Este viernes 19 se informó
que la Suprema condenó a 6 criminales de la CNI por su responsabilidad en el
asesinato del compañero Oslo, alto dirigente del MIR y un valeroso combatiente
de la Resistencia Popular anti-dictatorial
Por el homicidio del camarada AUGUSTO CARMONA ACEVEDO, Oslo para sus compas del Movimiento de Izquierda
Revolucionaria MIR, ilícito ocurrido el 7 de diciembre de 1977 en la comuna de
San Miguel, la Corte Suprema condenó a seis esbirros de la ominosa Central Nacional de Informaciones (CNI).
Los
ya tristemente célebres agentes Miguel Krassnoff Martchenko, Enrique Sandoval Arancibia, Manuel Provis Carrasco, José Fuentes Torres, Luis Torres Méndez y Basclay Zapata Reyes fueron condenados a la pena de 10 años y un día de presidio
por su responsabilidad en el homicidio. Además, se absolvió a la agente Teresa Osorio Navarro, quien en todo caso registra condenas por otros muchos delitos
de lesa humanidad, tanto en la CNI como en la no menos funesta DINA.
La
investigación del ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Santiago Leopoldo Llanos,
determinó que:
"el
6 de diciembre de 1977, agentes de la Central Nacional de Informaciones (CNI)
realizaron la detención de los militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria
(MIR) Horacio Marotta y Diana Duhalde, quienes fueron trasladados desde la
región de Valparaíso a Villa Grimaldi, en Santiago, donde fueron interrogados y
torturados. Al día siguiente (el 7 de diciembre de 1977) como consecuencia de
las anteriores detenciones, fue aprehendida Inés Naranjo Ponce, también
militante del MIR –enlace de Augusto Carmona Acevedo-, la que bajo torturas
reveló el domicilio de Carmona – ubicado en calle Barcelona Nº 2425 de la
Comuna de San Miguel- y fue llevada por los agentes al referido domicilio. Así
fue como, aproximadamente a las 20:30 horas del citado 7 de diciembre de ese
año, una veintena de vehículos cubrieron toda una manzana en la comuna de San
Miguel. De estos vehículos descendió un numeroso grupo de civiles fuertemente
armados, todos agentes de la CNI, allanando la vivienda de Augusto Carmona y la
contigua de ésta. Entraron disparando, pero se percataron que no había nadie,
quedándose en el interior del inmueble primeramente señalado. Alrededor de la
medianoche llegó caminando por la calle, rumbo a su domicilio, Augusto Carmona
Acevedo, el que se paró frente al umbral de la vivienda ya individualizada y
extrajo unas llaves para abrir la cerradura de la puerta. En ese momento le
dispararon desde dentro del inmueble, en dos o tres oportunidades, cayendo en
la acera. Acto seguido los agentes que se encontraban en el interior de la casa
ingresaron al inmueble con el cuerpo de Carmona Acevedo, para luego abandonar
el sitio del suceso, quedando en dicho lugar el cadáver de la víctima, el que
posteriormente fue levantado por orden de un Fiscal Militar y trasladado el
Servicio Médico Legal, donde se le practicó la autopsia de rigor. Tales hechos
se estimaron como constitutivos del delito de homicidio calificado por la
alevosía y premeditación conocida, previsto y sancionado en el artículo 391 N°
1 circunstancias primera y quinta del Código Penal"
El camarada
Oslo era el más maduro y humano de todos nosotros
Augusto
Tadeo Heriberto Carmona Acevedo, 38 años al momento de su vil ejecución, era
egresado de Periodismo de la Universidad de Chile y de la Escuela de
Bibliotecología. Fue líder estudiantil y sindical. Jefe de conflicto en la toma
de Canal 9 de TV de la Universidad de Chile. Jefe de prensa de Canal 9.
Redactor de la revista Punto Final. Dirigente del MIR.
Cuando
la CNI lo asesinó, el Pelao se llamaba Oslo para sus compañeros de lucha. Tenía
38 años, dos hijas de tres y doce años, un corazón recauchado que desbordaba en
amor, una compañera y una causa a la que se había entregado con la misma pasión
que puso siempre para vivir y amar.
A la izquierda, entrevistando a Miguel Enríquez |
Augusto
era periodista las 24 horas del día, pero también buscó un rol más activo en el
MIR, organización a la que perteneció desde 1970. Antes pasó por las Juventudes
Comunistas, pero un viaje a Polonia y Checoeslovaquia lo alejó de ese modelo.
Interesado en la teoría marxista, además de los clásicos leía a Rosa
Luxemburgo, Georg Lukacs y Antonio Gramsci, buscando profundizar los conceptos
de democracia, cultura popular y socialismo.
Después
que le reemplazaron la válvula mitral de su maltratado corazón, reclamó a sus
compañeros: Supongo que consideran ustedes que no tengo fuerza, que es distinto
a que me faltan. Y tal vez crean que por consiguiente, carezco de valor. En
verdad, la cuestión es que si yo soy un inválido, no quiero seguir viviendo.
Porque mi mundo es el mundo del Partido, que lo ha sido toda mi vida, por el
cual he luchado y he vivido. Si ese mundo no me necesita, me rechaza, me
jubila... Lo puedo aceptar, tal vez, porque puedo cambiarlo. Pero no quiero
vivir si no sirvo para hacer todas las tareas que son necesarias para la lucha.
No tiene sentido, y todo se vuelve falso y penoso.
Cuando
murió, estaba a cargo del trabajo de alianzas del MIR. Insistía mucho que la
causa revolucionaria es superior a las diferencias puntuales con otros
partidos. Sostuvo reuniones con dirigentes de la izquierda y de un sector de la
DC, para impulsar acuerdos tendientes a la formación de un movimiento amplio de
resistencia popular.
Frente
a la detención y desaparición de compañeros, agudizadas en 1975 y 76, el Pelao
iniciaba de inmediato la campaña de denuncias al extranjero. Escribía hasta
altas horas de la noche, mientras yo trataba de aislar las paredes para evitar
que los vecinos escucharan su Olivetti portátil. Cuando se realizó la reunión
de Cancilleres de la OEA, organizó la campaña para denunciar la situación de
los desaparecidos.
La
red de comunicaciones del MIR, integrada por periodistas que seguían jugándose
por la libertad, se tensionó al máximo en esa oportunidad. Llorábamos al
recibir los mensajes de las presas políticas desde el campo de concentración de
Tres Álamos. Escribiendo sobre telas, informaban de torturas y testimonios
sobre desapariciones, por ejemplo, la de nuestro amigo Máximo Gedda. La
solidaridad de Augusto con los familiares de los presos le valió el respeto y
cariño de quienes trabajaron con él en la clandestinidad. Era el más maduro y
humano de todos nosotros, expresó Hernán Aguiló, uno de sus compañeros en la
dirección del MIR.
________________________________
¡Ni Olvido Ni Perdón: Verdad, Justicia y
Memoria!
¡Sólo la Lucha y la Unidad Nos Harán Libres!
Colectivo
Acción Directa CAD –Chile
Mayo 20 de 2017
Mayo 20 de 2017
No hay comentarios :
Publicar un comentario