En estos últimos años se ha abierto un intenso debate sobre el rol
político de la clase media en América Latina. Sin embargo, el término clase
media es exageradamente ambiguo. Tiene tantas acepciones como enfoques
teóricos. La economía ortodoxa apela al ingreso para su definición y la
sociología dominante lo limita a un asunto de estratificación social. Otros se
centran en una cuestión de identidad, en una nueva subjetividad emergente que
se siente incluida en un modo de vida promedio. En cualquiera de sus
interpretaciones, la clase media existe actualmente como dilema político de
época
En Actualidad
RT –public. 22/4/16
La estructura de
clases sociales de la región ha cambiado sustancialmente de forma acelerada. Se
conformó un nuevo sujeto gracias a las políticas redistributivas implementadas
en la región. En Bolivia, en la última década, el 20% de la población ha pasado
de la extrema pobreza a ser considerada como clase media. En Ecuador, en ese
mismo periodo, la clase media se duplicó. En Venezuela, durante la Revolución
Bolivariana, se triplicó. En Argentina, durante el 'kirchnerismo', se
incorporaron 9 millones de personas a esta categoría. En Brasil, durante los
gobiernos de Lula y Dilma, la nueva clase media abarca a 39 millones de personas.
Este ascenso social o 'reenclasamiento' positivo es un rasgo característico
irrefutable de este ciclo político.
La
manera en la que se afronte este fenómeno será decisiva en este momento
histórico. Tras la victoria de Macri en Argentina, la derrota electoral del
chavismo en la Asamblea de Venezuela, el revés de Evo Morales en el referendo
para la reelección en Bolivia, a menos de un año de las elecciones
presidenciales en Ecuador, y en medio del intento de golpe contra Dilma en
Brasil, el asunto de la clase media se sitúa actualmente en el centro de la
controversia política.
La
llamada 'nueva derecha' latinoamericana del siglo XXI lleva años prestando
especial atención en 'cómo hablarle' a esta nueva clase media. El objetivo es
doble. Por un lado, ha venido prometiendo (desde la oposición sin
responsabilidad de gobierno) aquello que reclama la lógica aspiracional de ese
nuevo sujeto. Y, por otro lado, busca darle forma e identidad para constituirla
como un actor social afín a su proyecto político-económico. Se presenta así a
la clase media como si estuviera cansada de confrontar, aparentemente
despolitizada, que prefiere la moderación, mayoritariamente urbana, que no le
importa ni la justicia social ni la igualdad, que se siente más cómoda con otros
valores materialistas (consumo) y postmaterialistas (ecologismo), y cada vez
más individualizada.
Seguramente
hay parte de verdad en todo esto, pero tampoco se puede dar todo por cierto.
Tal caracterización responde a una intencionalidad, la de instaurar un nuevo
sentido común conservador acerca de lo que es la nueva clase media. Hecha a
medida, construida a su semejanza, y útil como nuevo sujeto.
He
aquí la nueva jugada del neoconservadurismo para vencer en medio de este pulso
sobre la resignificación de quién es la 'naciente clase media'. Aún es un enigma
por descifrar. No es la clase media europea de las décadas pasadas, ni siquiera
es la clase media latinoamericana preexistente a estos procesos de intensa
movilidad social. García Linera la conceptualiza como "clase media de
origen popular", lo que significa que no es una clase media al uso. Es
otra clase media, distinta, que ha naturalizado los derechos sociales
adquiridos y tiene nuevas aspiraciones; pero esto no significa que haya perdido
sus raíces. Es una clase media politizada pero no de la misma manera que lo era
hace una década. Tiene una nueva subjetividad que nos toca conocer. Está
en constante relación con nuevos medios (redes sociales); tiene otra estética,
otros marcos culturales que responden a una etapa posfordista.
El
desafío está en caracterizar a esa "clase media de origen popular" en
forma más compleja de lo que lo hacen Durán Barba y compañía. Este sujeto
emergente es heterogéneo y contradictorio; es un híbrido de lo que fue, lo que
es y lo que quiere ser. Es un actor en transición, en conformación. Es más,
todavía es una especie de "casi clase media", que se encuentra al
filo del alambre como cualquier recién llegado que siempre puede volver al
lugar desde donde salió. A esto, el Banco Mundial le llama "clase vulnerable",
porque dejó de ser pobre pero nunca pasó a ser rica; todavía susceptible de
retroceder si la economía no crece lo suficiente. La restricción económica
externa pone en riesgo su permanencia.
Seguramente,
este término, el de 'nueva clase media', incomoda al pensamiento tradicional de
la izquierda, más acostumbrado a otras categorías teóricas. Esto es
comprensible, pero no hay tiempo que perder en un debate en curso que no pide
permiso a los manuales clásicos. El misterio de la clase media está
omnipresente. O se permite la restauración de una 'clase media light'
procedente de la visión neoconservadora o, por el contrario, se disputa su
significado. De no hacerlo, corremos el riesgo de interpretarla como si fuera
una clase media de otro espacio y otro tiempo histórico, importada e impuesta
como tantas veces nos lo hicieron con recetas, teorías, categorías, epistemes,
marcos analíticos.
Colectivo Acción Directa Chile –Equipo
Internacional
Abril 27 de 2016
No hay comentarios :
Publicar un comentario