Traducción de “MIT States That Half of All Children May be Autistic by 2025 due to
Monsanto”
Por Janet Phelan*,
Una
investigadora del MIT[1] ha
declarado que estamos ante una epidemia de autismo, la que puede tener como
resultado que la mitad de todos los niños sean afectados por el autismo dentro
de diez años.
La
Dra. Stephanie Seneff, quien hizo estas declaraciones durante la presentación
de un panel en Groton, Massachusetts, específicamente cita al herbicida Roundup de Monsanto como el culpable de
la creciente incidencia de autismo y otros trastornos neurológicos. El Roundup, que se introdujo en la década
de 1970, contiene el químico glifosato, que es el punto central de las
preocupaciones de Seneff. El Roundup fue
originalmente limitado a usarse sobre las malezas, pues el glifosato mata las
plantas. Sin embargo, el Roundup tiene
ahora un uso regular en los cultivos. Con la llegada de los OGM's[2], plantas
tales como la soja y el maíz fueron modificados genéticamente para tolerar el
glifosato y el uso de éste se incrementó de forma dramática. De 2001 a 2007, el
uso del glifosato se duplicó, alcanzando unas 82 a 84 mil toneladas en 2007 sólo
en los EE.UU.
Aunque
consumas maíz en la mazorca o soja tostada, de cualquier manera, con seguridad no
te libras de las posibles afecciones por el consumo del glifosato. El trigo es
rociado con Roundup justo antes de
que sea cosechado, haciendo del consumo de pan aunque sea de trigo orgánico una
fuente segura de aquel químico. Además, los productos que contienen jarabe de
maíz, como los refrescos, también llevan una carga de glifosato.
Según
los estudios citados por Seneff, el glifosato compromete la flora bacteriana intestinal
en un proceso conocido como la Ruta del ácido shikímico[3]. Esto
permite que el producto químico interfiera con la bioquímica de las bacterias de
nuestro tracto gastrointestinal, lo que se traduce en la pérdida de aminoácidos
esenciales.
Monsanto
ha sostenido que el glifosato es seguro para el consumo de las personas, ya que
los seres humanos no poseen la ruta siquimática. Las bacterias, sin embargo, están
incluidas en lo que constituye la "flora intestinal".
Es
ésta capacidad para afectar a las bacterias intestinales lo que Seneff denuncia
como el vínculo que permite que el producto químico se instale y termine infligiendo
daño. La conexión entre la flora intestinal y el funcionamiento neurológico es
un tema de investigación en curso. De acuerdo a una serie de estudios, el
glifosato agota los aminoácidos tirosina, triptófano y fenilalanina, lo cual
puede entonces contribuir a la obesidad, la depresión, el autismo, la enfermedad
inflamatoria intestinal, la enfermedad de Alzheimer y el Parkinson.
Monsanto
disiente. El gigante de la química y alimentaria ha construido una página web
con enlaces que dirigen a estudios científicos que declaran la seguridad del glifosato.
Otros
autores científicos también han tomado partido por Monsanto, haciendo escarnio de
las investigaciones utilizadas por Seneff para sostener sus reclamos. "¡Ellos
las fabularon!", expresa la ensayista científica del Huffington Post Tamar
Haspel, en un artículo con escaso análisis, pero de una abigarrada prosa
declarativa.
Otros,
como el escritor y doctor en física Eric Hall, de la página Skeptoid, toman un
enfoque más comedido y en su lugar se centran en los estudios que incitaron las
preocupaciones sobre el glifosato. Según Hall, Seneff está cometiendo un error
conocido como el "error de la correlación/causalidad", en el que la causalidad
es erróneamente concluida cuando sólo existe el hecho que dos temas distintos -en
este caso, el incremento en el uso de glifosato y el aumento de la incidencia
de autismo- pueden ser observados, pero no están, de hecho, directamente
relacionados.
Los
pronunciamientos de Seneff se enfocan, específicamente, en el problema del glifosato.
Como sabemos, existen otros posibles afluentes que pueden estar alimentando el
aumento del autismo y también causando enfermedades neurológicas relacionadas
con la edad, tales como el Alzheimer. Estos pueden incluir el contenido de las vacunas,
los artículos de cocina hechos de aluminio, así como otras fuentes potenciales
de consumo de productos químicos.
Algunas
personas, como la doctora y presentadora de radio Rima Laibow, han especulado acerca
de la intencionalidad detrás de este ostensible asedio químico contra nuestra
materia gris. Laibow cree que el ímpetu puede estar puesto en crear toda una
clase de personas con autismo, las que se adaptarán sólo para determinados
tipos de trabajo.
Esto
nos retrotrae, inquietantemente, al clásico de Aldous Huxley Un Mundo Feliz, en el que los individuos
son programados desde "la concepción" para una eventual asignación en
uno de cinco grupos, designados como Alfa, Beta y así sucesivamente, hasta
llegar al Epsilon, sobre la base de su poder cerebral programado. En el distópico
mundo de Huxley, esta clasificación según la capacidad intelectual permite que
la sociedad funcione más fluidamente.
Sea
lo que sea que está conduciendo el tren del autismo/Alzheimer, una cosa es
cierta: el espectro de la mitad de nuestra infancia viniendo al mundo con un daño
cerebral significativo constituye una enorme e innegable herida para la
humanidad. La tasa de autismo ha crecido vertiginosamente, pasando de casi uno
de cada dos mil niños en la década de 1970 a la tasa actual, con uno de cada
sesenta y ocho. En tanto, la enfermedad de Alzheimer ha llegado a ser casi
universal entre los ancianos. Las predicciones de Seneff sólo pueden ser
ignoradas a riesgo de una grave amenaza para la raza humana.
*Janet C. Phelan es una periodista
investigativa y defensora de los derechos humanos, que ha recorrido ampliamente
el continente asiático. Es autora del intimista libro Exilio.
Escribió este trabajo exclusivamente para la revista online “New Eastern Outlook”
Equipo Internacional –CAD CHILE
Junio 19 de 2015
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