Ante la proximidad de la firma del
acuerdo entre Washington y Teherán, Thierry Meyssan describe y analiza la
política del presidente francés Francois Hollande en el Medio Oriente,
caracterizada por su respaldo a las monarquías del Golfo y al apartheid israelí.
Y muestra como esa política, que contradice los valores de la República
Francesa y sus intereses como Nación, está única y exclusivamente al servicio
de unos pocos individuos y del grupo social que estos representan
Por
Thierry Meyssan*, en Voltaire.net[1]
Junio
8, 2015
Electo en mayo de 2012 para ocupar la presidencia de la República
Francesa, Francois Hollande[2]
ha impuesto a su país una orientación completamente nueva en materia de
política exterior. El hecho que el propio Francois Hollande se presentara como
un hombre de izquierda ocultó a sus conciudadanos que ese alto funcionario daba
la espalda a los intereses de la Nación, a su historia y su cultura, y que
ponía el Estado al servicio de un grupúsculo de miembros neoconservadores de la
gran burguesía.
El
cambio de la primavera de 2012
* Después de haber ofrecido,
durante su campaña electoral, una apariencia de hombre abierto a todos los
puntos de vista, que se rodeaba de varios grupos de reflexión con opiniones
diversas, Francois Hollande se quitó la máscara en cuanto asumió
la presidencia, el 15 de mayo de 2012. Lo hizo al evocar en
su discurso de investidura la figura de Jules Ferry. Afirmó sutilmente que
rendía homenaje al fundador de la escuela laica y obligatoria y no al
teórico socialista de la colonización. Sin embargo, para Ferry el objetivo
del laicismo no era garantizar la libertad de conciencia sino alejar a los
niños de la iglesia católica para educarlos como carne de cañón de sus
expediciones coloniales.
* El 6 de julio de ese mismo año, Hollande reunía en París una
coalición de Estados autoproclamados «Amigos de Siria» para
sabotear el acuerdo de Ginebra y reanudar la guerra contra Siria.
Simbólicamente, saludó a los «demócratas» (sic) del Consejo Nacional
Sirio, organización títere creada por Qatar con miembros de la Hermandad
Musulmana. Y se pavoneó junto al criminal de guerra Abu Saleh, quien había
dirigido en Siria el emirato islámico que los «demócratas»
crearon en Baba Amro, donde este Abu Saleh ordenó la decapitación de 150 de sus
compatriotas. En esa ocasión, y ante tan distinguido personaje,
Hollande pronunció un discurso, escrito en inglés por sus mentores y
traducido al francés para que él lo leyera como nuevo presidente de
Francia.
* Después, el 22 de julio, Hollande afirmó solemnemente que
Francia reconocía los crímenes cometidos contra los judíos por el gobierno
ilegítimo de Philippe Petain. En otras palabras, el alto funcionario
Hollande planteaba la superioridad del Estado Francés sobre la República[3].
En aquel momento escribí que Francois Hollande,
adoptando la posición de sucesor de Philippe Petain, ponía Francia
al servicio de los poderosos del momento y reasumía la política colonial[4].
Pensando que mi situación de exiliado político me había hecho perder el
sentido de la medida, muchos decidieron ignorar lo que en aquel
momento les parecía una exageración.
Así que me sentí aliviado cuando leí el último libro
del demógrafo Emmanuel Todd, Qui est Charlie? [En español, “¿Quién es
Charlie?”], quien analiza cómo y por qué el electorado actual del
Partido Socialista es el heredero de los «mariscalistas» [3].
Siempre he sentido gran admiración por este intelectual, que ha logrado
mostrar el impacto inconsciente de los sistemas familiares sobre la historia.
Siendo estudiante de Ciencias Políticas, leí con verdadera fruición su tesis,
donde mostraba que la división del mundo durante la guerra fría correspondía
en realidad a las estructuras familiares de los pueblos. Ilustrando
su explicación con el uso de mapas, Emmanuel Todd observa que
el electorado del Partido Socialista, hoy ampliamente descristianizado,
ha perdido sus puntos de referencia y se repliega sobre
sí mismo. Este demógrafo ya había analizado anteriormente la adhesión
de la clase dirigente al culto del euro o sea a la ley del más fuerte
en el espacio europeo. Y concluye que el Partido Socialista ha vendido
Francia al extranjero, con la aprobación de un electorado de privilegiados.
El
equipo de Francois Hollande
El cambio de política exterior implementado por el
presidente de la República se basa en un análisis simple: al tener
menos necesidad del petróleo proveniente del Golfo, Estados Unidos ha
anunciado su intención de trasladar su dispositivo militar hacia el
Extremo Oriente. Respaldando a Washington –al estilo de un
Tony Blair– en la escena internacional, Francois Hollande espera ocupar el
lugar que los estadounidenses dejan vacante en el Golfo y obtener así dinero
fácil.
