Gobierno alemán decidió la medida en atención a la gravedad de los
delitos cometidos por Schäfer y los suyos contra los derechos humanos e
integridad de cientos de chilenos y de los propios colonos
Este lunes 25 se dio a conocer la
determinación del gobierno alemán, en boca de su ministro de Asuntos Exteriores,
Frank-Walter Steinmeier, respecto a que adelantaba en 10 años la
desclasificación de los documentos que conciernen a la fatídica Colonia
Dignidad –fundada por un ex nazi y que hoy se conoce como Villa Baviera.
El
jefe de la diplomacia afirmó en Berlín que se redujo en diez años el plazo de
protección, donde se colocará a disposición de los historiadores y la prensa
los archivos del periodo 1986 a 1996.
Hernán
Fernández, abogado de las víctimas de Colonia Dignidad, indicó que hasta el año 1996 se desclasificarán
documentos relacionados con el caso de dicho campo de concentración, pero “lo
más importante que ha hecho como anuncio el ministro de Relaciones Exteriores
es que se reconocen los repetidos y graves errores de las embajadas y del
servicio diplomático alemán que impidieron una libertad y protección a las
víctimas. Ese es el foco de mayor relevancia”, señaló.
Y
agregó que deben esperar ahora que por parte del Estado chileno exista el mismo
reconocimiento. “Paul Schäfer no cometió los delitos solos, hay algunos
jerarcas aún en la cárcel muchos otros responsables que no han pedido perdón y
que tampoco han asumido sus responsabilidades legales tanto civiles como
penales”, dijo.
“Es
un día histórico después de 50 años, que un ministro de Relaciones Exteriores
del Estado alemán reconoce su responsabilidad. Ahora esperamos que Chile haga
este reconocimiento sobre todo que se repare a las víctimas que no pueden
seguir esperando, están muy enfermas”, señaló
El
abogado señaló que Colonia Dignidad fue un campo de concentración en Chile,
tolerado por Dictadura y por los gobiernos de la actual democracia de baja
intensidad.
“Este
gesto del gobierno alemán nos debe movilizar hasta que se resuelva
completamente este episodio tan triste y tan trágico de violación de derechos
humanos en nuestro país”, señaló.
“Tenemos
confianza que con esta información que va a entregar el estado alemán se puedan
perseguir las responsabilidades penales, que se dé un gesto político. El presidente
de Alemania, Joachim Gauck, el 11 de junio llega a Chile, esperamos que con la
presidenta Bachelet le den relevancia y prioridad a un tema que todo el pueblo
quiere que se resuelva”, concluyó.
Las
víctimas-colonos
Unos
120 ex habitantes de la colonia decidieron presentar una demanda colectiva para
obtener reparación por lo que consideran perjuicios causados por “una de las
sectas más peligrosas de la historia de la Humanidad”, en palabras de su
abogado y ex víctima, Winfried Hempel.
El
abogado pide un millón de dólares para cada ex colono, y la demanda ha sido
presentada tanto contra Chile como contra la Alemania, acusada de no haber
protegido a sus ciudadanos.
Steinmeier
reconoció que la gestión por parte de las autoridades alemanas de la época de
la Colonia Dignidad no estuvo “a la altura de la historia del Ministerio alemán
de Relaciones Exteriores”.
“Durante
largos años, entre los años 60 y los años 80, diplomáticos alemanes (en Chile)
miraron hacia otro lado”, añadió. “En todos los casos (hicieron) demasiado poco
para la protección de sus conciudadanos en esa colonia”.
Fundada
en 1961, supuestamente como una obra benefactora, Colonia Dignidad era
públicamente un sitio casi idílico donde los hombres se dedicaban a la
agricultura, las mujeres a las labores domésticas y los niños participaban de
coros y grupos de baile.
Pero
en su interior se escondió por más de tres décadas un sórdido sistema de
adoctrinamiento, de pedofilia masiva y de trabajo esclavista, y que en los 17
años de la dictadura cívico-militar fue utilizado como centro de detención y
torturas de presos políticos.
Incluso
después del fin de las brutalidades, las autoridades alemanas no mostraron
“determinación ni transparencia necesarias para identificar a sus responsables
y sacar las lecciones adecuadas”, reconoció Steinmeier.
