Por
Blanca Juárez, La Jornada[1]
–México, DF
08/03/15
El feminismo apostó por la
emancipación de la mujer a través del empleo, pues la autonomía financiera “te
sacaba del único lugar donde podías construir tu vida”. Pero esa independencia
también tiene límites, porque ¿de qué trabajo hablamos? ¿De uno sometido a la
lógica capitalista que no garantiza salir de la pobreza y que pierde cada vez
más derechos, obtienes uno pero si quedas embarazada te despiden y no tienes
nada?
¿Es
eso liberador? Cuestiona Amaia Pérez Orozco, economista y feminista española.
“La vida que merece ser vivida” está en otro sitio, afirma, y no dentro del
actual sistema socioeconómico en el que es “imposible” que todas las mujeres
avancen “porque se necesitarán otras que cubran los trabajos ocultos e
invisibles que sus pares hacían”.
La
doctora en Economía por la Universidad Complutense de Madrid y autora de Perspectivas Feministas en torno a la
Economía: el caso de los cuidados (Akal Ediciones) y Subversión feminista de la
economía (Traficante de Sueños) habló, durante su visita a México, sobre la
reforma laboral, los trabajos no remunerados, los efectos de la crisis
económica en este sector de la población y del ciclo laboral de las mujeres, el
cual “responde más a las necesidades de la vida”.
Pérez
Orozco señala que en el caso de España el trabajo asalariado otorgó incluso
reconocimiento social, muchas “pudieron tener otro tipo de vida, separarse si
querían”. Sin embargo, para que algunas lograrán ingresar al mercado laboral
otras han cubierto el hueco que dejaron en el hogar. Así, transfirieron las
tareas de cuidado a las abuelas, a trabajadoras más pobres o a migrantes. “Y
otras simplemente se vuelven locas haciendo ambos trabajos”.
Las
tareas del hogar, aquellas que se realizan día a día y por las que rara vez
alguien se pregunta quién y cómo lo hace, han sido designadas “históricamente”
a las mujeres, recapitula Amaia. Se trata de trabajos “ocultos”, cuyo rol es
tan simple y complejo como sostener la vida. Y si se necesita otra explicación
ahí va: “si no hay vida, tampoco hay capitalismo”.
Para
Amaia --quien estuvo en México para participar en un ciclo de conferencias
organizadas por la Universidad Nacional Autónoma de México-- tales labores no
se pueden valorar sin destruir el sistema capitalista heteropatriarcal. Al
tiempo que hay que cambiar las políticas públicas es fundamental redistribuir
esos quehaceres y “que los hombres los asuman de verdad”. Su mensaje también va
para “los de izquierda, anticapitalistas, que tampoco quieren perder privilegios”.
Sobre
el trabajo doméstico hay debates dentro de los pensamientos feministas. Por
ejemplo, la italiana Silvia Federici reclama, desde los años 60, un salario
para esa actividad. Orozco, por su parte, lo considera inviable puesto que “el
sistema capitalista heteropatriarcal necesita que esas faenas permanezcan
ocultas”.
Sin
embargo, subraya que dicha propuesta hace un cuestionamiento claro al
capitalismo, en tanto que plantea dejar de hacer los trabajos del hogar “por
amor”. Mientras que los varones obtienen reconocimiento social en relación al
dinero que ganan por su trabajo, con las mujeres ocurre que “si lo hacen por
amor son mejores mujeres, esposas y madres que si lo realizan por dinero”.
En
cuanto al “mercado laboral formal” la especialista en género señala otras
tantas diferencias. Las mujeres responden, dice, a las necesidades de la vida.
Es decir, dejan de trabajar si tienen pequeños y no pueden o no quieren pagar
una guardería, o si tienen un familiar enfermo.
“Nuestra
vida económica es mucho más flexible y móvil, combinando trabajos pagados y no
pagados, a tiempo completo o parcial, formales o informales, dependiendo de las
necesidades vitales propias y del conjunto del hogar.” Esto, en el mundo en el
que vivimos, tiene un costo: “él triunfó
y tú no, tú te quedas sin derecho a pensión o con una mucho más bajita, o ya no
te puedes reincorporar al mercado laboral”.
Con
la aprobación de la reforma laboral en México el impacto en términos de
desigualdad de género ha sido muy negativo, asegura. “Hicieron unas pequeñitas
mejoras, como el permiso de paternidad –que en los hechos no siempre se
cumple--. Sin embargo eso no compensa la precarización para las mujeres,
quienes son las primeras expulsadas del mercado laboral”.
Y
si es difícil “gestionar la vida diaria cuando tienes un salario estable y
horarios conocidos, lo es mucho más cuando pierdes el empleo, y quienes se
encargar de hacer dichas diligencias son las mujeres”.
Otro
de los problemas para las mujeres en el mundo laboral es el llamado “techo de
cristal donde mejoras en el empleo, pero hasta cierto punto porque luego te
topas con una barrera visible y no pasas”. Pero para Amaia la gran dificultad
es “el piso de cemento, pues no es tanto que no asciendan, es que simplemente
no pueden despegar de los empleos más precarios, pobres y menos valorados”.
En
cuanto a la crisis económica y financiera y su impacto en las mujeres, explica
que en América Latina, tras la imposición de medidas de ajuste estructural, es
en los hogares donde se intenta garantizar las condiciones de vida lo más
dignas posible, en un contexto cada vez más difícil. Y dentro de los hogares
son las mujeres quienes han tenido que desplegar estrategias de supervivencia.
Despojadas
de empleo, las mujeres “venden algunos productos, ni siquiera en un puesto de
venta ambulante, o hacen varios trabajos para conseguir algo de dinero”. Por
otro lado, dedican mucho más tiempo a buscar artículos baratos, o si alguien
enferma lo cuidan en casa y no en algún servicio médico.
Todas
necesitamos dinero para sobrevivir, enfatiza, pero “el empleo en sí no es
liberador, es un medio para conseguir autonomía, derechos sociales, una
identidad que nos satisfaga, pero nunca puede ser el fin”.
Amaia
Orozco introdujo el concepto “la vida que merece ser vivida”. Parte de que
“vivimos en un sistema civilizatorio que no sólo es capitalista, sino
heteropatriarcal, racista, colonialista y depredador con el medio ambiente, y
por ello debemos construir otro que ponga como centro la existencia humana y la
del planeta.
“Debería
darnos miedo el sistema de muerte que tenemos hoy, y que en el caso de México se ve clarísimo.
En otros sitios está un poquito maquillado, pero aquí es clarísimo”.
Para
esto es importante “no creer que una sola posición política tiene la verdad.
Construir una utopía compartida del mundo al que queremos caminar. Necesitamos
una utopía porque el mundo que tenemos está en crisis y tenemos que decidir
cuál es el mejor lugar y no ir hacia un desastre”.
Equipo Internacional –CAD CHILE
Marzo 8 de 2015
¡FELICIDADES Y ABRAZOS A LAS MUJERES LUCHADORAS EN SU DÍA!
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