“El PS
olvida a Carlos Lorca, no sus compañeros”
Por Roberto Ávila Toledo
En El
Clarín –public. 26/6/16
No
estoy enojado, estoy triste cuando escribo estas líneas. Hace algunos días se
hizo público que la querella interpuesta por el Partido Socialista por la
desaparición de Carlos Lorca y sus compañeros había sido declarada abandonada
por el ministro en visita que investiga los hechos.
Llegado
el momento procesal de la acusación, los querellantes particulares, en este
caso los familiares y el PS, debían adherir a la acusación del Juez en contra
de cinco oficiales de la DINA o presentar una acusación propia, como no se hizo
ni lo uno ni lo otro el tribunal declaró abandonada la acción del PS
mencionando explícitamente que la acción había sido interpuesta por Isabel
Allende Bussi. El PS queda para siempre fuera del proceso.
La
inactividad procesal es injustificable por cuanto la acusación del juez es una
resolución que se notificó por cédula, es decir; un receptor judicial deja una
copia en la oficina del abogado querellante y habitualmente en estos casos se
cuidan de dejarla en manos de persona adulta de la cual recogen nombre y cédula
de identidad. No pudieron dejar de enterarse de la resolución.
Pero
eso no es todo, asumí en esta causa como abogado querellante en representación
de un hermano de Carlos Lorca el economista Raúl Horacio Lorca. Acudí durante
varias semanas seguidas a estudiar el expediente, que ya consta de más de
treinta tomos y que para vergüenza de la judicatura se extiende por más de
cuarenta años, 25 de ellos en democracia.
En
un momento necesité comunicarme con los abogados querellantes del PS. En el
Tribunal me enteré que hacía muchos años que no aparecían por allí. Tampoco
había registro alguno de actuaciones en el proceso.
Advirtiendo
que el ministro Miguel Vásquez actuaba con la mayor diligencia y que era
presumible un cierre pronto del sumario me apersoné en el PS, París 873, y me
entrevisté con la jefa de gabinete de la presidenta de la colectividad. Le dejé
una carpeta (color celeste) con antecedentes y advirtiéndole que el proceso
estaba abandonado y que era imperioso nombrar nuevos abogados, porque estaba el
riesgo de que se declarará abandonada la acción, por último les señalé que si
no había nadie me ofrecía voluntaria y gratuitamente a evitar el previsible
abandono de la querella, ya no estoy por propia voluntad en el padrón del PS
pero mis ideales están intactos. Nunca recibí respuesta.
Primero
se pretendió dar una explicación burda, que estaban estudiando interponer
recursos, de una resolución que es del 8 de marzo, pero luego la dirección del
PS se excusó ante los familiares reconociendo la realidad de los hechos.
Carlos
Lorca era un joven médico de menos de treinta años que lideraba la Juventud
Socialista. Un intelectual riguroso de vida austera, que ganó en las
parlamentarias de marzo del 73, venciendo muchas adversidades, una diputación
por Valdivia. Transformó a la JS de una convergencia de grupos desordenados en
una organización nacional, firme y disciplinada, cuya pantalones largos se
demostraron en los trabajos voluntarios de Cabildo. Era tal la seriedad de la
JS, quizás más que la del propio partido adulto, que el general Carlos Prats
estableció una relación privilegiada con Lorca.
Luego
del golpe militar formaba parte de la dirección clandestina del PS que
encabezaba el dirigente Exequiel Ponce, junto al joven economista Ricardo Lagos
Salinas, Ariel Masilla y un grupo de mujeres jóvenes y valientes como Michelle
Peña, Clara Rubilar y Rosa Solís, entre otros. En junio de 1975 las
inmisericordes redadas de la DINA lograron secuestrar a estos dirigentes. En
Villa Grimaldi hubo grandes celebraciones por haber conseguido lo que durante
casi dos años habían perseguido con entusiasmo digno de mejor causa.
Ese
fervor homicida tenía causa muy concreta: Exequiel Ponce había sido jefe del
frente interno del PS, el que combatió en La Moneda, el Ministerio de Obras Públicas,
el SII, el Banco del Estado, Indumet, Luchetti y la Legua el 11 de septiembre.
Un análisis militar de lo ocurrido deja a los militares con papeles vergonzosos,
como el ataque de nervios que tuvo el entonces coronel Medina Lois cuando vio
al primer militar caído. El frente interno del PS combatió con heroísmo ese día
11 de septiembre, salvo uno de sus dirigentes que se asiló tempranamente y término
siendo embajador de Ricardo Lagos Escobar.
Estos
compañeros lucharon en medio de las peores adversidades, el “viejo” Ponce fue
arrestado mientras arrendaba una pieza en una pensión. Faltaba de todo, pero no
coraje.
El
PS actual los abandonó, no sus compañeros. Hay un registro histórico de su
actuar en notables libros del periodista Juan Azúa y en varios artículos del
historiador Edison Ortiz.
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