Un
ex cabo del ejército nazi, Paul Schäfer, fundó la colonia ubicada en la región
del Maule, donde reinó con brutalidad y abusó sexualmente de los menores. En
1997, siete años después de instaurada la parodia de democracia en curso,
llovieron las denuncias contra Schäfer, prófugo hasta que en 2005 lo
encontraron en Argentina, pero
gracias a la labor de un grupo de periodistas liderados por Carola Fuentes.
Murió en la cárcel en 2010, cumpliendo 20 años de cárcel.
Campo de concentración
y tortura bajo la dictadura
En
las 12 mil hectáreas del enclave germano de Parral fueron
inhumados los restos de detenidos desaparecidos. Augusto Pinochet fue
recibido en 1974 y estableció vínculos de amistad con Paul Schäfer, al igual
que el ex general Manuel Contreras, quien fue visitante asiduo del vigilado
recinto. Ahí el grupo terrorista "Patria y Libertad" se entrenó para
actos de sabotaje. En el fundo "El Lavadero" se torturó y se enseñó a
torturar. La Colonia colaboró en los preparativos de una eventual guerra con
Argentina y estuvo mezclada en forma clandestina con todo el pasado oscuro y no
confesado de la dictadura. "El Periodista" revela la vinculación
ideológica, política y de complicidad del denominado "Estado dentro del
Estado" con las páginas más negras del régimen que gobernó Chile por 17
años con "manu militarii".
Bautizada
"Villa Baviera" por el ex jefe de la DINA Manuel Contreras,
constituye un eslabón para el esclarecimiento de los delitos cometidos por la
DINA entre 1973 y 1976 en la fortaleza protegida por modernos sistemas de
detección y control. Alambradas de púas electrificadas, sensores de presión
enterrados en la tierra, equipos de luz infrarroja para detectar en la
oscuridad, autos silenciosos y perros entrenados.
Este
aislamiento fue roto en los años que siguieron al ascenso al gobierno de
Salvador Allende. Los colonos se sintieron amenazados. Pensaban que Allende los
expropiaría y vieron con espanto que el fantasma del comunismo se había
apoderado de Chile. Los vínculos con el grupo armado Patria y Libertad fueron
estrechos. La Colonia ofrecía a los miembros del grupo toda clase de
facilidades y la ley del secreto. Ahí podían reunirse a planificar sus actos de
sabotaje y acciones nacionalistas. Después del golpe de 1973 estos vínculos se
extendieron al nuevo gobierno militar.
Entonces
llegó la DINA. El organismo policial con facultades ejecutivas para detener,
torturar y eliminar a los partidarios del Gobierno derrocado y a quienes se
opusieran a la Junta militar encontró en la Colonia un socio eficaz. Su
aislamiento también servía a los fines de su primer director, el coronel Manuel
Contreras.
Los
detenidos en Colonia Dignidad fueron de diferentes tipos. Unos 30 mineros del
carbón de Lota y Coronel fueron concentrados en el enclave. En 1975 fueron
detenidos dirigentes políticos y sindicales de la zona de Parral y Linares.
Cuando el sistema de represión se fue perfeccionando y los jerarcas de la DINA
comprendieron que era necesario saber torturar en los interrogatorios, la
Colonia comenzó a servir de lugar de entrenamiento. A los interrogatorios
asistía un brasileño que daba las órdenes, explicaba los métodos y monitoreaba
las sesiones de tortura.
Al
respecto, el ex detenido Erick Zott declaró en Alemania ante la organización
Amnistía Internacional: "Las preguntas eran hechas en forma rápida por
tres o cuatro personas. Una de ellas hablaba con un fuerte acento portugués que
luego repetía en castellano. Luego de una pausa de 8 a 11 horas comenzó la
tortura. Me pusieron en una reja de hierro, la lana mojada que me pusieron en
los oídos la sacaron y me mantuvieron encapuchado con un casco de cuero y con
los ojos pegados con cinta adhesiva.
"La
tortura comenzó con electroshocks y fue mucho más científica a la que estábamos
acostumbrados. Tuve la impresión que la intensidad de la corriente estaba
regulada de acuerdo a los órganos en que se aplicaba, en especial en el
corazón, el pecho, en los genitales, el pene, los testículos o el ano. Y en
forma muy dolorosa en relación a la cabeza: boca, dientes, ojos, oídos y
sienes.
