Carlos
Marx: Una Vida al Servicio de los Trabajadores, los Pueblos, los Explotados de Toda
la Tierra
“Los seres humanos hacen su propia
historia, aunque bajo circunstancias influidas por el pasado” –C. M.
El 5 de Mayo de 1818 nació en Tréveris,
ciudad alemana en el territorio de Renania-Palatinado, Carlos Marx; ese “MONUMENTO DE LA INTELIGENCIA HUMANA”, al
decir de otro gran revolucionario, Ernesto Che Guevara.
Marx
nació en el seno de una familia judía de clase media. En 1835, concluyó sus
estudios secundarios en Tréveris. Ese mismo año, ingresa a la Universidad de
Bonn para seguir estudios de Derecho y se compromete, secretamente, con Jenny
von Westphalen. Al año siguiente, se instala en Berlín para proseguir sus
estudios de Derecho.
El
año 1838, junto a Bruno y Edgar Bauer, funda el Club de los Doctores, que
aglutina a los hegelianos de izquierda. Comienza sus estudios acerca de la
Filosofía y la Historia, ambas ciencias que junto con la Economía serán los
puntales de su futura creación. Lo anterior cristaliza en 1841, cuando se doctora
con la tesis “Diferencias entre las
filosofías de la naturaleza de Demócrito y Epicuro”. Decide, el mismo año,
renunciar a seguir la carrera universitaria.
En
1842, en octubre, es designado redactor jefe de la Rheinische Zeitung, de Colonia, órgano de oposición de la burguesía
renana radical. Al siguiente año,
abandona el cargo de redactor jefe ante las dificultades de la censura
prusiana. Se casa con Jenny von Westphalen. En otoño, emigra a París, donde
entra en contacto con sociedades revolucionarias como la clandestina Liga de
los Justos. Traba amistad con el poeta Heinrich Heine y redacta la “Introducción a la crítica de la Filosofía
del Derecho de Hegel”.
En
1844, en colaboración con Arnold Ruge, publica el primer y único volumen de los
Anales Franco-Alemanes y al mismo
tiempo redacta los “Manuscritos
económicos-filosóficos”, conocidos como los “Manuscritos del 44”. Conoce a Luis Blanc, a Proudhon e inicia su amistad
con Federico Engels. Nace Jenny, su primera hija.
Durante
el año 1845, a petición del gobierno prusiano, es expulsado de Francia como “un revolucionario peligroso”. Se
establece en Bruselas. Junto con Engels,
escribe “La Sagrada Familia” y “La ideología alemana”; formula las tesis
sobre Feuerbach. En septiembre nace Laura, su segunda hija, y a finales de año
renuncia a la nacionalidad prusiana.
El
año 1847 se afilia a la Liga de los Justos, a la que propone el nombre de Liga
de los Comunistas y participa en el primer congreso de esa organización,
celebrado en Londres. La Liga le encomienda, en conjunto con su camarada Engels,
la redacción de un Manifiesto del Partido Comunista. Publica “Miseria de la Filosofía”.
En
febrero de 1848 aparece en Londres la primera edición de “El Manifiesto Comunista”. Poco después, estalla la revolución y es
expulsado de Bélgica. Se traslada a París. Se opone al envío de guerrilleros a
Alemania y redacta las “Reivindicaciones
del Partido Comunista en Alemania”. Al cabo de unas semanas, llega a
Colonia, donde en junio asume la jefatura de redacción de la Neue Rheinische Zeitung. Ataca a la
burguesía alemana y propugna la resistencia armada en unos disturbios acaecidos
en Colonia.
El
año 1849 triunfa la contrarrevolución en Alemania. Marx es juzgado en febrero
por su participación en los disturbios de Colonia. Resulta absuelto, pero en
mayo es expulsado del país. Poco antes han aparecido publicadas sus charlas
sobre “Trabajo asalariado y capital”.
El gobierno francés le prohíbe establecerse en París, y Marx, cuya situación
económica es angustiosa, marcha a Londres, donde residirá hasta el final de su
vida.
