Por
Nelson Villagra Garrido[1]
Viernes,
12 de junio de 2015
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Hablemos
claro: se abrieron las cloacas y el olor a mierda hoy día resulta insoportable
en el mundo entero. Y no juguemos a los sorprendidos: los excrementos siempre
han estado rebalsando las alcantarillas.
El
medio ambiente, deteriorado ya por la dichosa paradoja del “progreso y
crecimiento”, se encuentra hoy más
agredido aún, no sólo por la actividad humana industrial, sino particularmente
por la actividad expoliadora y corrupta de las estructuras de poder.
Estamos
viviendo una atmósfera internacional muy ajena a aquella que hizo posible el
surgimiento de la vida. ¡Tanta esperanza en ese bípedo primate!
Y
continuemos hablando claro.
Si
moralmente han emputecido el dinero, la economía, la política, las relaciones
humanas, el deporte, la violencia policial, la infancia, las mujeres, la
miseria, las guerras, etc., etc., etc., no es solamente porque “han”, sino
también porque “hemos”. El que calla otorga.
¿Cuándo
la corrupción llega a su esplendor? Cuando el cinismo campea como hábito
natural. Si alguien o algunos protestan…, “es su problema”, “qué increíble”,
“es que siempre ha sido así”.
“Huye
de la deshonestidad…, pero lento…, para que pueda alcanzarte”.
Más
vale reír que llorar, nos decimos.
A
pesar que mientras reímos, sabemos que sobrevuelan sobre nuestras cabezas los
cóndores que lucran de la mansedumbre… ¿de quién?
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