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jueves, 30 de noviembre de 2017

NI PIÑERA, NI GUILLIER, NI FA; SOLO LA LUCHA Y LA UNIDAD NOS HARAN LIBRES


“¿Los nuevos candidatos, expulsaran los viejos sistemas y corrupción?”

Por Guillermo Saavedra, en Mediapart –public. 30/11/17 

Con un 85% de chilenos que están contra la presidenta Michel Bachelet, se desarrolla la elección de la segunda vuelta el mes de diciembre. Además, será una votación con un alto nivel de abstención, pues ya en la primera vuelta 60% del electorado no voto. Del 40% de los que votaron, estos se repartieron entre el nuevo movimiento llamado Frente Amplio, la derecha liberal y el candidato “independiente”, que es apoyado por los partidos políticos responsables de la hecatombe actual. El frente amplio es un movimiento que causó una gran sorpresa a todos los niveles, sobre todo a la prensa que es de derecha, que daba por altamente ganador al candidato liberal. Puesto que la concertación se encargó de hacer desaparecer los medios de izquierda, hoy sus herederos cosechan la irresponsabilidad política.

Ciertos dirigentes en Chile, aún no han comprendido que ahora no es cuestión de un diputado o un senador más. El pueblo chileno se divorció de las políticas populistas y de la corrupción. Todos los partidos políticos son responsables de la actual situación; todos llevaron a cabo una política altamente liberal en beneficio del capital.

El Chile de hoy y sin industrias, como las que había en 1970

A diferencia de otras economías de Latinoamérica, la economía chilena ha conseguido mantenerse estable. Sin embargo, tras años de crecimiento sostenido, Chile sufre una fuerte ralentización económica desde 2015 por la caída del precio del cobre, considerando que Chile es el primer exportador de cobre del mundo. En 2016 el crecimiento se redujo al 1,7%, y debido a la caída de la demanda en los principales mercados emergentes las previsiones de crecimiento para 2017 son moderadas 2%. No obstante, las perspectivas a medio plazo son más optimistas y se espera una tasa de crecimiento en torno al 4%. Considerado un modelo de transparencia política y financiera en América Latina, el país se ha visto sacudido por escándalos de corrupción relacionados con la financiación ilegal de las campañas electorales.

El índice de popularidad de la presidenta Michelle Bachelet
es extremadamente bajo, menos del 15% en 2017

En octubre de 2016, la coalición gobernante llamada de centro izquierda sufrió la primera y fuerte derrota en las elecciones municipales, elemento que pronostico unas elecciones presidenciales plebiscitarias. La clase política separada de la realidad del país viviendo en el mundo de opulencia, de suntuosidad, con sus aliados de la fortuna y del buen gusto. Creyéndose ya pequeños príncipes y princesas no pudieron ver la decisión del pueblo.

De todas maneras tendrán que dar cuenta ante la historia.

Además se han producido protestas masivas contra las reformas laborales, educativas y de las especulaciones con las pensiones (AFP). Michelle Bachelet fue elegida por su promesa para reformar la constitución y el sistema fiscal. En 2016 la inflación se redujo ligeramente al 3,9%, pero la caída de los precios del cobre afectó profundamente al sector minero. Por otro lado, el gobierno está intentando limitar los gastos, aunque el gasto social es una de sus prioridades y lo sigue siendo en 2017. El gasto familiar fue muy dinámico en 2016, pero el déficit público se agravó por la merma de los ingresos mineros. Para 2017 se esperaba beneficios por la recuperación del precio del cobre, pero disminuyo la demanda de China, que es o era su su mayor cliente. A pesar de la desaceleración económica, la tasa de desempleo se redujo ligeramente en 2016 (7.1%). La pobreza sigue afectando a casi el 15% de la población, y las desigualdades son muy importantes (uno de los índices más elevados en la OCDE). Los dos principales desafíos de la economía chilena a largo plazo serán la reducción de las desigualdades salariales y la dependencia del país de las exportaciones de cobre. Para lograr estos objetivos Chile ha invertido fuertemente en las energías renovables, y se espera que para 2020 produzcan el 20% de la energía del país.

