Una remembranza histórica a 42 años de la operación golpista de la oficialidad del ejército, ‘Patria y Libertad’ y la embajada yanqui
Ese día era viernes, el viernes 29 de junio
de 1973. Chile vivía momentos álgidos, de franco y enconado enfrentamiento entre
un extendido movimiento popular y revolucionario y las fuerzas que apoyaban a
la burguesía. Tras la derrota del componente legalista de su estrategia
subversiva en contra de Allende y la Unidad Popular, al no lograr la mayoría
necesaria en las urnas en las últimas elecciones parlamentarias, de marzo de
ese año[1], la
derecha, la burguesía, los intereses imperialistas en el país y la CIA habían optado
por profundizar el componente militar para el derrocamiento del gobierno popular:
el golpe de Estado estaba a la orden del día entre los infames conjurados.
En
la madrugada de aquel día, el teniente coronel Roberto Souper Onfray, a cargo
del regimiento blindado Nº2 de Santiago, dirige un intento de alzamiento militar,
el que pasaría a denominarse "tanquetazo" debido al uso de los tanques
estacionados en dicho cuartel. Estos rodearon el palacio de La Moneda, a la par
que se desplegaban tropas golpistas por todo el perímetro.
El
Comandante en Jefe del Ejército, General Carlos Prats[2], a
riesgo de su propia vida, dirigió personalmente la respuesta armada a la
intentona golpista, obteniendo en pocas horas el retiro de los tanques y la
detención del líder golpista, mientras que sus cómplices civiles del grupo
derechista Patria y Libertad terminaron asilándose en la embajada de Ecuador. La
sublevación fracasó, en lo inmediato, por la decidida acción del líder del
ejército y porque tampoco se plegó el Regimiento de Infantería N° 1 Buin,
ubicado en el norte de la capital, al contrario de lo que estaba previsto por
los autores intelectuales y militares del levantamiento.
Prats
fue informado de la tentativa en los momentos en que se dirigía en automóvil a
su oficina y en el camino decidió recurrir a las tropas del Comando de
Institutos Militares, con sede en la Escuela Militar, que estaban a cargo del
general Guillermo Pickering, de su plena confianza, con quien trazó el plan
militar para contener a los facciosos. El Comando tenía bajos sus órdenes a las
tropas de las escuelas militares de oficiales y suboficiales. Luego de hablar
con Pickering, Prats se dirigió al regimiento Tacna, donde arengó a las tropas
y logró conducirlas al centro. De mala gana, lo secundó hasta los alrededores
de La Moneda el comandante de ésta unidad, el entonces coronel Julio Canessa
Roberts[3], figura
estelar del golpe del 11 de septiembre.
Prats redujo personalmente a un tanque frente a La Moneda, haciendo valer su autoridad, con gran valor y sólo armado con su pistola reglamentaria. Curiosamente, la única acción bélica del Tacna desde la esquina de Alameda/Teatinos, fueron disparos de grueso calibre contra un camión pequeño en que huían algunos alzados, que dieron muerte a un miembro de la patrulla del cabo Héctor Bustamante (del que nos referiremos más abajo), a la vez conductor de la camioneta, quien resultó herido en una pierna y fue internado en el hospital militar bajo arresto.
Prats redujo personalmente a un tanque frente a La Moneda, haciendo valer su autoridad, con gran valor y sólo armado con su pistola reglamentaria. Curiosamente, la única acción bélica del Tacna desde la esquina de Alameda/Teatinos, fueron disparos de grueso calibre contra un camión pequeño en que huían algunos alzados, que dieron muerte a un miembro de la patrulla del cabo Héctor Bustamante (del que nos referiremos más abajo), a la vez conductor de la camioneta, quien resultó herido en una pierna y fue internado en el hospital militar bajo arresto.
