El obispo de Rancagua afirmó que el sueldo ético debiera acercarse a los
$ 400 mil, pues los actuales $ 250 mil “se quedaron cortos”. Nuestro colectivo plantea
que desde éste año tal salario mínimo debiera ser de, al menos, $ 422 mil
“Cinco kilos de arroz, algunos paquetes de
tallarines, dos litros de aceite y tres kilos de azúcar, además de otros
productos para la casa, pueden sumar, en el supermercado, una cuenta promedio
de $ 150 mil al mes, en la medida que se escojan las ofertas más convenientes.
La lista sigue con un gasto de entre $ 30 mil y $50 mil en transporte; cerca de
$ 150 mil en vivienda y otros costos asociados a salud, educación y eventuales
emergencias, que, en el mejor de los casos, podrían sumar alrededor de $ 80
mil.” Así comienza la crónica de La
Tercera, del viernes 1º, en donde se abordan los dichos de Goic y su
análisis sobre lo paupérrimo del Sueldo Mínimo (SM) actual que reciben millones
de trabajador@s chilen@s.
El
obispo de Rancagua y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, considera aquel
potencial escenario de una familia de cuatro personas para sugerir un reajuste
al salario ético -o SM- que actualmente rige en Chile, fijado en unos míseros $
250 mil. A su juicio, este año la cifra debiera aumentar en un 60%, a $ 400
mil. Fue justamente Goic quien en 2007
propuso que el mínimo fuera de $ 250 mil; es decir, el valor que sólo se
alcanzó 9 años después.
“Si
uno aplica el IPC y todas las alzas, ya se quedaron cortos los $ 250 mil”,
señaló el prelado, en una entrevista que hoy publica el periódico Encuentro,
del Arzobispado de Santiago. En el artículo, Goic plantea que, “cerca de $ 400
mil debería ser el nuevo sueldo ético, según el alza de la vida en estos casi
diez años”.
En
2007, su propuesta fue criticada por la mayor parte del empresariado y por la
derecha (¡era que no!), ya que en esa oportunidad la discusión se vinculó a la
posibilidad de reajustar el SM, el que apenas llegó a rozar los $ 150 mil.
Tampoco resulta extraño que, en ésta ocasión, nuevamente
esos reaccionarios sectores levanten sus críticas a la respetable idea del
obispo Goic. Existe demasiada codicia y exclusión en ellos como para soltar
prenda tan fácilmente.
Propuesta de Sueldo
Mínimo del CAD
Durante
2015, nos pudimos informar sobre las precarias condiciones de vida en que viven
millones de chilenos/as de la clase trabajadora, realidad que se profundiza y
extiende en una formación en la cual el capital monopólico-financiero se “hace
la América”.
En
agosto pasado, Fundación Sol mediante, supimos que uno de cada 4 trabajadores tienen un salario igual o menor al Sueldo Mínimo
(SM). De acuerdo con la fuente de tal reporte, del total de todas las
categorías ocupacionales (asalariados, cuenta propia y empleadores), 1.681.213
personas ganan el SM o menos; es decir, un 24,5 % del total.
Para
realizar este estudio, se trabajó con los datos de la Encuesta
de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) del año 2013, del
Ministerio de Desarrollo Social (MIDESO), con el respectivo SM de esa época, el
que alcanzaba los $ 210.000.
En
tanto, al considerar la totalidad de trabajadores dependientes que se
desempeñan en el sector privado (servicio doméstico y asalariados de empresas
externas en el sector público), se registran 1.086.162 personas que ganan el SM
o menos y, de ellos, 431.917 ni siquiera recibe la gratificación legal.
Desde
el 1° de enero pasado, el SM pasó a ser de $ 250 mil. Si comparamos tal valor
con el de 2013, cuando se efectuó el estudio mencionado, obtenemos que la
mejora salarial en el período se acerca al 19%. Si consideráramos el IPC como único
deflactor, concediéndole además el beneficio de la duda sobre lo acertado de su
cálculo, la
inflación en estos tres años suma un 12%, con lo que nos quedaría al menos un
remanente de un 7% del mezquino incremento del SM. Pero, como nada en nuestra
formación puede ser tan fantástico para los ‘de abajo’, si nos atenemos a lo
ocurrido en dicho lapso con la inflación real, que debe bordear el 25%,
obviamente no sólo el famoso SM ha perdido todo su valor, sino que los salarios
de los/as chilenos/as en general. Sólo tómese en cuenta el pan, un artículo de
primera necesidad, el que pasó de costar $ 990 el kilo en
septiembre de 2013 a $1.210 en
noviembre pasado, incrementando su
valor en un ¡22%! Claro, se puede alegar que la inflación del bendito pan
afecta sólo a los hogares de menores ingresos, pero resulta que es en estos en
donde se percibe y sufre el miserable ‘costo salarial mínimo’ (y más allá).
