Hace dos
semanas se promulgó la “reforma laboral” de la NM, previamente sancionada
en la cueva de ladrones del congreso. Esto es un hecho que vendrá a perturbar al
débil Movimiento de Trabajadores chileno
Cuando el pasado
lunes 29 de agosto Bachelé promulgaba la dichosa reforma laboral auspiciada por
su gobierno de la Nueva Mayoría (NM), fue en parte sincera cuando señaló: "Esta reforma laboral no es todo lo que el ejecutivo impulsó y
el congreso por amplia mayoría aprobó". A renglón seguido e intentando
sonar sincera, nos lanzó su bienaventuranza: "aspirábamos a más, porque
estimamos que persisten desequilibrios en las relaciones laborales que deben
ser corregidos".
Respecto de lo
anterior, existen dos aspectos significativos. De una parte, resulta más que
sintomático que a 26 años de una falsa democracia (por mucho que sus defensores
traten de disfrazarla de tal), recién los grupos mantenedores del sistema de
dominación y explotación –encarnados ayer en la Concertación y hoy en la Nueva
‘Minoría’- caigan en cuenta que los explotados del país lo estamos pasando mal.
De otra, medias verdades son medias mentiras y justamente eso es lo que ocurre
cuando se dice que ésta reforma laboral es del tipo “pero es nada”, en
circunstancias que no vendrá a resolver ninguno de los graves problemas que
aquejan a l@s trabajador@s chilen@s.
A pesar que hace
rato que la Concertación-NM posee mayoría en ambas cámaras, sólo en el último
tiempo, luego que su proyecto político histórico –administrador/reproductor del
modelo- da muestras claras de agotamiento y de verse arrinconada por tanta
corrupción y cohecho, sus próceres decidieron lanzar un programa de reformas
acotadas. No obstante, y no lo decimos nosotros, sólo un 21% de la población está de acuerdo con los
términos en que se ha presentado y llevado a cabo ésta reforma laboral y un 62%
la rechaza por completo.
Los
patrones y la derecha
Por otro lado, la
derecha y la patronal insisten –y era que no- que nada de lo existente en
materia laboral debe cambiar, con el fin último de resguardar los niveles
extremos de explotación y las tasas de ganancias prevalecientes desde el Golpe
de Estado militar de hace 43 años. De paso y mediante una campaña del terror, para la cual cuentan con el 90% de los medios (des)informativos del país, dejan
entrever que si se viene un proceso de mejoras para los explotados cundirá la cesantía
y la caída de los salarios.
De hecho, el vocero
de los representantes del gran capital -la CPC-, Alberto Salas, ha criticado
éste y todo cambio jurídico laboral e incluso hace poco había exigido al gobierno
que insistiera en una "ley corta" para evitar la judicialización que,
según ellos, traerá aparejada la aplicación de la novel reforma.
"Los
conflictos no ayudan, por lo tanto, creo que sería importante buscar un
consenso entre todos para hacer una ley corta que permita definir un rumbo claro
y preciso para poder trabajar en pos del desarrollo de Chile", afirmó
Salas. Cuando se busca un atajo que conduzca al mismo punto de salida, la mejor
salida es eso de las “leyes cortas” y los empresarios y todos los politicastros
saben que esa es una de las formas, junto con los juicios abreviados, útiles
para que todo quede como siempre.
Y si les fallan las
dos vías anteriormente mencionadas, aún la derecha y el empresariado cuentan
con el recurso del antidemocrático Tribunal Constitucional, instancia muy propia
de la legalidad instaurada bajo la dictadura cívico-militar.
