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martes, 24 de abril de 2018

SIRIA: COMO LOS MEDIOS OCCIDENTALES Y LOS ‘CASCOS BLANCOS’ JUSTIFICAN LA INTERVENCION IMPERIAL

'Casco Blanco' un día y luego militante de ISIS

“¿Cómo pueden los periodistas provocar guerras?”

El bombardeo perpetrado contra Siria el 14 de abril de 2018 pasará a la historia, además de todo, como un ejemplo de las consecuencias del periodismo amarillo. Thierry Meyssan aborda nuevamente el uso del sensacionalismo en la propaganda de guerra

En Red Voltaire –public. 15/4/18

Estados Unidos, Francia y el Reino Unido bombardearon Siria en la noche del 13 al 14 de abril de 2018. Esta operación militar, una agresión en términos de Derecho Internacional, es presentada como una «respuesta» de «los aliados» al supuesto uso de armas químicas por parte de la República Árabe Siria.

El secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, declaró ante el Congreso que no dispone de pruebas que demuestren esa acusación pero que se basa en «artículos de prensa creíbles». En 2011, cuando el fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, lanzó una orden internacional de arresto contra el líder libio Muammar el-Kadhafi, también lo hizo basándose en artículos de la prensa… cuya veracidad –hoy está demostrado– era nula. Pero justificó así la intervención de la OTAN contra Libia.

En 1898, el gobierno de Estados Unidos también se basó en los «artículos de prensa creíbles» de los periódicos del magnate de la prensa William Randolph Hearst [1] para iniciar la Guerra Hispano-Americana [2]. Posteriormente, los artículos de los diarios de Hearst resultaron ser totalmente inventados [3].

En cuanto a los «artículos de prensa creíbles» a los que se refiere el general Mattis, estos se basan en las declaraciones de la ONG británica White Helmets (Cascos Blancos). Presentados como una «asociación humanitaria», los «Cascos Blancos» en realidad son parte del conflicto ya que han participado oficialmente en varias operaciones de guerra, como la que cortó el abastecimiento de agua a los 5,6 millones de habitantes de Damasco, la capital siria, durante unos 40 días [4].

Varias horas antes del bombardeo occidental, Rusia y Siria habían publicado las revelaciones de dos testigos oculares, presentes en el hospital de Duma durante el supuesto ataque químico. Estos testigos revelan que todo fue un montaje y que el «ataque químico» nunca tuvo lugar [5].

[A la derecha: En diciembre de 2016, los Cascos Blancos –presentados como una “organización humanitaria” o de “defensa civil”– firmaban este documento junto a los yihadistas que asediaban Damasco y que cortaron el suministro de agua a la población de la capital siria. Privar de agua a los civiles es un crimen de guerra. ¿Dónde estaban entonces la “comunidad internacional” y los grandes medios de prensa occidentales?]

Exactamente igual que en siglo XIX, hoy es perfectamente posible encontrar periodistas que se presten para manipular los Estados o un tribunal internacional y para empujarlos a derrocar gobiernos o a bombardear otros Estados.

Es por eso que una parte de la prensa reclama el título de «Cuarto Poder», aunque se trata de un poder que, al no provenir de ninguna elección, es ilegítimo.

Los medios de difusión que disponen de esa capacidad pertenecen a grandes magnates capitalistas que además están estrechamente vinculados a los políticos, quienes afirmarán después haber sido engañados por sus «artículos creíbles». Por ejemplo, el ya mencionado magnate de la prensa estadounidense William Randolph Hearst mantenía estrechas relaciones con el presidente William McKinley, quien ambicionaba iniciar la guerra contra España para arrebatarle el control de Cuba y de Filipinas, lo cual hizo finalmente.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética y Francia lograron que la Asamblea General de la ONU adoptara una serie de resoluciones que condenan la propaganda de guerra [6]. Los países miembros de la ONU incluyeron el contenido de esas resoluciones en el derecho nacional de sus Estados. Por consiguiente, los periodistas que se dedican a la propaganda de guerra deberían ser enviados a los tribunales… teóricamente. Pero en la práctica sólo los Estados pueden iniciar ese tipo de acciones judiciales.

En definitiva, la propaganda de guerra está prohibida… pero el derecho nacional aplica esa regla sólo a los periodistas de oposición incapaces de desatar conflictos y no a los Estados que los emprenden.


