“Fidel y las transnacionales”
Consciente del papel histórico que las
empresas transnacionales han jugado en la concepción y aplicación de las
políticas monopólico-financieras a partir de la década de los años setenta, la
voz de Fidel se ha elevado para reflejar la esencia de tales manipulaciones y
dedicar al estudio de estas expresiones del sistema capitalista importantes
análisis, indispensables a la hora de desentrañar las causas que provocan tales
fenómenos y discutir sobre las políticas alternativas para impulsar otro mundo
posible
En Cuba
Debate –public. 2/12/16
Fidel y
las empresas transnacionales en los primeros años de la revolución
En los últimos cien
años, en la misma medida que el sistema capitalista ha continuado avanzando y
los Estados-nación han venido cediendo parte de su soberanía en cuanto a las
decisiones socioeconómicas, las empresas transnacionales han logrado
consolidarse y ampliar su control sobre incontables recursos, tanto naturales
como humanos. Cuba también experimentó la explotación de las empresas
transnacionales radicadas en Cuba. Sobre este proceso Fidel destaca: “Pero
el hecho fue que los yankis se apoderaron de nuestra economía. Y si en 1898
poseían inversiones en Cuba por valor de 50 millones, en 1906 unos 160 millones
en inversiones, y 1 450 millones de pesos en inversiones en 1927”. (Castro
Ruz, Fidel, 1968)
“No
creo que haya otro país donde se haya producido en forma tan increíblemente
rápida semejante penetración económica, que condujo a que los imperialistas se
apoderaran de nuestras mejores tierras, de todas nuestras minas, nuestros
recursos naturales; que explotaran los servicios públicos, se apoderaran de la
mayor parte de la industria azucarera, de las industrias más eficientes, de la
industria eléctrica, de los teléfonos, de los ferrocarriles, de los negocios
más importantes, y también de los bancos”. (Castro Ruz, Fidel, 1968)
En
los primeros años de la Revolución se organizarían nuevas estrategias para
favorecer al pueblo que entraban en contradicción directamente con los
intereses de tales empresas extranjeras, fundamentalmente norteamericanas.
Estas acciones desembocaron en una guerra mediática y otra que implicaba
ataques directos a los bienes económicos y sociales del país con las que se
pretendía acabar con el gobierno revolucionario. Sobre estos acontecimientos,
Fidel declararía: No se puede llamar democracia al gobierno de las
oligarquías; democracia es el gobierno del pueblo, como dijo Lincoln, para el
pueblo y por el pueblo, y aquí sí hay democracia porque aquí ya las oligarquías
no gobiernan, aquí gobierna el pueblo”. (Castro Ruz, Fidel, 1959a)
“Estamos
haciendo una revolución profunda. Esta Revolución tiene por objetivo llevar a
los sectores más humildes y necesitados del país los beneficios de las medidas
revolucionarias, y aun cuando esas medidas perjudiquen algunos intereses
nacionales toda la nación marcha detrás de las medidas revolucionarias, y
marcha más unida tras las medidas del Gobierno Revolucionario mientras más
evidente se hace la actitud de los intereses extranjeros lesionados por nuestra
Revolución ; porque, en definitiva, ¿qué problemas tenemos en Cuba y qué
problemas tiene nuestra Revolución que no sean problemas con intereses
extranjeros? ¿Y qué tienen que ver los intereses extranjeros con nuestra
Revolución?”
(Castro Ruz, Fidel, 1959b)
En
opinión del intelectual Atilio Borón, refiriéndose a la importancia histórica
de la Segunda Declaración de la Habana: “Si hoy esta región no es la misma
que hace medio siglo atrás; si aquí se ha derrotado al ALCA, si hay gobiernos y
pueblos que resisten y luchan contra el imperialismo, si el centro de gravedad
de la política latinoamericana se ha corrido hacia la izquierda, todo eso se lo
debemos, en una medida mucho mayor de lo que habitualmente se reconoce, a ese
grito lanzado por Fidel desde La Habana, plantando una semilla que germinaría
en mil flores. Un texto de enorme valor histórico y de también rigurosa
actualidad que las nuevas generaciones de luchadores anti-imperialistas y
anticapitalistas deben leer, estudiar y, lo más importante, llevarlo a la
práctica”. (Borón, A, 2012)
Este
documento marca, sin dudas, un legado histórico, reflejo fiel de una etapa, de
su coyuntura internacional, y simultáneamente ofrece un escenario sobre los
problemas que todavía hoy enfrentan los países subdesarrollados,
fundamentalmente la región latinoamericana.
