El discurso oficial de los gobiernos de estos 28 años de falsa democracia, ese acerca de su “gran preocupación por la Educación”, queda desmentido por las cifras aportadas por diversos estudios internacionales sobre nuestro desempeño en dicho ámbito. Simplemente han administrado, mantenido y reproducido el inicuo y clasista sistema de dominación-explotación que tiene graves repercusiones, entre otras esferas, en lo que es la Educación Pública
En septiembre pasado la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó su informe Education at a Glance 2017: OECD Indicators, cuyo contenido y alcances pasaron interesadamente desapercibidos en
nuestro país. La publicación examina, para los 35 países miembros
de la organización y países asociados (como Brasil, Rusia, Argentina, China,
Colombia, entre otros), una serie de temas relevantes en educación: calidad de
los resultados de aprendizaje y su impacto, los contextos políticos y sociales
que dan forma a esos resultados, y –como buena instancia reformadora e
integradora del capital monopólico transnacional- recapitula sobre los retornos
privados y sociales de la inversión en educación.
Áreas del
conocimiento y asimetrías de género
La
última edición de Education at a Glance se centra en las diferentes
áreas de estudio, analizando varios indicadores que ponen el foco en las
decisiones que los jóvenes toman para el desarrollo de sus carreras. En
términos agregados y en tiempos del dominio mundial del capital
monopólico-financiero, los resultados muestran que las áreas de negocios,
administración y derecho son las que tiene mayor matrícula en la educación
terciaria; mientras que las ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés) son menos atractivas. Sin embargo, el interés por las áreas STEM
aumenta conforme se asciende en los niveles educativos, con casi el doble de
participación de los estudiantes graduados en el nivel doctoral que en el nivel
de pregrado, en estos campos.
En su informe ad-hoc para Chile sobre estas áreas, la
OCDE anota varios aspectos relacionados con el nivel educativo terciario. En
primer lugar, señala que, como en casi todos los países de la instancia, la
mayor cantidad de graduados pertenecen a las áreas de negocios, administración
y derecho (23%), y salud y bienestar (21%). La proporción de graduados en STEM
es del 20%, cercana a la media de la OCDE de 23%. Aunque destaca que la proporción de graduados en las áreas de ciencias
naturales, matemáticas y estadísticas es de solo un 1%, lo que sitúa a Chile
con el nivel más bajo (4 puntos porcentuales por debajo de la media de la OCDE).
En
términos de distribución por sexos,
Chile tiene la mayor brecha en casi todas las áreas del conocimiento: el
80% y 78% de participación de mujeres en el ingreso en las áreas de educación y
salud, respectivamente; en contraste, la participación de mujeres en las áreas
STEM es de 17%.
El informe también
pone de manifiesto las diferencias entre mujeres y hombres en el modo en que
dirigen sus carreras.
Por ejemplo, en el campo de los profesionales de la educación, 7 de cada 10
profesores son mujeres; por el contrario, el campo de las ciencias e
ingenierías sigue incorporando a muy pocas mujeres.
Financiamiento
En
relación al financiamiento de la educación, el informe muestra que el gasto
total en educación terciaria se ha incrementado a una tasa más alta que la
dinámica de ingreso de estudiantes a ese nivel educativo. Sin embargo, el gasto total en educación, desde
primaria hasta terciaria, si bien claramente ha ido en aumento, no lo hizo al
mismo ritmo que el PIB promedio de los países OCDE entre 2010 y 2014. Esto
supuso que el gasto público en educación como parte del PIB disminuyó un 2% en
el periodo 2010-2014.
Otro
aspecto importante que pone de manifiesto el informe es que la proporción del gasto público en
educación obligatoria es significativamente mayor que en la terciaria, lo que
se puede explicar por ese engendro procapital llamado “Educación Particular
Subvencionada”. En la primera, el sector público financia el 91% de los
niveles primario, secundario y post-secundario no terciario; mientras que
provee el 70% del financiamiento en el nivel terciario, lo que supone que las
familias deben sufragar el resto de los gastos.
En Chile, el gasto
anual por estudiante, público y privado, es bajo comparado con la mayoría de
los países de la OCDE: 6.952 USD en el nivel terciario frente a 16.143 USD del
promedio de la OCDE (tan sólo un 43%). Sin embargo, el informe señala que Chile
gasta el 2% de su PIB en instituciones de educación superior, por arriba del
1,5% de la OCDE.
