Los acusados son el reconocido
criminal de lesa humanidad Miguel Krassnoff y otros tres esbirros de la funesta
DINA. Miguel había combatido nuevamente con el miserable Krassnoff en julio
pasado, cuando se realizara una reconstitución de escena en el lugar de los
hechos, la mítica casa de Santa Fe 725, San Miguel
Por el delito de homicidio calificado del Secretario
General del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR y líder de la
Resistencia antidictatorial, MIGUEL
ENRÍQUEZ ESPINOSA, ilícito perpetrado el 5 de octubre de 1974, el
ministro en visita extraordinaria para causas por violaciones a los DD.HH. de
la Corte de Apelaciones de Santiago, Mario
Carroza, dictó la acusación en la investigación que sustancia por tal transgresión
a los derechos fundamentales.
En
su
resolución, el ministro Carroza sindica a los agentes de la Dirección
de Inteligencia Nacional –DINA- Miguel
Krassnoff Martchenko (alias ‘Caballo Loco’), César
Manríquez Bravo, Teresa
del Carmen Osorio Navarro y Rodolfo
Concha Rodríguez como los autores del homicidio cometido en calle San Fe
725 de la comuna de San Miguel.
Según
los antecedentes recopilados en la etapa de investigación, el ministro en
visita logró establecer que Miguel Enríquez Espinosa era intensamente buscado por fuerzas de seguridad desde el 11
de septiembre de 1973, las que logran ubicar, el 5 de octubre de 1974, al
dirigente en el inmueble de calle Santa Fe 725 de la comuna de San Miguel. Casa
habitación en la que se encontraba acompañado con su pareja Carmen Castillo
Echeverría, la que se encontraba embarazada, y los también miembros del
movimiento José Bordas Paz y Humberto Sotomayor Salas.
"Los
agentes sin advertencia alguna comienzan a disparar contra el domicilio, ante
lo cual la víctima y los otros habitantes del inmueble deciden responder desde
el interior, pero ante la imposibilidad de hacerle frente a sus atacantes,
Miguel Enríquez, encontrándose herido, intenta escapar por las techumbres de
las casas colindantes, una vez que se asegura la suerte de Carmen Castillo,
pero ello lleva a que los agentes le esperaran y lo abatieran en el
lugar", establece la resolución.
Dictamen
que agrega: "Según la información oficial entregada en aquella oportunidad
a los medios de prensa por el organismo de seguridad, señalaba que mediante el
retrato hablado de los asaltantes al Banco de Chile fue posible dar con
Enríquez, lo que finalmente habrá originado el enfrentamiento y los agentes
repelidos con disparos desde el interior de la vivienda, falleciendo Miguel
Enríquez en el patio de la casa colindante a la propiedad de calle Santa Fe N°
725".
"Las
diligencias y la información acumulada durante el desarrollo de esta
investigación han permitido sostener que el aludido enfrentamiento no existió,
y por el contrario se advierte una preparación centrada en el operativo de
detención, tanto por el seguimiento como por las vigilancias permanentes del
sector, que le permitieron determinar con antelación su ubicación, permitiendo
que la Brigada a cargo de las indagaciones y represión del MIR preparara el
lugar, planificara su detención y tomara la decisión de eliminarle, para lo
cual el lugar fue cercado con antelación por los jefes operativos y comunicado
a los canales respectivo de la dirección de institución, y aprobada por esta el
objetivo", concluye.
Los
otros “dinos” involucrados –y muy reconocidos-, Marcelo Moren Brito y Osvaldo Romo, están muertos.
Memoria
Histórica
Miguel
se enfrentó aquel 5 de octubre de 1975 sin bajar la guardia y hasta morir
frente a sus enemigos, puesto que le asistía la certeza que -de caer en las
garras de las fuerzas dictatoriales- igualmente sería asesinado.
Pero
señalemos los hechos reales que se vivieron aquel trágico día, que acarrearon
la pérdida de un valioso líder de la causa popular y revolucionaria en el Chile
bajo dictadura.
