Valores inflados de Cías. timadoras comparados con bonos del tesoro yanqui |
“Tú lo llamas como quieras –cuento del tío,
‘paquete chileno’ (Colombia), tocomocho o quilombo–, se trata de una estafa
cuyo enganche es la insaciable codicia que obnubila tu sensatez, abate tus
suspicacias, adormece tus recelos y facilita que te bajen los chiteco”
Por Luis Casado
Tú lo llamas como
quieras –cuento del tío, ‘paquete chileno’ (Colombia), tocomocho o quilombo–,
se trata de una estafa cuyo enganche es la insaciable codicia que obnubila tu
sensatez, abate tus suspicacias, adormece tus recelos y facilita que te bajen
los chiteco.
Las
firmas Asesoras de Inversiones y las AFP entran en el lote. En algunas semanas
estallaron varios escándalos ligados a otros tantos expertos en miríficas
inversiones. Uno de ellos, Alberto Chang, está a buen recaudo en Malta, un
paraíso fiscal. Después de AC Inversions, Investig Capital e IM Forex, era como
para estar saltón, pero más puede la codicia.
Ahora
se trata de Rodríguez y Asociados (Carlos y Claudio Rodríguez), firma que acaba
de comunicar su insolvencia y el cierre de sus rentables actividades. En los
estándares estadounidenses no dan para gatos de campo: tenían unos dos mil
‘clientes’, y gestionaban entre US$ 50 y US$ 100 millones, una poquedad.
Lo
alucinante es la promoción de sus habilidades: Rodríguez y Asociados le contaba
a quienes querían escucharle: Seguimos “estrictos parámetros matemáticos en
cada una de nuestras inversiones. Sabemos que los números son indiscutibles y
que una decisión basada en un ‘modelo matemático’ es considerablemente más
eficiente que cualquier especulación o intuición” (sic).
Para
convencer a los idiotas con plata, agregaban: Con nuestras “inversiones
cuantitativas buscamos eliminar los errores, controlar el riesgo y, por
consiguiente, lograr un incremento en el retorno absoluto” (resic).
La
jerga de economista ya es sospechosa. El chamullo matemático es para salir
huyendo a grandes zancadas. Explicancia.
Merton
y Scholes son dos expertos como se pide. Economistas. Y matemáticos. No
cualquier matemático: los mendas se pasean por el cálculo diferencial
estocástico, adoran los movimientos brownianos. Al punto que les dio por
explicar los movimientos de los precios echando mano a la Pedesis. Gracias a lo
cual inventaron una martingala, un modelo matemático infalible.
Al
lado de Merton y Scholes, Alberto Chang, los Rodríguez, Enzo Bertinelli
(Inverlink), Andrés Velasco, Rodrigo Valdés y Carlos Massad son tristes
vendedores de amuletos contra el riesgo y de fetiches para el crecimiento.
Robert
Merton fue profesor en el MIT, en la Universidad de Columbia y en el Instituto
Tecnológico de Massachussets. Myron Scholes, un
graduado MBA de la University of Chicago Booth School of Business. ¿Te conté que les
dieron el premio Nobel de Economía el año 1997?
Unos
años antes, en 1973, Robert C. Merton había publicado una nota titulada Theory
of Rational Option Pricing. Ya había empezado a pirarse de la cafetera. Sus
trabajos con Scholes y un tal Black, dio lugar al modelo matemático
Black-Scholes-Merton, infalible para las inversiones en productos financieros
derivados.
Gracias
a ese modelo era imposible perder plata. Le jugabas a las rojas, y la ruleta
daba roja. Le jugabas a las negras, y la ruleta daba negras. Ya puestos,
jugabas un ‘pleno’, y la ruleta se paraba, exactamente, en el número que habías
jugado. La prensa financiera les saludó como se debe: “Los genios que
permitieron la explosión sin riesgo del maravilloso mundo de la especulación”.
Su
aguda inteligencia les hizo comprender que no podían detenerse en tan buen
camino y fueron a ver a John Meriwether, corredor de Bolsa de Salomon Brothers,
firma que dejó cuando uno de sus amigos transmitió órdenes falsificadas al
Banco Federal de los EE.UU. “Johnny la transparencia” –así le llamaban– les
presentó a David Mullins, ex vicepresidente del Banco Federal.
Juntos
crearon (1994) Long Term Capital Management (LTCM), asesora de inversiones que
se hizo famosa, ya verás. LTCM jugó unos 150 mil millones de dólares a partir
de fondos propios inferiores a US$ 3 mil millones. Bernard Maris precisa que el
monto de los activos que ‘manejaba’ LTCM equivalían al PIB de Francia, en esa
época ¡1,25 billones de dólares!
Los
clientes de LTCM eran los grandes bancos: los especialistas del riesgo. Un
pinche cliente particular tenía que poner un mínimo de 10 millones de dólares,
bloqueados durante tres años. Los patrones de Wall Street corrieron a poner sus
economías en LTCM.
A
poco andar se escuchó un ruidito extraño, algo así como una crujidera de bielas
sin aceite, o una pedorrea anunciadora de una imparable diarrea, y todo se fue
a la mierda. Las estimaciones más conservadoras cifran las pérdidas en unos 600
mil millones de dólares.
Merton
y Scholes –como los Rodríguez– vendían un modelo sin riesgo en un mercado
especulativo que solo existe gracias al riesgo. Una pequeña contradicción. Pero
la ley de la oferta y la demanda, la transparencia, los indiscutibles números y
los modelos matemáticos llevan al “incremento del retorno absoluto”.
Desde
luego, el cagazo lo pagaron los contribuyentes del imperio, los atorrantes.
Merton y Scholes -por su parte- recibieron en prima 50 millones de dólares.
Hace poco El Mercurio echó mano a la consagrada opinión de Merton, gente que
sabe.
Rodríguez
y Asociados, –en una jugada que dice mucho más de estos cretinos que de la
empresa misma–, logró que eminencias como Carlos Massad (ex presidente del
Banco Central estafado por Inverlink), Evelyn Matthei (ex candidata
presidencial) y Felipe Morandé (ex ministro de Transportes de Piñera), viniesen
a aportarle su propia credibilidad (?) a cambio de un billete.
Lo
de siempre: la insaciable codicia que obnubila tu sensatez, abate tus
suspicacias, adormece tus recelos y facilita que te bajen los chiteco.
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