En 2015, el 64% del
financiamiento en educación (desde el nivel primario al terciario) proviene de
fuentes públicas, lo que supone la proporción más baja entre los países de la
OCDE.
En el nivel universitario, el sector
privado es particularmente importante en Chile, financiando el 64% de las
instituciones de educación superior. En contraste, la media entre los países
OCDE es de 30% (menos de la mitad). Esta relevancia del gasto privado se
encuentra en consonancia con la proporción de matrícula en instituciones de
educación superior privadas: 85% en Chile, 32% en la OCDE.
En
el marco de la OCDE, Chile ha
experimentado una tendencia divergente respecto al aumento del gasto público en
educación superior. El gasto público en educación del país aumentó un 10% en el
período 2010-2014, frente al 3% que experimentó como media la OCDE. Pero en
nivel terciario estas diferencias se acentúan: en él, el gasto público en Chile aumentó un 94%, el segundo mayor después
de Turquía (130%) y muy por arriba del 14% de la OCDE. A su vez, el gasto
privado en educación superior en el mismo período (2010-2014) en Chile decreció
un 1%, mientras que como media en los países OCDE este aumentó un 7%.
Respecto
de los aranceles en educación superior, Chile
fue el único país donde los aranceles para estudios de pregrado o equivalentes
fueron más altos en instituciones públicas que en las privadas (2015/16).
De hecho, las instituciones públicas cobran los aranceles más altos del espacio
OCDE, solo por debajo de las de Estados Unidos.
Más horas
de clases, pero cantidad no significa calidad
Chile
es el tercer país con la mayor cantidad de horas de clase anuales en 7° y 8°
básico. Solo es superado por Costa Rica y Colombia. Según el informe de marras,
estos estudiantes -provenientes de instituciones públicas- debieron pasar 1.157
horas dentro de sus aulas durante 2015, lo que significa que el país está 453
horas por encima del promedio OCDE. Para Lorena Medina, decana de la Facultad de Educación de la Universidad Católica, lo que
aquí acaece es que, “cantidad no significa calidad”. A juicio de la académica,
“una idea clara en esto es que todas las mediciones internacionales nos ubican
por debajo del promedio OCDE en las habilidades básicas, como lenguaje y
matemática”. Ante esto, Medina afirma que lo urgente es invertir para formar
mejores profesores, y “esto, con el sistema de desarrollo profesional docente
se ha potenciado muy bien”, agrega.
Situación de los profesores de educación escolar
La
OCDE señala que el profesorado en Chile es joven en comparación con otros
países de la OCDE. En educación primaria y secundaria la proporción de docentes
con 50 y más años cayó de 36% en 2005 a 28% en 2015, lo que supone 5% menos que
la media de la OCDE para este último año. Respecto de su composición, en el
mismo periodo, el peso de las mujeres entre el profesorado subió del 70% al
71%.
En
relación a las características del entorno escolar, el informe de la OCDE
señala que el tamaño de los cursos en
Chile es uno de los más grandes en comparación con otros países: 30 y 31
estudiantes en primer y segundo nivel, respectivamente, frente a 21 y 23 en la
OCDE, respectivamente. Además, Chile
posee la tasa de profesores por estudiante más alta entre los países OCDE: 21
estudiantes por profesor en el nivel primario (15 media de la OCDE) y 23
estudiantes por profesor en el nivel secundario, solo por detrás de México
(27).
Sumado al tamaño de
los cursos y de la ratio estudiantes/docente, los profesores de los niveles
primario y secundario en Chile son los trabajan más horas al año (2.015 horas)
en la OCDE.
Asimismo, el tiempo dedicado a realizar
clases es de los más altos dentro de la OCDE (1.157 horas al año desde
pre-escolar hasta educación secundaria).
Respecto
de las condiciones económicas de los
docentes en Chile, el informe señala que éstos perciben significativamente
menos salario que otros profesionales: por ejemplo, los docentes de
educación secundaria entre 24-64 años ganan un 81% de lo que perciben otros
profesionales con educación terciaria. En
comparación con los salarios de la OCDE, el informe muestra que, a pesar de que
en Chile éstos se incrementan fuertemente con la experiencia (salarios en el
tope de la escala más que duplican a los profesores que inician sus carreras),
se encuentran significativamente por debajo de la media de la OCDE para todos
los niveles educativos. Por ejemplo, docentes en el nivel primario en Chile
ganan 18.301 USD al comienzo de sus carreras, elevándose hasta 38.702 USD en el
tope de la escala; en comparación, estos rangos en la OCDE van desde los 30.838
USD en el inicio hasta los 52.748 USD el tope.
