En la fotografía, el digno Mario Lavanderos
El pasado jueves, la Corte de Apelaciones de
Santiago elevó la condena contra el coronel de Ejército en retiro David Reyes
Farías en la investigación por el homicidio calificado del entonces mayor de
Ejército Mario Lavanderos Lataste, hecho ocurrido el 18 de octubre de 1973 al
interior de la Academia de Guerra del Ejército.
En
fallo unánime, la Cuarta Sala del tribunal de alzada integrada por los
ministros Juan Manuel Muñoz Pardo, Dobra Lusic y el abogado integrante Patricio
González añadieron otros 5 años de presidio a Reyes por su responsabilidad en
este caso de homicidio calificado. En primera instancia, el ministro Mario
Carroza había aplicado una pena de sólo 3 años y un día de presidio. Lamentable
e inauditamente, el tribunal decidió que el condenado mantenga el beneficio de
la libertad ‘vigilada intensiva’.
El
mayor Mario Lavanderos, tras el 11 de septiembre de 1973 y con 37 años de edad,
cumplió labores jefe de la Sección Extranjería del "Campamento de
Detenidos Estadio Nacional", donde el 16 de octubre liberó a 55 ciudadanos
uruguayos y 13 bolivianos, entregándolos al embajador de Suecia, como
refugiados. Si bien existían conversaciones previas entre oficiales de ejército
encargados de estos prisioneros extranjeros y las embajadas de Uruguay y de
Suecia para su traspaso, esta acción salvo la vida de muchos de ellos, lo que
demuestra la gran humanidad e integridad de Mario Lavanderos en tiempos en que
la bestialidad y el odio irracional campeaban en las FFAA y de orden, mismas actitudes
de inhumanidad que condujeron a su asesinato.
Horas
después de la muerte de Lavanderos, el cónsul adjunto de la Embajada de Suecia,
Bengt Oldenburg (reemplazó al embajador sueco Harald Edelstam, personaje destacado
por su valor y por su decisión personal de prestar ayuda a los prisioneros,
quien había sido declarado “persona non grata” por la dictadura), fue llamado
de urgencia a la comandancia del Estadio Nacional; llegó acompañado por un funcionario
del ACNUR. Fueron recibidos por el encargado del campo de concentración, el coronel
Pedro Espinoza, tristemente célebre por los asesinatos cometidos en su paso por
la DINA. Estaba muy molesto. "Ustedes han ayudado a escapar a
delincuentes", les recriminó. Esa mañana habían ido militares a la
legación diplomática sueca a reclamar dos uruguayos que debían pasar a la
Justicia Militar y que habían sido liberados dos días antes junto a decenas de
sus compatriotas, sin lograr llevárselos.
Oldenburg
intentó aclarar a Espinoza que la liberación de los 55 detenidos uruguayos se
había hecho de acuerdo al protocolo establecido para la admisión de refugiados,
y ya que el propio coronel no había estado presente ese día, pidió llamar a la
oficina al mayor Lavanderos para confirmar que la entrega del 16 de octubre se
había hecho correctamente.
En
tono desafiante, Espinoza dijo entonces: "El mayor Lavanderos murió esta
madrugada". Y agregó, con cierta arrogancia: "Por un tiro aquí",
haciendo un gesto con su dedo índice apuntando debajo de la barbilla. Oldenburg
quedó estupefacto. Poco después, el embajador Edelstam iría a visitar a los
asilados en la sede de Alonso de Córdoba. Muy afectado, contó a los uruguayos
que habían asesinado al oficial que firmó su salida del estadio.
En
el proceso consta que "al día siguiente [17/10/73 –N del CAD], en horas de
la noche, el mayor llega a la Academia de Guerra de Ejército, lugar donde
habitaba, y se dirige al casino de oficiales, donde se encuentra con el
teniente coronel David Reyes Farías, entonces jefe del Departamento de
Operaciones Psicológicas del Estado Mayor de la Defensa Nacional, con quien se
queda conversando hasta la madrugada del día siguiente [18/10/73 -N del CAD],
oportunidad en que ya se habían retirado todos los oficiales y solamente
quedaba el asistente de mozo, quien fue el último en retirarse, no sin antes
darse cuenta que los oficiales mantenían una discusión".
"Pasados
unos minutos y encontrándose a solas ambos oficiales, Reyes Farías procede con
su arma de servicio a dispararle un tiro a Mario Lavanderos con el cañón
apoyado sobre el lado izquierdo del labio superior, siguiendo el proyectil su
trayectoria hacia arriba y atrás, provocándole la muerte por herida de bala
facio-craneana con salida de proyectil", señala el expediente.
De
acuerdo a la Corte de Apelaciones, "la conducta del autor correspondió a
una reacción iracunda, a un arranque de ira motivado por la intervención de la
víctima en la liberación de más de 30 prisioneros políticos extranjeros".
Lavanderos
murió el 18 de octubre de 1973, a las 3:15 horas, en el Hospital Militar, por
herida de bala facio craneana, como acredita el Certificado Médico de Defunción
otorgado por el Instituto Médico Legal. Tenía 37 años a la fecha de su
fallecimiento.
La
‘justicia’ militar, además de antecedentes reunidos en la investigación sumaria
administrativa del Ejército, señalaron que Mario Lavanderos murió por el
disparo de un arma de fuego que pertenecía a otro oficial de alta graduación,
mientras ambos se encontraban al interior del Casino de Oficiales de la
Academia de Guerra, aseverando siempre la tesis de que, con dicha arma,
Lavanderos había cometido suicidio.
En
marzo de 1993, la comisión Rettig resolvió que el mayor (R) fue víctima de
violación de derechos humanos cometida por agentes del Estado.
Más
información en:
¡NI OLVIDO NI PERDON: VERDAD, JUSTICIA Y
MEMORIA!
¡QUE LA HISTORIA NOS ACLARE EL PENSAMIENTO!
Colectivo Acción Directa - CHILE
Febrero 17 de 2015
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