“El show de Trump: atrapado en el tiempo”
Por Harold Meyerson*
¿Qué hora es? ¿En qué año estamos? La primera noche de la convención de
Donald Trump sugería que hemos vuelto a una época anterior en la que la
criminalidad estaba descontrolada, el miedo acosaba las ciudades y la gente de
bien se resguardaba en sus hogares y rezaba para que pasase la tormenta.
“La inmensa mayoría de los norteamericanos no se siente segura”, anunció gravemente Rudy Giuliani, antes de proclamar que Trump restauraría el orden en Norteamérica, como había hecho él (golpeándose el pecho para asegurarse de que se entendía que quería decir él mismo) en Nueva York. No importante que la criminalidad haya descendido en una cuarta parte desde 2006 y se hubiera quedado en la mitad en el decenio precedente. Acechan peligros por doquier.
Para demostrar este extremo, los gestores de Trump trajeron a tres progenitores con hijos que habían muerto por causa de inmigrantes indocumentados. Dos de ellos murieron, sin embargo, en sendos accidentes de automóvil, y con más de 30.000 norteamericanos fallecidos todos los años a causa de ese género de accidentes, resulta difícil argumentar sobre la base de dos casos que los sin papeles representan un riesgo desproporcionado en la carretera. Al tercero de los hijos lo había matado un pandillero, pero puesto que esto había sucedido en 2008, durante la presidencia de George W. Bush, no queda claro por qué su padre hacía responsables a Barack Obama y Hillary Clinton. Sólo podemos concluir que la campaña de Trump se fue de compras buscando tragedias de las que culpar a los inmigrantes y esto es todo lo que han podido encontrar.
“Norteamérica tiene enemigos en casa y en el extranjero”, afirmó el teniente coronel Michael Flynn, mientras despotricaba de modo incoherente lamentándose de que “nuestras tropas están distraídas con lo de qué puerta del baño es la que tienen qué abrir”.
Si Trump llega de verdad a escoger a Flynn
como compañero de candidatura, tal como se dice que estuvo considerando, la
campaña habría tenido que cerrarle la boca, del mismo modo que hubieron de
hacer los gestores de George Wallace para acallar al compañero de candidatura
de Wallace, el general Curtis LeMay, después de que opinara que los EE.UU.
podrían librar y ganar fácilmente una guerra nuclear. El consejo que uno de los
compinches de Wallace le dio a continuación a LeMay—“Sigue con las tripas
abiertas y la boca cerrada”— habría sido un buen consejo para Flynn y, a ese
respecto, también para la mayoría de los oradores del lunes.
Aun considerando los baremos del moderno Partido Republicano, incluso tomando los de Fox News, la representación del lunes resultó insulsa, demagógica y sencillamente idiota hasta extremos increíbles, demasiado tosca para [Bill] O’Reilly [conocido periodista de la Fox], aunque adecuada, acaso para Hannity [impulsor de la Fox]. No hubo ningún debate acerca de lo que haría Trump como presidente aparte de erigir un muro, respaldar a la policía y apoyar a nuestras tropas (los inacabables debates acerca de que Obama y Clinton devalúan a las fuerzas armadas nada tenían que ver con la clase de guerras que hoy libramos; pero buena parte del debate de la tarde podría haber salido de uno de los ataques de la campaña de Reagan contra Jimmy Carter, cuando los EE. UU. se enfrentaban a la Unión Soviética, un poderoso Estado nacional. Por lo que a eso respecta, los argumentos no casaban con el aislacionismo de Trump, aunque sus gestores pensaban evidentemente que era más importante apuntalar la imagen de Trump como un tío duro en todos los aspectos).
Dese luego, la convención está resultando notablemente insubstancial. El programa republicano se promulgó en la sesión de la tarde, salvo que no conllevó discusión alguna de lo que afirmaba. Por lo que a eso toca, respecta, no hubo ningún debate de verdad acerca del hombre que es Trump. Giuliani declaró que revelaría algunas confidencias acerca de la ayuda prestada por Trump a los policías y bomberos heridos de Nueva York, pero en realidad no nos contó ninguna anécdota. Tampoco fue el caso de la aspirante a primera dama, que dio testimonio de la humanidad de Trump sin proporcionarnos ninguna historieta que lo demostrara.
