismo no son lecturas ingenuas, sino que son lecturas culpables. Cada uno va creciendo a través de algún continuador del marxismo y va excluyendo a otros. Lo correcto, palabra demasiado cargada de subjetividad, es tender a ciertos puntos de unidad en la práctica, pues en la teoría se hace casi imposible.

Federico Engels, F. Mehring, Plejanov, Kautsky, Berstein, Martov, Lenin, Trotsky, Mao, Ho-Chi-Min, Korsch, Rosa Luxemburgo, Riazánov, Gramsci, Lukács, Dobb, Labriola, Mondolfo, Sweezy, Althusser, Balibar, Garaudy, Thompson, Che Guevara, Fidel Castro, Poulantzas, Sartre, Politzer, Mandel, Lacan, Foucault, Bettelheim, etc., etc. Podríamos seguir, pues existen aún muchos y muchas más que han realizado algún aporte a la consolidación del marxismo como una ciencia, una ciencia viva puesta al servicio de la Revolución Socialista, una ciencia siempre en movimiento.

Los repetidos esfuerzos de Marx para romper los límites objetivos de lo Teórico existente, para forjar la materia con qué pensar el problema que su descubrimiento científico planteaba a la filosofía, sus fracasos, sus mismas recaídas, forman parte del drama teórico que vivió, en una soledad absoluta, mucho antes que nosotros, que comenzamos solamente a sospechar, bajo los signos de nuestro cielo, que su problema es nuestro, y por mucho tiempo, y que orienta todo nuestro futuro. Solo, Marx buscó aliados y apoyo a su alrededor: ¿quién puede reprocharle haberse apoyado en Hegel? Por nuestra parte, debemos a Marx el no estar solos: nuestra soledad no se debió más que a nuestra ignorancia de lo que Marx había dicho. Es a ella a la que hay que acusar, en nosotros y en todos aquellos que piensan haberla superado, y no hablamos sino de los mejores, cuando no están sino en el umbral de la tierra que él nos descubrió y abrió. Le debemos, incluso, el poder ver en él sus debilidades, sus lagunas, sus omisiones: ellas concurren a su grandeza ya que, retomándolas, no hacemos sino retomar en su origen un discurso interrumpido por la muerte.

Sabemos cómo termina el tercer libro de El capital. Un título: Las clases sociales.  Veinte líneas después, el silencio… Un silencio que nos grita, un silencio que nos convoca. El COLECTIVO ACCIÓN DIRECTA asume ese silencio; de a poco lo hace crecer, despacio lo va desparramando, lo confronta para crecer, lo ejercita en la práctica para equivocarse y aprender; en suma, nos transforma para poder aportar en esta larga lucha por la emancipación de la humanidad.

EL CAD rinde un sincero homenaje al gran revolucionario Carlos Marx, quien, con sus ideas, su entrega y su acción, iluminara el largo y tortuoso camino a transitar por los explotados y marginados de siempre para construir un nuevo Estado, el Estado Socialista, que dé paso a la Sociedad Comunista.

¡A CARLOS MARX toda la HISTORIA o la UTOPÍA como le llaman ahora!
       

¡QUE LA HISTORIA NOS ACLARE EL PENSAMIENTO!


Colectivo Acción Directa –Chile

Mayo 9 de 2015

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