El
año 1850 le depara una vida penosa y mísera en Londres; es desahuciado de su
casa por impago. Con todo, participa en la reorganización de la Liga de los
Comunistas y escribe “La lucha de clases
en Francia”.
El
año 1852 aparece “El 18 de Brumario de
Luis Bonaparte”. Se acepta su propuesta de disolver la Liga de los Comunistas. Empieza a colaborar en el New York Daily Tribune. Interrumpe sus
estudios económicos. Dos años después
aprende español y lee a Calderón y a Cervantes. Publica algunos artículos sobre
la revolución española en el periódico estadounidense.
El
año 1855 nace Eleanora, el sexto de sus hijos y la única que sobrevivió junto
con Jenny y Laura.
El
año 1857, reemprende sus estudios sobre economía en la Biblioteca del British
Museum. Dos años más tarde publica la “Contribución
a la crítica de la economía política”.
El
año 1862, su situación económica es asfixiante. Intenta obtener un puesto de
escribiente en los ferrocarriles, pero no consigue ingresar a causa de su mala
letra. El siguiente año, en una situación casi al borde de la miseria, Marx
inicia la redacción de “El capital”.
Durante
el año 1864 se funda en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores,
para la cual redacta, como miembro de su comité provisional, los Estatutos, el
primer manifiesto y gran número de acuerdos, declaraciones y llamamientos.
El
año 1865, finaliza la primera redacción de “El
capital”, al tiempo que participa activamente en la Internacional. Dos años
más tarde aparece en Hamburgo el primer libro de El capital. Marx se ve obligado a paralizar su trabajo a causa del
insomnio y de la furunculosis que padece desde hace años.
El
año 1869, viaja a París clandestinamente. A partir de este año, los apuros
económicos de Marx se verán aliviados gracias a la ayuda constante de su entrañable
compañero Engels. Ello le permitirá seguir trabajando en la continuación de El capital. Dos años después, se le
encuentra en una gran actividad en la Internacional a favor de la Comuna de
París (1871), cuya evolución sigue atentamente.
Publica “La guerra civil en
Francia”.
El
año 1872 se realiza el Congreso de la Internacional en La Haya, en el cual son
derrotadas las posiciones de los bakuninistas después de su enfrentamiento con
Marx. Este consigue que la organización se traslade a Nueva York.
Durante
el año 1875 redacta el importante libro para la teoría marxista “Crítica del programa de Gotha”, de la
socialdemocracia alemana.
El
año 1881, fallece su mujer y el amor de su vida, Jenny von Westphalen.
1883.
En enero muere su hija Jenny. Marx, muy abatido y aquejado de una grave
enfermedad pulmonar, muere en Londres el 14 de marzo. Su cuerpo recibe
sepultura en el cementerio de Highgate, de esa capital.
CARLOS
MARX EN SU TIEMPO
En
Carlos Marx confluyeron tres corrientes de pensamiento: la de la filosofía
clásica alemana, la del socialismo utópico francés e inglés y la de la economía
política británica.
Como
es sabido, Marx entroncó con el pensamiento de Hegel ya desde su primera
juventud, en los años en que estudiaba en Berlín, donde entró en contacto con
los llamados hegelianos de izquierda. De
entre estos, le interesó particularmente Ludwig Feuerbach y su crítica de la
religión. Al mismo tiempo, expresó su afinidad con el pensamiento materialista
al organizar su tesis doctoral sobre la filosofía de la naturaleza en Demócrito
y Epicuro. No obstante, la figura de Marx sería ininteligible sin la de Hegel: la
médula del razonamiento de tipo dialéctico es hegeliana en su origen; la idea
de la lucha de clases está prefigurada en la lucha entre el señor y el siervo
–esas autoconciencias contrapuestas, al decir de Hegel-, tal y como se
desarrolla en la “Fenomenología del
espíritu”. Marx tomará a Hegel, en suma, para invertirlo; como él mismo
dijo, ‘para colocarle los pies en tierra’. En otras palabras, para terminar con
el filósofo que corona la tradición de la filosofía occidental, esencialmente
especulativa.
