Los acusados, los reconocidos criminales de lesa humanidad Armando Fernández Larios y el CIA yanqui Michael Townley, formaban parte de la siniestra DINA y realizaron un mortal atentado con bomba en contra de Orlando Letelier, ex canciller de Allende, el 21 de septiembre de 1976. Moffitt era secretaria de éste último y le acompañaba aquel aciago día
Por su responsabilidad en el delito de
homicidio calificado de RONNIE MOFFITT, ilícito perpetrado el 21 de septiembre de 1976, en Washington
D.C., la Corte Suprema aprobó la solicitud de extradición activa a Estados
Unidos de los asesinos Armando Fernández Larios y del ciudadano estadounidense Michael Townley Welch, por su responsabilidad en el delito de homicidio calificado
En
fallo unánime, la Segunda Sala del máximo tribunal del país –integrada por los
ministros Milton Juica, Carlos Künsemüller, Haroldo Brito, Lamberto Cisternas y
Jorge Dahm– aprobó la solicitud elevada por el ministro en visita Mario
Carroza, quien procesó en junio pasado a ambos agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), como autores del homicidio de la
secretaria del Orlando Letelier.
De
acuerdo al fallo de la Corte Suprema, en la especie se cumplen los requisitos
para solicitar la extradición de Fernández (uno de los sádicos integrantes de
la fatídica ‘Caravana de la Muerte’, en 1973) y Townley, establecidos en el tratado de
extradición suscrito entre Chile y Estados Unidos en 1902.
"De
conformidad a lo pactado en esta convención, los Gobiernos de ambos países han
comprometido entregarse mutuamente a las personas que, habiendo sido acusadas o
condenadas por alguno de los crímenes o delitos especificados en su artículo II
y cometidos dentro de la jurisdicción de una de las Partes Contratantes,
busquen asilo o se encuentren en territorio de la otra. Como se lee de sus
artículos VI y VII, el delito de que se trate no debe tratarse de uno que tenga
el carácter de político; y los procedimientos legales o la aplicación de la
pena correspondiente al hecho cometido por la persona reclamada, no deben
encontrarse prescritos", sostiene el fallo del máximo tribunal.
La
resolución agrega que "(…) en el caso del delito de homicidio calificado
cometido en la persona de Ronnie Moffitt el día 21 de septiembre de 1976 en la
ciudad de Washington todas las exigencias consignadas en los fundamentos
anteriores aparecen debidamente cumplidas. En efecto, el delito de homicidio,
comprendiendo el asesinato, se enumera en el artículo II del Tratado. Los
múltiples antecedentes consignados por el tribunal instructor permiten tener
por establecidas presunciones suficientes para afirmar que a los requeridos les
cupo participación culpable en los hechos investigados en la causa, los cuales
se perpetraron en la ciudad de Washington, Estados Unidos; se trata de un
delito común, no político ni relacionado con uno de ellos, y a cuyo respecto la
acción penal no está prescrita como lo consigna el tribunal instructor y el
Fiscal Judicial en su informe por tratarse de un delito de lesa humanidad.
Finalmente, se encuentra establecido que los requeridos mantienen residencia en
Estados Unidos de Norteamérica, según se consigna en la comunicación despachada
desde la Oficina Central Nacional Interpol de la Policía de Investigaciones de
Chile de veintiséis de julio pasado, agregado en el Tomo I".
Por
lo tanto, concluye: "se declara que es procedente solicitar al
Gobierno de Estados Unidos de América la extradición de Armando Fernández
Larios y Micheal Townley Welch, por la responsabilidad que se les atribuye como
autores del delito de Homicidio calificado cometido en la persona de Ronnie
Moffitt previsto y sancionado en el artículo 391 N° 1 del Código Penal, por el
que fueran procesados. Para el cumplimiento de lo resuelto diríjase oficio al
señor Ministro de Relaciones Exteriores a fin de que se sirva ordenar se
practiquen las diligencias diplomáticas que sean necesarias".
