Hemos expuesto en estas páginas los profundos cambios sufridos en las últimas décadas en la propiedad y contenidos de los medios de difusión de masas, la prepotencia y el intervencionismo de las grandes potencias que avasallan países y regiones a través del planeta, cómo se doblegan los “gobiernos nacionales” frente al poder imperial, etc. Hoy profundizaremos sobre la altísima concentración y centralización de capitales en manos de cada vez menos corporaciones transnacionales y algo de la expresión de su creciente poderío
Diez
transnacionales ganan más que 180 países juntos
A fines del año pasado, con estupor, nos enteramos que los ingresos de diez de las corporaciones transnacionales más grandes
del mundo -como Apple, Shell y Walmart-
superan a los de 180 naciones de la
lista de las 195 reconocidas por la ONU.
Si
en el mundo se ponen por orden los países y las transnacionales según su
potencia económica, sin importar su naturaleza, Estados Unidos ocuparía el primer
lugar y la megacorporación Walmart el décimo. El valor combinado de aquellas 10
multinacionales es comparable al producto interior bruto de los 180 países más
pequeños del planeta, un grupo que incluye a Irlanda, Indonesia, Israel,
Colombia, Grecia, Sudáfrica y Vietnam, por citar a las más relevantes. A este
ritmo de crecimiento bastará solo con una generación para que el mundo entero
esté dominado por grandes corporaciones; es decir, será la cristalización de la
fase imperialista II, la del gobierno mundial del capital monopólico
transnacional.
Las
multinacionales siguen ganando poder al comprar 'start-ups' que tratan de
hacerles sombra. El poder económico de EE.UU. se basa precisamente en sus
grandes corporaciones. Y fue un ex presidente yanqui, Theodore Roosevelt, quien
advirtió hace un siglo que la concentración en un pequeño número de grandes corporaciones
acabaría ejerciendo un control tal que pondría en peligro el principio de "igualdad de oportunidades", quimera capitalista sobre la que -se supone- se fundó la que llegó a ser la mayor
potencia planetaria.
Peter Thiel, cofundador junto a Elon Musk del sistema electrónico de pagos
Pay-Pal, tiene una visión imperial acerca de la competencia: “Es para los
perdedores”, dice. La defensa que hace de los monopolios el primer gran
inversor de la red social Facebook es controvertida, pero refleja una realidad.
Las grandes corporaciones transnacionales siguen ganando poder pese a todos los
intentos de regulación y aun en tiempos de una supuesta crisis –según algunos
ingenuos, ‘terminal’- del sistema capitalista mundial (SCM).
Según
lo informado por la organización británica Global
Justice Now (GJN), la cual critica abiertamente el apoyo de su gobierno a
estas compañías, multinacionales como Walmart,
Apple y Shell son ahora más ricas que Rusia, Bélgica o Suecia. Además,
sigue incrementándose su poder y capacidad económica por sobre varios Estados de
la lista de los principales actores del SCM. Hoy en día, entre los primeros 100
actores económicos internacionales se encuentran 69 corporaciones.
"La
riqueza y el poder enorme que detentan las corporaciones son la causa de los
problemas como la desigualdad o el cambio climático", declaró, con toda la
razón, Nick Dearden, el director de GJN.
El
informe de la ONG británica fue difundido en un intento de ejercer presión
sobre las autoridades de la isla en vísperas de la discusión sobre la extrema
concentración económica mundial en el seno de la ONU. Dicho encuentro,
encabezado por Ecuador, se realizó con el loable pero ilusorio fin de elaborar
normas que faciliten el cumplimiento obligatorio por parte de las corporaciones
multinacionales de todo el espectro de los DD.HH. "Su apoyo total al
proyecto estadounidense-europeo de la Asociación Transatlántica para el Comercio e Inversión (TTIP, por sus siglas en
inglés) constituye solo un ejemplo más del apoyo estatal al gran negocio. Es
una vergüenza que el Reino Unido se pronuncie sistemáticamente en contra del
llamado de los países en vías de desarrollo en la ONU a que las actividades de
las corporaciones se adecuen a los DD.HH.", afirmó Dearden.
Respecto
de los grandes acuerdos económico-sociales intercontinentales, los cuales resguardarán
y alentarán el poder de las corporaciones transnacionales, digamos que en la
actualidad son al menos tres los que se encuentran en tratativas: TPP, TTIP y
TISA. Las negociaciones de estas alianzas multilaterales, instigadas y cruzadas
por el todopoderoso capital financiero transnacional, monopólico en esencia,
significan una negación de la democracia, pues excluyen a la inmensa mayoría de
la humanidad de las más importantes decisiones sobre el desarrollo de las
próximas décadas. Son tratados que, en la práctica, intentan regular todos los
aspectos centrales para el progreso de un país y que se discuten de manera
cerrada y oculta. No existe acceso al texto de la negociación, sino que nos
hemos enterado por filtraciones de unos pocos capítulos que hacen imposible
conocer el detalle de los compromisos que ya están siendo adoptados.