[1] Citizen Hearst: A Biography of William Randolph Hearst, W. A. Swanberg, Scribner’s, 1961.
[2] El autor se refiere a la intervención de Estados Unidos en la guerra de independencia de Cuba contra el colonialismo español. Contrariamente a la visión vehiculada por los historiadores estadounidenses, aunque Estados Unidos se puso del lado de los independentistas cubanos, la intervención estadounidense arrebató a los patriotas cubanos la victoria militar que ya habían garantizado sobre España. La intervención estadounidense frustró la proclamación en Cuba de una República basada en los ideales que los independentistas cubanos, reunidos alrededor del Partido Revolucionario Cubano, habían enunciado en el Manifiesto de Montecristi. Para más detalles ver Guerra hispano-cubano-estadounidense. Nota de la Red Voltaire.
[3] Public Opinion and the Spanish-American War: a Study in War Propaganda, Marcus Wilkerson, Russell and Russell, 1932. The Yellow Journalism USA, David R. Spencer, Northwestern University Press, 2007.
[4] «Una “ONG humanitaria” corta el agua a 5,6 millones de civiles», Red Voltaire, 7 de enero de 2017.
[6] «Los periodistas que practican la propaganda de guerra tendrán que rendir cuentas», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 14 de agosto de 2011
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'Fake News': Efectos del bombardeo occidental en Aleppo, en 2013 (izq.) y la misma foto (der.)
se utiliza para mostrar la supuesta llegada al rescate de los 'aguerridos' Cascos Blancos, pero ¡en 2015!

“Cascos Blancos: ¿rescatistas o cómplices de una tragedia orquestada?”

El reciente informe de la Unicef, en la que la organización denuncia la muerte de 22 menores y 6 profesores a causa de un bombardeo aéreo en la provincia siria de Idlib, ha vuelto a conmover el mundo mostrando las atrocidades de una guerra que parece no tener fin

En Mundo Sputnik –public. 29/10/16

Como también ha puesto en primera plana qué tan fiable podría ser la fuente de tales informes.

Esta vez, como en muchas otras ocasiones anteriores, se trata de la organización autodenominada Defensa Civil Siria, bautizada por los grandes medios anglosajones como White Helmets (Cascos Blancos, en inglés), por el color de los cascos que portan.

Los comprometedores vínculos de los White Helmets
Su página web, nos acerca a la honorable labor que ejercen. Poco menos de 3.000 voluntarios día a día arriesgan su vida para socorrer a las víctimas de los bombardeos, buscando posibles sobrevivientes entre los escombros de los edificios.

Por lo general, siempre son los primeros en llegar al lugar de la catástrofe, portando múltiples cámaras para atestiguar las realmente horribles consecuencias de la guerra. Entre las imágenes más expandidas 'destacan' aquellas que muestran en primera plana, como la de sus miembros portando en sus brazos a los menores salvados.

Gracias a su labor audiovisual y con ayuda de los grandes medios de información, esta organización rápidamente ganó popularidad entre el público común occidental. El gigante de streaming Netflix, recientemente lanzó un documental que pretende hacer llegar al espectador la heroica imagen de estos altruistas.

Y así sería, de no ser por los alarmantes informes que provienen de diferentes medios, cuya insaciable curiosidad les han hecho indagar desde adentro los entresijos de esta organización, revelando los intereses reales de la misma.

Quienes son

A pesar de que su nombre indica estar destinada a realizar labores en Siria, la organización fue fundada en Estambul, Turquía, en marzo de 2013. Ahí se establecieron campos en los cuales los futuros rescatistas reciben entrenamiento. Desde el principio el programa era dirigido por James Le Mesurier, un exoficial del ejército británico que para ese entonces trabajaba para una consultora de seguridad privada en Emiratos Árabes Unidos.

Graduado de la Real Academia Militar de Sandhurst, Le Mesurier ocupó en el pasado puestos de alto nivel en Ministerio de Exterior británico, la Unión Europea e incluso en las Naciones Unidas. Esta figura muestra una trayectoria bélica impresionante, entre las que destacan algunas de las intervenciones más dudosas de la OTAN, incluyendo Bosnia, Kosovo, así como Irak, Líbano y Palestina.

Entre los principales directivos de la organización hoy día sobresalen Abdu Rahman y Raed Saleh. Este último, deportado al arribar a Estados Unidos en abril de 2016, porque su nombre se encontraba en la lista de personas con "conexiones con grupos extremistas", algo que Abdu Rahman más tarde tachó de "error técnico que ya ha sido subsanado". Ya en septiembre de 2016, a Raed Saleh se le permitió ingresar a Nueva York en donde se reunió con el secretario de Estado, John Kerry, en el marco de su visita a la sede de las Naciones Unidas.

