Traducción de “Leaking Against the Impossible; John Kiriakou, Torture and Whistleblowing”, de Binoy Kampmark*, publicado en Dissident Voice[1], 11/02/15
FILTRAR
LA VERDAD CONTRA LO IMPOSIBLE; JOHN KIRIAKOU, TORTURA Y DENUNCIA
“¿Qué hay de los funcionarios de la CIA
que directamente ha violado la ley, que llevaron a cabo interrogatorios que
resultaron en muertes? ¿Qué hay de los torturadores de Hassan Ghul?”
—
John Kiriakou, Democracy Now!, 10 de
febrero de 2014
Él
fue el único agente de la Agencia Central de Inteligencia[2] que diera
el pitazo, cuando otros vacilaron, acerca del infame programa de torturas de la
administración Bush. Y por toda su buena acción, pagó con una pena de cárcel, por
haber violado el pacto de los servicios de espionaje [estadounidenses]. En el
año 2007, John Kiriakou públicamente confirmó y señaló el uso del ahogamiento
por agua[3] por parte
de los agentes en el tratamiento con sospechosos de terrorismo. Y ello
difícilmente vivo con bombos y silbatos.
Sus
credenciales como funcionario y analista de la CIA eran inmaculados -14 años en
servicio, y nombrado jefe de la operación que llevó al hallazgo del miembro de al
Qaeda Abu Zubaydah en 2002. Cabe destacar que Kiriakou no era un ángel que llegaba
atrasado a una fiesta de la inocencia. Como agente, había estado al tanto de
los ribetes más obscuros de la supuesta "guerra contra el
terror". Además, había defendido en
algún momento el waterboarding como una práctica. En sus propias palabras a
Scott Shane, de The New York Times, "creo que volver a conjeturar sobre
las decisiones de 2002 es injusto."
En
enero de 2013, fue condenado a dos años y medio, declarándosele culpable por confirmar
la identidad de una agente encubierta a Shane. Material para una segunda
historia también se proporcionó a otro periodista, en el cual también se revelaba
el nombre de otro agente. Se produjo un acuerdo de confesión de culpabilidad,
recortando una frase, pero afirmando su culpabilidad. Actualmente, se encuentra
bajo arresto domiciliario por tres meses.
Este
caso dejar ver, así como los casos de denuncia en general, que se presume como
culpable al divulgador; el miembro de la tribu que va en contra de las creencias.
El resultado de esa revelación, que exponía un programa ilegal, ejecutado por
las personas que uno pensaría que serían objeto de enjuiciamiento, se evadió. Una
retorcida lógica se puede deducir: los perpetradores del abuso se escapan de la
exposición; y el que está realizando la exposición recibe la debida sanción.
Las normas, no la substancia, importan.
Como
Asistente del Director a cargo del caso, James W. McJunkin, explicó después de la
apelación de Kiriakou[4], con una
claridad casi vulgar, que, "revelar información confidencial, incluyendo
los nombres de los agentes de la CIA, a individuos no autorizados es una clara
violación de la ley." Kiriakou, se indicó, había accedido a firmar "acuerdos
de confidencialidad y de no divulgación" para el efecto de que no se
divulgara tal material a personas no autorizadas.
Algunos
comentarios sobre Kiriakou han sido ambivalentes, haciendo sutiles diferencias sobre
la naturaleza de las sensibles filtraciones, por un lado y su supuesta
influencia, del otro. Existen filtraciones genéricas y entonces, sugiere Seth
Mandel,[5] escribiendo
en Commentary (7 de enero, 2013), hay
aquellas fugas incorregibles, destructoras, que hunden al Estado. "En
primer lugar, no todas las fugas son iguales: algunas son legales y otras rompen
la ley federal. En segundo lugar, algunas filtraciones son claramente
perjudiciales para la seguridad nacional y, en consecuencia, ponen a los
estadounidenses en un peligro innecesario".
Mandel
busca extraer un ejemplo desde la chistera de las filtraciones inadecuadas –la decisión
del New York Times de publicar los
detalles de un exitoso programa clandestino utilizado por el gobierno para la
vigilancia y el seguimiento de las finanzas detrás de la actividad terrorista.
"El programa fue legal y constitucional, pero el Times vio una oportunidad de dañar los esfuerzos de la
administración del Presidente George W. Bush referidos a la seguridad nacional,
y se lo quitaron -la seguridad de los norteamericanos estaba condenada."