Memoria
Histórica
En
la mañana del día 21 de Septiembre de 1976, Letelier y su colega Ronnie Moffitt
morian asesinados por agentes de la dictadura cívico-militar chilena mediante
el demencial expediente de una bomba instalada bajo el auto mientras
transitaban junto al marido de Ronnie, Michael, por Sheridan Circle, a solo
metros de la residencia de la Embajada de Chile. Sería el primer atentado
terrorista cometido por un gobierno extranjero en la capital de los EE.UU.
Más
de un año antes, Letelier había vuelto a Washington luego de haber sido
encarcelado el mismo día del golpe de Estado militar que cerró violentamente el
paso a la ofensiva el Pueblo chileno, el 11 de Septiembre de 1973. Tras pasar
casi dos años preso en la remota isla Dawson en el sur antártico de Chile,
quien había sido Embajador en Washington y Ministro de Relaciones Exteriores de
Salvador Allende, fue primero expulsado a Caracas, y de ahí se trasladó a
Washington, con su esposa Isabel y sus cuatro hijos: una ciudad a la que
conocía bien, por haber sido durante años funcionario del Banco Interamericano
de Desarrollo.
Ni
Letelier, ni los demás chilenos que se habían reunido con él para denunciar en
EE.UU. las atrocidades cometidas por la dictadura cívico-militar chilena, ignoraban
los peligros que corrían quienes dirigían estos esfuerzos. El chacal Pinochet
había ordenado el asesinato del ex comandante en Jefe del Ejército Carlos Prats
y de su esposa Sofía, en 1974, y luego el asesinato frustrado del líder
demócrata cristiano Bernardo Leighton en Roma, en 1975. Pocos creían que el
aparato represivo dictatorial se atrevería a cometer un atentado en Washington.
No sabían entonces lo que Pinochet había dicho a Henry Kissinger tres meses
antes del crimen en Sheridan Circle, cuando a las melosas promesas de apoyo del
Secretario de Estado imperial, había respondido tercamente con un reclamo y una
amenaza: “será lo que usted dice, pero ahí están Orlando Letelier y Gabriel
Valdés atacándome en el Congreso de los Estados Unidos”.
Y
efectivamente, a Orlando Letelier le unía una gran amistad con el Senador Ted
Kennedy, conocía muy bien a George Mac Govern y Edmund Muskie y en 1975 había
promovido el viaje del Senador Tom Harkin y el Congresista George Miller a
Chile y a sus centros carcelarios. El día antes de su asesinato, el grupo de
chilenos liderados por Letelier preparaba una visita al Congreso de la esposa
de un dirigente socialista condenado a muerte por la dictadura, y un mes antes,
Letelier y Valdés habían respaldado la primera reunión entre miembros de la
izquierda y el centro demócrata cristiano chileno en Nueva York. Esas eran las
razones por las cuales la dictadura temía al ex canciller del gobierno popular.
Hoy
sabemos, gracias a un memorándum del Secretario de Estado George Shultz al
Presidente Ronald Reagan, del 10 de Junio de 1987, que un informe de la CIA
concluyó fehacientemente que Pinochet dio personalmente la orden a la DINA de
asesinar a Letelier y con él a la comprometida activista por los DD.HH. Ronnie
Moffitt.
Ronnie,
con 25 años al momento del mortal atentado, era una ciudadana norteamericana y
se desempeñaba –como Letelier- en el Instituto de Estudios de Políticas (Institute
for Policy Studies), en Washington, D.C.
“No
habrá piedra ni mar que los proteja ni guarida ni caverna perdonada”
(Canción de Karaxu)
¡Ni Olvido Ni Perdón: Verdad, Justicia y
Memoria!
¡Sólo la Lucha y la Unidad Nos Harán Libres!
Colectivo Acción Directa CAD –Chile
Diciembre
8 de 2016
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