El compañero Miguel Enríquez Espinosa, líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, cayó el 5 de octubre de 1974 en desigual combate contra un impresionante cerco de fuerzas combinadas de FF.AA. y de orden, el que incluyó tanquetas y un helicóptero. Le acompañaban su compañera, Carmen Castillo (embarazada), Humberto Sotomayor y José Bordas. La tropa de sicarios era dirigida por el criminal Krassnoff Martchenko, que acumula a la fecha más de 400 años de presidio por sus delitos de lesa humanidad
Este miércoles 3, el
poder judicial dio a conocer que el ministro en visita extraordinaria para causas
para violaciones a los DD.HH. de la Corte de Apelaciones de Santiago, Mario
Carroza, condenó a tres chacales de la nefasta Dirección
de Inteligencia Nacional DINA (verdadera Gestapo de la dictadura cívico-militar)
por su responsabilidad en el delito de homicidio calificado del dirigente del
Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR MIGUEL
ENRÍQUEZ ESPINOSA. Tal ilícito fue perpetrado el 5 de octubre de 1974, en
la calle Santa Fe 725 de la comuna de San Miguel, en Santiago.
En su
resolución, el ministro Carroza condenó al funestamente célebre Miguel
Krassnoff Martchenko (alias ‘Caballo Loco’) a la pena de 10 años y un
día en calidad de autor del delito descrito, pena que se agrega a continuación de
las que ya cumple en el penal-hostal de Punta Peuco.
En tanto, Teresa
del Carmen Osorio Navarro y Rodolfo
Concha Rodríguez fueron condenados como cómplices a 3 años y un día
cada uno, pero el juez –muy injustamente- les otorgó el beneficio de la
libertad vigilada. Además, en lo que implica otro desacierto, el peligroso dino César
Manríquez Bravo resultó absuelto, pese a las varias pruebas que lo
incriminan en ésta causa.
En
la etapa de investigación, el ministro en visita logró determinar los siguientes hechos:
El genocida Krassnoff durante la reconstitución de escena del crimen de Miguel, julio de 2016 |
"El
día 5 de octubre de 1974, cuando Miguel Enríquez Espinosa se encontraba en la
vivienda que era utilizada como casa de seguridad dada su condición de
clandestinidad, en la calle Santa Fe N° 725, en la comuna de San Miguel, junto
a su pareja Carmen Castillo Echeverría y otros dos integrantes del MIR, José
Bordas Paz y Humberto Sotomayor Salas, cerca de las 13:00 horas, agentes de la
Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), sin contar con un respaldo
justificativo, se apersonaron en el lugar, lo acordonaron y desplegaron un
numeroso contingente de dicha organización y de Carabineros en toda la manzana,
toda vez que seguimientos le permitieron ubicar el domicilio donde residía
Enríquez temporalmente, y sin exhortarlos previamente a entregarse para ser
detenidos, iniciaron una ofensiva armada contra los moradores del inmueble, que
lleva a éstos a responder desde el interior, aunque en el curso de la refriega
se percatan de la imposibilidad de hacerles frente, debido al número de agentes
que utilizaban los servicios de seguridad y al poderío de las armas empleadas,
y resuelven huir por las techumbres de las casas colindantes, cuestión que
logran Sotomayor Salas y Bordas Paz, pero no así Enríquez Espinosa, quien es
herido e intenta previamente, antes de tomar la misma decisión, asegurar la
suerte de su compañera Carmen Castillo Echeverría, quien se encontraba
embarazada y herida, pero luego cuando lo hace es sorprendido por los agentes
que se encontraban cubriendo la calle lateral, quienes le disparan y es abatido
en el patio de un inmueble vecino".
La verdad del enfrentamiento del
5 de octubre de 1974
Si
bien el ministro Carroza expone antecedentes variados y contrastados por
diversas fuentes respecto de la muerte de Miguel, la verdad es que el líder del
MIR se enfrentó sin bajar la guardia y hasta morir frente a sus enemigos,
puesto que le asistía la certeza que de caer en las garras de las fuerzas
dictatoriales igualmente sería asesinado.
Pero
señalemos los hechos reales que se vivieron aquel trágico 5 de octubre, que
acarrearon la pérdida de uno
de los más valiosos líderes de la causa popular y revolucionaria en el
Chile bajo dictadura.
