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miércoles, 14 de septiembre de 2016

TRABAJADOR@S: A RECHAZAR LA APLICACION DE LA REFORMA LABORAL-PATRONAL


Hace dos semanas se promulgó la “reforma laboral” de la NM, previamente sancionada en la cueva de ladrones del congreso. Esto es un hecho que vendrá a perturbar al débil Movimiento de Trabajadores chileno

Cuando el pasado lunes 29 de agosto Bachelé promulgaba la dichosa reforma laboral auspiciada por su gobierno de la Nueva Mayoría (NM), fue en parte sincera cuando señaló: "Esta reforma laboral no es todo lo que el ejecutivo impulsó y el congreso por amplia mayoría aprobó". A renglón seguido e intentando sonar sincera, nos lanzó su bienaventuranza: "aspirábamos a más, porque estimamos que persisten desequilibrios en las relaciones laborales que deben ser corregidos".

Respecto de lo anterior, existen dos aspectos significativos. De una parte, resulta más que sintomático que a 26 años de una falsa democracia (por mucho que sus defensores traten de disfrazarla de tal), recién los grupos mantenedores del sistema de dominación y explotación –encarnados ayer en la Concertación y hoy en la Nueva ‘Minoría’- caigan en cuenta que los explotados del país lo estamos pasando mal. De otra, medias verdades son medias mentiras y justamente eso es lo que ocurre cuando se dice que ésta reforma laboral es del tipo “pero es nada”, en circunstancias que no vendrá a resolver ninguno de los graves problemas que aquejan a l@s trabajador@s chilen@s.

A pesar que hace rato que la Concertación-NM posee mayoría en ambas cámaras, sólo en el último tiempo, luego que su proyecto político histórico –administrador/reproductor del modelo- da muestras claras de agotamiento y de verse arrinconada por tanta corrupción y cohecho, sus próceres decidieron lanzar un programa de reformas acotadas. No obstante, y no lo decimos nosotros, sólo un 21% de la población está de acuerdo con los términos en que se ha presentado y llevado a cabo ésta reforma laboral y un 62% la rechaza por completo.   

Los patrones y la derecha

Por otro lado, la derecha y la patronal insisten –y era que no- que nada de lo existente en materia laboral debe cambiar, con el fin último de resguardar los niveles extremos de explotación y las tasas de ganancias prevalecientes desde el Golpe de Estado militar de hace 43 años. De paso y mediante una campaña del terror, para la cual cuentan con el 90% de los medios (des)informativos del país, dejan entrever que si se viene un proceso de mejoras para los explotados cundirá la cesantía y la caída de los salarios.

De hecho, el vocero de los representantes del gran capital -la CPC-, Alberto Salas, ha criticado éste y todo cambio jurídico laboral e incluso hace poco había exigido al gobierno que insistiera en una "ley corta" para evitar la judicialización que, según ellos, traerá aparejada la aplicación de la novel reforma.

"Los conflictos no ayudan, por lo tanto, creo que sería importante buscar un consenso entre todos para hacer una ley corta que permita definir un rumbo claro y preciso para poder trabajar en pos del desarrollo de Chile", afirmó Salas. Cuando se busca un atajo que conduzca al mismo punto de salida, la mejor salida es eso de las “leyes cortas” y los empresarios y todos los politicastros saben que esa es una de las formas, junto con los juicios abreviados, útiles para que todo quede como siempre.

Y si les fallan las dos vías anteriormente mencionadas, aún la derecha y el empresariado cuentan con el recurso del antidemocrático Tribunal Constitucional, instancia muy propia de la legalidad instaurada bajo la dictadura cívico-militar.

