“El pacto de acero entre la OTAN y la Unión Europea”
Ante los
comunicados y declaraciones de la cumbre de la OTAN, realizada en Varsovia el 7
y el 8 de julio de 2016, toda la clase dirigente europea –tanto los gobiernos
como la oposición– observa el mayor mutismo mientras la OTAN denuncia un
supuesto belicismo ruso y obliga a los países miembros a comprar cada vez más
armamento estadounidense
En Red Voltaire
–public. 14/7/16
Ante los desafíos
inéditos provenientes del este y del sur, «ha llegado la hora dar a la
asociación estratégica OTAN-UE un nuevo impulso». Así comienza la
Declaración Conjunta firmada el 8 de julio en Varsovia, en ocasión de la
Cumbre de la OTAN, por el secretario general de la alianza atlántica Jens
Stoltenberg, el presidente del Consejo Europeo Donald Tusk y el presidente de
la Comisión Europea Jean-Claude Junker [1].
Un
verdadero cheque en blanco para la guerra entregado por los representantes de
la Unión Europea a Estados Unidos. Es, en efecto, Washington quien
tiene en sus manos el mando de la OTAN, bloque militar al que
pertenecen 22 de los 28 países miembros de la Unión Europea –o sea, 21 de
27, cuando el Reino Unido deje de ser miembro de la UE– y es por tanto Washington
quien impone su estrategia. Esa estrategia quedó enunciada claramente
en el comunicado aprobado el 9 de julio por la Cumbre: un documento que
cuenta 139 puntos –redactado casi exclusivamente por Washington, junto a
Berlín, París y Londres–, documento que los demás jefes de Estado y de
gobierno firmaron con los ojos cerrados [2].
Después
de extenderse agresivamente hacia el este, adentrándose en el territorio de la
antigua URSS, y de haber organizado el putsch neonazi de la Plaza Maidan para
reabrir el frente oriental contra Rusia, la OTAN acusa
a Rusia de «actos agresivos, desestabilización de Ucrania,
violación de los derechos humanos en Crimea, actividades militares
provocadoras en las fronteras de la OTAN en el Báltico y el Mar Negro
así como en el Mediterráneo oriental en apoyo al régimen sirio,
voluntad demostrada de alcanzar objetivos políticos mediante la amenaza y el
uso de la fuerza y retórica nuclear agresiva».
Ante
todo eso, la OTAN «responde» fortaleciendo la «disuasión»
–o sea, sus fuerzas nucleares en Europa– y su «presencia
avanzada en la parte oriental de la alianza» –o sea, su despliegue
militar al borde de las fronteras rusas. Es una verdadera declaración
de guerra –aunque la OTAN afirma que «no busca la confrontación
con Rusia»– que puede hacer volar en pedazos cualquier acuerdo
económico de los países europeos con Rusia.
En
el frente sur, después de haber destruido Libia haciéndole la guerra
simultáneamente desde adentro y desde el exterior y de tratar de hacer
lo mismo en Siria –lo cual fracasó gracias a la intervención
rusa–; después de haber armado y entrenado los grupos terroristas y de haber
favorecido la creación del Emirato Islámico (Daesh) y su ofensiva
contra Siria e Irak, empujando así oleadas de refugiados
hacia Europa, la OTAN se declara «preocupada» por la
crisis que amenaza la estabilidad regional y la seguridad de sus fronteras
meridionales, o sea «preocupada» por la tragedia humanitaria de los
refugiados; «condena» la violencia de Daesh contra los civiles
y, en términos más fuertes, condena también «el régimen sirio y sus
apoyos en la violación del cese al fuego».
Para
«responder a esas amenazas, incluyendo las que provienen del sur», la
OTAN fortalece las capacidades y despliegue de sus fuerzas. Esto exige «inversiones
adecuadas», o sea más gastos militares, que los aliados
se comprometieron a incrementar.
De
ello resultan las cifras oficiales que la OTAN publicó durante la cumbre
en las que puede verse que los gastos militares de Italia
–17 642 millones de euros en 2015– ascenderán en 2016,
según estima la propia OTAN, a 19 980 millones de euros, lo cual
representa un aumento de 2 300 millones. Si agregamos a eso los
gastos militares no incluidos en el presupuesto de Defensa (misiones
internacionales, navíos de guerra y otros), vemos que la cifra es
en realidad mucho más elevada. Teniendo en cuenta solamente las
cifras de la OTAN, en 2016 Italia está gastando diariamente un
promedio de 55 millones de euros en el sector militar.
Todo
eso para que el primer ministro Matteo Renzi puede pavonearse en los «Grandes»
en la cumbre de Varsovia, mientras que los miembros del Parlamento
italiano –incluyendo a la oposición– miran para otro lado cuando la OTAN y
la Unión Europea toman graves decisiones sobre nuestras vidas.
Las cifras correspondientes a cada uno de los países miembros de la OTAN aparecen en el comunicado del 4 de julio de 2016.
Fuente:
Il Manifesto
(Italia)
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de
la versión al francés de Marie-Ange Patrizio.
Notas:
[1] «Déclaration
commune OTAN-UE », por Donald Tusk, Jean-Claude Juncker y Jens
Stoltenberg, Réseau Voltaire, 8 de julio de 2016.
[2] «Communiqué
du Sommet de l’Otan à Varsovie », Réseau Voltaire, 9 de de
julio de 2016.
Colectivo Acción Directa Chile –Equipo
Internacional
Julio 18 de 2016
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