Cerca
de las 13:00 del 5 de octubre de 1974, Carmen Castillo llegó hasta la casa
donde se refugiaban junto a Enríquez y Humberto ‘Tito’ Sotomayor desde hacía
menos de un año, ubicada en la calle Santa Fe 725, San Miguel.
Los
dirigentes del MIR, a los que acompañaba en la ocasión José Bordas Paz, el Coño Molina, quemaban documentos y
tenían sus armas a la mano: autos sospechosos habían merodeado por la casa
durante la mañana.
En
efecto, al sector llegaron tres vehículos. En uno de ellos llevaban a Cecilia
Jarpa, enlace de Miguel Enríquez, torturada y amarrada. En los otros autos
iban, entre otros, Moren Brito, el teniente Miguel Krassnoff, y el agente civil
Osvaldo Romo. Con el tiempo, los tres quedarían registrados entre los agentes
más crueles, a pesar de que los dos primeros se intentaron siempre mostrar como
meros “analistas” de la DINA. Minutos más tarde, la tropa de dinos abría un
nutrido fuego contra los resistentes que se encontraban al interior de la
morada de la calle Santa Fe. Sin embargo, los sicarios encontraron una dura
respuesta armada desde su interior, por lo que tuvieron que solicitar refuerzos
(que llegaron a las 14:00): más agentes, de la misma DINA, de carabineros,
uniformados, más vehículos, una tanqueta y la participación de un helicóptero.
Pasados
unos veinte minutos desde el inicio del intercambio armado, esquirlas de una
granada hirieron a Carmen Castillo en varias partes del cuerpo –quien quedó
seminconsciente y con una profusa hemorragia- y una alcanzó también a Miguel.
Por
el aire sobrevolaba un helicóptero. El intercambio de disparos continuaba. La
refriega duró casi dos horas. Cerca de las tres de la tarde, Miguel Enríquez
salió de la casa para intentar subir a un muro de la casa contigua de calle San
Francisco 5959. Ese fue el momento de su muerte, alcanzado por una decena de
disparos.
Carmen
Castillo recuerda que algunos vecinos escucharon que Miguel gritó: “¡Paren
el fuego, aquí hay una mujer herida embarazada!”. Por cierto, los
represores hicieron caso omiso al llamado y siguieron disparando.
De
la infernal balacera sólo salvaron con vida Sotomayor y Bordas, que escaparon
por el fondo de la vivienda y luego por los techos vecinos.
Carmen
quedó herida tirada en el suelo dentro de la casa. Al entrar, Moren Brito la
pateó. Ella no se explica por qué la dejaron tirada y no se la llevaron. Había
perdido mucha sangre. La DINA y los refuerzos se retiraron. Romo se llevó un
recuerdo que luego comenzó a mostrar a los prisioneros en los recintos
clandestinos: el reloj de Miguel Enríquez. El “guatón” Romo fue uno de los que
más robó a las víctimas que iban cayendo.
Un
vecino del sector, Manuel Díaz, buscó una ambulancia y llevó a Carmen Castillo
al Hospital Barros Luco; eso le salvó la vida. Desde allí la DINA la llevó a la
fuerza al Hospital Militar, hasta donde llegó el mismo Manuel Contreras –jefe
de la DINA- y Krassnoff.
Carmen
saldría del país tiempo después rumbo a Gran Bretaña, donde nació su hijo, Miguel Ángel, que lamentablemente moriría a poco de nacer debido a las secuelas de lo acontecido
a su madre aquel luctuoso día de octubre.
Su
caída en combate encontraba a Miguel Enríquez muy joven, a los 30 años de edad,
empeñado en una labor que había comenzado con la fundación del MIR, el 15 de
agosto de 1965: hacer la revolución social en Chile, combatiendo sin cuartel a
los enemigos del pueblo que se habían entronizado en el poder mediante un
cruento golpe de Estado militar y que sometían al país por la fuerza y el
terror.
Como
lo señalara su compañera, Carmen Castillo, Miguel cayó en un “acto de
resistencia del hombre libre que combate y muere”.
¡Ni Olvido Ni Perdón: Verdad, Justicia y
Memoria!
¡Sólo la Lucha y la Unidad Nos Harán Libres!
Colectivo
Acción Directa CAD –Chile
Enero 3 de 2018
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