El TISA: la ablación universal
del estado-nación
Empezar
diciendo que éste súper-transacuerdo imperial no tiene nada de ‘Neoliberal’, al decir de Paul Walder. Afirmamos esto, pues no es nuevo y jamás ha sido
liberal: la actual etapa de transición imperialista arranca en los años “70-“80
en el centro del sistema capitalista mundial (luego se nos impondría a la
periferia) y es más congruente con la realidad conceptualizarlo como un
Capitalismo Monopólico-Financiero, formando el TISA y los demás pactos parte de
la dinámica lógica en el devenir del gran capital financiero transnacional
camino del establecimiento de su gobierno mundial (remitimos a nuestro lectores
a ver un par de trabajos sobre el particular en nuestra página).
El
acuerdo internacional sobre el comercio de servicios (TISA, por sus siglas en
inglés), que se está ’cocinando’ entre medio centenar de países, ha quedado en
evidencia gracias a WikiLeaks como
un arma de las multinacionales para reforzar el control financiero a nivel
global, como hasta 2007, antes de la conmoción subprime.
Gracias
a las filtraciones conocidas, podemos afirmar que las 10 principales amenazas que
el TISA plantea para el conjunto de los pueblos y los trabajadores del ya
desigual y excluyente sistema capitalista mundial, son las siguientes:
1.
Restringir las medidas equitativas para minimizar riesgos financieros; 2.
Permitir el tráfico de datos sensibles de los consumidores; 3. Forzar a los
gobiernos a anticipar todas sus futuras regulaciones; 4. Prohibir indefinidamente
cualquier nueva regulación financiera; 5. Prohibir los controles de capital
dirigidos a paliar la crisis; 6. Exigir la implementación de productos
financieros aun no existentes; 7. Aceptar las reglas financieras vigentes en
otros países; 8. Permitir a las corporaciones el bloqueo de nuevas regulaciones;
9. Prohibir las preferencias bancarias nacionales para los contribuyentes; 10.
Dejar a los gobiernos sin defensa legal para sus regulaciones.
En
resumidas cuentas, estas cláusulas harían que los Estados queden desarmados e
impotentes frente al poder ilimitado de las compañías financieras
internacionales. Agreguemos que el TISA, que las autoridades de Chile también
negocian muy en privado, hay cláusulas para mantener el secreto hasta por cinco
años después de firmado el acuerdo.
El TTIP: el Imperio se corporiza
El
acuerdo de Asociación Comercial y de Inversiones Transatlántico (TTIP, en
inglés), que establecerá (si no dice otra cosa el movimiento socio-político
anticapitalista europeo) un mega-acuerdo en todas las áreas posibles del
intercambio entre EE.UU. y la Unión Europea, representa una seria amenaza para
los trabajadores. Tal TTIP supondrá,
por ejemplo, una violación sistemática de derechos de los explotados, porque
EE.UU. no acepta las pautas de derechos laborales de la Organización
Internacional del Trabajo y la armonización de normas negociada en el TTIP será
a la baja. Se impondrá la ausencia estadounidense de derechos laborales. Será
así porque quienes negocian el tratado consideran los derechos de los
trabajadores “barreras” para el libre comercio.
Además,
el TTIP prevé crear un “consejo de cooperación reglamentaria” que podrá
determinar si los proyectos de ley de los gobiernos perjudican intereses de
empresas transnacionales. Y hacerlos retirar. Además crean unos pretendidos
tribunales internacionales para conflictos de inversores (grandes empresas,
corporaciones transnacionales) y gobiernos. Pero hay trampa. Únicamente pueden
demandar las empresas y esos ‘tribunales’ solo son tríos de abogados privados
carísimos sin ningún mandato ni legalidad democráticos. Una mafia cerrada.
Por
otros tratados bilaterales (que también establecen esos equívocos medios de
resolución de conflictos), tenemos un amplio conocimiento de cómo actúan esos
falsos tribunales: dictando sentencias mil millonarias de indemnizaciones
contra los Estados por pretendidos perjuicios a los beneficios de las empresas.
Por informar en Uruguay, por ejemplo, que el tabaco perjudica la salud.