Desde
el momento en que Marx preconizó una filosofía transformadora del mundo, y no
meramente interpretativa, se situó en la línea de secularización del saber filosófico
que ya habían emprendido los filósofos de la Ilustración. De ahí que en Marx la
filosofía se haga saber concreto -histórico, sociológico, económico- y que en
este sentido se aleje de Hegel y de la filosofía del Idealismo alemán.
En
el campo de las doctrinas sociales, Marx tiene como antecedentes a los teóricos
del socialismo utópico: desde Saint-Simon -que entrevió formas de organización
social anticapitalista- a la comunidad de trabajadores imaginada por Fourier. Más
cercanas a él fueron, sin embargo, las fórmulas cooperativas de Robert Owen o
la idea de colectivización de la tierra y de los medios de producción
preconizada por Etienne Cabet.
Por
lo que respecta al campo de las doctrinas económicas, Marx enlazó con las
teorías de los economistas británicos de la escuela clásica, desde Adam Smith
hasta Ricardo, quizá el más próximo antecedente del autor de El capital, por el tratamiento que había
hecho de cuestiones tan cruciales para el pensamiento marxista como la producción,
el valor y el trabajo.
Marx
vivió en un período histórico caracterizado por sus hondas transformaciones. Entre
1818 y 1883 la Revolución Industrial se extendió por Europa, modificando
radicalmente las formas de la producción económica, quebrando la antigua base
social agraria y artesana y, sobre todo, en lo político, alterando la
naturaleza del poder. El absolutismo era sucesivamente decapitado por una
burguesía revolucionaria convertida en agente de la transformación social. Las
clases ligadas a los viejos modos de producción decaían, al tiempo que surgía
el proletariado al amparo de la concentración en las ciudades de la mano de
obra industrial.
El
pensamiento de Marx se fue articulando en el curso de estas convulsiones
sociales de su tiempo; su conciencia fue reflejo del medio social en que vivió,
de su praxis revolucionaria. De ahí que captara con prontitud y lucidez extrema
la evolución de la burguesía revolucionaria –que en su empuje histórico se
había aliado con las clases populares- hacia posiciones a la defensiva,
abdicando de su papel histórico de agente de la transformación social. Y de que
viera en el proletariado al nuevo sujeto histórico. Pues su época le deparó
también el asistir al nacimiento de esta nueva clase social y a sus luchas
organizativas para constituirse en movimiento, desde la derrota de 1848 hasta
la plenitud del internacionalismo obrero y la experiencia de este Estado
dirigido por los trabajadores que fue la Comuna de París en 1871.
IDEAS
MATRICES DEL MARXISMO
El
marxismo está constituido por dos disciplinas que, aunque unidas, son distintas,
cuya distinción se funda en su objeto de análisis: el materialismo dialéctico y
el materialismo histórico.
El
materialismo histórico –o ciencia de la historia- tiene por objeto el concepto
de historia, a través del estudio de los diversos modos de producción y
formaciones sociales, de su estructura, de su constitución y de su
funcionamiento, y de las formas de transición de una formación social a otra.
El
materialismo dialéctico –o filosofía marxista- tiene por objeto propio la producción
de los conocimientos; es decir, la estructura y el funcionamiento del proceso
de pensamiento. Propiamente hablando, el materialismo dialéctico tiene por objeto
la teoría de la historia de la producción científica. En efecto, si el
materialismo histórico fundó, en un mismo movimiento teórico, el materialismo
dialéctico como disciplina distinta es porque la constitución de una ciencia de
la historia, es decir, de una ciencia que define su objeto como constitución
del concepto de historia -materialismo histórico-, condujo a la definición de
una teoría de la ciencia, que comprende la historia como parte integrante de su
objeto propio.
