“En México homenajean a un
héroe del Pueblo de Chile que luchó junto a Salvador Allende”
En la
esquina de las calles Corola y Polen, en la Colonia El Reloj, Delegación de
Coyoacán, México, se ha hecho un homenaje y dado el nombre de Héctor Ricardo
Pincheira Núñez, luchador social y revolucionario chileno, que combatió con la
chapa de “Máximo” junto al Presidente Allende en el palacio presidencial, La
Moneda, el 11 de septiembre de 1973, al parque que allí se encuentra
En Kaos en la Red –public. 22/12/16
¿Quién fue Máximo?
El año 69
terminó su carrera de médico (sólo le faltaba hacer la práctica para recibir el
título de médico) y cursaba 4° o 5° año de Filosofía cuando se unió a un grupo
ultra secreto de asesores directos del futuro presidente de Chile, Salvador
Allende. Este grupo, el GAP Intelectual, como lo llama la periodista chilena
Mónica Guzmán en su libro “La Conjura” o Centro Nacional de Opinión Pública
(por su nombre oficial) estaba dirigido desde su lecho de inválido por Félix
Huerta, profesor, cuadripléjico por causa de un accidente mientras recibía
instrucción militar en Cuba.
Entre los pocos
miembros de ese grupo estaba Beatriz “Tati” Allende, hija de Salvador y
estudiante del último año de medicina; Jorge Klein Pipeer, chileno francés,
también médico; Claudio Jimeno, sociólogo, y otros héroes olvidados. Varios de
ellos detenidos en La Moneda, torturados en el Regimiento Tacna y luego
asesinados en Peldehue.
El trabajo de ellos consistía en asesorar directamente
al Presidente sobre la opinión pública. En el grupo, Máximo tenía la misión de
investigar a las Fuerzas Armadas, por lo que usaba la chapa y nadie en La
Moneda (ni siquiera Pinochet) sabía su nombre, con excepción del Presidente y
sus compañeros.
La Payita lo
menciona en su carta a Beatriz Allende. Dice textualmente: “Yo volví al pasillo
donde había quedado tu padre y sentí disparos de metralleta que venían desde el
living, hacia donde corrí. Allí estaba Máximo, quien me hizo salir y me llevó
escaleras abajo hacia la salida. Yo creo que él volvió a pesar de que ya todo
había terminado…”
¿Qué hizo Máximo?
Poco sabemos de su
actividad secreta, investigar a las Fuerzas Armadas e informar al Presidente.
No puede haber sido una tarea fácil y estoy seguro de que ni él mismo sabía
cuántas veces se jugó la vida.
Hay un hecho que me
contó Adonis Sepúlveda junto a su hija Livia (abuelo y madre de Máximo, su hijo
póstumo) que lo retrata de cuerpo entero. El viernes 8 de septiembre de 1973
entró a La Moneda y se dirigió a la oficina de Salvador Allende, a la que tenía
acceso. El Presidente lo recibió de inmediato y Máximo le entregó una lista con
todos los generales del Ejército de Chile puestos en dos columnas. Una para los
leales a la doctrina Schneider (constitucionalistas y leales al Gobierno). En
la otra, un poco más larga, estaban los golpistas.
Allende le preguntó
por qué no estaba el nombre de Pinochet entre los leales. Máximo le contestó
que tenía dudas sobre su lealtad. El compañero Presidente se enojó por primera
y única vez con Máximo. Le dio la orden de añadirlo a los leales y llevarle la
lista para que tomara las medidas del caso. Pinochet era el hombre de confianza
del General Prats y había estado junto a él durante el Tanquetazo. Máximo
obedeció e informó a Pinochet, que no pudo dormir esa noche.
Augusto Pinochet
Ugarte, el militar más cobarde del Ejército más cobarde del mundo no pudo tomar
una decisión esa noche. El miedo debe haberlo paralizado, porque en sus manos
estaba el destino de Chile. Si se oponía al Golpe, como Comandante en Jefe
tenía grandes posibilidades de abortarlo, pero si se unía, el premio era tan
grande como su codicia. El sábado 9 fue al cumpleaños de su hija, donde lo
encontraron los marinos que enviaba el almirante Merino y lo conminaron a
unirse o atenerse a las consecuencias.