Nos
podrían alegar que una cosa es el salario mínimo y otra son los ingresos en
general; o sea, ¡no seamos fijados! No obstante, debiéramos decirles que en el
apartado Trabajo de la mentada Casen 2013 se puede apreciar que el ingreso por
concepto del trabajo (cuadro 3.1), según promedio mensual de la ocupación
principal por decil, pasó de $1.113.735 a $1.258.684 entre 2011-2013 para el
decil más rico, mientras que el ingreso mensual del decil más pobre pasó apenas
de $92.947 a $107.871, en igual período. En resumen, los más pobres en Chile ganan casi 12 veces menos que los más ricos.
Aportemos
que luego de 25 años (hasta
2014), en que la formación ha presentado una tasa de crecimiento económico
promedio anual por sobre el 5%, el 70% de los trabajadores chilenos gana menos
de $400.000, monto que bajo los estándares del Chile actual, donde el costo de
la vida se parece cada vez más a un país europeo, no sólo resulta insuficiente,
sino que también prohibitivo hasta para participar en la vida política nacional
(si no se es cercano a Penta, SQM u otras empresas rateras). Pero, en lo
principal, si consideramos que un trabajador lleva a su casa esos $400 mil, los
4 habitantes promedio de ese hogar tendrán un ingreso de $100 mil; es decir, en
palabras de los tecnócratas del MIDESO -que arriesgaron una nueva
metodología para definir la línea de pobreza-, el 70% de los hogares chilenos se encuentra malviviendo apenas un 9%
por sobre la línea que los sindicaría como de una moderna pobreza
“multidimensional” ($361.310); ¿Qué tal? Dicha precariedad económica podría
explicar el desastre que ocurre en el común de las familias cuando deben
enfrentarse a la cesantía, la enfermedad, la educación de los hijos, el alza y
los vencimientos de las deudas comerciales, etc. De hecho, durante
2015 aumentaron en un 13% los morosos, con gran incidencia de nuevos
morosos y acrecentando su nivel de endeudamiento los adultos mayores. Sin
embargo, los áulicos del capital monopolista achacan esto “a la alicaída
actividad económica” y no a los bajos sueldos vigentes, escamoteando así una de
las principales formas de explotación indirecta de la clase trabajadora.
Si
de verdad el SM fuese lo ‘mínimo’ como para reproducir la fuerza de trabajo,
debiera tener un valor igual o superior a la actual línea de pobreza, que el
MIDESO, dentro de un modelo “multidimensional”, coloca
en $ 361.310 para una familia de 4 integrantes (p 13). Creemos que esta
última estimación, con todo lo sesgada que pueda ser, representa un primer
acercamiento a la necesidad que el SM exprese de verdad unas condiciones
adecuadas de vida para los trabajadores.
De
hecho, en Europa y en línea con lograr cubrir socialmente las necesidades
básicas y de seguridad y protección, se está levantando una campaña por la
implementación de una Renta
Básica. Esta es, en pocas palabras, “Una asignación monetaria incondicional
para toda la población. Un dinero que el Estado pagaría cada mes a todos los
ciudadanos y residentes acreditados, sólo por serlo.” No obstante, su
financiamiento no es sencillo: “a través de una profunda reforma fiscal y
del ahorro derivado de la supresión de subvenciones y subsidios públicos que
pasarían a ser innecesarios, podría financiarse
una Renta Básica para toda la población adulta de España de unos 7.500 euros al
año” (negritas en el original). O sea, hablamos de unos $ 5,8 millones -al
24/01/16- anuales, o $ 482.892 mensuales, lo cual nos parece más adecuado para
empezar a hablar de SM –que denominaremos SM1-.
Con
todo, a un nuevo y mejorado SM1, que creemos debe tener un valor entre la línea
de pobreza del MIDESO y la Renta Básica arriba aludida (a la espera que acá
realicemos un más acertado cálculo del umbral de la pobreza), se le debiera agregar,
anualmente, el nivel del crecimiento económico nacional, excedente del que
solamente ha venido echando mano el empresariado. Así, si la economía en Chile,
medida como PIB, creció un
290% entre 2001 y 2013 (INE-BCC), ese mismo monto debiera haberse agregado
al incremento del SM y debiera seguir haciéndose en lo porvenir (en aquel período,
el SM creció apenas un 35%).
Raya
para la suma, el salario mínimo en Chile
debiera ser, al menos, de $ 422.101 (promedio LP-MIDESO y RB) y a este se
debiera, en adelante y anualmente, sumar los porcentajes del costo de la vida y
del crecimiento económico.
¡Que la Historia Nos Aclare el Pensamiento!
¡Sólo la Lucha y la Unidad Nos Harán Libres!
Colectivo Acción Directa CAD
–Chile
Abril 1 de 2016
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