Nuestro presidente de la Corte Suprema es un
civilista. De ello dio muestras suficientes en su discurso de inauguración del
año judicial 2015. En un ejemplo, digno de un demócrata de la antigua Roma, les
espetó a las autoridades presentes: “Llegará un momento en nuestro país y en el
Poder Judicial que expresiones tales como “Excelentísima” o “Ilustrísima” serán
historia. Tales distinciones en el lenguaje dan cuenta del estancamiento de los
patrones culturales, trato que no se condice con nuestra sociedad
contemporánea. La forma en que se ejercen las funciones y no el cargo, es lo
que debe generar el reconocimiento social”.
Muñoz
tiene una visión de la judicatura propia de los de los más nobles y bien
intencionados naturalistas del derecho. Apuesta él a lograr la igualdad plena
entre los ciudadanos, en virtud de una justicia plena y etérea que se expresará
en todos los procesos judiciales. Es decir, se acabará con eso de una justicia
para ricos y otra para pobres, una para chilenos y otra para los mapuche; una
para las autoridades y otra para los ciudadanos de a pie; una para los asesinos
y cómplices de la dictadura cívico-militar y otra para los que la resistieron
heroicamente. Sin embargo y lamentablemente, a todo el mundo le queda bastante claro
que todos esos elevados pensamientos, en éste país y bajo ésta democracia de pacotilla,
no son más que quimeras. Pero, digámoslo, la idea de tan esplendoroso espectáculo,
aunque fuera cierto sólo por una hora, es lo que seguramente anima a nuestro magistral
juez Muñoz.
En
línea con sus angélicas intenciones y en una temática que llamó mucho la
atención, uno de los planteamientos del jurista se relacionó con los procesos
judiciales que se están llevando a cabo en el marco del caso Penta-SQM, y dice
relación con eliminar el fuero parlamentario, privilegio que obliga a realizar
un juicio preliminar para desaforar a los congresistas que deben enfrentar
procesos judiciales.
Para
Muñoz, no es justificable que la actualidad se mantenga dicho escudo de los
parlamentarios, puesto que, entre otras consecuencias, ello deriva en que si no
se aprueba el desafuero esto equivale a su absolución, sin que pueda ser investigado
a fondo el delito perpetrado. “Por su parte, acceder al desafuero trae como
consecuencia, no solamente que el parlamentario debe concurrir a responder la
imputación, sino también que por la decisión de los tribunales se suspende de
su cargo a los mandatarios de la ciudadanía, alterando la composición de fuerzas
políticas al interior de las cámaras. Por lo anterior debiera pensarse que los
parlamentarios imputados de un cargo criminal, asuman la realidad del proceso
en igualdad de condiciones, como cualquier ciudadano de la República, sin
mayores cargas, pero también sin mayores privilegios”.
Rápidamente
saltó a defender la institución del fuero el presidente del PPD, Jaime
Quintana, quien lo justificó, pues, según él, al establecerse juicio sobre un
acto en que haya incurrido una persona con fuero, se eleva el nivel de decisión
y se da garantías a la sociedad civil. O sea, para éste oportunista
politicastro, efectivamente él y su estrato político-civil estarían por sobre el
resto de los ciudadanos.
Finalmente,
otra de los desasosiegos que expresó Muñoz tiene relación con la necesidad urgente
de implementar un examen único para habilitar a los futuros abogados para
ejercer la profesión -similarmente a lo ocurrido hoy con los estudiantes de
medicina-, ante las “diferencias sustanciales” entre los profesionales
egresados de las distintas universidades lo que ha “derivado en acusaciones
criminales, demandas civiles y denuncias de faltas a la ética profesional”,
según sostuvo Sergio Muñoz. “La situación descrita me hace proponer formalmente
la posibilidad de instaurar en nuestro país un Examen Único Habilitante para el
Ejercicio de la Profesión de Abogado, al que se sujeten todos los licenciados
en derecho que egresen de las facultades del país y del extranjero por igual,
supervisado por el Poder Judicial, con la colaboración de las Facultades de
Derecho de las universidades del Consejo de Rectores, de la Asociación de
Universidades Privadas y los colegios de abogados”.
Sólo
nos cabe decir que, de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno.
Aunque, de otro lado, si este país tuviese una democracia y una justicia de
verdad –como aspira Muñoz, debiéramos agregar que, ¡Dios, qué buen vasallo
sería… si tuviese buen señor!
¡QUE LA HISTORIA NOS ACLARE EL PENSAMIENTO!
Colectivo Acción Directa - CHILE
Marzo 3 de 2015
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