“Derribemos las barreras del sectarismo y
hagamos de verdad la unidad”
Por Manuel Ahumada Lillo, en El Ciudadano –public. 23/11/17
(…)
Este Pulso comienza a ser
preparado para despacho algunas horas antes de que se repita una ceremonia que,
de tan repetida en forma y fondo, no ofrecerá mayores sorpresas en su resultado
final.
Quien
se cruce la banda presidencial al final del actual proceso electoral, será el
fiel reflejo de lo que hemos vivido en todo este tiempo de “democracia”. La
respuesta a los anuncios y promesas de campaña, serán finalmente leyes
deslavadas que solo maquillarán el sistema de explotación capitalista en el que
vivimos. Cualquiera sea el resultado final en presidenciales y parlamentarias,
tengan la certeza que las cosas se mantendrán prácticamente sin variación.
No
verán luz aquellas propuestas que se hicieron para captar votos y a lo más, se
culparán unos a otros por no lograr avances. Es la mala política, la putrefacta
y mala política.
Solo
es posible augurar un futuro distinto, si los que votaron se deciden a
fiscalizar a quienes eligieron, sancionando el incumplimiento y los que no
votaron materializan su discurso de combatir al enemigo histórico con hechos
concretos.
En
la trinchera que usted haya estado -votante, abstencionista, nulo o no
participante– ya no hay más que hacer. Es hora de salir a construir la
alternativa real.
Organización
desde la base es la tarea y de esto nadie puede quedar al margen. Sindicatos y
otros instrumentos de organización de trabajadores y ciudadanos deben ser
la respuesta de los abusados. En el colegio, el barrio y los lugares de
trabajo, todos debemos organizarnos.
Cuando
demos este paso, vital para romper con el individualismo, podremos pasar a una
nueva etapa que es la de incidir de forma efectiva en los destinos del país.
Lo
que pasa ahora no es culpa nuestra, así lo planificaron los que se reparten el
poder incluso desde antes de la dictadura. Es lo mismo que se vivía
cuando el voto era obligatorio. Es la desesperanza la que nos está ganando, ese
es el adversario a derrotar.
Ellos,
los dueños del poder, utilizan todos sus instrumentos para decirle a nuestro
pueblo que les corresponde dictar las pautas y el pueblo, incauto y
desinformado, les cree.
Pamplinas.
Si nos dedicáramos a educar a los que están privados de todo, seguro que la
cosa cambia. La cuestión es entender que educar es conversar con los ciudadanos
en sus lugares de trabajo, las estaciones de Metro y los buses, en los
barrios y los colegios.
Publiquemos
boletines, periódicos, usemos Internet, las redes, para mostrar
qué implica construir una sociedad más justa para vivir.
El
mal sistema permanecerá vigente y activo mientras nos dediquemos solo a
lamentarnos de lo mal que está todo. Es la gran lección que hay que sacar para
no volver a tropezar con la misma piedra.
Cuando
detuvieron a los hijos de Sebastián Acevedo Becerra el 9 de noviembre de
1983, pocos fueron los que levantaron la voz para condenar esta atrocidad, una
más de una dictadura perversa a la que algunos como Kast le rinden
tributo.
Sebastián
Acevedo se sabía solo, pero eso no lo amilanó. Durante dos días golpeó las
puertas de cuarteles exigiendo una respuesta, exigía la libertad de sus hijos.
No tuvo respuesta.
El
11 de noviembre, en las puertas de la catedral de Concepción, roció su cuerpo
con combustible y demandó a voz en cuello, por última vez, la libertad de sus
hijos. Al silencio respondió con una chispa que inflamó sus ropas y se inmoló.
Entre gemidos y gritos su cuerpo fue cubierto por las llamas. Horas después sus
hijos aparecieron con vida.
Sebastián
Acevedo dio su vida por encontrar a sus hijos, no pudo conversar y vivir con
ellos, pero su ejemplo debe motivarnos a darlo todo por aquello en lo que
creemos.
El
mejor homenaje a este héroe popular debe ser, sin duda, luchar con todas las
fuerzas y sin medir las consecuencias por aquello en lo que se cree.
Y
así como honramos a los que cayeron, no podemos dejar de recordar a todos los
que durante toda su vida se la jugaron por convencer a los trabajadores de que
había que organizarse y pelear unidos, si es que se quería un futuro mejor.
Clotario
Blest Riffo
fue uno de ellos. Nacido un 17 de noviembre de 1899, desde muy joven se
empecinó en buscar respuestas a la clara diferencia de clases que imperaba en
el país y a buscar la forma de explicar a los explotados que habían mecanismos
para vencer al que sojuzgaba.
Trabajador
público, promovió el deporte, el estudio, la solidaridad, la entrega sin
límites y logró ser parte importantísima en la construcción de la Central
Única de Trabajadores de Chile.
Nunca
dejó de decir lo que pensaba, así se hiciera de enemigos. Campeón de la unidad,
se encargó de dejar claro que antes que la pertenencia a un partido o
movimiento, los trabajadores debían hacer sus máximos esfuerzos para construir,
sostener y engrandecer la organización que los cobijaba.
Por
el recuerdo y la memoria, porque ninguna lucha a favor de los trabajadores es
una pelea perdida, porque tenemos claro que la legalidad más que ayudar se
transforma en una camisa de fuerza si nos ceñimos a ella como un dogma, por eso
y más es que apoyamos e incentivamos la organización de la clase trabajadora.
Es cierto que a los trabajadores aún les complica el concepto clase, que no logran ver que el lobo aunque vestido de oveja sigue siendo el depredador de siempre, pero debemos perseverar.
Es cierto que a los trabajadores aún les complica el concepto clase, que no logran ver que el lobo aunque vestido de oveja sigue siendo el depredador de siempre, pero debemos perseverar.
¿Quién
dijo que sería fácil explicar a los abusados qué es y cómo daña el capital,
cómo afecta a sus familias y a toda sociedad?
Es
una pelea de largo aliento y cuando podamos constituir la Central Clasista
de Trabajadores, solo estaremos dando el primer paso.
Tengamos
claro que deberemos caminar mucho tiempo hasta hacer de la clase un actor a
considerar.
Adelante
pues, que queda mucho trecho por cubrir, derribemos las barreras del sectarismo
y hagamos de verdad la unidad, para que así la clase pueda reconocer, sin duda
alguna, dónde están los que la defienden y se la juegan por ella.
Así
de grande y hermoso es el desafio.
Por Manuel Ahumada Lillo
Presidente
C.G.T. Chile
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¡La lucha por los derechos de los pueblos y l@s
trabajador@s continúa!
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