«Cómo es la vida, yo arrancando del sida y me agarra el cáncer»
Pedro Lemebel
La
crónica dice “Muere el chileno Pedro
Lemebel, referente de la literatura contestataria”. Como bajada se señala: “Con poemas, ‘performances’ y crónicas alzó
la voz sobre la pobreza y la homosexualidad; El escritor sufría desde hace años
de un cáncer de laringe; Pedro Lemebel: gargantas como cuchillas”.
Cómo?
Se murió Pedro Lemebel? Qué le pasó? Pero si era tan joven? Qué tiempo ha
pasado sin saber nada de él?
Recién
a mediodía lo supimos (éste trabajo de mierda!, esta vida de mierda!, ésta comprometida
espera!, ésta incómoda comodidad de mierda!). Habían pasado 10 horas desde que
Pedro se había ido a las otras esferas de la transición eterna entre la vida y
la muerte y viceversa. Como esos muertos nuestros, muy queridos, quienes mueren
pero nunca mueren, porque siguen con nosotros, nos alientan siempre a seguir
adelante y pueden pasar 100 años y continúan allí. Y Pedro tenía también esa
fuerza que da el vivir la vida como un ejemplo de lucha, contra todo y todos, a
todo gas, sin treguas, sin pedir perdón, quizás decir disculpe o la cagué y a
la cresta no más!
Naciste
Pedro Segundo Mardones Lemebel. Tu padre, panadero y tu madre, costurera. Pero,
para cuando ya eras una yegua apocalíptica, a mediados de los “80s, te pasaste
a llamar simplemente Pedro Lemebel, así, con el apellido materno pelado, porque
dijiste que te unía con lo femenino, reconociendo a tu querida madre huacha
desde la ilegalidad homo y travesti.
Cómo
no sentirnos cercanos, si todos allá en la pobla, como tú, nacimos y crecimos cerca
del antiquísimo, caquísimo, hediondísimo, irreverentísimo Zanjón de la Aguada.
Nos divertimos haciendo carreras con palitos en sus aguas gredosas; íbamos a
lanzarles piedras a los guarenes; fuimos testigos del como las poblaciones
callampas de sus riveras crecían, se achicaban y las expulsaban hacia la
periferia a medida que la modernidad venía desde el centro. Como olvidar que en
esas humildes chozas pagaban sus viandas los viejos explotados de Yarur, allí
conocían a sus minitas (y las viejas, a sus minitos). En el libro que titulaste
como el proletario canal, hablas del saltimbanqui Escalona viviendo por allí;
será cierto que lo hizo?, porque nosotros no lo recordamos. Lo viste y te
gustaron sus ojos verdes (verdes como los dólares que hoy llenan su billetera),
pero él te dio la hora o se hizo el que no veía o escuchaba? (bueno, este
huevón parece que es sordo, porque jura por su mamita que tiene apoyo entre las
bases del extinto PS).
Te
fuiste a La Legua, donde se pelaba (y se pela) bien duro el ajo, cierto?
Aprendiste a defenderte de los que te maltrataban por ser homosexual, fuiste a
un liceo de hombres, en una carrera para hombres (metales y mueblería?). Pero,
al tiempo, te viniste cerca de la pobla a terminar la media, ahí en el Barros
Borgoño (la Universidad del Matadero, le dicen). Con mejor suerte que muchos de
nosotros, pudiste ir a la U y terminaste Artes Plásticas, pero al terminar te
tocó salir a hacer docencia en plena época de los milicos, los que son muy
machitos (pero igual les pegan a las mujeres y las torturan y las violan y las
matan y las queman y las hacen explotar y un largo etcétera de acciones del
gusto acultural de su tata Goering) y, entonces, no podían soportaban a profesores
homosexuales y te echaron de los liceos donde quisiste hacer docencia. Claro
que, en parte, te hicieron un favor y a la humanidad también. Gracias a tu
alejamiento de la pedagogía te acercaste a la prosa y a la expresión artística
más amplia, como de masas y desde las vísceras.