"Todo
duraba una hora o una hora y media en forma muy fuerte e intensiva. Luego me
metieron en un cajón en el cual apenas cabía. Luego lo taparon y comenzaron a
golpear el cajón por todos lados y a darle vueltas. Adentro se escuchaban los
golpes muy fuertemente. Los huesos dolían, todo el cuerpo. Las vueltas estaban
destinadas a dar una sensación de mareo.
"Yo
no cabía en el cajón y prácticamente las rodillas las tenía en la cara. Era
completamente incómodo y doloroso. Todo el procedimiento duró mucho. No sé cuánto
exactamente ya que en el cajón se pierde todo sentido de la orientación
espacial o del tiempo. Pienso que esta forma de tortura está destinada a
quebrar a la persona y destruirle la personalidad. Luego me sacaron del cajón.
Me amarraron en el catre de hierro. Me mojaron completamente y me torturaron
con electricidad nuevamente".
Luis
Peebles fue otro de los torturados en Colonia Dignidad, quien narró su
traumática experiencia: "Me sacaron de la celda. Me ataron las manos y me
pusieron un pantalón y una camisa, pero no zapatos. Cuando traté de ponerme los
zapatos, oí por primera vez la voz con el acento extraño, el que me pareció
provenir de un hombre corpulento grande. No sé si era realmente corpulento,
pero era más alto que yo. Cuando me prohibió con ese acento raro que me pusiera
los zapatos y me torció los brazos en la espalda, me tomó como un niño en el
aire. Luego dijo dos o tres palabras en portugués a otra persona y luego
algunas pocas palabras en castellano. Era evidentemente portugués o brasileño.
Cuando una vez la venda se me corrió durante el interrogatorio lo pude ver por
unos momentos. Afeitado, sin bigote, piel oscura, entre 40 y 50 años, ojos
caídos, labios delgados, daba la impresión de ser un tipo duro.
"Caminamos
por un pasillo, luego de aproximadamente 20 pasos entramos en una pieza. Ahí me
amarraron a la "parrilla" y comenzó un interrogatorio de unas seis
horas. El interrogatorio en la "parrilla" opera de la siguiente
manera: se atan los pies con anillos de metal al catre. Pegan con cinta
adhesiva unos alambres muy finos en las muñecas, los tobillos, los muslos, los
genitales, el pecho y la garganta. Estos alambres reciben descargas de
corriente alternativamente. Se siente el golpe eléctrico en el pecho, luego en
un tobillo duele más que en el otro.
"Mientras
ocurría se me golpeaba con una especie de barra de goma que me daba más golpes
de corriente. También usan una especie de aguja que también daba golpes de
corriente. Otro instrumento terminaba en una especie de pinza que yo tenía la
impresión de que picaba. Otro contacto terminaba en una especie de masa
pegajosa que se pegaba en los dientes, en los ojos, en la boca y bajo la
lengua. A veces cuando yo gritaba me la introducían en la garganta. También
tenía contactos en el ano, muy profundamente en el canal urinario y bajo las uñas.
"El
interrogatorio comenzó con golpes de corriente para aterrorizar y el jefe,
conductor del camión - después supe que se trataba del Corona, coronel de la
DINA - me dijo: "te daremos 20 preguntas". Durante todo el
interrogatorio hubo gente detrás de mi cabeza. Esto es importante: durante el
interrogatorio doblé el catre por la mitad, a pesar de que tenía un marco de
metal.
"Me
puedo acordar que luego del primer interrogatorio me llevaron a una pieza en la
cual hacían copias a máquina de mis declaraciones que estaban grabadas en tres
cintas. Marcia Merino (La "Flaca Alejandra", exmiembro del MIR que se
pasó a la DINA) escribía en una máquina de escribir.
"Finalmente
llegó el último interrogatorio. El lugar y el método cambiaron. Me desnudaron y
me metieron en un cajón. Tenía más o menos un metro cúbico de tamaño. Tuve que
doblarme completamente. Golpearon el cajón con palos mientras lo hacían girar
colgado de un cable. Lo tiraban de un lado para otro. A veces se detenían un
momento, en ese momento tenía los pies en el aire. Dos o tres veces me sacaron
del cajón y siempre en muy mal estado. Perdí el conocimiento varias veces y
entonces me tiraban agua caliente o fría o ambas alternadamente.
