CHILE Y
ÁFRICA: LA HISTORIA DE LA LUCHADORA INTERNACIONALISTA CHILENA MARÍA CRISTINA
PACHECO EN MOZAMBIQUE ENTRE 1981 Y 1985
Entrevista con la
ex militante del MIR chileno, MariCris Pacheco, en territorio del sureste
africano
“Quem luta nem sempre ganha, mas quem não
luta perde sempre”
(Quien lucha no siempre gana, pero quien no lucha pierde
siempre)
Por Andrés Figueroa Cornejo
María
Cristina Pacheco fue militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) durante la Unidad Popular. De
arteria solidaria y sin fronteras, y de profesión publicista, se convirtió en
luchadora internacionalista entre 1981 y 1985 cuando participó en el proceso
independentista y revolucionario que entonces vivía Mozambique, en la costa del
Océano Índico, junto a África del Sur y frente a Madagascar.
Su
palabra serena y segura se torna certeza y reserva poliética en tiempos donde
la corrupción del sistema político dominante en Chile atiborra los medios de
comunicación de arriba y de abajo y su credibilidad se derrumba ante la
población nacional (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196686).
La
siguiente entrevista se ofrece en el marco del foro ‘La Mujer en la lucha
Anticolonialista y Antiimperialista, a 40 años de la invasión marroquí al
Sahara Occidental, ¿qué pasa en África, Chile y Venezuela?’ que se realizará el
martes 31 de marzo, a las 18.00 hrs, en la Librería de Le Monde Diplomatique,
calle San Antonio 434, en el centro de la ciudad de Santiago de Chile (https://www.facebook.com/events/1412794939028739/),
donde entre otras mujeres, expondrá María Cristina Pacheco.
-¿Cómo una chilena
termina colaborando con la transición al socialismo en Mozambique?
“Fue
el cumplimiento del sueño de participar en un proceso de construcción
socialista. En la segunda parte de los años 70’, los compañeros del MIR resolvieron
que una buena cantidad de militantes que estábamos en condiciones de
semiclandestinidad saliéramos de Chile, estuviéramos un tiempo fuera cobrando
una mayor madurez política –yo era muy joven- y luego retornáramos a la lucha
contra la tiranía. Mi destino partidario
fue Canadá donde debería permanecer un par de años cumpliendo algunas tareas.
Al poco andar me sentí emplazada a marcharme a Nicaragua a la Escuela Cultural
Sandino. Pasa que las contradicciones me matan. No soportaba la idea de permanecer
en un país capitalista y tan ligado al imperialismo como Canadá. Pero aconteció
que conocí al amor de mi vida, otro compañero chileno, y mediante un compromiso
mutuo partimos a Mozambique.”
-¿Conocías lo que
ocurría en África en general y en Mozambique en particular?
“Sinceramente,
no. Arribé a un país donde recientemente había triunfado el Frente de
Liberación de Mozambique (FRELIMO) mediante la guerra de independencia contra
el colonialismo portugués. Los combates se libraron al norte de Mozambique, en
Tanzania. Yo me informé lo más que pude sobre lo ocurrido, pero la literatura
no tenía una relación ajustada a la realidad. Ahora bien, yo provengo de una
familia muy empobrecida y la situación en Mozambique no me resultó ajena
personalmente. Me reencontré con mi propia identidad y origen. Allí me enamoré
de esa tierra y de ese pueblo.”
¿Cuáles fueron tus
primeras impresiones?
“De
asombro ante los vestigios vivos del colonialismo. Por ejemplo, todavía
quedaban en las puertas de algunos hoteles de Maputo, la Capital, letreros que
decían ‘No se aceptan perros, mascotas ni negros’. También me encontré con
instrumentos de tortura propios de la esclavitud. No hay que olvidar el
contexto en el cual se produce la independencia de Mozambique. En Portugal se
realizó ‘La revolución de los Claveles’ el 25 de abril de 1974 (http://es.wikipedia.org/wiki/Revoluci%C3%B3n_de_los_Claveles),
que terminó con la dictadura salazarista en ese país europeo. Entonces los
nuevos gobernantes negociaron con el FRELIMO – que había nacido en 1962 y era
de inspiración comunista- la salida del ejército portugués de Mozambique cuya
independencia se declaró el 25 de junio de 1975. Allí asumió la presidencia Samora
Moisés Machel, quien había luchado en la guerrilla. El problema fue que entre
el 74 y el 75 hubo un año de tregua en el cual los portugueses contaron con el
tiempo suficiente para quemar y destruir Maputo. Y yo llegué a la ciudad sólo
cinco años después.”