Te
acercaste a la literatura y a la escritura. Te hiciste aprendiz de escritor y
poeta. Ganaste un primer premio en 1983, humilde, pero que daba cuenta de lo
prometedor de tu obra: “Porque el tiempo
está cerca”. Vinieron los años de pulir la técnica en diversos talleres
literarios con reconocidos escritores/escritoras muy ellos/ellas antidictatoriales
(Eltit, Barros, etc.), que fueron moldeando tu destreza y expresión literaria
y, al mismo tiempo, te acercaron a la izquierda, la cual no dejó de mostrarse reacia
a un personaje homo y travesti en sus filas. Con todo, igual te subiste al
escenario, en un acto de tal izquierda, ahí en la Estación Mapocho, en 1986 (el
“año decisivo” le llamaban). De tacones y maquillado con la hoz el martillo en
la mejilla izquierda, les leíste enfervorizada tu manifiesto “Hablo por mi diferencia”.
La verdad es que te aproximaste al PC, pero más bien te gustaba apoyar a la
Gladys, porque a los otros huevones, a los stalinos, no estabas ni ahí con llevarles
el amen.
Sin
duda, mucha gente, aquí y afuera, te ubica por las reconocidas acciones artísticas
directas que realizaste con tu socia Francisco Casas en Las Yeguas del
Apocalipsis, entre 1987 y 1997. Esas sí que eran actividades culturales, mierda!
Saboteo de exposiciones cartuchas, clasistas, fachas y machistas; contracultura,
la denominaron los que miran para las Europas. Hasta un besote en la boca le
dio Casas al Richi Lagos; bueno, ojalá que el homo-travesti apocalíptico no
haya tenido problemas gastrointestinales. Vuestro trabajo en el dúo aquel cruzó la
performance, el travestismo, la fotografía, el video y la instalación. Su
contenido tenía que ver con la vida social reivindicada desde la óptica homosexual,
pero asimismo implicó el reclamo por la memoria, los derechos humanos, la libertad
y una democracia de verdad (no como ésta cosa plástica de hoy). "Quizás esa primera experimentación con la
plástica, la acción de arte... fue decisiva en la mudanza del cuento a la
crónica. Es posible que esa exposición corporal en un marco religioso fuera
evaporando la receta genérica del cuento... el intemporal cuento se hizo urgencia
crónica", explicabas tú Pedro.
Desde
1995, se vinieron las obras que quedaron inscritas en nuestras mentes y
corazones: ese año, La esquina es mi
corazón; en 1996, Loco afán: Crónicas de sidario; en 1998, De perlas y
cicatrices; en 2001, Tengo miedo torero; en 2003, Zanjón de la Aguada; en 2004,
Mariquita linda; en 2011, Serenata cafiola; y al final, en 2012, Háblame de
amores. Además, le harías a la radiofonía en la Radio Tierra, y a la crónica en
las revistas Página Abierta, Punto Final, La Nación y The Clinic.
El
inmortal Roberto Bolaño, tu amigo, influye para que tu obra se haga conocida en
España y de ahí al mundo entero. Te traducen, luego, al francés, inglés, alemán
e italiano.
A
las 2 de la mañana de hoy 23 de enero de 2015, el maldito cáncer se ha llevado
tu cuerpo deseante. Nos dejaste varios libros, enseñanzas de vida, más de una
docena de pergaminos y medallas de premios varios, participación en montones de
antologías, el recuerdo de la crudeza narrativa y expresiva como deben ser no más las
de un mortificado ser humano homosexual, travesti, sincero, emotivo hasta la
médula.
¡Adiós Pedro y salúdanos por allá a Roberto
Bolaño!
COLECTIVO ACCIÓN
DIRECTA – CHILE
Enero 23 de 2015
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