De lo que se trataba en realidad el lunes — en realidad, de lo que se ha tratado en toda la campaña de Trump — era de que los republicanos se insolentaran ferozmente por los cambios que han barrido Norteamérica en las últimas décadas, y con la Norteamérica, más diversa, cosmopolita y progresista, que ha surgido entretanto, y las fuerzas y líderes políticos que representan a esa nueva Norteamérica. Su descontento tiene más que ver con el desplazamiento cultural y racial que con la marginación económica y el declive de la clase obrera blanca. El orador que suscitó estas cuestiones el lunes, el senador de Alabama Jeff Sessions, fracasó por completo a la hora de levantar a la multitud. Sessions fue, a buen seguro, fue un orador apático, pero era esta una velada en la que cualquier otro mentecato oratorio (y eran legión) podía conseguir cierta reacción sólo con atacar a Clinton, o con alabar a los soldados o corear “¡USA!”
Los republicanos se habían mostrado divididos durante su sesión, cuando la votación para aceptar el reglamento de la convención creó auténtica agitación y enojo entre la base. Los delegados contrarios a Trump andaban locuazmente exasperados por su incapacidad para conseguir que votaran todos los asistentes sobre el reglamento. Todos los delegados se sentían, no obstante, unidos en su rabia por tener que compartir y ceder su país a gente que no es como ellos. No se trata, empero, de un mensaje que encuentre mucho eco más allá de la base del Partido. No congregará a votantes suficientes para llevar a Trump a la victoria. De aquí el retroceso a la retórica de ley y orden de Richard Nixon, a la descripción de un país en el que el orden se desmorona ante fuerzas peligrosas y perturbadoras.
Sería sorprendente que los republicanos pudieran sacar esto adelante. Si bien los atentados terroristas pueden ser traumáticos, el país no se enfrenta al tipo de entorno que ayudó a que fuera elegido Nixon: una guerra desastrosa y costosa en el exterior y disturbios generalizados en casa. Además, el atractivo de Nixon como contragolpe racial funcionó en un país cuyo electorado era blanco en un 90 %, mientras que el electorado de hoy es blanco aproximadamente en un 70%.
Si bien puede que Nixon proporcione el modelo de la campaña de Trump, fue Reagan el único presidente al que se invocó —una y otra vez — en los actos del lunes. Los Bush se han convertido en innombrables, dado que se han negado a apoyar a Trump, mientras que Ford, Nixon y Eisenhower presidían un partido que todavía aceptaba antaño el papel del Gobierno, y como tales son hoy anatema para el actual Partido Republicano. Al haber borrado su propia historia, los oradores de la convención se sintieron libres de atribuir ciertos pecados a Obama — como fracasar a la hora de acabar con Osama Bin Laden (acusación que hizo Flynn de pasada) — que en realidad corresponden a George W. Bush.
Pero al diseccionar la historia, la política y la estrategia, no logro transmitir la vaciedad, el desierto del pensar, la vasta y paralizante nadería que desató Donal Trump sobre el país la noche en que se inauguró la convención. Este cónclave está pidiendo a gritos un Mencken [célebre y clásico periodista satírico norteamericano de hace un siglo] que se ría a carcajadas de la concentración de esta patulea. Y esto no ha hecho más que empezar.
*Harold Meyerson, columnista del diario The
Washington Post y editor general de la revista The American Prospect, está
considerado por la revista The Atlantic Monthly como uno de los cincuenta
columnistas mas influyentes de Norteamérica. Meyerson es además vicepresidente
del Comité Político Nacional de Democratic Socialists of America y, según
propia confesión, "uno de los dos socialistas que te puedes encontrar
caminando por la capital de la nación" (el otro es Bernie Sanders,
combativo y legendario senador por el estado de Vermont).
Fuente: The American Prospect, 19 de julio de 2016
Traducción: Lucas Antón
Colectivo Acción Directa Chile –Equipo
Internacional
Julio 27 de 2016
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