Toda la legalidad ampara el derecho de los dueños del capital. Así, se dan el lujo de opinar respecto de la Reforma Laboral que es bueno que ésta: reconozca al trabajo como una labor valiosa e importante para el desarrollo personal y profesional de los chilenos, que dignifica a las personas que la realizan (lo de siempre); el proyecto del gobierno reconoce la necesidad de hacer una Reforma Laboral (de Perogrullo); contempla más temas de negociación entre el empleador y el sindicato, buscando otorgar más posibilidades de adaptación laboral (un punto de sumo interés para la patronal), faltando, eso sí, que la adaptabilidad laboral se extienda a todas las empresas y trabajadores; no sólo para unas pocas como plantea el gobierno (sic); castiga la violencia en las huelgas y posibles abusos de los sindicatos (algo muy importante para mantener las cosas como están); refuerza el combate contra las prácticas anti sindicales (¿?), aunque en la redacción de la nueva norma debe ser precisado para evitar injusticias (¡¿?!).

Los patrones afirman que es pésimo que ésta reforma: no se aplique a todos los trabajadores, jóvenes y viejos; no incorpora el trabajo por hora (más flexibilización), herramienta necesaria de incluir en el trabajo de mujeres, jóvenes y adultos mayores, especialmente más pobres (por cierto, una preocupación vital de la burguesía); la prohibición del reemplazo de los trabajadores en huelga va a significar un desequilibrio en las relaciones laborales a favor de los sindicatos. Esto daña la relación empleador – trabajador y perjudica a los ciudadanos cuando las empresas en huelga no puedan prestar sus servicios o producir los bienes que necesitan (pero olvidan la aplicación de los servicios mínimos, lo que relativiza cualquier huelga); prohibición del descuelgue en la huelga, con lo que desconocería  el  derecho  del trabajador de retirarse  del  proceso de  negociación,  cualquiera sea  el  número de días  que se haya  prolongado  una  huelga; (el cuco) las PYMES, una vez más, van a sufrir los efectos de una mala reforma; el esfuerzo de la Reforma Laboral del gobierno por forzar a los trabajadores a pertenecer a sindicatos (¿?), atenta contra la libertad de éstos, (y la del bronce:)) “¿Son acaso niños que no pueden decidir si negociar individualmente, a través de un grupo negociador o un sindicato? ¡Déjenlos decidir!”; y como falta mano dura (como en tiempos de mi general), la Reforma no afronta el problema de las huelgas ilegales que crean tanto problema a los ciudadanos (¡Qué desgracia!).

¿Cuál es la dura sobre la Reforma Laboral-Patronal?

A toda esa canalla de falsos representantes de los trabajadores llamada CUT o, lo que es lo mismo, la oficina de asuntos laborales de la NM, tenemos que aclararles que su cacareada RL, aprobada hace dos semanas, implica más bien fortalecer el reaccionario Plan Laboral impuesto a sangre y fuego en tiempos de la dictadura cívico-militar.

En efecto, el citado Plan Laboral fue ideado por José Piñera, ex Ministro del Trabajo (1979-1981) de la dictadura cívico-militar, que también fue uno de los principales ideólogos del funesto sistema de las AFP. Se trató del primer eslabón de una serie mayor de cambios proyectados para la refundación capitalista de Chile, llamados las “siete modernizaciones”, que buscaron la privatización y la absorción monopólica de la formación económico-social. En concreto, el plan consistió en dos leyes: el DL 2.756 sobre sindicatos (publicado el 3 de julio de 1979) y el DL 2.758 sobre negociación colectiva (publicado el 6 de julio de 1979). Como se puede constatar, se orientó a reformular las relaciones colectivas de trabajo según los intereses del gran capital, entendiendo que es lo más importante del modelo laboral.

Los 4 pilares de aquel Plan se proyectan a la actual RL: 1.- Una huelga que no paraliza; 2.- Una franca despolitización del ámbito sindical; 3.- Negociación colectiva sólo por cada empresa; 4.- Existencia de paralelismo entre sindicatos y asociaciones.