Esas
dos disciplinas son distintas: existen, en efecto, interpretaciones del
marxismo que reducen una disciplina a la otra. Ya sea el materialismo
dialéctico al materialismo histórico: es
el caso de las interpretaciones historicistas, tales como las del joven Lukács,
de Korsch, para las cuales el marxismo es una antropología histórica, pues la
historia es una categoría originaria y fundadora y no un concepto que haya que
construir. La reflexión de las estructuras, la “toma de conciencia de su
sentido”, es función, por el sesgo de una interiorización mediadora, de esas
mismas estructuras. Ya sea el materialismo histórico al materialismo
dialéctico: se trata aquí de las interpretaciones positivistas-empiristas, que
diluyen el objeto propio del materialismo histórico subsumiendo todo objeto
histórico en la misma ley “abstracta”, universalmente válida, que regula toda
“concreción” histórica.
El
materialismo histórico, como lo mostró Marx en la “Introducción del 57”, en el “Prefacio
a la contribución de la economía política” y en “El capital”, contiene una teoría general que define conceptos que
dominan todo su campo de investigación (conceptos de modos de producción, de
formación social, de apropiación real y de propiedad, de combinación, de
ideología, de política, de coyuntura, de transición). Esos conceptos le
permiten definir el concepto de su objeto: el concepto de historia. El objeto
del materialismo histórico es el estudio de las diversas estructuras y
prácticas enlazadas y distintas (economía, política, ideología), cuya
combinación constituye un modo de producción y una formación social; pueden
caracterizarse esas teorías como teorías regionales. El materialismo histórico
comprende igualmente teorías particulares (teorías de los modos de producción
esclavista, feudal, capitalista, etc.), cuya legitimidad está fundada en la
diversidad de las combinaciones de las estructuras y prácticas que definen
modos de producción y formaciones sociales distintas.
Sabido
es que las tres proposiciones fundamentales del materialismo (dialéctico e
histórico) son las siguientes:
1.-)
La distinción de los procesos reales y de los procesos de pensamiento, del ser
y del conocimiento;
2.-)
La primacía del ser sobre el pensamiento, de lo real sobre su conocimiento;
3.-)
La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las
luchas de clases.
PERSPECTIVAS
DEL MARXISMO
El
Marxismo, en la estructura de lo político, ha entregado, luego de un desarrollo
de la ciencia marxista, conceptos que son claves para establecer estrategias
políticas. Carlos Marx y Federico Engels, analizaron en extenso el Estado de
Excepción Constitucional tipificado como BONAPARTISMO. Con posterioridad, en la
medida del despliegue del Modo de Producción Capitalista, surgen otras dos
tipificaciones de Estados de Excepción Constitucional: EL FASCISMO Y LA
DICTADURA MILITAR. Además, en la ciencia marxista se encuentra un gran debate
en torno al concepto de Democracia, entendida como forma de dominación, en
tiempos normales, por parte de la Burguesía y el concepto de Democracia
Popular.
Todo
lo anterior nos lleva de plano a la influencia posterior de Carlos Marx, en la
medida de la aplicación correcta de la ciencia marxista. Por ejemplo, el
Partido Comunista chileno tipificó el Golpe de Estado del 11 de Septiembre de
1973 como un alzamiento FASCISTA. Ello impele, en los hechos, a aplicar una
táctica y estrategia coherente para combatir ese tipo de excepción
constitucional. Nosotros, como COLECTIVO ACCIÓN DIRECTA, concordamos con la
conceptualización realizada por otros partidos y movimientos de la izquierda
chilena que tipificaron el Golpe de Estado como fundador de un régimen de
excepción constitucional cristalizado en una DICTADURA MILITAR, a la cual se le
debía oponer una táctica y estrategia determinada.
En
la actualidad, el reformismo tipifica el actual momento del MPC como
“neoliberal”, caracterización que es utilizada, asimismo, por un amplio
espectro dentro de la izquierda. Para el CAD, y otras organizaciones hermanas,
el actual período debe ser caracterizado como la etapa de transición a una Segunda
Fase del Imperialismo; la del gobierno mundial del gran capital.
Recordemos
siempre que una acertada caracterización permite establecer una acertada
táctica y estrategia de lucha contra el enemigo principal.