Cerca
de las 13:00 del 5 de octubre de 1974, Carmen Castillo llegó hasta la casa
donde se refugiaban junto a Enríquez y Humberto Sotomayor desde hacía menos de
un año, ubicada en la calle Santa Fe 725, San Miguel.
Los
dirigentes del MIR, a los que acompañaba en la ocasión José Bordas Paz, el Coño Molina, quemaban documentos y
tenían sus armas a la mano: autos sospechosos habían merodeado por la casa
durante la mañana.
En
efecto, al sector llegaron tres vehículos. En uno de ellos llevaban a Cecilia
Jarpa, enlace de Miguel Enríquez, torturada y amarrada. En los otros autos
iban, entre otros, Moren Brito, el teniente Miguel Krassnoff, y el agente civil
Osvaldo Romo. Con el tiempo, los tres quedarían registrados entre los agentes
más crueles, a pesar de que los dos primeros se intentaron siempre mostrar como
meros “analistas” de la DINA. Minutos más tarde, la tropa de dinos abría un
nutrido fuego contra los resistentes que se encontraban al interior de la
morada de la calle Santa Fe. Sin embargo, los sicarios encontraron una dura
respuesta armada desde su interior, por lo que tuvieron que solicitar refuerzos
(que llegaron a las 14:00): más agentes, de la misma DINA, de carabineros,
uniformados, más vehículos, una tanqueta y la participación de un helicóptero.
Pasados
unos veinte minutos desde el inicio del intercambio armado, esquirlas de una
granada hirieron a Carmen Castillo en varias partes del cuerpo –quien quedó seminconsciente
y con una profusa hemorragia- y una alcanzó también a Miguel.
Por
el aire sobrevolaba un helicóptero. El intercambio de disparos continuaba. La
refriega duró casi dos horas. Cerca de las tres de la tarde, Miguel Enríquez
salió de la casa para intentar subir a un muro de la casa contigua de calle San
Francisco 5959. Ese fue el momento de su muerte, alcanzado por una decena de
disparos.
Carmen
Castillo recuerda que algunos vecinos escucharon que Miguel gritó: “¡Paren el fuego, aquí hay una mujer herida
embarazada!”. Por cierto que los represores hicieron caso omiso al
llamado y siguieron disparando.
De
la infernal balacera sólo salvaron con vida Sotomayor y Bordas, que escaparon
por el fondo de la vivienda y luego por los techos vecinos.
Carmen
quedó herida tirada en el suelo dentro de la casa. Al entrar, Moren Brito la
pateó. Ella no se explica por qué la dejaron tirada y no se la llevaron. Había
perdido mucha sangre. La DINA y los refuerzos se retiraron. Romo se llevó un
recuerdo que luego comenzó a mostrar a los prisioneros en los recintos
clandestinos: el reloj de Miguel Enríquez. El “guatón” Romo fue uno de los que
más robó a las víctimas que iban cayendo.
Un
vecino del sector, Manuel Díaz, buscó una ambulancia y llevó a Carmen Castillo
al Hospital Barros Luco; eso le salvó la vida. Desde allí la DINA la llevó a la
fuerza al Hospital Militar, hasta donde llegó el mismo Manuel Contreras –jefe
de la DINA- y Krassnoff.
Carmen
saldría del país tiempo después rumbo a Gran Bretaña donde nació su hijo,
Miguel Ángel, que murió a poco de nacer debido a las secuelas de lo acontecido
a su madre aquel día de octubre.
Su
caída en combate encontraba a Miguel Enríquez muy joven, a los 30 años de edad,
empeñado en una labor que había comenzado con la fundación del MIR, el 15 de
agosto de 1965: hacer la revolución social en Chile, combatiendo sin cuartel a
los enemigos del pueblo que se habían entronizado en el poder mediante un
cruento golpe de Estado militar y que sometían al país por la fuerza y el
terror.
Como
lo señalara su compañera, Carmen Castillo, Miguel cayó en un “acto de
resistencia del hombre libre que combate y muere”.
¡Sólo la Lucha y la Unidad Nos
Harán Libres!
¡Que la Historia Nos Aclare el Pensamiento!
Colectivo Acción
Directa CAD –Chile
Diciembre 8 de 2016
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