En
estos días asistimos a un intenso debate sobre las relaciones entre el dinero y
la política, en un esfuerzo, como todo lo que ocurre en nuestras sociedades, por
escamotear y velar, como siempre, los infranqueables límites que a la libertad
y la democracia verdaderas le impone una sociedad de clases, donde la burguesía
nos invita, una vez más a jugar en la cancha rayada por ellos, con sus
interminables trampas y simulaciones.
Juego
al que desde luego, se siguen prestando los que de los encendidos discursos
revolucionarios pasaron a ser un equipo más en la cancha reglada y rayada por
los dominadores.
Entonces siempre las discusiones se sitúan dentro del
sistema, jamás en cuestionar al sistema, que leyes más o menos acotadas, “perfeccionamientos
al sistema democrático”, etc., no hacen más que aguzar la imaginación de los
poderosos para burlar esos “perfeccionamientos”. ¿Alguien puede dudar que los
partidos de derecha y en particular la UDI, incondicional defensora de los intereses
empresariales, no seguirán recibiendo los más jugosos aportes por caminos tortuosos
y alambiques financieros?
Entre
ingenuos y pillos, se esforzarán por hacernos creer que después de tanto
esfuerzo creativo por fin nuestra “democracia” gozará de mecanismos que la
protegerán de los malvados que buscan burlar la llamada “voluntad popular”,
(archimanipulada por los medios del sistema).
Dicho
de otra manera, los poderosos no podrán influir en los resultados electorales y
repartirán sus aportes desde la ultraizquierda hasta la ultraderecha y los
gastos publicitarios de sus empresas se repartirán entre “El Siglo” y “Punto
Final” por un lado y “El Mercurio y “La Tercera” por el otro, para que todos tengan iguales oportunidades de
dirigirse a la ciudadanía, hacer valer sus argumentos y sus programas a una
ciudadanía informada y empoderada.¿ Alguien en su sano juicio puede creer en
semejante pelotudez?
Si
de verdad se quisiera tener una ciudadanía informada, que votara a conciencia,
habría que entrar a reformas de verdad.
Lo
primero y muy saludable, sería no que se “regulara” el gasto electoral sino que
se limitara drásticamente y no se permitiera que este sea ejecutado por los
candidatos y sus comandos, sino solamente con financiamiento estatal a los
medios, no para una publicidad estilo
comercial, sino para la exposición seria de las ideas y programas políticos.
Considerando
lo acontecido, los empresarios disponen de abundantes recursos para gastos
electorales, de modo que mejor sería que hicieran sus aportes generosos vía
impuestos para este noble propósito de perfeccionamiento de la democracia.
Sería muy ventajoso para los ciudadanos descubrir que los candidatos a defender
sus intereses tienen “ideas” y no son otra marca de jabón, que no siempre
sonríen como en los carteles y que no siempre cohechan con paquetes de comida.
Confrontación
de ideas en foros y paneles, desde el nivel comunal al nacional, eliminación de
toda publicidad callejera, salvo los paneles
perfeccionados que instalan los municipios, multas para los infractores.
Sé
que es demasiado pedir y que la burguesía y sus sirvientes no quieren
ciudadanos cultos políticamente. Los prefieren renegando de la política y en
completa ignorancia de que las decisiones políticas gobiernan buena parte de
sus vidas.
Sé
que es demasiado pedir, pero hay que plantar en el horizonte las banderas de la
democracia y la libertad verdaderas,
para seguir luchando.
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