Uno de los
efectos del sistema capitalista monopólico-financiero y de la ‘educación de
mercado’: los ‘nini’
Uno
de los resultados más relevantes presentados en el informe Education at a Glance 2017 fue el porcentaje de jóvenes “nini” del
país. De acuerdo con el estudio, los jóvenes de entre 15 y 24 años que “ni
estudian ni trabajan” llegan al ¡21%!; 1 de cada 5. Esta cifra es 6 puntos
porcentuales mayor que el promedio OCDE.
Para
algunos investigadores, dicha cifra es muy preocupante, por lo que afirman es
necesario crear políticas que permitan disminuir este número. “Esta es una
cifra alta y se explica desagregando cuál es el estudiante que ingresa a la
universidad”, sostiene la académica María Luisa Muñoz, de la Universidad Católica.
Explica
que acceden a la educación superior los estudiantes provenientes
mayoritariamente de niveles socioeconómicos altos y medios, por lo que los “Ninis” chilenos provendrían
de sectores socioeconómicos más desfavorecidos.
Y
aquí agrega una crítica a la lógica de mercado del sistema. “Los costos para
ingresar a la educación superior deben ser costeados por las familias o los
propios estudiantes”, enfatiza.
Pero
no faltan los que explican dicho fenómeno desde una óptica no estructural, desde
lo subjetivo e irrelevante. Así, el director ejecutivo de Acción Educar (qué
nombre más rimbombante), Raúl Figueroa, sostiene que el alto porcentaje de jóvenes que no estudian ni
trabajan puede deberse a “elementos
culturales” (¡¿?!). A su juicio, las cifras chilenas son similares a las de
otros países latinoamericanos, “por lo que se hace posible que ahí haya un
elemento cultural común que afecte”. Y como su exégesis del asunto no tiene que
ver con la realidad, don Raúl aventura una solución que para él es tremenda: es
necesario dar énfasis a la educación técnica en los establecimientos de
enseñanza media, pues esta entrega herramientas a los jóvenes, “para que ellos
puedan incorporarse tempranamente a las actividades laborales”. Habría que
recordarle al hombre que tal trillada propuesta sólo sirve para mantener la
situación económico-social vigente y que con la aplicación de su plan
simplemente habría un similar y estructural contingente de cesantes, pero con mayor
calificación técnica, todo lo cual redundaría en una estagnación o incluso una
rebaja general de salarios.
Hasta
en los marcos de una formación económico-social capitalista periférica, como la
nuestra, el documento de la OCDE podría haber sido considerado por las
autoridades como muy relevante para contextualizar las características del
sistema educativo en Chile, sus particularidades, puntos débiles y fortalezas.
Sin embargo, se le dejó de lado, se le ninguneó, tanto por los obsecuentes mantenedores
del sistema de dominación que es el moribundo conglomerado de la Nueva ‘Minoría’
como por la derecha barbárica que campea en estas tierras. Tampoco ha sido una
problemática que mereciera la atención de la franja política neorreformista que
intenta proyectarse más allá del PC.
Será,
como siempre, tarea de las fuerzas populares y de la izquierda anticapitalista construir
un proyecto alternativo de Educación Pública (perfectamente pueden servir de
base las valiosas y variadas propuestas de los actores político-sociales que
encabezaron el movimiento por la Educación Pública Gratuita y de Calidad del período
2011-2016), el que responda a las necesidades y demandas en la materia de las
grandes mayorías nacionales. Por cierto que tales anhelos y justas aspiraciones
deberán ser colocados en el centro de las movilizaciones populares, como las
que ya comienzan a asomar en marzo próximo, pues nada conseguirán los pueblos y
los trabajadores sin una lucha resuelta y sin tregua contra nuestro enemigo
común.
¡Que la Historia Nos Aclare el Pensamiento!
¡Solo la Lucha y la Unidad Nos Harán Libres!
Colectivo
Acción Directa CAD –Chile
Febrero 18 de 2018
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