La nueva RL se encarga, más bien, de adornar la reaccionaria legislación anterior: 1.- Le da más peso a la Dirección del Trabajo, en detrimento de los sindicatos, dando pie a interminables recursos y apelaciones allí y en los Tribunales del Trabajo; 2.- Crea potenciales prácticas desleales provenientes del sector de los trabajadores, tales como la ‘presión moral’, el impedir el ingreso a las faenas a directivos y trabajadores, etc.; 3.- No cambia el hecho que se negocia sólo en las grandes empresas, con bajos resultados, mientras que poco o nada ocurre al nivel de medianas y pequeñas empresas; 4.- Nuevamente se niega una conquista histórica del movimiento de trabajadores, cual fue la negociación por rama de actividad; 5.- Basta con un 30% de los trabajadores para que los acuerdos se amplíen al 50% o más; En huelga, un simple juez de letras puede ordenar la reanudación de faenas (antes lo ordenaba el presidente del país); ella se entiende sólo como ‘pacífica’; se incorporan los ‘servicios mínimos’, que la dificultan en beneficio del empresario y, más encima, los debe proveer el sindicato, so pena de ser acusado de práctica desleal grave (censura con la que el gran capital se cebará en contra de los portuarios, forestales y los contratistas y subcontratistas del cobre); nuevamente no la pueden ejercer los trabajadores públicos; no se la reconoce en cualquier circunstancia –como legítimos casos de riesgo para la salud, en solidaridad o por temáticas políticas, económicas y sociales-; etc., etc.          

No por nada, son muchas las voces que alertan con que esta RL no es más que un retroceso para el mundo sindical y que las bases de la actual legislación que regula las relaciones entre empleador y trabajadores –consagrada en el Plan Laboral de 1979– no sólo se mantienen, sino también se profundizan en algunos puntos. Pero el tema es más grave. Hay también una profundización de algo que ni siquiera José Piñera se atrevió a hacer: los pactos de adaptabilidad. Esta legalidad contra-sindical abre un espacio para la flexibilidad laboral que ni siquiera en el Plan Laboral de 1979 se contemplaba.

Ahora, si bien las últimas indicaciones del ejecutivo atenuaron en algo los requisitos que se necesitaban para hacer extensivo a todos los trabajadores los pactos de adaptabilidad acordados entre el sindicado y el empleador, el punto crítico es el procedimiento para ello. Se permite negociar derechos que hoy en día son irrenunciables. Esta reforma hace que derechos que se consideran básicos sean negociables (la extensión de la jornada laboral, por ejemplo) con la única condición de que un sindicato minoritario que represente al 30% de los trabajadores los apruebe.

Es urgente que luchemos contra la aplicación de ésta adversa legalidad para la clase trabajadora, uniendo tal demanda con el término de toda la legislación laboral impuesta en dictadura y del sistema previsional basado en las AFP. Además, estas aspiraciones deben fundirse con las demás que enarbolan diversos sectores de nuestros pueblos: Educación y Salud gratuitas y de calidad; viviendas dignas de verdad; territorio y autodeterminación para el pueblo-nación Mapuche; por el cese del patriarcado; respeto a la diversidad sexual; respeto a los derechos y la dignidad de los migrantes; fin a la destrucción de nuestros entornos y formas de vida a causa de la ambición y el afán de lucro del gran capital, nacional y extranjero.

Esa es la verdadera vía por la cual los pueblos y los trabajadores de Chile podremos avanzar por la senda del combate efectivo contra nuestros enemigos de toda la historia. Lo demás es papeleo y quilombo inútil.

¡No + AFP, Ni Privada Ni Estatal!
¡No a la Aplicación de la Reforma Laboral Patronal del Gobierno!
¡A Luchar por Nuestros Derechos y Nuestra Dignidad!
¡Sólo la Lucha y la Unidad Nos Harán Libres!

Colectivo Acción Directa CAD -Equipo Sindical
Septiembre 14 de 2016

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