Toda la legalidad
ampara el derecho de los dueños del capital. Así, se dan el lujo de opinar respecto de la Reforma Laboral que es bueno que ésta: reconozca
al trabajo como una labor valiosa e importante para el desarrollo personal y
profesional de los chilenos, que dignifica a las personas que la realizan (lo de
siempre); el proyecto del gobierno reconoce la necesidad de hacer una Reforma
Laboral (de Perogrullo); contempla más temas de negociación entre el empleador
y el sindicato, buscando otorgar más posibilidades de adaptación laboral (un punto de sumo interés para la patronal), faltando,
eso sí, que la adaptabilidad laboral se extienda a todas las empresas y
trabajadores; no sólo para unas pocas como plantea el gobierno (sic); castiga
la violencia en las huelgas y posibles abusos de los sindicatos (algo muy
importante para mantener las cosas como están); refuerza el combate contra las
prácticas anti sindicales (¿?), aunque en la redacción de la nueva norma debe
ser precisado para evitar injusticias (¡¿?!).
Los patrones afirman
que es pésimo que ésta reforma: no se aplique a todos los trabajadores, jóvenes
y viejos; no incorpora el trabajo por hora (más flexibilización), herramienta
necesaria de incluir en el trabajo de mujeres, jóvenes y adultos mayores, especialmente
más pobres (por cierto, una preocupación vital de la burguesía); la prohibición
del reemplazo de los trabajadores en huelga va a significar un desequilibrio en
las relaciones laborales a favor de los sindicatos. Esto daña la relación
empleador – trabajador y perjudica a los ciudadanos cuando las empresas en
huelga no puedan prestar sus servicios o producir los bienes que necesitan
(pero olvidan la aplicación de los servicios mínimos, lo que relativiza
cualquier huelga); prohibición del descuelgue en la huelga, con lo que desconocería el
derecho del trabajador de
retirarse del proceso de
negociación, cualquiera sea el
número de días que se haya prolongado
una huelga; (el cuco) las PYMES,
una vez más, van a sufrir los efectos de una mala reforma; el esfuerzo de la
Reforma Laboral del gobierno por forzar a los trabajadores a pertenecer a
sindicatos (¿?), atenta contra la libertad de éstos, (y la del bronce:)) “¿Son
acaso niños que no pueden decidir si negociar individualmente, a través de un
grupo negociador o un sindicato? ¡Déjenlos decidir!”; y como falta mano dura
(como en tiempos de mi general), la Reforma no afronta el problema de las
huelgas ilegales que crean tanto problema a los ciudadanos (¡Qué desgracia!).
¿Cuál es
la dura sobre la Reforma Laboral-Patronal?
A toda esa canalla
de falsos representantes de los trabajadores llamada CUT o, lo que es lo mismo,
la oficina de asuntos laborales de la NM, tenemos que aclararles que su cacareada
RL, aprobada hace dos semanas, implica más bien fortalecer el reaccionario Plan
Laboral impuesto a sangre y fuego en tiempos de la dictadura cívico-militar.
En efecto, el
citado Plan Laboral fue ideado por José Piñera, ex Ministro del Trabajo (1979-1981) de
la dictadura cívico-militar, que también fue uno de los principales ideólogos del
funesto sistema de las AFP. Se trató del primer eslabón de una serie mayor de cambios
proyectados para la refundación capitalista de Chile, llamados las “siete
modernizaciones”, que buscaron la privatización y la absorción monopólica de la
formación económico-social. En concreto, el plan consistió en dos leyes: el DL 2.756
sobre sindicatos (publicado el 3 de julio de 1979) y el DL 2.758 sobre
negociación colectiva (publicado el 6 de julio de 1979). Como se puede constatar,
se orientó a reformular las relaciones colectivas de trabajo según los
intereses del gran capital, entendiendo que es lo más importante del modelo
laboral.
Los 4 pilares de
aquel Plan se proyectan a la actual RL: 1.- Una huelga que no paraliza; 2.- Una
franca despolitización del ámbito sindical; 3.- Negociación colectiva sólo por
cada empresa; 4.- Existencia de paralelismo entre sindicatos y asociaciones.
