“La ONU afirma que Yemen vive el
apocalipsis y no reacciona”
Yemen
vive una situación “muy parecida al apocalipsis”, ha dicho Mark Lowcock el responsable de
Asuntos Humanitarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
Su
declaración es chocante. Después de los desastres de Camboya, Ruanda, Dafur nos
juramos a nosotros mismos que nunca más íbamos a dejar que volviera a ocurrir
algo similar, pero aquí estamos de nuevo. El mayor desastre humanitario en 50
años -ONU dixit- está ante nuestros ojos y no hacemos nada para evitarlo ¿Cómo
puede ser posible? ¿Ante quién se arrodillan estos políticos y burócratas que
predican ser libres?
Yemen es el país más pobre de Oriente
medio. Una sociedad de campesinos
que por razones ecológicas
dependen en un 80% de comida, fuel y medicinas importadas. Hombres tribales a
quienes se les regala un kalashnikov cuando cumplen 15 años y a los que no es
fácil derrotarlos con armas. La guerra que ya dura tres años, una agresión
injusta y desproporcionada por su brutalidad, está empeorando hasta el límite
su situación.
Un informe reciente del Centro Legal para Derechos y Desarrollo
de Yemen ha señalado que la agresión de Arabia Saudí y sus aliados, iniciada el
pasado 26 de marzo de 2015, ha dejado 35.415 víctimas civiles: 13.603 muertos y
21.812 heridos.
La mayoría de estas víctimas son campesinos
tribales pobres y sus familias, sus mujeres y sus hijos, que dependen para
sobrevivir de pozos cada vez más profundos. Campesinos que necesitan diésel y
otros insumos importados para sacar el agua que requieren para sus cultivos.
Los saudíes lo saben y han puesto la
vida y la producción de estos campesinos tribales como un objetivo de guerra.
Incapaces de derrotarlos militarmente han diseñado una estrategia para exterminarlos por hambre o enfermedad. Los
saudíes serán ricos por el petróleo pero su mentalidad es atrasada y feudal. La
vida humana y sus derechos les tienen sin cuidado. A pesar de ello los
gobiernos europeos serviles inclinan su cabeza para acceder a su petróleo y su
dinero.
La crisis humanitaria dantesca de que habla
Mark Lowcock está hecha a propósito por
ellos. Yemen no solo pasa hambre, está sufriendo la peor epidemia de cólera
conocida en los últimos años. Una nueva de difteria ha comenzado. Hay ya 500
casos reportados. El apocalipsis es consecuencia no solo de la brutalidad de
las bombas, es producto de la malnutrición planeada y la destrucción
estratégica de las infraestructuras y el sistema de salud. Tras más de mil días
de guerra, de una población de 27.5 millones 17 millones pasan hambre y siete
millones de ellos dependen de la ayuda humanitaria para subsistir. Millones de
seres humanos, sí millones, están a la orilla de su exterminio. Los saudíes
están impidiendo como un arma de guerra
la llegada de alimentos, medicinas y diésel a una población civil debilitada al
máximo.
El jinete del apocalipsis que ve Mark
Lowcock es una coalición encabezada por Arabia Saudí y Emiratos en las que
participan activamente Estados Unidos y Gran Bretaña y a la que abastecen de
armas sustancialmente Francia, Italia y España. Los que se rasgaban las
vestiduras por lo que ocurría en Camboya, Ruanda o Darfur son los que están
organizando o colaborando con el peor genocidio de los últimos 50 años. Felipe
VI, el rey Borbón de España viajó a Ryad a vender armas, sí, a hacer negocio
con el apocalipsis. ¿Ven estos socios
europeos del exterminio de los empobrecidos campesinos yemeníes su propia cara
monstruosa cuando se miran al espejo? ¿Es el
horror que descubren cuando se ven lo que les paraliza?
La primera ministra inglesa Theresa May fue
la primera que debió de ver su imagen deformada. Hace unas semanas empezó una
iniciativa para parar la guerra aprovechando que estaba de visita en Jordania.
Tomó un avión y se plantó en Ryad a finales de noviembre. Boris Johnson, el
secretario británico de exteriores, dijo entonces que la resolución del
conflicto de Yemen era su prioridad número 1. Poco se sabe de las
conversaciones que mantuvo May en Ryad pero lo siguiente fue una seria crisis
en Saná.