Con toda lógica, Qatar –o sea, Exxon-Mobil, la firma
de los Rockefeller– financió generosamente la campaña electoral
de Francois Hollande[5].
Fue Laurent Fabius quien negoció ese financiamiento –ilegal según las
leyes de Francia. En reconocimiento a ese papel de negociador, Hollande,
ya electo presidente de la República, nombró a Fabius ministro de
Relaciones Exteriores, a pesar de la vieja rivalidad que existe entre
ellos.
La danza del vientre de Francois Hollande ante sus
generosos mecenas del Golfo se acompaña de su acentuado apoyo
al Estado de Israel. Es necesario recordar aquí que el presidente
Charles De Gaulle rompió con ese Estado colonial, en 1967, declarando
que, aunque Francia se había aliado con Israel para controlar el canal de
Suez y luchar contra la independencia de Argelia, ya no podía
mantener aquella alianza después de renunciar a su imperio.
El presidente Hollande prefirió, al contrario, proclamar
en hebreo, a su llegada al aeropuerto de Tel Aviv, en
noviembre de 2013: «Tamid echa-er raver chel Israel, soy amigo
de ustedes y lo seré por siempre»[6].
Para concretar su viraje, el presidente Hollande
creó un equipo alrededor de dos personalidades de extrema derecha:
el general Benoit Puga, jefe de su estado mayor privado, y
su consejero diplomático Jacques Audibert.
El general Benoit Puga es un veterano de «la colonial»
(la infantería de marina). Cristiano lefebvrista[7],
el general Puga no oculta su admiración por el ex arzobispo de
Dakar y su odio hacia la Revolución Francesa. En el tiempo que le dejaban
libre las misas en Saint Nicolas-du-Chardonnet, dirigió las Operaciones
Especiales y la Inteligencia Militar. Fue Nicolas Sarkozy quien lo puso a
la cabeza del estado mayor particular del presidente y Hollande
lo mantuvo en ese cargo, hecho sin precedente tratándose de esa función.
Para retratar a Jacques Audibert basta con citar a
sus ex colaboradores, que a menudo lo describen como un «americano
con pasaporte francés» ya que su devoción por el imperialismo
estadounidense y el colonialismo israelí es mucho más grande que su respeto por
la República Francesa. Audibert desempeñó un papel central en el bloqueo
durante años de las negociaciones del grupo 5+1 con Irán. Esperaba convertirse
en representante permanente de Francia en la ONU, pero finalmente el presidente
Hollande lo incluyó en su equipo de trabajo.
Como director de Asuntos Políticos en el ministerio
de Relaciones Exteriores, Jacques Audibert eliminó sistemáticamente a los
diplomáticos conocedores del mundo árabe, comenzando por los más competentes.
Los más prestigiosos fueron enviados a Latinoamérica. El objetivo era
complacer a la colonia israelí eliminando todo apoyo a los palestinos en el
seno de la diplomacia francesa. Pero también se trataba de poner fin
a siglos de «política árabe de Francia» abandonando a los aliados
tradicionales y acercándose a los multimillonarios del Golfo, a pesar
de sus regímenes dictatoriales y de su fanatismo religioso.
Por muy sorprendente que pueda parecer, esa
evolución corresponde a lo que Francois Hollande ya había anunciado
hace años. El 30 de noviembre de 2005, al ser recibido por
el Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia (CRIF),
Hollande había declarado, según consta en el acta de la sesión:
«Hay una
tendencia que se remonta a tiempos atrás, lo que se conoce como
política árabe de Francia, y es inadmisible que una administración tenga una
ideología. Hay un problema de reclutamiento en el ministerio de Relaciones
Exteriores y en la Escuela Nacional de Administración y ese reclutamiento
debería reorganizarse»[8].
El
verdadero pensamiento de Hollande
Francois Hollande expresó su verdadero pensamiento
al referirse a la Resistencia francesa contra la Alemania nazi. Definió
ese concepto durante la reciente ceremonia de entrada al Panteón de los restos
de cuatro grandes figuras de la Resistencia francesa, el 27 de mayo de
2015, excluyendo de su homenaje a los comunistas.
La Resistencia francesa contra la Alemania nazi ha
sido fuente de inspiración de Estados y movimientos políticos y armados que
actualmente dicen “no” a la ocupación de su tierra y rechazan un
régimen de apartheid. En homenaje a sus predecesores franceses, esos
Estados y movimientos han definido su alianza como «el Eje de la
Resistencia».
Pero Francois Hollande niega a los palestinos el
derecho a la resistencia y, como en tiempos del armisticio de Petain ante
la Alemania nazi, los convida a «negociar» (sic).