La nueva RL se
encarga, más bien, de adornar la reaccionaria legislación anterior: 1.- Le da
más peso a la Dirección del Trabajo, en detrimento de los sindicatos, dando pie
a interminables recursos y apelaciones allí y en los Tribunales del Trabajo;
2.- Crea potenciales prácticas desleales provenientes del sector de los
trabajadores, tales como la ‘presión moral’, el impedir el ingreso a las faenas
a directivos y trabajadores, etc.; 3.- No cambia el hecho que se negocia sólo
en las grandes empresas, con bajos resultados, mientras que poco o nada ocurre
al nivel de medianas y pequeñas empresas; 4.- Nuevamente se niega una conquista
histórica del movimiento de trabajadores, cual fue la negociación por rama de
actividad; 5.- Basta con un 30% de los trabajadores para que los acuerdos se
amplíen al 50% o más; En huelga, un simple juez de letras puede ordenar la
reanudación de faenas (antes lo ordenaba el presidente del país); ella se entiende
sólo como ‘pacífica’; se incorporan los ‘servicios mínimos’, que la dificultan
en beneficio del empresario y, más encima, los debe proveer el sindicato, so
pena de ser acusado de práctica desleal grave (censura con la que el gran
capital se cebará en contra de los portuarios, forestales y los contratistas y
subcontratistas del cobre); nuevamente no la pueden ejercer los trabajadores
públicos; no se la reconoce en cualquier circunstancia –como legítimos casos de
riesgo para la salud, en solidaridad o por temáticas políticas, económicas y
sociales-; etc., etc.
No por nada, son
muchas las voces que alertan con que esta RL no es más que un retroceso para el mundo
sindical y que las bases de la actual legislación que regula las relaciones
entre empleador y trabajadores –consagrada en el Plan Laboral de 1979– no sólo
se mantienen, sino también se profundizan en algunos puntos. Pero el tema es
más grave. Hay también una profundización de algo que ni siquiera José Piñera
se atrevió a hacer: los pactos de adaptabilidad. Esta legalidad contra-sindical
abre un espacio para la flexibilidad laboral que ni siquiera en el Plan Laboral
de 1979 se contemplaba.
Ahora, si bien las
últimas indicaciones del ejecutivo atenuaron en algo los requisitos que se
necesitaban para hacer extensivo a todos los trabajadores los pactos de
adaptabilidad acordados entre el sindicado y el empleador, el punto crítico es
el procedimiento para ello. Se permite negociar derechos que hoy en día son
irrenunciables. Esta reforma hace que derechos que se consideran básicos sean
negociables (la extensión de la jornada laboral, por ejemplo) con la única
condición de que un sindicato minoritario que represente al 30% de los
trabajadores los apruebe.
Es urgente que luchemos
contra la aplicación de ésta adversa legalidad para la clase trabajadora,
uniendo tal demanda con el término de toda la legislación laboral impuesta en
dictadura y del sistema previsional basado en las AFP. Además, estas
aspiraciones deben fundirse con las demás que enarbolan diversos sectores de
nuestros pueblos: Educación y Salud gratuitas y de calidad; viviendas dignas de
verdad; territorio y autodeterminación para el pueblo-nación Mapuche; por el cese
del patriarcado; respeto a la diversidad sexual; respeto a los derechos y la
dignidad de los migrantes; fin a la destrucción de nuestros entornos y formas
de vida a causa de la ambición y el afán de lucro del gran capital, nacional y
extranjero.
Esa es la verdadera
vía por la cual los pueblos y los trabajadores de Chile podremos avanzar por la
senda del combate efectivo contra nuestros enemigos de toda la historia. Lo
demás es papeleo y quilombo inútil.
¡No + AFP, Ni Privada Ni Estatal!
¡No a la Aplicación de la Reforma Laboral Patronal del
Gobierno!
¡A Luchar por Nuestros Derechos y Nuestra
Dignidad!
¡Sólo la Lucha y la Unidad Nos Harán Libres!
Colectivo
Acción Directa CAD -Equipo Sindical
Septiembre 14 de 2016
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