En
primera instancia, al regimiento Buin se le ordenó que no concurriera al centro
de la ciudad y una vez que se procedió a indicarle su salida, se dispuso que no
atravesara el río Mapocho, cuestión que los jefes de la tropa no obedecieron,
aunque no llegaron a actuar en apoyo del Blindado N° 2, que requería de sus
tropas para tomarse La Moneda, y tampoco reprimieron a los sublevados. Era en
este regimiento que se encontraba[4], “al
cateo de la laucha”, el general Augusto Pinochet[5],
entonces jefe del Estado Mayor, quien ese día jugó a dos bandas: no estuvo
junto a su jefe, el comandante en jefe del ejército, como ordena el reglamento,
pero apareció en La Moneda al mediodía, en vestimenta de combate y cuando los
alzados habían decidido retirarse. Se cuadró frente a Salvador Allende y José
Tohá[6], el ministro
de Defensa (PS), diciendo “Todo bajo control mi Presidente”. Carlos Prats
andaba vestido con ropa de oficina, la “gabardina dos” de reglamento, porque obviamente
no estaba al tanto del intento sedicioso.
La
tentativa facciosa de ese viernes 29 de junio costó la vida de 22 civiles, víctimas
de la balacera cruzada entre las fuerzas leales y sublevadas, y de una decena
de uniformados. Además, se contaron más de 100 heridos. Entre las víctimas fatales
se encuentra el camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, quien filmó[7] su
propia muerte en las cercanías de La Moneda (en la calle Agustinas), cuando
fuera asesinado por los disparos de una patrulla de soldados golpistas
liderados por el cabo Héctor Hernán Bustamante Gómez[8], quien
dio el ejemplo al disparar él el primero.
Los
líderes civiles[9]
que incitaron éste alzamiento militar fueron los miembros del grupo terrorista
Patria y Libertad Pablo Rodríguez Grez, Juan Schaeffer, Benjamín Matte, Manuel
Fuentes y Juan Hurtado, quienes corrieron a asilarse en la embajada de Ecuador
luego del fracaso de la operación subversiva. Desde la sede diplomática, emitieron
un comunicado reconociendo que habían promovido el frustrado golpe.
Después
se sabría que el “Tanquetazo” formaba parte de una amplia estrategia ideada por
un grupo secreto de oficiales del ejército, apostados en el Regimiento de
Telecomunicaciones de Peñalolen. La intentona fue monitoreada paso a paso desde
la embajada de EE.UU. en Chile y representaba una oportunidad inigualable para
poder ver la real capacidad de respuesta del gobierno de la UP y de la izquierda
revolucionaria frente a un golpe militar en rigor, visualizar a los mandos
leales dentro de las FFAA y las debilidades al interior de las mismas. Así lo
reconoció tiempo después el propio chacal Pinochet.
Lo
más luctuoso del episodio, sin embargo, fue que la UP no respondió con fuerza
ante la arremetida de la entente opositora. Vacilaciones en el gobierno no
acompañaron la decidida contraofensiva del movimiento de masas, que pasó a
ocupar fábricas y fundos por todo el país, aceptando el gobierno una reforma impuesta
por la reacción que obligó a devolver lo ocupado[10]. La UP
no procedió a depurar las ramas de las FFAA y de orden de los reconocidos
elementos golpistas en su oficialidad, lo que dio mayor brío a la estrategia
golpista. El gobierno aceptó los chantajes de la coalición opositora y accedió
a aplicar medidas restrictivas al desarrollo del Poder Popular entre las filas del
pueblo y los trabajadores. Allende y el reformismo dieron prioridad a un estéril
diálogo con el PDC, a despecho de la necesidad de unirse férreamente en esos
momentos con la base social popular. Toda esa política de concesiones y errores
de la UP sólo sirvieron para que las fuerzas golpistas reordenasen sus filas y
tres meses después aplastarán al movimiento popular y revolucionario con un
contundente golpe de Estado.
¡QUE LA HISTORIA NOS ACLARE EL PENSAMIENTO!
¡SÓLO LA LUCHA Y LA UNIDAD NOS HARÁN LIBRES!
Colectivo Acción Directa – CHILE
Junio 29 de 2015
Ver Noticiario Nacional: “’El Tanquetazo’, 29-06-1973”
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