“¿De
dónde salieron las colosales sumas de recursos que permitieron a un puñado de
monopolistas acumular miles de millones de dólares? Sencillamente, de la
explotación del trabajo humano. Millones de hombres, obligados a trabajar por
un salario de subsistencia, produjeron con su esfuerzo los gigantescos
capitales de los monopolios. Los trabajadores acumularon las fortunas de las
clases privilegiadas, cada vez más ricas, cada vez más poderosas. A través de
las instituciones bancarias llegaron a disponer estas no solo de su propio
dinero, sino también del dinero de toda la sociedad. Así se produjo la fusión
de los bancos con la gran industria y nació el capital financiero. ¿Qué hacer
entonces con los grandes excedentes de capital que en cantidades mayores se iba
acumulando? Invadir con ellos el mundo. Siempre en pos de la ganancia,
comenzaron a apoderarse de las riquezas naturales de todos los países
económicamente débiles y a explotar el trabajo humano de sus pobladores con
salarios mucho más míseros que los que se veían obligados a pagar a los obreros
de la propia metrópoli. Se inició así el reparto territorial y económico del
mundo. (Castro
Ruz, Fidel, 1962)
Estos
mensajes también despertaron la conciencia de los pueblos latinoamericanos y
del Tercer Mundo acerca de la necesidad de iniciar la lucha por la justicia, la
dignidad, la democracia; palabras capaces de movilizar a las masas en la
búsqueda de la verdadera satisfacción de las necesidades de los pueblos.
Fidel Castro y el tratamiento del
tema de las transnacionales en el período de años 70 y 80: El estallido de la
crisis de la deuda externa en la región latinoamericana
Fidel
Castro retoma el recrudecimiento de la crisis a inicios de los 70 vinculando
sus impactos al deterioro de la situación económica, social y ambiental, en los
países capitalistas desarrollados.
“A
fines de la pasada década, arrastrada por el peso de sus propias
contradicciones y, sobre todo, por el apetito insaciable de ganancias de los
grandes monopolios, la economía capitalista entró en un período de conmociones
y sacudidas de insólita fuerza. Tras diferentes altibajos e infructuosos
intentos de los gobiernos burgueses por estabilizar y controlar la situación,
desde la primera mitad del año pasado los índices de la economía capitalista
señalan un descenso acentuado de la producción, acompañado por el agravamiento
de todos los demás factores que componen la crisis. (Castro Ruz, Fidel,
1974)
El
análisis realizado por Fidel Castro en el contexto de la crisis petrolera de
este período confiere, ya desde esta etapa, un papel preponderante a los
manejos de los monopolios en el contexto global, que se acrecentará con los
años: “No es de extrañarse, pues, que las siete mayores compañías petroleras
declarasen en 1973 beneficios del orden de los 8 000 millones de dólares, un
77% más que el año anterior, y que esperen para el presente año ganancias por
17 500 millones”. (Castro Ruz, Fidel, 1974)
El
período comprendido entre los años setenta y principios de los ochenta, resultó
particularmente difícil para el Tercer Mundo. Los impactos de la recesión en
los EE.UU que comenzó en el período 1969-1971, se extendieron hasta los
primeros meses de 1984, sacudiendo a la economía norteamericana y a las demás
regiones. El tema de la deuda externa comenzaría a ser abordado por Fidel ya
desde esta etapa: “Las deudas de los pueblos de América Latina después de la
Alianza para el progreso aumentaron a más de 20 000 millones de dólares. Y como
explicó en las Naciones Unidas el compañero Salvador Allende, los monopolios
extraen de la América Latina más de 1 000 millones de dólares al año, y en los
últimos la años han extraído 10 000 millones más de lo que han invertido en
este continente”. (Castro Ruz, Fidel, 1972a)
El
Comandante Fidel Castro se referirá también a todos estos elemento que fueron
conformando el caldo de cultivo para la crisis de los 70: “El problema más
serio que tiene hoy ante sí el Movimiento de los Países No Alineados es la
actual crisis económica internacional. Esta crisis se inició con la inflación
galopante en el mundo capitalista desarrollado, a la cual se le suma ahora una
grave recesión económica. Para los estudiosos de Marx, Engels y Lenin tal hecho
no constituye una sorpresa ni un misterio. La crisis económica es consustancial
al sistema capitalista, agravada en este caso por la política de guerra fría,
la carrera armamentista y la represión del movimiento de liberación nacional
que propició el imperialismo norteamericano después de la Segunda Guerra
Mundial; por el intercambio desigual y el feroz saqueo a que las sociedades
capitalistas desarrolladas sometieron a los recursos naturales de los países
subdesarrollados del mundo”. (Castro Ruz, Fidel, 1975)
Ya
desde esta etapa comienza Fidel a señalar la conjunción de múltiples factores
que establecen elementos clave para la actual crisis sistémica en la que se
verá envuelta la humanidad en la décadas de los 2000. Con aguda certeza apuntan
sus ideas hacia el papel jugado por los monopolios y el capital transnacional.