Presionó a la Unión Europea hasta lograr que esta clasificara al Hezbollah como
«terrorista» –exactamente como Philippe Petain, quien hizo condenar
a muerte a Charles De Gaulle por «terrorismo»[9]–,
emprendió la guerra contra los sirios e impuso un bloqueo económico a los
iraníe
Francois
Hollande y los dictadores del Golfo
Durante los 3 últimos años Francia gozó del respaldo
de Hillary Clinton y del general David Petraeus en Estados Unidos,
de Exxon-Mobile y de su Estado privado –Qatar– así como del apoyo de
la familia Saud y del Estado que lleva el nombre de dicha familia: Arabia
Saudita.
Así pudo Francia emprender una segunda guerra
contra Siria e Irak desplazando hacia allí decenas de miles de mercenarios
provenientes del mundo entero, incluyendo varios miles de franceses. Francia
tiene, por consiguiente, una responsabilidad primordial en los cientos de
miles de muertes que han enlutado el Levante. Por supuesto, todo eso
se ha hecho en nombre de la ayuda humanitaria a poblaciones
martirizadas.
Oficialmente, esa política todavía no ha dado
sus frutos. Siria sigue en guerra y explotar su gas
es imposible, aunque los «Amigos de Siria» (sic) ya se lo
repartieron en junio de 2012[10].
En todo caso,
* Francia recibió de Arabia Saudita un pedido ascendente a
3 000 millones de dólares en armamento para el ejército libanés. Riad
agradece así a los libaneses por no haber grabado la confesión de
Majed el-Majed, el agente de enlace entre Arabia Saudita y al-Qaeda, a la vez
que retribuye a los franceses por la continuación de la guerra
contra Siria[11].
* Francia ha vendido a Qatar 24 aviones de combate Rafale
por 6 300 millones de euros.
Pero Francia no se beneficiará con esos
megacontratos:
* los israelíes ya opusieron su veto a la entrega al Líbano
de armamento que pueda ser utilizado para enfrentar las agresiones de
Tel Aviv. Así que Francia fue autorizada a entregar solamente uniformes,
vehículos de servicio y armas cortas por valor de 700 millones de dólares.
Los 2 300 millones de dólares restantes no serán otra cosa que
armamento obsoleto fabricado en la antigua Alemania del este.
* Qatar compró a Francia los aviones de combate Rafale
pero exigió a cambio que el gobierno francés obligue a
la compañía aérea Air France a ceder a Qatar Airways varios de
sus vuelos más ventajosos en términos de ganancias.
Pero, incluso si esos contratos hubiesen sido
completamente honestos, nunca remplazarían las ganancias de los contratos
que la obstinación de Jacques Audibert ha hecho perder a todas las
empresas francesas que trabajaban con Irán, como Peugeot y Total,
ni las ganancias perdidas por el ensañamiento del general Benoit Puga,
empeñado en destruir todas las fábricas francesas instaladas
en Siria.
El
acuerdo entre Washington y Teherán
A pesar de todos los esfuerzos del equipo del
presidente Hollande, y en particular de Jacques Audibert, el acuerdo
negociado entre Estados Unidos e Irán debería acabar firmándose el 30
de junio de 2015. Para conocer las consecuencias de ese acuerdo, basta con ver
mis artículos anteriores[12].
Ya en este momento es evidente que los dos grandes perdedores serán
el pueblo palestino y Francia. El pueblo palestino porque
nadie defenderá su derecho inalienable al regreso a
su tierra. Francia porque ha asociado su nombre a 3 años de
injusticia y de masacres en esta región.
El pasado 2 de junio, el secretario de Estado adjunto,
Antony Blinken, viajó a París para copresidir –a nombre de John Kerry– una
reunión de los 22 países miembros de la coalición internacional contra el
Emirato Islámico. Contrariamente a lo que afirma la prensa francesa,
el objetivo de la reunión no era organizar la respuesta militar a la
caída de Ramadi, en Irak, y de Palmira, en Siria: el Pentágono
no necesita reunir a sus aliados para decidir qué hacer. El verdadero
objetivo era que el ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius,
tuviera que tragarse su oposición al acuerdo entre Irán y
Estados Unidos aceptándolo públicamente. Lo cual tuvo que hacer.
La firma del acuerdo estaba en peligro debido a la
caída de Palmira, que corta la «ruta de la seda», o sea
la vía de comunicación terrestre de Irán con Siria y con
el Hezbollah[13].
Si Palmira quedara en manos de los yihadistas (o sea, de los
mercenarios que luchan contra el «Eje de la Resistencia»[14]),
Teherán no podría transportar su gas y exportarlo hacia Europa,
lo cual anularía su interés por llegar a un acuerdo con Washington.
