“365 días juntos”
Por Esteban de Gori y Mariana
Fernández
En Celag.org –public. 28/12/16
Macri
llegó a cumplir su primer año. No tuvo catástrofes políticas, ni grandes
conflictos sociales. Logró un acuerdo con diversas organizaciones para lograr
una (provisoria) pax social. No padeció el mítico rigor del universo peronista,
sino que parte de éste colaboró con la gobernabilidad. Entabló una alianza
importante con sus gobernadores. Pese al reconocimiento de emergencia social –
que implicó un acuerdo con diversas organizaciones-, mantiene núcleos de
legitimidad importante en varios sectores sociales.
Los datos de estas
últimas semanas son interesantes. Macri baja su aprobación desde que asumió la
presidencia (71%), pero la conserva en un valor significativo (55%, Encuestadora Poliarquía, 3 al 8/12).
Una gestión
deslucida y con gran capacidad para hacer acuerdos precarios es sostenida por
una relativa confianza en el futuro. Con indicadores sociales preocupantes
(aumento del desempleo, cierre o crisis en algunas pequeñas y medias empresas,
reducción del presupuesto científico, etc.) no recibe cuestionamientos severos.
Un gobierno que no despliega todas las capacidades estatales, que subejecuta su
presupuesto, que prescinde de las divisas que ingresan por las exportaciones de
productos agrícolas, que se endeuda con el argumento de no conseguir
inversiones, que debe negociar a dos bandas con gobernadores y senadores
peronistas, pero que –pese a todo, repetimos- suscita una confianza a futuro.
¿Confianza? ¿Creencia? ¿Desinterés? ¿Amor? ¿Horror al pasado, a la política?
Hay algo atractivo,
sociológicamente hablando. Una parte importante de la población confía en
alguien que desconfía de la política. No solo eso, que hace de la presidencia
un trabajo de horarios laborales. Que puede indicar que no está al tanto sobre
diversos acontecimientos, contrariando liderazgos como el de Cristina, que
deseaba comunicar y transmitir lo que sabía. Este, un interesante rasgo de
época, es aprovechado por el macrismo. Un retiro cotidiano de los asuntos
estatales. Cambiemos, tuvo una victoria
simbólica que por ahora tiene cierto rédito: “liberó” a los ciudadanos de la
política. “Nosotros la hacemos. Ustedes tranquilos, sigan con su vida privada.
La polis es un estorbo para la vida individual”. Los ciudadanos y ciudadanas no
son interpelados a entablar debates, a posicionarse, a reconocer adversarios.
Son arrojados a su libertad individual de desatender los temas que, finalmente,
condicionarán –o determinarán- sus posibilidades materiales de ejercer dicha
libertad. No quieren ser parte de un supuesto héroe colectivo, ni anónimo. No
quieren ser llamados. Cambiemos –el espacio de Macri- va hacia ellos, va hacia
su vida privada, proponiéndoles el aislamiento de lo que tenga que ver con lo
social y lo político. Podrá hacerlo hasta que la vida privada no implosione y
ese malestar se articule con reclamos sindicales, sociales o culturales. Luego,
tendrá que enfrentarse con la calle, con lo público. Su gran temor y preocupación.
El macrismo hace todo lo posible, no solo para que no se tome la calle, sino
para que lo público emerja. Dan cuenta de este pasaje una suerte de ensayo y
error al que somete las diversas decisiones gubernamentales. El humor de clases
medias y de los gobernadores se ha vuelto un termómetro del macrismo. En estos
días, el tema del impuesto a las “ganancias” ha impulsado al gobierno a recrear
alianzas con los gobernadores peronistas para frenar el proyecto presentado por
la oposición.
Lo público y la
calle. Un problema de Macri. Veamos esta foto. El presidente con una hojita que
dice: 1 año juntos: el tipo celebra su cumpleaños solo. Feliz pero sin nadie
alrededor. Un aguafiestas con su fotógrafo/a. Un festejo algo extraño, por
fuera de cualquier rictus de conmemoración conocido. Se puso una nota sobre su
gestión (un 8) y se fue a su casa. El macrismo es la gran metáfora de una
acción política que se retira de la calle y del afecto de sus adherentes.
El macrismo
resiste. Recrea un lenguaje que articula “sinceramiento” y propuestas
anti-populistas. Una filosofía del orden pensada desde la subjetividad misma
del individuo. Allí linkea con el mundo cultural posmoderno. “Antes nos
excedimos, vivíamos de fiesta, ahora hay que volver a lo real. Jodernos por lo
que hicimos en el pasado.” La responsabilidad, entonces, siempre recala en el
individuo y en una política “equivocada”.
El macrismo, in
presente, se desenvuelve eficientemente en el ambiente fragmentado de la
política argentina. Por ahora, y pese a magros resultados, ha logrado
desestructurar a un adversario con capacidades de erosionarlo. Eso, por el
momento, es poder. Veremos si logra conservarlo en 2017.
Colectivo
Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Diciembre 30 de 2016
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