Pero
Mandel se pierde en un punto vital: que tales distinciones son hechas artificialmente
cuando se trata de enjuiciar a los delatores, y a aquellos relacionados con el
proceso. De ello se desprende, como regla general, que cualquier revelación rompe
la ley, independientemente de la motivación del informante, o de la maldita
calidad del material. La responsabilidad recae sobre el informante para negar o
refutar su ilegalidad putativa, y para meterse de lleno en el cajón de la legalidad
y encontrar defensas viables.
Entonces,
vienen las más preocupantes apologías escritas por la Casa Blanca. El candidato
a la presidencia Barack Obama puede haber expresado su preocupación sobre la
tortura, pero el Presidente Obama llevaba un diferente y ajustado sombrero una
vez en la oficina[6].
En
2009, dejó enfriar la cuestión de si se debía procesar a los funcionarios del
gobierno que habían hecho posible el mencionado programa. En agosto de 2014, mostraría
una considerable liberalidad[7] para el
torturador cuya misión es la de defender a los Estados Unidos, a pesar de
violar la ley de manera tan desdeñosamente sangrienta. "Entiendo por qué
ha sucedido. Creo que es importante, cuando miramos hacia atrás, recordar cuan
temerosas estuvieron las personas cuando las torres gemelas cayeron." El
temor justifica las represalias brutales, alimentando la maquinaria de la
venganza. Las probabilidades, en otras palabras, se prolongan para individuos
como Kiriakou, quien terminó por revelar conductas abusivas que son vistas con
buenos ojos por parte de unas autoridades permisivas.
Barack
Obama va aún más allá, utilizando las defensas que fueron descartadas en juicios
tales como los de Adolf Eichmann. “Es importante para nosotros no sentirnos demasiado
mojigatos en retrospectiva acerca de la dura tarea que esas personas tenían.” El
bruto patriótico del lápiz y la acción está bien y muy vivo, siempre que el
trabajo sea duro.
Las
evaluaciones hechas para determinar si una “filtración” es dañina son de mala
calidad, en el mejor de los casos, y en gran parte ello se debe a que se basan en
la tremenda hipotética que es la "seguridad nacional" - medidas de
protección que buscan justificaciones en la más vaga, la más nominal de las nociones. Justificar el
encubrimiento de un programa de torturas puede ser defendible por alguna
autoridad preocupada por conservar la ilusión de los derechos de triunfo[8] del mecanismo
de seguridad del Estado, incluso si ese Estado es los Estados Unidos. Realmente
somos unos buenos chicos, que tendemos a equivocarnos en el nombre de la
bondad.
El
proceso, en su forma acrítica e irreflexiva, es lo que realmente importa en el
culto de la seguridad; la calidad del material clasificado -revelando, por
ejemplo, un programa de abuso, es irrelevante para un establecimiento que
simplemente asume que su propio status secreto está amenazado. Este defecto en
denunciar los abusos en la gestión de los asuntos públicos, y en un sentido
específico, en procesos de inteligencia, es una falla que ha sido tratada con relajo
más que con desprecio. Los reformadores sobre esta materia, aún se mantienen a raya,
puesto que los supuestos problemáticos siguen dominando.
*Binoy Kampmark obtuvo el grado de doctor en historia en el
Colegio Selwyn, de Cambridge (R. U.). Posee, además, un master en historia y grados
de honor en Artes y Leyes de la Universidad de Queensland. En la actualidad, se
desempeña en la Universidad RMIT de Melbourne. En esta, posee el grado
académico de Senior Lecturer, a cargo de docencia e investigación en las áreas
de derecho e historia. Entre otros medios donde aporta con sus escritos, están:
CounterPunch (EEUU; Scoop (Nueva Zelandia); Online Opinion y Eureka Street (Australia); Dissident
Voice, etc.
Equipo Internacional –CAD CHILE
Febrero 13 de 2015
[2]
CIA, en inglés –N del CAD.
[3]
Se refiere en el original
al tipo de tortura llamada en inglés ‘waterboarding’ –N del CAD. Ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Waterboarding
[6] Se
refiere a la Oficina Oval, ubicada en la Casa Blanca y donde ‘trabaja’ el
presidente de EEUU –N del CAD.
[8]
Intercambio de cartas de diversa pinta en los juegos de bridge y de whist. El
término da cuenta que la autoridad relativiza cualquier derecho en pos de la
seguridad nacional –N del CAD.
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