Si la Democracia derrama lágrimas de hielo es
porque murió de pena o de golpe de Estado. Si la Democracia se derrite en el
marasmo del desierto más desesperado de todos los desiertos es porque
desapareció la Libertad. Es que ambas –Democracia y Libertad– deberían
convivir, acaso tener una relación eterna y orgásmica, como los amantes de
verdad
Por Tito Tricot
En Radio
U de Chile –public. 12/4/16
Aquello que
denominamos Democracia debería desplazarse virtuosamente por las cuerdas del
violín de la política, pero claro la política real poco tiene de virginal,
entonces surgen las dudas, se ocluyen las compuertas de la participación, el
ejercicio de la soberanía, la formulación de las interrogantes. La Democracia
se torna cada vez menos democrática. Chile, por cierto, constituye un caso
paradigmático en este respecto, no solamente en la actualidad, sino que también
en perspectiva histórica. Porque siempre nos dijeron que este país del fin del
mundo era el paraíso institucional, que la dictadura era solamente un
paréntesis en nuestra historia republicana. Sin embargo, cuando los arqueólogos
del futuro desentierren los papiros de los bosques, cordilleras y ríos de
Chile, hallarán desaparecidos, torturados, asesinados, masacres de obreros,
campesinos, estudiantes y mapuche a través de toda nuestra historia. Es decir,
el paréntesis histórico del cual nos hablan parece no ser un interregno, quizás
una condición más bien permanente de nuestra cultura política.
Como
la espeluznante cultura de los controles de identidad, que durante la dictadura
se llamaron detenciones por sospecha, aunque pudieran haberse nombrado de
cualquier manera, porque en ese aciago periodo no se requerían signos para
detener y matar. En aquella época se buscaba desplegar el terror para instalar
el control social, ese era el fin último de la dictadura: el disciplinamiento
absoluto de la sociedad a través del miedo. La dictadura te detenía para
identificarte, amedrentarte, desmovilizarte, desorganizarte, castigarte. El
control preventivo tenía como objetivo el control definitivo del individuo y
del colectivo.
Ahora,
para que la Democracia no vierta lágrimas de hielo y morir de pena o golpe de
Estado, le asiste el derecho a preguntarse si no es lo mismo lo que persigue la
clase política en el poder: ¿Buscan el gobierno, el congreso, los partidos
políticos de la Nueva Mayoría y de la Derecha el control social total mediante
la imposición del miedo?
¿Por
qué osan los políticos perforarle el pulmón por donde intenta respirar apenas
la Democracia en esta sempiterna transición cuando en cada esquina le intentan
arrebatar el derecho a aquella relación eterna y orgásmica con la Libertad,
como los amantes de verdad. Es que cada noche acecha la sospecha de que la
desean forzar a una conjura incestuosa con una dictadura que algunos creían
fenecida y olvidada. Y claro, porque el control de identidad es otra simiente
de la procreación de una democradura en Chile. La democradura es el vástago de
una transición pactada, de una transacción cupular de la cual fue excluida el
pueblo chileno, del mismo modo que ahora fue desplazado del debate acerca del
control de identidad y su verdadera dimensión social y política.
Con
la excusa de luchar contra la delincuencia, que sin duda constituye un
problema, el gobierno ha impulsado una agenda de políticas públicas de
seguridad ciudadana que han fragilizado la democracia, en otras palabras, se ha
transformado en inseguridad ciudadana, puesto que se están vulnerando
crecientemente derechos fundamentales. El Protocolo asociado al Control
Preventivo de Identidad autoriza a Carabineros y a la Policía de
Investigaciones a retener a cualquier persona donde se encontrare para
solicitarle su identificación. El funcionario debe otorgarle las facilidades
para encontrar un medio de identificación –carné, pasaporte o licencia de
conducir. Además, el policía deberá mostrar su placa e identificarse también.
En caso que la persona retenida no pueda demostrar su identidad, será conducida
a la unidad policial más cercana donde permanecerá por un periodo de hasta 4
horas en caso de ser mayor de 18 años, y de hasta 1 hora en caso de ser menor
de edad, es decir mayor de 14 y menor de 18 años.
El
problema es que queda a criterio de la policía el determinar a quién o quiénes
deberá “controlarse preventivamente”. Porque si se trata de prevenir un delito,
que es lo que supuestamente busca la Ley ¿Cómo puede un funcionario policial,
de manera subjetiva, sin caer en conductas arbitrarias y discriminatorias,
dibujar en el presente lo que sucederá en el futuro? El policía se convertirá
en una especie de dios con uniforme y armado que decidirá el carácter de
sospechoso de jóvenes, adultos y niños. Es que, y aquí lo más preocupante, el
funcionario posee la facultad omnímoda de decretar qué ciudadano –no el
delincuente que tiene orden de detención pendiente– debe ser “controlado” pues
podría estar a punto de cometer un delito, o ha cometido un crimen o
simplemente adolece de cierta opacidad. Durante la dictadura se le detenía por
sospecha, ahora bajo esta democradura se le retiene por control preventivo de
identidad, lo cual no es lo mismo pero es peligrosamente igual.
Como
la censura y la persecución a los medios de comunicación antidictatoriales. Hoy
se intenta hacer lo mismo impidiendo informar sobre investigaciones judiciales
en curso. Se sancionarán las filtraciones que se produzcan en el marco de
dichos procesos, seriamente cercenando el derecho a la libre expresión. La criminalización
del derecho a la información es equivalente a la criminalización del disenso y
la crítica, que debiesen ser consustanciales a todo régimen democrático.
Especialmente
grave serán los casos, como también se pretende, cualquier filtración desde
procesos relacionados con la aplicación de la Ley anti-terrorista. Esta Ley,
como es bien sabido, se utilizó en dictadura contra los opositores a ésta, y
desde hace tres lustros se usa mayoritariamente contra el pueblo mapuche. Una
miríada de causas contra comuneros mapuche acusados de delitos terroristas han
concluido sin condenas por la debilidad de las pruebas presentadas por la
Fiscalía. La vulneración de derechos de los mapuche detenidos por acciones de
protesta social han sido recurrentes, y sin las denuncias realizadas por
algunos medios de comunicación, especialmente de redes sociales, nada se
hubiese sabido. La nueva Ley imposibilitaría y sancionaría penalmente, tanto a
la fuente como al que publique la información.
Es
el control de la palabra para garantizar el control social en un país donde la
Democracia parece haberse transformado ella misma en tan solo una palabra. El
Control Preventivo de Identidad es el condón de la Democracia: no la deja ser,
no la deja nacer, es el preludio de una Democradura.
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