La
ciencia a la cual Carlos Marx fue capaz de contribuir con sus cimientos, contó
con un desarrollo posterior a través de hombres y mujeres que hicieron suyos
sus postulados y decidieron al igual que él servir a los intereses de los
trabajadores y explotados del Mundo.
Podríamos realizar un listado, pero siempre sería incompleto o quizá
sería subjetivo, pues de la gran cantidad de continuadores del Marxismo se ha
generado lo que se llaman los “Marxismos Posibles”. De hecho, al leer esto último es casi seguro
que algún lector pensará: “Esto es revisionismo” o, como se dice hoy, “es
posmodernista”. Sin embargo, las lecturas del marxismo no son lecturas
ingenuas, sino que son lecturas culpables. Cada uno va creciendo a través de
algún continuador del marxismo y va excluyendo a otros. Lo correcto, palabra
demasiado cargada de subjetividad, es tender a ciertos puntos de unidad en la
práctica, pues en la teoría se hace casi imposible.
Federico
Engels, F. Mehring, Plejanov, Kautsky, Berstein, Martov, Lenin, Trotsky, Mao, Ho-Chi-Min, Korsch, Rosa Luxemburgo, Riazánov, Gramsci, Lukács,
Dobb, Labriola, Mondolfo, Sweezy, Althusser, Balibar, Garaudy, Thompson, Che
Guevara, Fidel Castro, Poulantzas, Sartre, Politzer, Mandel, Lacan, Foucault,
Bettelheim, etc., etc. Podríamos seguir, pues existen aún muchos y muchas más
que han realizado algún aporte a la consolidación del marxismo como una
ciencia, una ciencia viva puesta al servicio de la Revolución Socialista, una
ciencia siempre en movimiento.
Los
repetidos esfuerzos de Marx para romper los límites objetivos de lo Teórico
existente, para forjar la materia con qué pensar el problema que su
descubrimiento científico planteaba a la filosofía, sus fracasos, sus mismas
recaídas, forman parte del drama teórico que vivió, en una soledad absoluta,
mucho antes que nosotros, que comenzamos solamente a sospechar, bajo los signos
de nuestro cielo, que su problema es nuestro, y por mucho tiempo, y que orienta
todo nuestro futuro. Solo, Marx buscó aliados y apoyo a su alrededor: ¿quién
puede reprocharle haberse apoyado en Hegel? Por nuestra parte, debemos a Marx
el no estar solos: nuestra soledad no se debió más que a nuestra ignorancia de
lo que Marx había dicho. Es a ella a la que hay que acusar, en nosotros y en
todos aquellos que piensan haberla superado, y no hablamos sino de los mejores,
cuando no están sino en el umbral de la tierra que él nos descubrió y abrió. Le
debemos, incluso, el poder ver en él sus debilidades, sus lagunas, sus
omisiones: ellas concurren a su grandeza ya que, retomándolas, no hacemos sino
retomar en su origen un discurso interrumpido por la muerte.
Sabemos
cómo termina el tercer libro de El
capital. Un título: Las clases sociales. Veinte líneas después, el silencio… Un
silencio que nos grita, un silencio que nos convoca. El COLECTIVO ACCIÓN
DIRECTA asume ese silencio; de a poco lo hace crecer, despacio lo va
desparramando, lo confronta para crecer, lo ejercita en la práctica para
equivocarse y aprender; en suma, nos transforma para poder aportar en esta
larga lucha por la emancipación de la humanidad.
EL
CAD rinde un sincero homenaje al gran revolucionario Carlos Marx, quien, con
sus ideas, su entrega y su acción, iluminara el largo y tortuoso camino a
transitar por los explotados y marginados de siempre para construir un nuevo
Estado, el Estado Socialista, que dé paso a la Sociedad Comunista.
¡A
CARLOS MARX toda la HISTORIA o la UTOPÍA como le llaman ahora!
¡QUE LA HISTORIA NOS ACLARE EL PENSAMIENTO!
Colectivo Acción Directa –Chile
Mayo 9 de 2015
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