Por lo tanto, el secretario de Estado adjunto Antony
Blinken hizo saber a los presentes que había autorizado el «Eje de
la Resistencia» a llevar tropas frescas a Siria para
derrotar el Emirato Islámico. Se trata de 10 000 Guardianes de
la Revolución, que reforzarán el Ejército Árabe Sirio antes del 30
de junio. Hasta ahora, los sirios se defendían solos, contando
únicamente con ayuda del Hezbollah libanés y del PKK turco pero sin tropas
rusas ni iraníes y sin milicias iraquíes.
Antony Blinken también informó a los presentes en
París que Estados Unidos acordó con Rusia la realización de una
conferencia de paz sobre Siria, bajo los auspicios de la ONU,
en Kazajstán. Obligó al ministro francés de Relaciones Exteriores
Laurent Fabius a firmar una declaración final aceptando el principio
de un gobierno sirio designado por «consentimiento mutuo» entre
la coalición actualmente en el poder (BAAS y PSNS [Partido Socialista
Nacionalista de Siria]) y las diferentes formaciones de la oposición
siria, tanto las de París como las que residen en Damasco.
Después de sufrir el tirón de orejas, Fabius
se tragó su sempiterno «Bachar tiene que irse», admitió
que Assad va a cumplir el mandato presidencial que su pueblo
le otorgó –ampliamente– a través de las urnas. Lo más que se
atrevió a decir el ministro francés de Relaciones Exteriores es que «el señor
Bachar no será el futuro de Siria».
En 3 semanas, el rey se quedará desnudo. Al firmar
su acuerdo, Washington y Teherán reducirán a polvo los cálculos
de Francois Hollande, del neoconservador Jacques Audibert y del neofascista
Benoit Puga.
*Thierry Meyssan es un Intelectual francés,
presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus
análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe,
latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: La
gran impostura II. Manipulación y desinformación en los medios de comunicación
(Monte Ávila Editores, 2008).
Equipo Internacional –CAD CHILE
Junio 15 de 2015
[2] En la
fotografía, del 6 de julio de 2012, el criminal de guerra Abu Saleh (a la
extrema derecha, de frente, con camisa azul), quien había dirigido en Siria el
emirato islámico instaurado en Baba Amro, ordenando allí el degollamiento
público de más de 150 personas, aparecía públicamente en París… como invitado
especial del presidente Francois Hollande.
[3] El autor
se refiere a la denominación oficial del régimen de Vichy, encabezado por
Philippe Petain. En efecto, el régimen colaboracionista de Petain sustituyó la
República Francesa por el Estado Francés. Nota del Traductor.
[4] La
mayoría de los franceses que apoyaron el armisticio que el mariscal Petain
había firmado con la Alemania nazi no eran fascistas sino «Maréchalistes», en
español «mariscalistas». Traumatizados por la carnicería que habían vivido
durante la Primera Guerra Mundial, se refugiaban tras la autoridad del
«vencedor de Verdún» para justificar su propia negativa a jugarse la vida
combatiendo contra el invasor nazi.
[6] «Déclaration de François
Hollande à son arrivée à l’aéroport de Tel-Aviv», por Francois Hollande, Réseau
Voltaire, 17 de noviembre de 2013.
[7] En
Francia, se llama “lefebvristas” a los partidarios del arzobispo espiritano
francés Marcel-Francois Lefebvre (1905-1991), obispo de Dakar de 1948 a 1962,
conocido por su integrismo y su abierta oposición a las reformas de la Iglesia
católica adoptadas en el Concilio Vaticano II. Consagró, sin autorizacion de
Roma, cuatro obispos designados por él entre los miembros de su congregación y
fue excomulgado por el papa Juan Pablo II. Nota de la Redacción.
[8] «Francia: el Partido
Socialista se compromete a eliminar los diplomáticos proárabes», por Ossama
Lotfy, Red Voltaire, 11 de enero de 2006.
[9] «Para la Unión Europea, la
Resistencia libanesa es terrorismo», Red Voltaire, 22 de julio
de 2013.
[10] «Les “Amis de la Syrie” se
partagent l’économie syrienne avant de l’avoir conquise», por German
Foreign Policy, Horizons et débats (Suiza), Réseau Voltaire, 14
de junio de 2012.
[11] «Silencio y traición por
3 000 millones de dólares», por Thierry Meyssan, Red Voltaire,
16 de enero de 2014.
[12] Principalmente,
«¿Cómo será el Medio
Oriente después del acuerdo entre Washington y Teherán?», por Thierry
Meyssan, Red Voltaire, 18 de mayo de 2015.
[13] «La caída de Palmira altera
el equilibrio geopolítico en el Levante», por Thierry Meyssan, Red Voltaire,
25 de mayo de 2015.
[14] «Los yihadistas al servicio
del imperialismo», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 1º de
junio de 2015.
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