Su labor

La organización, que dice actuar de manera "neutral, imparcial y para todos los sirios", ejerce su labor humanitaria exclusivamente en zonas ocupadas por las fuerzas insurgentes, entre las cuales figuran el ex Frente Al Nusra y el autodenominado Estado Islámico —organizaciones catalogadas de terroristas por la ONU que iniciaron su labor como filiales de Al Qaeda—, además de estar vinculados a otros grupos clasificados de 'moderados', como Ahrar al Sham o Nour Al Din Zenki. Esta última tristemente 'célebre' por publicar el video en el que sus combatientes decapitan con cuchillo a un niño palestino.

Entrenados en Turquía y Jordania, los voluntarios de Cascos Blancos han sido en numerosas ocasiones captados celebrando junto con combatientes de grupos radicales e, incluso, presenciando las prácticas de tortura y ejecución contra los militares gubernamentales sirios.

Famosos por la constante divulgación en internet de videos e imágenes de sus actividades por parte de ellos mismos, los integrantes de Cascos Blancos han sido descubiertos en varias ocasiones por publicar imágenes que, en realidad, no corresponden a las acusaciones que lanzan.


En verano de 2016, la periodista Vanessa Beeley pasó un mes viajando por diferentes gobernanzas Sirias, incluyendo Alepo, como miembro del Consejo para la Paz de EEUU. Después de varios meses investigando a esta organización, la reportera dice haberse asegurado de que se trata en realidad de una obra de Estados Unidos y la Oficina de Asuntos Exteriores del Reino Unido, por las que son financiados y equipados, y cuya misión no es otra que promover una clara agenda geopolítica en la región.

"Los Cascos Blancos dicen ser neutrales y 'no alineados', sin embargo, ejercen presión para una intervención activa de Estados Unidos o la OTAN, incluyendo la imposición de una zona de exclusión aérea, que viola la soberanía de Siria. Esto es una violación directa de los principios fundamentales que sustentan el auténtico trabajo humanitario", dice Vanessa Beeley.

Financiación y apoyo

Los Cascos Blancos están registrados como una ONG (Organización no Gubernamental), pero, según indica la investigadora, sus principales fuentes de financiación resultan provenir de gobiernos como el de Estados Unidos (con $23 millones), el Foreign Office británico ($65 millones), Alemania ($7,87 millones) o el Reino de los Países Bajos ($4,5 millones), entre otros, la mayoría países de la OTAN.

Además de los gobiernos, desde 2016, la organización ha incorporado nuevas fuentes de financiación, como Chemonics International, una organización privada estadounidense de desarrollo internacional y uno de los principales contratistas de USAID. En uno de los informes de USAID de julio de 2015, se especifica claramente que más de $16 millones fueron suministrados en asistencia a los Cascos Blancos.

Todo el apoyo externo a la organización es canalizado a través de la fundación Mayday Rescue, registrada en Países Bajos por el propio James Le Mesurier, el ya mencionado exoficial del ejército británico. A pesar de establecer su sede oficial en la ciudad de Ámsterdam, cuenta con oficinas operacionales en Emiratos Árabes Unidos, Turquía y Jordania.

Respecto al mencionado apoyo mediático de Netflix, la periodista revelaba como dato curioso: uno de los principales accionistas de Netflix es la Capital Research Global Investors, compañía que a su vez comparte fondos de gigantes de la industria militar como Lockheed Martin o Boeing. Por si fuera poco, el nombre del magnate George Soros también se vio involucrado con una compra de 317.534 acciones de Netflix en 2015, por una suma de $32,79 millones, de las que se deshizo a mediados de septiembre.

Fuerzas de Defensa Civil SIrias
Los verdaderos héroes detrás de las cámaras

Los Cascos Blancos no están afiliados a la Organización Internacional de Protección Civil (OIPC). Tampoco encontrará en los contactos de su página web un número de teléfono centralizado para llamarlos en caso de necesidad, aunque sí publican un correo especial para que los medios de información puedan consultarlos. La sección de preguntas frecuentes (F.A.Q.) lo único que muestra es una serie de textos genéricos en latín, incluyendo la versión web en árabe.

Mientras tanto, del otro lado del frente, los ciudadanos día a día marcan el '113' en caso de una verdadera necesidad, para recibir ayuda de las Fuerzas de Defensa Civil Sirias, que es miembro pleno de la OIPC desde 1972. Sus trabajadores nunca serán héroes de los reportajes en medios occidentales, ni les serán dedicados documentales, ya que trabajan sin cámaras, promoción, no cuentan con la ayuda financiera de gobiernos externos, no promueven sus intereses, ni usan imágenes de los niños —los más inocentes rehenes del conflicto— para hacer de su deber una campaña propagandística.




¡El pueblo sirio vencerá!

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