LAS TENSIONES AL
INTERIOR DEL FRENTE DE LIBERACIÓN DE MOZAMBIQUE
-¿Cómo evaluaste el
FRELIMO?
“Mientras
transcurría mi estadía y mi trabajo, un conjunto de compañeros/as advertimos
que ya existían algunos síntomas de descomposición respecto del proyecto
original, socialista y marxista. Al interior del Frente convivían sectores
revolucionarios con otros no revolucionarios. En aquella época hegemonizaba la
fracción revolucionaria y el que la lideraba era Jorge Rebelo, el principal
comandante del Ejército de Liberación.”
-¿Y el pueblo?
“En
el pueblo existía un sentimiento generalizado de mucha esperanza, alegría y
deseos de participación. Sin embargo, me di cuenta de que la gente no alcanzaba
a dimensionar el proceso que estaba viviendo.”
-¿Por qué?
“Porque
fue una transformación radical y fulminante. Había mucha información que
después de tanto tiempo de desinformación era muy difícil de decodificar, de
reflexionar a esa velocidad de cambios. Lo cierto es que el pueblo estaba feliz
de haberse independizado de los blancos. La independencia se produjo en un solo
momento junto a la revolución. Lo que ocurrió tiene que ver con que la guerra
de liberación se dio en el norte del país. En el centro y centro-sur la
población permaneció prácticamente incomunicada durante ese período. Hay que
pensar que en Mozambique convivían 32 lenguas, de las cuales dos eran las más
usadas; que se trata de una sociedad compuesta de muchas tribus que en total
sumaban entre 10 a 11 millones de personas, mayoritariamente campesinos/as. La
ciudad de Maputo no fue territorio de guerra y fue levantada para los blancos.
A su alrededor existía un cordón de miseria que antes de la liberación estaba
formado por esclavos para el servicio y explotación de los 600 mil portugueses
que vivían en la Capital.”
“COMO EN CHILE NOS
HABÍAN MUTILADO CON LA DICTADURA, EN MOZAMBIQUE VIVÍ MI RECOMPOSICIÓN”
-¿En qué te
desempeñaste y cómo era el trabajo en las condiciones que describes?
“Muy
difícil. Sobre todo en materia de formación política. Como muchos/as
internacionalistas, la izquierda chilena y de otros países se incorporó a
distintas empresas del gobierno, según sus profesiones y oficios. Ahora bien,
no todos/as eran pagados directamente por el Estado de Mozambique. De las
aproximadamente 200 familias chilenas, muchos de sus miembros recibían altos
salarios en dólares de la FAO (http://es.wikipedia.org/wiki/Organizaci%C3%B3n_de_las_Naciones_Unidas_para_la_Alimentaci%C3%B3n_y_la_Agricultura)
y otros organismos dependientes de las Naciones Unidas.
Yo
trabajé en la única empresa de publicidad y propaganda del Estado que dependía
del Ministerio de Información. Me remuneraban poco y con moneda local. Era algo
equivalente a 30 dólares mensuales. Yo lo entendía perfectamente, además de que
las motivaciones que muchos/as teníamos eran profundamente guevaristas.
Solidaridad, mucho trabajo y austeridad. Allí laboré junto a un cineasta
argentino que era Montonero. Como buen argentino, el compañero era un futbolero
de primera y llegó a ser el entrenador del equipo Costa de Sol, el más popular
del país. Se trataba de uno de los revolucionarios más buscados en el mundo por
la dictadura cívico-militar de Argentina.”
-¿Qué tareas
recuerdas con más aprecio?
“Trabajamos
en la confección de estadísticas para las exportaciones del país, que entonces
eran básicamente algodón, azúcar, té, cajú. Claro que hoy se explotan minerales
preciosos. También publicamos una revista para sensibilizar a la población
sobre el cuidado de los pocos bienes que se producían, como los neumáticos.