"Finalmente
me pusieron una bolsa de plástico en la cabeza y me metieron en el cajón cabeza
abajo. Los tipos dijeron que se iban y yo tenía que pensar si les pensaba decir
la verdad. En el cajón había una rendija por la que yo podía mirar y la venda
se me había corrido. Vi a un tipo que fumaba y leía. Creí que me encontraba en
una pieza de la calefacción o algo así. Había un ruido permanente de motor (el
ruido fue claramente identificado como el que produce el generador de la
Colonia Dignidad en la investigación posterior). Por sobre mi cabeza se
escucharon pasos amortiguados. Siempre tuve la sensación de estar en un
subterráneo grande de una casa", declaró Luis Peebles.
Adriana
Bórquez fue otra de las víctimas de la represión dentro del enclave germano:
"Yo creo que estuve en la Colonia Dignidad porque hubo visitas que
hablaban alemán en mi celda. Parecía ser gente de mando y se mostraban
interesados en saber cómo operaba el tratamiento en una mujer.
"Apenas
llegué al lugar comenzaron los interrogatorios. Me ofrecieron un cigarrillo y
me amenazaron veladamente. Dos horas después me interrogaron nuevamente. Me
insultaron, me sentaron en una silla y me dieron golpes de corriente leves con
la exigencia de dar nombres de compañeros de mi partido y otros contactos y
actividades en las que hubiese estado comprometida.
"Unas
horas después me interrogaron nuevamente. Me trataron mucho más mal. Apenas
entré en el lugar me insultaron. Me ataron a un catre y me dieron golpes
eléctricos en el pecho y en la vagina y en todo el cuerpo. Fui torturada por
largo tiempo y con una intensidad creciente. Cuando gritaba uno me ponía un
paño húmedo en la boca. La tortura duró mucho y me llevó a perder el control
sobre los esfínteres, pero la conciencia no la perdí nunca completamente. No me
podía parar y caía al suelo donde me seguían golpeando e insultando.
"Pasadas
24 horas fui llevada nuevamente al interrogatorio. Me tuvieron que llevar
porque no podía andar. Fui nuevamente tratada con electricidad en los
genitales, en el pecho y en todo el cuerpo, esta vez con algo en la boca que me
causaba un dolor muy fuerte. Perdí el conocimiento y desperté en la celda.
Después me obligaron a tomar cinco tabletas que me hicieron dormir
inmediatamente. Poco antes de tomar las tabletas vino un médico y trató de
hipnotizarme. Desperté en mi celda y allí fui interrogada por un médico. Creo
que estuve 4 días bajo la influencia de las drogas.
"El
guardia me trajo un día un pudding en un plato que tenía un borde dorado como
porcelana fina y en el fondo decía "Bavaria" y el nombre de la
fábrica que terminaba en "endorf". También vi una cuchara de té en la
cual estaba grabada la frase "Weihnachten 1958".
"En
otra ocasión estuvo de visita otro hombre que era el jefe de la DINA en
Cauquenes. Cuando entró y antes de ingresar a mi celda, dijo: "de
Cauquenes a Parral vine con el Vía Sur, los cerdos no me enviaron ningún auto y
tuve que venirme a la Colonia a pie".
Hasta
aquí el informe de Amnistía Internacional que es completado con las
declaraciones de un prisionero que aseguró haber sido interrogado en presencia
de dos médicos alemanes ya que pudo verlos. Se trataba de una mujer y de un
hombre, ambos con delantal blanco. La descripción que hace el hombre coincide
con el doctor Harmut Hopp y la doctora Gisela Gruhlko de Seewald.
En
la Comisión de Derechos Humanos y Ayuda Humanitaria del Parlamento Alemán
(Bundestag), en la audiencia del 22 de febrero de 1988, el vicepresidente de la
Comisión, diputado Schmude preguntó a la testigo Lotti Packmoor "a Ud. se
le preguntó acerca de una cuchara con una grabación que decía "Weinachten
1958" ¿Se recuerda de algo así?. La testigo respondió:
"Hay
muchos cubiertos en el fundo que llevan el grabado "Weinachten 1958".
