“¿Somos de izquierda antiimperialista en
Bolivia?”
“Revolución es defender valores en los que
se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo,
solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no
mentir jamás ni violar principios éticos” -Fidel
El Presidente Evo
Morales varias veces ha reclamado por nuevos líderes, pero después de 10 años
los resultados son casi nulos; en contrapartida, hemos escuchado que algunos/as
jerarcas del gobierno se reclaman de izquierda, vociferan contra el
imperialismo y nada más. Las preguntas que me hago en nuestro contexto son: ¿Es
útil reclamarse como izquierdista?, ¿Qué significa ser antiimperialista en este
contexto? La respuesta es difícil, pero es hora de debatir ante el avance de la
derecha que provoca estupor y, quizás, posibles deserciones y traiciones de
gente que no ha masticado bien qué es ser de izquierda y ser antiimperialista,
como cuando se venían las dictaduras o el neocapitalismo.
Afirma
Zibechi que, “en los años 60 y 70 se repetía la frase ‘Ser como el Che’, frase
que sintetizaba una ética, renuncia a las comodidades, a los beneficios
materiales y al poder conquistado en la revolución, y a arriesgar la vida”. Por
otro lado, Petras, sostiene que en el Che ética y política son inseparables y
se manifiestan en varias formas:
“combatir la distancia (jerarquía) entre
seguidores y líderes; combatir la estructura burocrática y las distinciones
privilegiadas entre líderes y seguidores; involucrarse en el trabajo y la vida
cotidianos de la gente mientras ejercen autoridad en posiciones de liderazgo;
comprometerse con medios que son compatibles con los fines; y; enseñar dando el
ejemplo, no por decreto o mandato”. Asumimos al Che porque es el modelo de ser
de izquierda y antiimperialista y lo asumimos para ser claros y contundentes,
porque los valores que él encarnaba son válidos en cualquier proceso
revolucionario, pero requieren un “click mental cultural” muy fuerte, y por
tanto “ser como el Che” actualmente es muy complicado.
Por
otra parte, en la generación del Che el poder ocupaba un lugar central, siempre
que la conquista del poder beneficie al pueblo y no favorezca a intereses
personales o de grupo o partido que tome el poder; pero con el zapatismo
comprendimos que el poder ya no es necesario, que lo fundamental es “para
nosotros nada, para todos todo”. Este descubrimiento zapatista hoy desconcierta
e indigna a cierta izquierda que si no tienen el poder son incapaces de
transformar su entorno y menos transformarse a ellos mismos. Pero cuando tienen
el poder, esa izquierda de cenáculo o movimiento social cooptado por el poder,
no escuchan al pueblo y deciden por los dominados y explotados porque “saben”
lo que el pueblo desea y quiere.
Vayamos
por partes. Toda revolución, incluida nuestra Revolución Democrática y
Cultural, busca transformaciones sociales de una comunidad y no el
engrandecimiento individual, para que no existan notorias desigualdades
económicas entre dirigentes y militantes, porque así los dirigentes van a
compartir los mismos problemas y necesidades que el resto del pueblo, además
que no se acercarían los oportunistas que desean utilizar la política como
medio de enriquecimiento. Todo esto implica que la conducta apegada a los
principios es clave para producir resultados que nos permitan vislumbrar el
futuro. En otras palabras si los dirigentes enseñan con su ejemplo podremos
gozar de una mejor sociedad.
Rex
Nettleford, un luchador jamaiquino, decía: “La pregunta ¿qué somos? Lleva al
deseo de lo que queremos ser”, con esto nos dice que arrancamos del presente
para afirmar el futuro; y nuestro presente, para orgullo de todos, está marcado
por las construcciones del Estado Plurinacional y la Democracia Intercultural
que de alguna forma nos marcan horizontes de construcción intersubjetiva y la
redefinición de nuestro Proceso de Cambio, en términos contextuales, planteando
su legitimación de manera local, cultural, como algo propio.
Esto
nos sugiere que debemos socializarnos en nuestra comunidad e ir tomando
contacto con las creencias que sustentan las prácticas comunitarias y que nos
posibilitan lograr transformaciones sociales sin beneficiar a individuos
aisladamente; y esas prácticas comunitarias se encuentran en nuestras
comunidades indígenas donde la “forma cómo se hace” conforma lo que emergerá en
el futuro. En otras palabras sólo la lucha colectiva para mejoras colectivas
basadas en un esfuerzo igual nos permite visibilizar un futuro comunitario.
Como
vemos, no partimos desde verdades universales o abstractas, soy izquierdista
y/o antiimperialista, que quizás no den sentido a nuestras vidas cotidianas,
sino que partimos desde las creencias justificadas desde nuestra comunidad,
nuestro país, nuestra Revolución, porque no hay mejor experiencia de verdad que
la que emerge desde la participación en nuestra comunidad. Y esas creencias
justificadas que palpitan en nuestra comunidad no son más que el goce colectivo
de derechos sociales dignos, porque toda dignidad humana se deriva de la
dignidad de una comunidad concreta; y en nuestro caso es que la dignidad de
nuestros indígenas de tierras altas y bajas, de nuestros jóvenes y niños/as, de
nuestros obreros, de nuestras mujeres,… gocen de educación y salud de calidad,
de un proyecto de vida, de una legislación laboral progresista, de una vida sin
violencia machista…
Si
así asumimos nuestra identidad política, nuestra responsabilidad social será
con nuestra gente y con nuestras comunidades, y, por lo tanto, no concebiremos
una moralidad como el interés común de la humanidad, sino como el interés de
una comunidad condicionada históricamente: nuestro País; donde nuestra
existencia moral más elevada y completa es aquella que sólo se alcanza como
miembros de nuestra comunidad. En estas condiciones ser de izquierda y/o
antiimperialista en nuestro contexto parece que no tiene sentido, a no ser que
alguien de un concepto claro y concreto de “qué es ser de izquierda” y “qué es ser
antiimperialista”. Eso sí, todos los hombres y mujeres comprometidos con
nuestro Proceso de Cambio debemos estar modelados por la voluntad de
sacrificio, por el apoyo mutuo y por sentirnos en cualquier lugar Comunidad.
Esta nueva identidad política nacida de nuestro contexto cultural no puede
ocurrir por evolución espontánea, por acciones y reacciones independientes de
la voluntad de cada cual; el camino del progreso moral de la construcción de
esa identidad política en comunidad, implica la mayor inclusión de voces, de
experiencias, de creencias que en otras palabras significa escucharnos entre
todos y todas en un plano de reconocimiento y respeto.
Esta
nueva identidad política construida con la voluntad de sacrificio, el apoyo
mutuo y el sentirnos comunidad es el mayor desafío al capitalismo porque
transformamos las relaciones sociales y, porque ya no confiemos en el
capitalismo que sólo nos trajo explotación. Nuestras armas de lucha serán
nuestra resistencia a convertirnos en individuos perdidos, sin identidad, que
produce el capital monopólico, nuestra rebeldía a no admitir más jerarquías,
patriarcados y nuestra palabra que será el resultado de la deliberación abierta
que nos llevará a la verdad. Lo que pretendemos, en definitiva, es ser más
humildes en la reivindicación de nuestra identidad política, porque a fin de
cuentas la ética política y social es sencillamente humana.
Jhonny
Peralta Espinoza, ex militante de las Fuerzas Armadas de Liberación Zárate
Willka; 15 años preso político en Chonchocoro.
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Colectivo
Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Mayo 7 de 2017
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