En
el Informe a la VII Cumbre de los Países No alineados, en 1983 Fidel Castro
analizaba la naturaleza compleja de las políticas aplicadas por las
transnacionales; “Ante todo es necesario apreciar el impresionante grado de
control ejercido por las transnacionales sobre la comercialización de productos
básicos. Este hecho fundamental, pese a ser bastante conocido, no siempre es lo
bastante destacado. La realidad es que, “de hecho, todo el comercio
internacional de los productos primarios exportados por los países en
desarrollo sigue estando dominado por las empresas transnacionales”.
(Castro Ruz, Fidel, 1983).
Fidel Castro y el tratamiento del
tema de las transnacionales en las décadas de los 90 y los 2000
La
década de los 90 será testigo excepcional del avance de las políticas monopolistas,
de la profundización de los procesos de financierización económica y de la
concentración cada vez más profunda de los capitales en manos de las
transnacionales. En las tres últimas décadas del siglo pasado y en los años
transcurridos del actual, la expansión a escala global del gran capital ha
recreado un entramado político, económico, jurídico y cultural, que ha
beneficiado directamente, en primer lugar a las transnacionales.
“Si
se quiere discutir sobre el tema, discútase, y que cada cual se enfrente, según
su conciencia, a las cifras irrebatibles y las realidades palpables que
demuestran el desarrollo acelerado de una especulación financiera universal e
insostenible, la vulnerabilidad creciente de las economías, la destrucción de
la naturaleza, el porvenir incierto y el abismo sin fondo a que nos conducen el
capitalismo ciego e incontrolable y un globalismo aplastante y brutal, bajo la
égida de la potencia más poderosa y egoísta de la historia. No hay que esperar
a que las monedas pierdan su valor y las bolsas se desplomen” (Castro Ruz,
Fidel, 1997)
Ya
en el Informe a la VII Cumbre de los Países No alineados, en 1983 Fidel Castro
se refería al evidente poder que, en términos económicos, tienen las
corporaciones transnacionales. Un estudio sobre fuentes estadísticas
disponibles situaba la “producción transnacional” a finales de los años noventa
en torno al 10% del producto mundial (Glyn, Andrew y Sutcliffe, Bob, 1999). Las
empresas transnacionales o multinacionales han pasado de ser unas 7.000 en la
segunda mitad de los años sesenta a 80.000 en el 2010, y controlaban 810.000
compañías filiales. A pesar de que existen miles de transnacionales en el
mercado global, apenas unos cientos de ellas controlan a las demás: 737
multinacionales monopolizan el valor accionarial del 80% de total de las
grandes compañías del mundo, y solo 147 controlan el 40% de todas ellas.
(Ramiro P. et Al, 2012)
Las
enormes ganancias que acumulan las empresas transnacionales tienen su origen en
mecanismos de explotación y apropiación de la riqueza económica que constituyen
la esencia misma del sistema capitalista. La creciente explotación de los
obreros y campesinos y la permanente introducción de políticas que reducen
salarios , las presiones sin límites para garantizar el control de las materias
primas y recursos naturales, la especulación financiera tanto con el excedente
obtenido como con todo aquello que pueda ser comprado y vendido, la
mercantilización de cada vez más esferas de las actividades humanas y la
absoluta prioridad de la que gozan los mecanismos de reproducción del capital
frente a los procesos que permiten el sostenimiento de la vida han servido,
efectivamente, para que los principales directivos y accionistas de las grandes
corporaciones se conviertan en multimillonarios.