Provienen de Alemania, de la Iglesia Bautista de Gronau. Las familias que
emigraron a Chile entregaron todos sus enseres. De estos cubiertos hay gran
cantidad en el fundo."
En
un dramático informe entregado en la Vicaría de la Solidaridad, Juan René Muñoz
Alarcón reveló lo que ocurría en Colonia Dignidad mientras Erick Zott; Luis
Peebles y Adriana Bórquez eran interrogados allí. Muñoz Alarcón fue integrante
de la directiva de la Federación de los Trabajadores del Cobre y renunció al
Partido Socialista en 1973, antes del golpe.
Según
propia declaración sus compañeros del partido lo persiguieron por esa causa y
buscó refugio en casa de un militante derechista y posteriormente fue reclutado
por la DINA y delató a sus ex compañeros en el Estadio Nacional. Fue el famoso
"Encapuchado del Estadio", que pasaba por las filas de los
prisioneros y al que señalaba era sacado y casi siempre era ejecutado.
Luego
de relatar cómo fue reclutado en la DINA y manifestar su arrepentimiento y
horror por los métodos que había conocido y en los que había participado
activamente, relató: "Se me puso en libertad con condición de cooperar; se
me llevó a la Colonia Dignidad, al interior de Parral. Ahí funciona un centro
de adiestramiento de la Inteligencia Nacional regido por alemanes, pero
nacionalizados chilenos. Son antiguos alemanes que arrancaron de la guerra.
Tienen un verdadero regimiento en la Colonia Dignidad, donde hay un hospital
que tiene todos los adelantos, donde se cuenta con aviones-ambulancia;
aviones-correo y con cárceles subterráneas. Ahí se me preparó para interrogar
gente y hacer tareas de contrainteligencia: se me pidió que me reincorporara a
la clandestinidad del Partido para aparentar ser uno de ellos. Desgraciadamente
esto no pude hacerlo porque yo estaba muy quemado".
El
"Encapuchado del Estadio" se refiere nuevamente a los detenidos en
Colonia Dignidad cuando dice: "He participado en la desaparición de
algunas personas en Colonia Dignidad. Hay 11 personas en estos momentos en la
Colonia Dignidad, antiguos dirigentes de los partidos de la Unidad
Popular."
En
el juicio que siguió la Colonia Dignidad en contra de la revista Stern y de
Amnistía Internacional por la publicación de un folleto en que se denunciaba a
la Colonia como un centro de torturas de la DINA, fue interrogado por el juez
de Bonn el ex agente de la DINA, Samuel Enrique Fuenzalida Devia, quien en la
época trabajaba en la ciudad de Koblenz en Alemania Federal. "A comienzos
del año 1973 ingresé en el Ejército haciendo mi servicio militar. Se me destinó
en el 15° Regimiento de Calama. Después del golpe militar en septiembre de 1973
fui llamado a la Comandancia del Regimiento. Me hizo firmar un papel. Este
documento tenía una parte inferior con abreviaturas, cuyo significado yo no
conocía. El 8 de noviembre fui trasladado a Tejas Verdes. En Tejas Verdes
fuimos recibidos por el Coronel Manuel Contreras, quien dijo que nos enviarían
al balneario de las Rocas de Santo Domingo. Más aún, se nos informó que nos
habrían reclutado para formar parte de la DINA.
"Desde
mi adolescencia, es decir desde el tiempo previo a mi servicio militar, estaba
yo en conocimiento de la existencia de esta Colonia de alemanes en las
cercanías de Parral. Durante el tiempo que duró mi servicio en la DINA visité
personalmente la Colonia Dignidad en el año 1974. Fui dos veces en el año
mencionado.
"En
la DINA no se usaba el nombre oficial Colonia Dignidad. Allí cuando se referían
a ese lugar, decían solamente "los alemanes". Supongo que se usaba el
término "los alemanes" en lugar de Colonia Dignidad con el fin de que
los detenidos no tuvieran conocimiento del lugar en que se encontraban.
