“Fundación SOL sobre salario mínimo: ‘No puede ser que una persona que trabaja jornada completa sea pobre’”
Diario-Radio U. de Chile –public. 3/1/18
El
economista Marco Kremerman es crítico con lo que señala como una contradicción
del gobierno: que el salario mínimo no le alcance a una familia para superar la
línea de la extrema pobreza. Para el investigador el piso debiera acercarse a
los $417 mil, algo que hoy se mira con distancia
Según la ley que se
promulgó el 30 de junio de 2016, desde el 1 de enero de 2017 el salario
mínimo sufrirá alzas por periodos de seis meses. Al comienzo del año
pasado se elevó el ingreso de $257.500 a $264.000. Desde el 1 de julio aumentó
de $264.000 a $270.000. Finalmente, desde el 1 de enero de 2018 el sueldo
mínimo en Chile pasó de $270.000 a $276.000. Estos cambios significaron un
aumento de 7,2 por ciento en un año y medio, alza que, para algunos, es
insuficiente.
Marco
Kremerman, economista de la Fundación SOL, critica la incoherencia de que un
país ubique una línea de la pobreza muy por sobre el salario mínimo.
Este
mecanismo de reajuste ¿es la forma correcta y eficiente de avanzar en un alza
de los salarios mínimos?
-
Aquí hay dos grandes problema en la discusión del salario mínimo. Primero, no
sería problema la forma en que se reajusta -una vez al año, cada seis meses o
como sea- si es que hubiese una buena manera de realizar esta negociación y si
el salario mínimo estuviera alineado por el piso mínimo. En general, otras
economías capitalistas del mundo tienen pisos mínimos vinculados al costo de la
vida. Chile tiene dos problemas: en primer lugar, da lo mismo un poco el
reajuste y su forma si seguimos teniendo un salario mínimo desalineado del
tamaño de la economía. Hoy estos $270 mil ni siquiera permiten superar la línea
de extrema pobreza para un hogar promedio de cuatro personas. La línea de
extrema pobreza está en $278 mil y la línea de la pobreza para un hogar
promedio de cuatro personas está en $417 mil. ¿Por qué esto es importante?
Porque el objetivo de la política del salario mínimo a nivel mundial y en
Chile, que parte en 1937 bajo el concepto de sueldo vital, es que el trabajador
pueda satisfacer las necesidades básicas de sí mismo y su grupo familiar.
-
No tiene sentido que obligatoriamente tiene que haber una segunda persona que
tenga que trabajar y que gane el mínimo para que la familia recién pueda
superar la pobreza. Que sea voluntario es otra cosa, pero en Chile es
obligatorio que tengan que trabajar dos personas en una familia de cuatro para
recién superar levemente la pobreza. En Chile no se reconoce que tenemos una
tremenda deuda de arrastre.
¿Cómo
se evalúa la política de reajustes entonces?
-
El segundo punto: hay tres o cuatro formas de revisar los reajustes del salario
mínimo en el mundo. Chile tiene una de las más malas. Consiste en que el
Ejecutivo propone un proyecto de ley, a veces discute con los actores
incumbentes como trabajadores y empresarios, de manera no vinculante -vale decir
les consulta- y después en el Congreso se discute, se proponen algunas
indicaciones y el Ejecutivo tiene la facultad -incluso si no llegan a acuerdo
ambas Cámaras- de volver a restituir el proyecto con un veto presidencial. En
otras partes del mundo existe la negociación colectiva en el salario mínimo.
Existe una negociación entre los trabajadores a nivel general, con los
empresarios a nivel nacional. Es una negociación mucho más fuerte porque estás
estableciendo los pisos mínimos directamente entre las partes y a veces existe
una mediación del Estado. Acá eso no existe de ninguna manera.
Con
lo impredecible que puede ser la conducta de la economía, ¿es el plazo de 18
meses un método efectivo para proyectar las alzas?
-
No tiene ninguna relevancia en estos momentos. Aumentar de $270 a $276 mil, si
el salario mínimo está totalmente desalineado a la economía, no tiene mayor
impacto. Si estuviéramos por lo menos en los $420 mil, ahí sí tiene sentido
hablar del momento en que se reajusta y de la forma. El tema de la periodicidad
hoy no tiene mucho sentido. Con salarios mínimos como el nuestro, en el piso -4
del edificio, estas cosas son realmente marginales.