“Le
presentan al mundo como algo ideal esos desarrollos a través de las empresas
transnacionales y de las medidas que imponen los organismos internacionales de
finanzas. Van a acabar de destrozar lo que queda de la naturaleza. La
concepción globalista monopolista y capitalista significa la suspensión de
todas las barreras y regulaciones que dificulten la transferencia de grandes
masas de capital de un país a otro, de una región a otra, el desarrollo máximo
del mercado mundial en manos de las transnacionales y en beneficio de las
potencias más ricas y desarrolladas” (Castro Ruz, Fidel, 1997a)
Hoy
las compañías multinacionales controlan sectores estratégicos en la economía
mundial tales como energético, financiero, telecomunicaciones, servicios de
salud básicos, agricultura y alimentación, desarrollo de infraestructuras,
agua, recursos de la biodiversidad, medios de comunicación, e industrias
bélicas.
La
crisis capitalista actual ha fortalecido el accionar económico y la capacidad
de influencia política de las grandes transnacionales que simultáneamente
realizan negocios en diversos sectores tales como los recursos naturales, los
servicios públicos y la especulación inmobiliaria, o se establecen y adueñan de
los mercados de futuros de energía y alimentos, las patentes sobre la vida o el
acaparamiento de tierras. La actual crisis sistémica abarca ya no
solo el sector económico sino que se extiende al medioambiente, a la cultura, a
la sociedad.
En
su discurso ante Informe a la VII Cumbre de los Países No alineados, en 1983
Fidel Castro introducía algunos temas que perfectamente constituyen los
antecedentes para la refacturación de mercancías, uno de los mecanismos
empleados por las empresas transnacionales para sacar provecho de los paraísos
fiscales.
“Otro
procedimiento consisten en inflar los costos de las mercancías importadas desde
sus sucursales, para burlar los controles gubernamentales tendentes a impedir
que los márgenes de venta al por menor excedan de cierto porcentaje de los
precios de las mercancías importadas o de los costos de producción. También se
manipulan los precios de transferencia para retirar las ganancias y los saldos
de tesorería de los países de moneda débil y eludir las restricciones en
materia de extracción de divisas”. (Castro Ruz, Fidel, 1983)
En
opinión del Informe sobre Integridad Financiera Mundial, la refacturación
comercial es la manera más común de cambiar de lugar reservas ilícitamente de
países subdesarrollados. Esta organización ha calculado que la refacturación se
duplicó en el período entre 2004 y 2012, representando más de 80% de todos los
flujos ilícitos, aproximadamente unos 655 mil millones de dólares promedio
anual. Asimismo, el volumen global de los flujos financieros ilícitos
provenientes de los países subdesarrollados, de los cuales la refacturación
constituye mayoría, resultaba superior al valor combinado de la AOD y la
inversión directa extranjera (IED) recibida por estos países. (Spanjers Joseph
y Frede Foss Håkon, 2015)
“El
resultado de todo esto, es un comercio internacional distorsionado, precios de
transferencia que actúan como piezas en el mecanismo de explotación comercial e
intercambio desigual, una menor capacidad nacional para dirigir las economías y
orientar el desarrollo, una dependencia de nuevo cuño e inalterable sustancia,
estadísticas internacionales engañosas que sugieren un curso positivo, allí
donde las tendencias reales indican un ahondamiento del subdesarrollo y
creciente saqueo”.
(Castro Ruz, Fidel, 1983)
También
en este período, y como consecuencia de las pérdidas económicas experimentadas
por Cuba a raíz de la desaparición del campo socialista, se inició un proceso
de transformaciones en el cual se abrió paulatinamente la posibilidad de
atracción de inversiones extranjeras al país. Sobre estas tendencias que
resultaban controvertidas, el Comandante Fidel Castro comenta y aclara las
motivaciones, las causas que predominaron en la adopción de tales políticas así
como el enfoque totalmente social que recibiría la redistribución de las
ganancias y recursos obtenidos a partir de dichas inversiones.