"Debido
a mis actividades en la DINA tuve conocimiento de una visita que hizo en agosto
de 1974 el Presidente Pinochet a la Colonia Dignidad, a su regreso de una gira
al sur. El Presidente venía de Chillán. La DINA estaba encargada de velar por
su seguridad. El presidente había emprendido aquella gira con motivo del
natalicio de Bernardo O'Higgins.
"En
1974 estuve dos veces en la Colonia Dignidad en servicios de la DINA.
Detallando: Mi primera visita a la Colonia Dignidad tuvo lugar cuando aún
trabajaba en Santiago, en Villa Grimaldi. Eso fue en junio-julio de 1974.
Entonces fui llamado por el comandante Manuel Manríquez. Me informó que debía
acompañar a un oficial al sur, donde "los alemanes".
"El
oficial a quien yo debía acompañar era capitán del Ejército. Su nombre era
Fernando o Fernández o algo parecido (Fernando Gómez Segovia). Recibimos la
orden de dirigirnos primero a Cuatro Álamos a buscar a un detenido. El nombre
del detenido del cual debíamos hacernos cargo era "El loro Matías" (Álvaro
Vallejos Villagrán). "Loro Matías" era jefe de la Comisión Política
del MIR. Vallejos era hijo de un suboficial mayor de Ejército en servicio
activo. Su padre trabajaba en el Ministerio de Defensa en la época posterior al
golpe de 1973.
"Recibimos
al "Loro Matías" esposado, en Cuatro Álamos. Este detenido estaba
totalmente quebrado, había sido torturado. Habían sucedido muchas cosas como
para que hubiese sido liberado.
"En
Villa Grimaldi yo tenía acceso al kárdex donde llevaban las fichas de las
personas perseguidas y detenidas. Para cumplir mis tareas yo necesitaba
recurrir permanentemente al kárdex. De allí que yo sabía que en la ficha del
"Loro Matías" figuraba la palabra "Puerto Montt". El
término "Puerto Montt" era una palabra clave. Era utilizado cuando un
detenido no debía sobrevivir. Al mismo tiempo, este término significaba que el
afectado sería eliminado "por tierra". Había también otro término, la
palabra "Moneda". Este término significaba que el afectado debía ser
eliminado por aire o por mar; por ejemplo tirándole desde un avión o
hundiéndolo en el mar en un saco con piedras".
Alvaro
Modesto Vallejos Villagrán, de 25 años, era conocido como el "Loro
Matías" -en alusión a un personaje de "Condorito"- por su nariz
un poco encorvada y su baja estatura. El 20 de mayo de 1974 estaba en casa de
sus padres. A las 20:30 horas llegó un grupo armado que se identificó como de
la DINA. Lo encabezaba Osvaldo Romo.
Los
agentes lo amenazaban diciendo que no soportaría la tortura, aludiendo a su
delgada contextura que no revelaba la energía de este joven que repartía su
tiempo entre su carrera de medicina en la Universidad de Chile, su esposa e
hijo, y su militancia en el MIR. En la clandestinidad trabajaba con el
periodista Augusto Carmona ("Oslo", miembro del Comité Central del
MIR).
El
ex agente de la DINA, Samuel Fuenzalida, relató el viaje realizado para
custodiar al "Loro Matías" hasta su destino final en Colonia Dignidad
"Afuera
del portón, que estaba abierto, vimos en una especie de playa de
estacionamiento un Mercedes azul de cuatro puertas. Este vehículo nos esperaba.
En su interior se encontraban dos alemanes (Paul Schäfer y Gerhard Mücke). El
capitán se bajó y se dirigió al vehículo donde estaban los dos hombres. El
capitán habló en alemán con ellos. Luego el capitán me llamó y me dijo que
llevara el detenido al Mercedes. El detenido fue introducido al vehículo. A su
lado se sentó el capitán. En el Mercedes también se encontraba el alemán a
quien más tarde se dirigió el capitán llamándolo "profesor"
(sobrenombre de Schäfer en la Colonia). Luego nos alejamos del portón en
dirección a la Colonia. Mi acompañante alemán me indicó donde tenía que
estacionar el vehículo. Esto fue delante de la casa a la cual luego entramos
"El
alemán que venía conmigo en la camioneta nos llevó, al ordenanza, al capitán y
a mí, al interior de la casa. Allí había una mesa puesta para todos. Una vez
que tomamos asiento llegó el capitán. Un momento después, llegó el alemán que
venía con él en el Mercedes a quien el capitán llamó después
"profesor". Al entrar el "profesor" hizo un gesto con ambos
brazos, que según mis conceptos significa que el detenido estaba muerto.
