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sábado, 20 de mayo de 2017

JUSTICIA AL FIN PARA AUGUSTO CARMONA, DIRIGENTE DEL MIR Y LA RESISTENCIA POPULAR


Este viernes 19 se informó que la Suprema condenó a 6 criminales de la CNI por su responsabilidad en el asesinato del compañero Oslo, alto dirigente del MIR y un valeroso combatiente de la Resistencia Popular anti-dictatorial

Por el homicidio del camarada AUGUSTO CARMONA ACEVEDO, Oslo para sus compas del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, ilícito ocurrido el 7 de diciembre de 1977 en la comuna de San Miguel, la Corte Suprema condenó a seis esbirros de la ominosa Central Nacional de Informaciones (CNI).

Los ya tristemente célebres agentes Miguel Krassnoff Martchenko, Enrique Sandoval Arancibia, Manuel Provis Carrasco, José Fuentes Torres, Luis Torres Méndez y Basclay Zapata Reyes fueron condenados a la pena de 10 años y un día de presidio por su responsabilidad en el homicidio. Además, se absolvió a la agente Teresa Osorio Navarro, quien en todo caso registra condenas por otros muchos delitos de lesa humanidad, tanto en la CNI como en la no menos funesta DINA.


"el 6 de diciembre de 1977, agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI) realizaron la detención de los militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) Horacio Marotta y Diana Duhalde, quienes fueron trasladados desde la región de Valparaíso a Villa Grimaldi, en Santiago, donde fueron interrogados y torturados. Al día siguiente (el 7 de diciembre de 1977) como consecuencia de las anteriores detenciones, fue aprehendida Inés Naranjo Ponce, también militante del MIR –enlace de Augusto Carmona Acevedo-, la que bajo torturas reveló el domicilio de Carmona – ubicado en calle Barcelona Nº 2425 de la Comuna de San Miguel- y fue llevada por los agentes al referido domicilio. Así fue como, aproximadamente a las 20:30 horas del citado 7 de diciembre de ese año, una veintena de vehículos cubrieron toda una manzana en la comuna de San Miguel. De estos vehículos descendió un numeroso grupo de civiles fuertemente armados, todos agentes de la CNI, allanando la vivienda de Augusto Carmona y la contigua de ésta. Entraron disparando, pero se percataron que no había nadie, quedándose en el interior del inmueble primeramente señalado. Alrededor de la medianoche llegó caminando por la calle, rumbo a su domicilio, Augusto Carmona Acevedo, el que se paró frente al umbral de la vivienda ya individualizada y extrajo unas llaves para abrir la cerradura de la puerta. En ese momento le dispararon desde dentro del inmueble, en dos o tres oportunidades, cayendo en la acera. Acto seguido los agentes que se encontraban en el interior de la casa ingresaron al inmueble con el cuerpo de Carmona Acevedo, para luego abandonar el sitio del suceso, quedando en dicho lugar el cadáver de la víctima, el que posteriormente fue levantado por orden de un Fiscal Militar y trasladado el Servicio Médico Legal, donde se le practicó la autopsia de rigor. Tales hechos se estimaron como constitutivos del delito de homicidio calificado por la alevosía y premeditación conocida, previsto y sancionado en el artículo 391 N° 1 circunstancias primera y quinta del Código Penal"

El camarada Oslo era el más maduro y humano de todos nosotros

Augusto Tadeo Heriberto Carmona Acevedo, 38 años al momento de su vil ejecución, era egresado de Periodismo de la Universidad de Chile y de la Escuela de Bibliotecología. Fue líder estudiantil y sindical. Jefe de conflicto en la toma de Canal 9 de TV de la Universidad de Chile. Jefe de prensa de Canal 9. Redactor de la revista Punto Final. Dirigente del MIR.

Cuando la CNI lo asesinó, el Pelao se llamaba Oslo para sus compañeros de lucha. Tenía 38 años, dos hijas de tres y doce años, un corazón recauchado que desbordaba en amor, una compañera y una causa a la que se había entregado con la misma pasión que puso siempre para vivir y amar.

A la izquierda, entrevistando a Miguel Enríquez
Tal como lo ordenase Miguel, "El MIR no se rinde", Oslo se negó a tomar dicha opción, viviendo en la clandestinidad, asumiendo las tareas que su partido le asignara en su política de conducir el repliegue del movimiento de masas e iniciar la Resistencia a la dictadura instalada luego del sangriento golpe militar.

Augusto era periodista las 24 horas del día, pero también buscó un rol más activo en el MIR, organización a la que perteneció desde 1970. Antes pasó por las Juventudes Comunistas, pero un viaje a Polonia y Checoeslovaquia lo alejó de ese modelo. Interesado en la teoría marxista, además de los clásicos leía a Rosa Luxemburgo, Georg Lukacs y Antonio Gramsci, buscando profundizar los conceptos de democracia, cultura popular y socialismo.

Después que le reemplazaron la válvula mitral de su maltratado corazón, reclamó a sus compañeros: Supongo que consideran ustedes que no tengo fuerza, que es distinto a que me faltan. Y tal vez crean que por consiguiente, carezco de valor. En verdad, la cuestión es que si yo soy un inválido, no quiero seguir viviendo. Porque mi mundo es el mundo del Partido, que lo ha sido toda mi vida, por el cual he luchado y he vivido. Si ese mundo no me necesita, me rechaza, me jubila... Lo puedo aceptar, tal vez, porque puedo cambiarlo. Pero no quiero vivir si no sirvo para hacer todas las tareas que son necesarias para la lucha. No tiene sentido, y todo se vuelve falso y penoso.

Cuando murió, estaba a cargo del trabajo de alianzas del MIR. Insistía mucho que la causa revolucionaria es superior a las diferencias puntuales con otros partidos. Sostuvo reuniones con dirigentes de la izquierda y de un sector de la DC, para impulsar acuerdos tendientes a la formación de un movimiento amplio de resistencia popular.

Frente a la detención y desaparición de compañeros, agudizadas en 1975 y 76, el Pelao iniciaba de inmediato la campaña de denuncias al extranjero. Escribía hasta altas horas de la noche, mientras yo trataba de aislar las paredes para evitar que los vecinos escucharan su Olivetti portátil. Cuando se realizó la reunión de Cancilleres de la OEA, organizó la campaña para denunciar la situación de los desaparecidos.

La red de comunicaciones del MIR, integrada por periodistas que seguían jugándose por la libertad, se tensionó al máximo en esa oportunidad. Llorábamos al recibir los mensajes de las presas políticas desde el campo de concentración de Tres Álamos. Escribiendo sobre telas, informaban de torturas y testimonios sobre desapariciones, por ejemplo, la de nuestro amigo Máximo Gedda. La solidaridad de Augusto con los familiares de los presos le valió el respeto y cariño de quienes trabajaron con él en la clandestinidad. Era el más maduro y humano de todos nosotros, expresó Hernán Aguiló, uno de sus compañeros en la dirección del MIR.

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¡Ni Olvido Ni Perdón: Verdad, Justicia y Memoria!
¡Sólo la Lucha y la Unidad Nos Harán Libres!


Colectivo Acción Directa CAD –Chile
Mayo 20 de 2017

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