El miedo a sus
compañeros de armas (tan traidores como él) y la ambición lo decidieron, con
los trágicos resultados que conocemos. Pinochet rompió con facilidad sus
juramentos de lealtad a la Constitución y al Presidente constitucional y se
dedicó a asesinar y robar por mano de otros, como buen delincuente con
pasaportes falsos y unos 10 alias para no dejar huellas. Es posible que haya
pensado “si París bien vale una misa apoderarse de Chile bien vale ser perjuro,
traidor y deshonrar el uniforme”.
¡Qué diferencia con
la dignidad de Allende y de sus compañeros! Máximo combatió junto con el
Presidente y estuvo a su lado, aunque no le correspondía estar en La Moneda. Su
deber era cuidar a la directiva del Partido Socialista en una casa de seguridad
en calle Portugal, donde decidieron enviar un mensajero a La Moneda. Altamirano
dio excusas para no ir y se fue a refugiar a la embajada de la RDA. Entonces
designaron a Hernán del Canto, que pidió un acompañante del GAP. Máximo era el
jefe del GAP, pero delegó su autoridad en un compañero para ir a La Moneda junto
con Del Canto y se quedó allí a combatir, donde estuvo al lado del Presidente y
hay versiones –sin confirmar- que estuvieron disparando juntos con el único
bazuka.
¿Por qué es un héroe desconocido?
Como todos los
defensores de La Moneda, Máximo es desconocido en Chile. El sistema neoliberal
planificado por el nefasto Jaime Guzmán Errázuriz, que tiene una plaza y un
monumento en el barrio más caro de Santiago de Chile, ha servido para
enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres. Pero no sólo ha fomentado la
desigualdad económica, sino que ha invisivilizado a millares de chilenos que
viven en extrema pobreza, privándolos de todos los derechos más elementales,
borrando las conquistas sociales e ignorándolos como seres prescindibles. Si
esta noche murieran, por alguna extraña epidemia, todos los pobres de Chile,
mañana la noticia en todos los medios de comunicación sería que en el país ha
mejorado la renta per cápita y que ha disminuido la pobreza.
Este sistema
injusto ha desaparecido de la Historia a los héroes que defendieron La Moneda y
la dignidad de Chile durante horas, contra los tanques del Ejército, la Marina,
la Fuerza Aérea, que bombardeó innecesaria y cobardemente el palacio
presidencial, y Carabineros de Chile, la abyecta institución policial, cuyo
lema era “La Guardia muere, pero no se rinde”, en alusión a su juramento de
lealtad al Presidente constitucional de Chile. En la práctica huyeron para no
rendirse. Allende los dejó irse, pero les obligó a dejar sus armas y con ellas
su honor, si alguna vez lo tuvieron.
Ricardo “Máximo”
Pincheira, es desconocido en Chile, igual que sus heroicos compañeros que
dieron su vida en la defensa indefendible de una vieja casona, convertida por
ellos de palacio presidencial en símbolo de la dignidad humana.
Quiero agradecer al
hermano pueblo de México, dignamente representado por la Colonia el Reloj,
Delegación de Coyoacán, por este homenaje tan merecido. Agradecer a Valentín
Maldonado, Jefe Delegacional en Coyoacán y a Mauricio Toledo, Diputado Local
por Coyoacán, hermanos mexicanos, por esta noble iniciativa.
Ruego la difusión
de este texto para escarnio de las Fuerzas Armadas de Chile, que aún no
confiesan sus delitos, aún respetan la mafiosa ley de la omertá, y no muestran
señales de arrepentimiento por su felonía. Que sepan que aún hay chilenos que
les desprecian, que no olvidan y que no les perdonan.
Colectivo Acción Directa Chile -Equipo
Internacional
Diciembre 24 de 2016
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