"Con
este gesto que sólo podía significar "terminado", el profesor alemán
dijo una palabra como "listo", pero en alemán "fertig". En
realidad el gesto del "profesor" no me sorprendió, yo sabía que el
detenido estaba condenado a morir.
"En
la conversación durante la comida, el "profesor" se refirió al
director de la DINA, coronel Manuel Contreras como un viejo amigo. Habló
también de la misma forma del Presidente Pinochet. Al regresar a Santiago pude
comprobar que la ficha del "Loro Matías" había sido sacada del
kárdex.
"Como
ya lo mencioné, viajé a la Colonia Dignidad una segunda vez. Esto fue
aproximadamente en agosto de 1974, en la época en que tuvo lugar la visita del
Presidente Pinochet a Chillán. Yo tenía la misión, junto a otras dos personas,
de retirar un "paquete" para la DINA, es decir un detenido de la
Colonia Dignidad. Llegamos en la noche, dormimos en el lugar y en la mañana
siguiente partimos a Santiago.
"En
esta segunda visita a la Colonia Dignidad fuimos recibidos por el
"profesor". Allí nos encontramos, entre otros, con un oficial de la
DINA, que trabajaba en la Colonia. No sé si vivía en la Colonia en forma
permanente, pero sé que allí trabajaba con los detenidos. Al decir
"trabajo", en este caso, me refiero a los interrogatorios.
"Quisiera
también señalar que en Santiago supe en la DINA que allí trabajaban cuatro
brasileños para ellos. Uno de ellos estaba en la Colonia Dignidad. También
conozco a otros agentes de la DINA que trabajaban en Colonia Dignidad para la
DINA. Pero no puedo nombrarlos, ya que ellos se encuentran en Chile. Temo que
al nombrarlos pueda haber represalias".
El
cadáver de Matías Vallejos Villagrán puede estar inhumado en alguna fosa al
interior de la Colonia Dignidad. La declaración confirma lo señalado por
"el encapuchado del Estadio", en el sentido de que la Colonia fue un
centro de entrenamiento para torturadores que usaban como "conejillos de
indias", como material desechable, a los detenidos en su aprendizaje de
las técnicas de interrogatorio bajo la vigilancia de monitores brasileños.
La
tortura es una técnica que requiere aprendizaje, control sobre los nervios del
torturador, máquinas especiales, equipos, herramientas y el conocimiento de su
manejo. En el Chile pregolpe, la tortura era una excepción y se aplicaba, en
forma excepcional a los delincuentes comunes. Los encargados de la inteligencia
del Ejército nada sabían de tortura, fuera de las que había sufrido en los
entrenamientos en la Escuela de las Américas en el Canal de Panamá.
Por
ello fue necesario para la DINA instalar una escuela de monitores, los que a su
vez difundirían las técnicas en todo el país. La Colonia, un enclave extranjero
aislado del resto de Chile se presta para ello. Todas las formalidades usadas
en la Colonia son de cuartel. Todos usan uniformes para hacer sus diferentes
actividades, están rígidamente jerarquizados, tienen un jefe supremo y son
absolutamente obedientes. Hasta la visión física de la Colonia semeja un
cuartel, con alambradas y protecciones, con guardia en las puertas y con
procedimientos militarizados para ingresar o salir. Los asesinatos de la
Colonia Dignidad son coherentes con los desaparecidos y los fusilados en Chile.
La
execrable Colonia Dignidad fue reconvertida en complejo turístico y agrícola
bajo el nombre Villa Baviera, e intenta vivir desde entonces con la misma
estética de aldea alemana, rodeada de montañas y vegetación. Hoy solamente la
habitan unas 160 personas, en su mayoría ancianos.
¡Ni Olvido Ni Perdón: Verdad, Justicia y
Memoria!
¡Sólo la Lucha y la Unidad Nos Harán Libres!
Colectivo Acción Directa CAD –Chile
Abril 27 de 2016
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