“Aunque
antes del derrumbe del campo socialista habíamos pensado en ciertas formas de
inversión extranjera para sociedades mixtas en ciertas ramas donde no había
otra solución, estamos bien conscientes de que durante muchos años combatimos
la inversión extranjera, estamos bien conscientes de que durante muchos años
nos sentíamos orgullosos de que el pueblo fuera dueño de todos sus recursos, de
todas sus industrias y de todos los bienes del país; sin embargo, en las
condiciones actuales no podíamos prescindir de la inversión extranjera en un
grado mayor porque necesitábamos capital, tecnología y mercados. Son los
factores determinantes, lo contrario sería la parálisis, el estancamiento
durante mucho tiempo. (Castro Ruz, Fidel 1995)
“Cualquier
ingreso que obtenga el país por cualquiera de esas vías no es para enriquecer a
nadie ni para ir a parar a los bolsillos de nadie, es para el pueblo hasta el
último centavo para comprar alimentos, para comprar medicamentos, para comprar
combustible para que hubiera luz eléctrica, para comprar materias primas
indispensables para la producción, para que el país marche. Y el país,
cualesquiera que sean las dificultades, marcha, y marcha ordenadamente; y el
pueblo, cualesquiera que sean los sacrificios, comprende que ese era el camino
correcto, que ese era el camino revolucionario; y, desde luego, sin el bloqueo,
aquí en este país se habrían invertido grandes cantidades”. (Castro Ruz, Fidel
1995)
Conclusiones
El
pensamiento de Fidel Castro sobre el accionar de las transnacionales resulta
hoy transcendente y oportuno. En la medida que estas empresas asumen nuevas
formas de explotación, los impactos que generan abarcan simultáneamente
múltiples sectores y provocan enormes violaciones de los derechos humanos.
“El
neocapitalismo, la globalización de la economía, la política hegemónica, el
egoísmo y el monopolio de todos los recursos son cuestiones incompatibles con
cualquier medida de desarrollo social” (Castro Ruz, Fidel, 1996)
Resulta
urgente la necesidad de analizar y promover políticas racionales que controlen
el accionar de las empresas transnacionales. En todo el planeta se observa el
avance de las ETNs sobre los recursos naturales, los bienes comunes a partir de
mecanismos que promueven el acaparamiento de los recursos. Tales acciones se
realizan con una impunidad flagrante ya que cuentan con el apoyo de las élites
ricas en los países donde se establecen.
Las
actuales negociaciones internacionales sobre los tratados bilaterales de libre
comercio y protección de las inversiones, tales como el Tratado Transatlántico
de Comercio e Inversiones (TTIP), el Tratado de Comercio Transpacífico (TTP) y
el Acuerdo sobre el Comercio de Servicios (TISA), proponen consolidar y
profundizar el poder de las transnacionales.
Nunca
como hoy se eleva con tal nitidez el mensaje de Fidel Castro, su denuncia por
los abusos cometidos por las empresas transnacionales, así como la necesidad de
mantener aquellos procesos de movilización y resistencias que permitan
construir alternativas al dominio de las grandes corporaciones.
Lejos
de debilitarse con la actual crisis económica y financiera, el hecho es que las
grandes trasnacionales continúan fortaleciendo su poder e influencia en el
mundo gracias a sus renovadas estrategias corporativas y a la constante
aplicación de nuevos modelos de negocio constituye un reto para las fuerza
progresistas.
La
obra Marxista–Leninista está presente en la obra de Fidel concerniente a las
transnacionales, su papel determinante en el contexto del sistema capitalista.
Los principios teóricos y metodológicos marxistas aparecen en cada uno de los
análisis que realiza; ya sea explícitamente por las causas históricas,
políticas, económicas, tecnológicas y científicas del surgimiento y desarrollo
de las empresas transnacionales, así como de manera implícita, en sus análisis
sobre la intervinculación de los problemas globales que amenazan a la
civilización.
El
pensamiento de la Revolución cubana, de Martí a Fidel, ha revelado como
“trincheras de ideas, valen más que trincheras de piedras”. El contenido
humanista del pensamiento económico de Fidel, constituye expresión reveladora
del ideario martiano, y se presenta a través de sus incontables discursos,
entrevistas, libros, declaraciones publicadas a lo largo de más de 5 décadas de
lucha revolucionaria por Cuba y por la humanidad. Su ideario constituye fuente
inagotable para las nuevas generaciones de cubanos.
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