Todo Mozambique estaba empeñado en la producción, el trabajo, la construcción.
Y debido a la enorme cantidad de lenguas que había, creamos afiches visuales.
Me
tocó estar allá para el IV Congreso del FRELIMO. De ese modo comprendí la
importancia de la labor de publicidad y propaganda. A esa altura, como a
nosotros en Chile nos habían mutilado con la dictadura, en Mozambique viví mi
recomposición. Entendí plenamente que la razón de un revolucionario/a es el
género humano, sin importar la geografía y el puesto en el que te toque
combatir. Nuestro compromiso y el ejercicio de nuestra libertad rebelde no nos
permitían otra posibilidad. Me tocó Mozambique y no fue casual. En ese
territorio se luchaba por la creación de un proyecto colectivo socialista, por
una identidad y horizonte nuevo y popular. Allí se concentró mi amor y lo mejor
de mí. Yo me reencontré con la marginalidad en la que nací. Con la mediagua
(habitación frágil de madera barata), con mi historia, con los recuerdos de ver
a mi padre trabajando todos los días del año menos el 1º de enero, con mi
pregunta infantil de por qué no conocía el mar.
En
el marco del IV Congreso del FRELIMO yo solicité una pared para pintar un mural
de la historia de Mozambique: desde la esclavitud y la colonia, hasta las
marchas de liberación popular, y me dieron una muralla en la avenida principal
de Maputo por donde pasarían las comitivas y delegaciones del país. Pero no
quise hacer el mural yo sola. Lo pintamos colectivamente, con miembros del
Comité de la Izquierda Chilena constituido de militantes del PCCh, el PSCh, de
la Izquierda Cristiana, etc. Luego el gobierno me pidió las diapositivas sobre
las que yo había trazado el mural para pasarlas en el cine. Hay que recordar
que carecíamos de mucha tecnología, no teníamos fotografía en colores, así es
que pinté cada diapositiva con plumones que había llevado conmigo desde Canadá.
En fin. Un tiempo después fui a ver una película al cine y en la publicidad
proyectaron mis diapositivas. Delante de mí unos mozambicanos comentaron que
‘Está bonito, pero el mural es muy latinoamericano’. Me quedé sin palabras.
Ahora,
uno de los desafíos para los internacionalistas (‘cooperantes internacionales’)
en Mozambique era que cada uno/a, desde su especialidad, formara a cinco
mozambicanos/as. En nuestro caso, logramos formar a cuatro técnicos medios en
artes gráficas.”
-¿Los conflictos
internos del Frente se expresaban en tu lugar de trabajo?
“Sí.
El director de la empresa donde yo me desempeñaba era un mozambicano blanco y
contrarrevolucionario, el ‘Señor Morgadinho’. El argumento que se nos ofreció
fue que faltaban cuadros (profesionales) para enfrentar la grave situación del
país. El gobierno tuvo que aceptar quedarse con gente que lo único que estaba
esperando era que se derrumbara la revolución para recobrar sus privilegios.”
-¿Y las relaciones
habituales con el FRELIMO?