Pero,
como si el Tratado no fuera bastante amenaza, la Comisión Europea crea una
Unión de Mercados de Capitales. Para financiar empresas, dicen. Mercados de
capitales no son bancos ni tienen oficinas o sucursales en pueblos y ciudades.
Son fondos de inversión, fondos buitre, fondos de pensiones, mercados de
divisas, mercados de acciones, de bonos, aseguradoras… ¿Que pretende la
Comisión?
Según
un Libro Verde donde expone su plan, lo prioritario es “detectar y suprimir las
barreras y obstáculos que dificultan la financiación de la inversión en la
Unión”. ¡Alarma! Porque cuando la Comisión Europea suprime lo que cree
impedimentos económicos, al final lo paga la ciudadanía. Solo hay que repasar
los últimos años de historia europea para comprobarlo.
Esa
Unión de Mercados de Capitales significaría el más completo dominio del capital
financiero en Europa. Es decir, que todo (tangible o intangible, con valor
presente o futuro) se puede comprar y vender como producto financiero.
Productos del trabajo y servicios transformados en activos financieros. Para
especular. No olvidemos que el aumento del hambre en 2008 (con las muertes
consiguientes) fue por la especulación de los precios de alimentos básicos.
La
historia reciente demuestra cuán destructor ha sido el dominio y el control del
capital financiero sobre la economía, porque ello va acompañado de la
desregulación. Claro que en esto no hay ‘mano invisible’, sino que las reglas
las manejan unos pocos. Por cierto, en el Libro Verde de la Comisión, la
regulación de la actividad financiera y el control de los mercados de
capitales… no se proponen en lugar alguno regular y controlar capitales y
transacciones financieras. Esta crisis es consecuencia directa de la
financiarización desregulada.
Si
se crea la Unión de Mercados de Capitales, y no se impide la firma del TTIP,
Europa retrocederá a la Edad Media política. Porque las soberanías nacionales
se irán por el desagüe y la ciudadanía y los Parlamentos no pintarán nada. Los
mercados decidirán más que nunca y la democracia se convertirá en un ritual, una
liturgia. Atados de pies y manos Parlamentos y Gobiernos por el TTIP y la
libérrima actuación de los mercados, unos pocos decidirán lo que a todos atañe
en función de ‘sus’ intereses. Porque el poder económico-financiero no quiere
que la ciudadanía haga valer sus derechos con los medios que la democracia
proporciona. Porque va contra sus beneficios. Ya no recurren a golpes de Estado
violentos ni a dictaduras militares. De momento. Pero asaltan la democracia con
el rodeo de los tratados y la financiarización total.
Las
consecuencias del poder mundial del capital transnacional
Aparte
del cúmulo de efectos señalados más arriba, derivados de los mega-acuerdos
imperiales, el control y la explotación intensiva de los recursos naturales por
parte de empresas transnacionales se ha convertido en un foco de conflicto y
violación de derechos humanos en América Latina, según ha señalado el director
de la organización humanitaria Oxfam
en Bolivia, Carlos Aguilar.
Aguilar
explicó que en los últimos 16 años el acceso y el control de la tierra en
América Latina se ha convertido en un factor de conflicto entre las empresas,
los estados y las comunidades indígenas y campesinas. "Hemos constatado
que uno de los factores que más genera desigualdad en los países en América
Latina es el tema del control de la tierra y los recursos naturales".
De
acuerdo con un informe de Oxfam, "Desterrados: tierra, poder y desigualdad en América Latina", "las
concesiones mineras y petroleras se han multiplicado desde el año 2000 en
Bolivia, Colombia, Perú y Ecuador" y favorecen con exclusividad a las
élites económicas y empresariales. Además, se señala allí que en 2015 fueron
asesinados 122 activistas de DD.HH., de los cuales un 40% estaba relacionado
con la defensa de la tierra y el medio ambiente.
Afortunadamente,
día a día crecen la organización y la lucha de los sectores populares en todos
los países de la periferia del SCM, bregando por impedir que sus entornos
naturales y modos de vida se vean arrasados por la codicia de unos pocos
ricachones locales, aliados dependientemente del capital monopólico
transnacional. Serán las propias comunidades, de trabajadores, indígenas y
campesinas, en América Latina y el resto del mundo explotado y expoliado, las
que se opondrán con todo a la rapiña de las empresas transnacionales y
construirán el poder político-social que imponga el respeto de todos los
derechos humanos y de los acuerdos democráticos emanados del derecho
internacional.
Colectivo
Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Abril 8 de 2017
No hay comentarios :
Publicar un comentario