A principio de diciembre el ex-presidente
Saleh anunciaba que rompía con los huzíes y que había llegado a un acuerdo con
los saudíes. El acuerdo habría sido hecho a espaldas del gobierno de facto de
Saná. El día 4 de diciembre estaba muerto. Los huzíes dicen que murió cuando
huía a Mareb y resistió el arresto por traición. La familia que murió en su
casa de Saná cuando iba a ser detenido Abdul-Malik al-Houthi, el líder de los
huzíes, dijo en televisión que Saleh había muerto por traidor. “Hoy es el día
de la caída de la conspiración del engaño y la traición, es un día oscuro para
las fuerzas de la coalición”.
Estuvieron varios días esperando un
levantamiento popular en Saná contra los huzíes por el asesinato pero no
ocurrió -parece que los servicios de información occidentales no conocen lo que
está pasando a ras del suelo-. Su muerte ha incrementado la incertidumbre sobre
el futuro, pero no hubo reacción popular a pesar de la detención de decenas de
aliados de Saleh, líderes del Congreso General del Pueblo, el partido que el
propio Saleh había creado desde el poder ahora en bancarrota. No ocurrió porque
Saleh carecía del apoyo de la mayoría de los yemeníes -claro hubo también quien
lo lloró, era un referente de la política yemení de 35 años-. Todavía estaba
presente en la conciencia de los yemeníes la lucha para sacarlo del poder
durante los meses de la primavera árabe. Cuando pedían su dimisión en las
calles y él respondió con balas. Los Estados Unidos lo acusaban de ser un
dictador -llevaba más de 30 años en el poder-; de apropiarse de los ingresos
petroleros para él y su familia; y de entregar los empleos públicos a su tribu
y aliados. Es difícil pensar que salieran a la calle por él.
De cualquier manera, los saudíes intentaron
capitalizar la crisis. Pero su enfrentamiento con Qatar ha alejado a Al Islah
(los hermanos musulmanes es la fracción mayoritaria), el segundo partido más
importante antes de iniciarse el conflicto de Yemen, de un acuerdo con Ryad,
haciendo prácticamente imposible una solución política sin los huzíes. Su
fracaso político – después de la crisis los huzíes controlan todavía más Saná y
el norte del Yemen- ha puesto a Yemen en la entrada del apocalipsis.
Los bombardeos aéreos se han intensificado
y con ellos la muerte de civiles. Europa y Estados Unidos siguen suministrando
bombas guiadas. Residentes de Saná han
dicho que están dentro de sus casas porque no saben cuándo van a aparecer los
bombardeos. Ya son más de tres años en
esta situación pero las últimas semanas han sido peor. Iona Craig, una periodista inglesa que ha
residido en Yemen en los últimos años, denunció desde Londres la semana pasada
que los saudíes han intensificado sus ataques a las fuentes de comida.
Pescadores en el mar Rojo -el pescado es uno de los alimentos de la población-
son atacados indiscriminadamente, lo mismo hacen con campesinos y centros de
distribución de comida.
El fracaso político ha hecho crecer la
tentación saudí por una gran invasión. Están impacientes. El fracaso en Yemen
puede dificultar la ascensión al trono del príncipe heredero Mohammed bin
Salmán quien está a cargo en Ryad y ha hecho de la guerra de Yemen un signo de
su prestigio. Se han detectado movimientos de tropas alrededor de Hodeidah, el
puerto por donde entra la mayor parte de comida, diesel y medicinas todavía en
manos de los huzíes. El circo de Nikki Haley, la embajadora de Estados Unidos
en la sede de Naciones Unidas en Nueva York,
con los supuestos misiles iraníes – Yemen hace décadas que viene
desarrollando misiles en un programa propio- no por ser ridículo deja de ser
preocupante. El conflicto puede extenderse a una conflagración regional.
Estados Unidos no se cansa de asociar los huzíes con los iraníes.
Dada la crisis humanitaria que vive Yemen
cualquier solución militar significará la destrucción genocida de la población civil. Lo peor es que el
apocalipsis que habla Mark Lowcock parece ser funcional al sistema. El sueño de
Londres de parar la guerra y seguir haciendo negocios con los saudíes se ha
hecho trizas. Los ricos saudíes saben que los necesitan ahora más que nunca.
Londres está redefiniendo sus alianzas económicas tras el Brexit y Ryad va a poner sus condiciones. Una
de ellas, la venta de armas sofisticadas debe continuar. Estados Unidos,
Francia, Canadá, Italia y España les van a seguir. Cómplices, están haciendo un
muy lucrativo negocio también con la venta de armas a Ryad y Abu Dabi. Pronto
Europa tendrá que elegir definitivamente entre los intereses de los fabricantes
de armas y sus leyes orientadas a defender los derechos humanos sino quiere ser
asociada con el apocalipsis en Yemen. Pero temo saber cuál es la respuesta
mientras sigan los mismos gobiernos.
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Colectivo
Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Enero 17 de 2018
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