Lluvias estivales afectan el altiplano
frente a Chile y nuestros desiertos y valles se ven colmados por aluviones.
Estos desbordan principalmente las hoyas de los ríos que, habitualmente, no
portan agua durante el resto del año. Y los más afectados, suelen ser los
habitantes de las zonas ribereñas de esos cursos y las comunidades urbanas que
se han quedado atrás en el desarrollo desigual de nuestra formación
Desde el pasado martes 24 empezaron a crecer
los cursos de los ríos del Norte Grande y Chico, subsecuentemente al incremento
de las lluvias en el altiplano. En unas pocas horas, todo se convirtió en un
extenso maremoto que transmutó la árida cara de las regiones de Antofagasta,
Atacama y Coquimbo.
En
esta ocasión, al igual como ocurrió con el aviso del NOAA yanqui sobre la
ocurrencia de maremoto, en aquel fatídico 27F, no existió ninguna previsión, ni
menos acciones, por parte de las autoridades políticas y técnicas (ONEMI)
frente a unas lluvias especialmente abundantes que se habían anunciado,
previamente, el domingo 22[1]. Ninguna
de ellas atendió el oportuno aviso sobre el evento meteorológico anómalo pronosticado,[2] lo que las
coloca nuevamente en entredicho y como objeto de acusaciones.
Tal
responsabilidad se ve refrendada por otras fuentes. "Sabíamos lo que iba a
ocurrir. El sábado y domingo ya mostraban signos de precipitaciones que fueron las
que luego se manifestaron a los 4 o 5 días" y "El servicio
meteorológico advirtió sobre este fenómeno". Estas aseveraciones[3]
corresponden a René Garreaud, subdirector del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia.
Los
aluviones de agua y barro se han saldado, hasta hoy[4], con diez
muertos, 19 desaparecidos, 20 heridos, 4.634 damnificados y 5.584 albergados[5], además
de cuantiosos daños materiales. La presidenta y los funcionarios de su gobierno
se ha volcado a los distintos lugares de mayor importancia administrativa, con
una actuación que raya en el exhibicionismo mediático, pero sin atender a las
problemáticas de fondo: salud, vivienda, educación, desarrollo económico para
las deprimidas comunidades afectadas, etc.
El
motor primigenio del drama actual es el cambio climático, sin duda. Claro que
se nos puede decir que la lluvia no es el problema, sino que los aluviones. En
esto, concordamos con Garreaud, quien asevera que existe conocimiento sobre el
tema a nivel internacional, "pero en Chile, no lo hemos adoptado. Estamos
un poco en déficit en ese sentido. Ahí, tenemos mucho que mejorar". Puede
ser, pero ello significa que nuestro país debiera avanzar en la investigación científica
respecto de sistemas que permitan traducir las lluvias pronosticadas en probabilidades
de aluviones. En esa exploración, que debe considerar toda una serie de
factores y variables, como las estadísticas de lluvias y temperaturas a lo
largo del tiempo, la estratigrafía de las diversos niveles, la forma y
comportamiento de los ríos, etc., por cierto que se tienen que invertir muchos
más recursos públicos que los miserablemente asignados en la actualidad[6].
Con
todo, lo que nos interesa resaltar es otra arista de la crisis que afecta a las
comunidades de nuestro norte. Antes bien, destacar que ese drama no sólo se
debe a un exceso de lluvias.
Si
hacemos el ejercicio de comparar el gráfico[7] (arriba) de las
zonas afectadas por los aluviones con el mapa[8] de las
zonas más pobres del Norte Grande y Chico (al lado), ello nos arroja una evidente y fatal
coincidencia. O sea, por enésima vez, podemos constatar que los cataclismos en
Chile no afectan por igual a la población que lo habita.
Ahora
podemos ver aparecer nuevamente a los pobladores y a los campesinos sufriendo en
nuestras pantallas de TV y en las notas de todos los medios. Ahora tenemos que
hacer cadenas para ayudar a nuestros compatriotas, porque de los de ‘arriba’ no
podemos esperar mucho. Ahora es cuando el Chile desigual e injusto que
habitamos, de alguna manera y por algunos días, quedará expuesto en la algazara
de los medios corporativos.
Porque
en nuestro país, en el Chile dominado por unos pocos monopolios y con un
gobierno integrado por pretendidos progresistas, que roban a la par que la
derecha, es más fácil que lleguemos a anticipar la posibilidad de inundaciones
y deslizamientos de tierra que prever la eventualidad de una revolución que
cambie el tremedal donde hace rato que estamos los pueblos y los trabajadores.
¡A MOVILIZARNOS POR UNA VIDA MEJOR PARA LOS
PUEBLOS Y LOS TRABAJADORES!
COLECTIVO ACCIÓN DIRECTA –CHILE
Marzo 28 de 2015
No hay comentarios :
Publicar un comentario