La vuelta a la democracia en 1990, fue una mentira al pueblo chileno

Considerando que después de más de 40 años, de la llamada vuelta a la democracia, ni siquiera se ha logrado superar los logros de los años 1970. Cuando Salvador Allende tomó el poder, la democracia chilena estaba en mejores condiciones que hoy en 2017.

La industrialización en Chile en 1970

Una de las principales intenciones de la Unidad Popular cuando llegó al gobierno era nacionalizar los sectores más relevantes de la base industrial del país. A pesar de que el Estado, a través de la CORFO, era dueño y controlaba la industria del acero, el petróleo, las refinerías, los ferrocarriles, la Línea Aérea Nacional, entre otros sectores productivos, a lo que se sumaba el 40% de la industria de manufacturas, la administración de Allende tenía como objetivo erradicar todo tipo de monopolio, y para ello definió una estrategia económica que contaba con tres áreas básicas: el Área Social, compuesto por empresas de propiedad del Estado, el Área Mixta, empresas donde el principal accionista era el Estado, y el Área Privada, compuesto por pequeñas y medianas empresas. En la industria, 144 empresas concentraban en forma dominante los activos y las ventas en todas las ramas fundamentales, y los diez mayores accionistas controlaban el 90%, de las 161 sociedades anónimas más importantes, en circunstancias que, a la vez, el 27% de las sociedades anónimas detentaban el 80% de los activos totales y el 82% de los capitales y reservas.

El capital imperialista disponía del 20,3% del capital de las sociedades anónimas industriales; pero su peso en ellas era considerablemente superior. Mediante expropiaciones, intervenciones y requisiciones, fueron incorporadas al Área de Propiedad Social 335 empresas, con ingresos correspondientes al 19,2% del producto geográfico bruto del país, y cuya producción física alcanzaba al 100% de los lingotes de acero, el 100% del cemento, el 100% del vidrio plano, el 100% del alambre de cobre, el 100% de los derivados del petróleo y del carbón, el 100% de los neumáticos, el 2,1% del papel y la celulosa, el 55% del azúcar refinada, el 100% de la cerveza, el 100% de los hilados de rayón, el 48% de los tejidos, el 94% de los refrigeradores, el 80% de las cocinas, el 80% de las estufas y calentadores y el 100% de la energía eléctrica para la industria, además de la participación estatal preeminente en las empresas mixtas automotrices y electrónicas. Esto, unido al cobre y a la reforma agraria, daba una buena base a la nueva economía. Como consecuencia de ello, el Producto Nacional Bruto se elevó hasta un 8,3%, la producción industrial

¿Podrá Chile aprovechar algo de esto, ya no a través de la importación de productos, sino que de su desarrollo?

Para la derecha política y económica chilena, la palabra industrialización es sinónimo de “sustitución de importaciones”, de “planificación socialista”, en el mejor de los casos, de “política sesentera”. Por otro lado, muchos progresistas señalan a su vez: “Se nos pasó la hora de la industrialización”, “debiéramos concentrarnos en el desarrollo de servicios como los financieros, portuarios, logísticos, de infraestructura” desconociendo que la industria, junto con incorporar conocimiento y valor agregado a las materias primas, constituye el corazón de las cadenas de valor. Los programas y sistemas individuales, en los que conocimientos y talentos de chilenos no son ajenos, se ve frenado en la actualidad por la carencia de un Estado y una institucionalidad capaces de compartir los riesgos con aquellos que aportan ideas y que están dispuestos a innovar. Esta alianza, para remontar el riesgo inicial de lo nuevo, es común a los países que están en el rumbo de la cuarta revolución industrial. Las actuales capacidades productivas en Chile tienen pocos usos alternativos, y la generación de una transformación auto sustentada no es viable. Esta es la razón principal para impulsar una política industrial, que no es la de sustitución de importaciones (ISI) del pasado, entre otras razones, porque el sector privado y el mercado son los que dominan hoy la economía.

Guillermo Saavedra

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¡La lucha por los derechos de los pueblos y l@s trabajador@s continúa!

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