Según
las necesidades las familias chilenas hoy, ¿cuál sería el sueldo mínimo que
venga amarrado a la dignidad y la ética?
-
Si fuésemos coherentes con los estándares que el propio Estado chileno ha
fijado, al menos debería estar en $417 mil. Hoy, si buscas el último informe
estadístico de la canasta alimenticia, vas a encontrar que justamente a noviembre
de 2017 una familia de cuatro personas, la línea de la pobreza es de 417 mil.
Tiene coherencia que el salario mínimo que fija el propio Estado, permita
superar la línea de la pobreza para una familia promedio. Veía una declaración
de Jorge Errázuriz, empresario vinculado a un grupo político, que decía que si
en una familia trabajaban dos personas podían superar la línea de la pobreza.
Pero eso es justamente la trampa. Justamente la política del salario
mínimo tiene que permitir que una persona trabajando en un hogar promedio
saque a su familia de la pobreza, si no, no es mínimo. Están obligando a otra
persona a trabajar con los impactos que significan a nivel familiar. Nosotros
consideramos que debiese ser mayor de $417 mil. El Fondo Monetario Internacional
proyectó que este año Chile va a superar el PIB por persona de 25 mil dólares.
Uno esperaría que este valor no solo permita que el salario mínimo satisfaga
las necesidades básicas, sino un poquito más.
Los
argumentos de los detractores a un alza significativa siempre han apelado al
aumento del desempleo para frenarla. ¿Qué tan factible económicamente es hacer
un aumento que pase de los 276 hasta los 420 mil en un periodo acotado de
tiempo?
-
Lo que indica la teoría económica ha demostrado que no existe una relación
directa entre aumentar el salario mínimo y un efecto negativo en el empleo,
sino que depende del momento en qué se haga. Si tú realizas un aumento de $150
mil cuando la economía está disminuyendo su crecimiento en -2 por ciento, sin
duda puede tener un impacto. Pero si tú te fijas los argumentos siempre han
sido los mismos. Cuando Chile crece “no es el momento de colocar piedras en el
camino porque vamos creciendo bien y para qué detener el crecimiento”, y cuando
Chile no está creciendo mucho, con mayor razón eso podría generar mayores
problemas. Lo importante es que Chile defina que de aquí a tres cuatros un
salario mínimo que al menos esté en el valor de una línea de la pobreza para un
hogar promedio de cuatro personas. Si no podemos hacerlo inmediatamente, se
hará en tres años, pero se tiene que llegar a ese valor. Tiene que haber un
norte. Esto puede ser postergado eternamente.
¿Cuál
es la proyección del reajuste para este año y cómo será el mecanismo?
-
Quedó un poco abierto el espacio. Si volvemos al ritual típico de los años
anteriores, debería venir una discusión en junio y un reajuste en julio, pero
quizás esto puede correrse para enero. Si se vuelve al rito habitual de hacer
los reajustes el 1 de julio, yo creo que no van a haber sorpresas, más aún en
un gobierno como este. Deberían ser los reajustes típicos, que son marginales,
$10 mil, $15 mil. Por lo tanto va a ser muy importante que se vaya al fondo del
debate, porque acá va a pasar lo mismo que con las pensiones. Se puede achacar permanentemente
que las pensiones no tienen nada que ver con el costo de vida chileno pero no
hay cambios importantes y se sigue operando y depositando el problema en las
personas. Que se cotice más, que jubilen más tarde, que ahorren más. Acá es lo
mismo. Se dice “que trabajen más personas en el hogar, que se dé más
flexibilidad al mundo del trabajo para que más personas se incorporen, que el
estado entregue bonos o transferencias para superar la línea de la pobreza”.
Eso es una contradicción. En Chile una persona que trabaja 45 horas a la semana
debería poder sacar a su familia de la pobreza. No puede ser que una persona
que trabaja jornada completa sea pobre. Se supone que el trabajo al menos
liberaba materialmente y eso está muy lejos de cumplirse en Chile.
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