“Los
internacionalistas teníamos derecho a voz. Sin embargo, las reuniones con
nuestro encargado del Frente en mi base de la empresa publicitaria rara vez se
realizaron. Eso comenzó a preocuparnos al compañero Montonero y a mí. En vez
del responsable del FRELIMO, el ‘Señor Morgadinho’ dirigía las reuniones cada
lunes de la semana. Al igual que en tiempos de la esclavitud, los
trabajadores/as teníamos que esperarlo de pie en su oficina. No podíamos
sentarnos hasta que él nos lo indicara. El compañero argentino y yo nos
sentábamos de todas formas. ‘Yo vengo de un país donde hay otro tipo de
esclavitud’, le expliqué ante su prepotencia. Entonces el sujeto se dedicaba a
hablar de todos los problemas que había en el país, pero no en términos
constructivos y para motivarnos, sino que para menoscabar al propio gobierno
revolucionario. Ante su comportamiento sedicioso, yo comencé a tomar apuntes de
cada cosa que decía. En una ocasión, el tipo en cuestión fue a la sala de
trabajo a intentar colocar a nuestros hermanos mozambicanos en nuestra contra,
tildándonos de ‘cooperantes aprovechadores del país’. A mí me llamó ‘rata de
alcantarilla’. Fue el límite soportable. Partí a denunciarlo a la comandancia
máxima del Ejército de Liberación. Yo pensé que era posible que simplemente
fuera expulsada del país. No obstante, el segundo hombre de la fuerza militar
mozambicana me lo agradeció. Dijo que si cada uno/a de los cooperantes
internacionalistas notificáramos sobre las irregularidades ‘avanzaríamos un
poco más rápido’. Posteriormente, mi amigo Montonero tuvo una discusión con el
director contrarrevolucionario, quien cuestionó su condición de perseguido por
la dictadura argentina, cuestionó las torturas que había sufrido y remató
acusándolo de que él estaba en Mozambique con el fin de ‘llevarse nuestras
riquezas’. El compañero argentino saltó de la mesa en la que se encontraba y se
desgarró la camisa para mostrar las marcas imborrables de la tortura. Se le iba
a ir encima al director, pero lo detuve por el riesgo de que fuera echado del
país. Finalmente, el ‘Señor Morgadinho’ lo expulsó de la empresa. Después de
que el compañero vagó de tumbo en tumbo por la ciudad, tuvo la fortuna de que
justo en esos momentos se fue abajo la dictadura argentina y por fin pudo
retornar al país donde nació el Che.”
LAS MUJERES DE
MOZAMBIQUE POR LA MONOGAMIA
-¿Cuál era la
situación de la mujer mozambicana?
“Inclusiva
en las instituciones del Estado. Como los hombres, ellas tenían la obligación
de cursar la primaria escolar completa y podían acceder a la política, agrupándose
en la Organización de la Mujer Mozambicana, donde se congregaban mujeres de
distintas tribus. También se formaron las aldeas comunales con el objeto de
terminar con el tribalismo. En las aldeas se realizaba el trabajo común en el
campo y al amparo de la reforma agraria. Empero, y al igual que en Chile y la
mayoría de los países, por el mismo trabajo las mujeres recibían un menor
salario que los hombres. Más allá de lo anterior, es preciso rescatar la figura
épica de la guerrillera Josina Machel (http://heroinas.blogspot.com/2013/07/josina-abiatar-muthemba.html),
que murió a los 25 años de edad, el 7 de abril de 1975. Todos los 7 de abril se
conmemora el Día de la Mujer en Mozambique.”
-¿Y cuál era la
demanda fundamental de las mujeres?
“Que
los hombres fueran monógamos. Por tradición cultural y de acuerdo a la cantidad
de tierras que poseía, el mozambicano podía casarse hasta con ocho mujeres. Las
mujeres me explicaron muy francamente que cómo un hombre tenía derecho a tener
hasta ocho mujeres si sólo contaba con un pene. ‘Si tuviera dos, podría tener
dos mujeres’, me dijeron. La violencia contra la mujer se expresaba en esta
clase de prácticas que significaban la destrucción de la autoestima y la
dignidad elementales de una persona. El hombre hacía de macho reproductor y las
mujeres, una tras otra, iban convirtiéndose en unidades económicas de trabajo
agrícola. La monogamia era la lucha fundamental de la mujer mientras se sucedía
una enorme migración del campo a la ciudad que multiplicaba los asentamientos
urbanos en condiciones precarias.”
“El desafío de la
emancipación humana de los pobres de la Tierra permanece intacto”
“En
1986, el Presidente Samora Moisés Machel sufrió un ‘accidente’ mortal en avión
y asumió en su lugar Joaquim Alberto Chissano, de línea socialdemócrata. Su
gobierno duró hasta el 2005. Fue el camino hacia el fin del proyecto socialista
que estaba en el corazón de la guerra revolucionaria de los 60’ y comienzo de
los 70’, y la imposición de políticas del liberalismo feroz que tan bien
conocemos en Chile”, relata María Cristina.
-¿Y el Ejército de
Liberación?
“Es
una fuerza esperanzadora para los revolucionarios/as. Sin embargo, ya muchos
que participaron de la guerra independentista y socialista fueron
paulatinamente dados de baja, jubilados.”
-Tú partiste de
Mozambique en 1985, ¿qué conclusiones sacas de esa experiencia?
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