'Casco Blanco' un día y luego militante de ISIS |
“¿Cómo pueden los periodistas provocar
guerras?”
El
bombardeo perpetrado contra Siria el 14 de abril de 2018 pasará a la historia,
además de todo, como un ejemplo de las consecuencias del periodismo amarillo.
Thierry Meyssan aborda nuevamente el uso del sensacionalismo en la propaganda
de guerra
Estados Unidos,
Francia y el Reino Unido bombardearon Siria en la noche del 13 al 14 de abril
de 2018. Esta operación militar, una agresión en términos de Derecho
Internacional, es presentada como una «respuesta» de «los aliados»
al supuesto uso de armas químicas por parte de la República Árabe Siria.
El
secretario de Defensa estadounidense, James Mattis, declaró ante el Congreso
que no dispone de pruebas que demuestren esa acusación pero que
se basa en «artículos de prensa creíbles». En 2011, cuando
el fiscal de la Corte Penal Internacional, Luis Moreno Ocampo, lanzó una
orden internacional de arresto contra el líder libio Muammar el-Kadhafi,
también lo hizo basándose en artículos de la prensa… cuya veracidad
–hoy está demostrado– era nula. Pero justificó así la intervención de
la OTAN contra Libia.
En
1898, el gobierno de Estados Unidos también se basó en los «artículos
de prensa creíbles» de los periódicos del magnate de la prensa William
Randolph Hearst [1] para iniciar la Guerra Hispano-Americana [2].
Posteriormente, los artículos de los diarios de Hearst resultaron ser
totalmente inventados [3].
En
cuanto a los «artículos de prensa creíbles» a los que se refiere el
general Mattis, estos se basan en las declaraciones de la ONG británica White Helmets
(Cascos Blancos). Presentados como una «asociación humanitaria»,
los «Cascos Blancos» en realidad son parte del conflicto
ya que han participado oficialmente en varias operaciones de guerra, como
la que cortó el abastecimiento de agua a los 5,6 millones de habitantes de
Damasco, la capital siria, durante unos 40 días [4].
Varias
horas antes del bombardeo occidental, Rusia y Siria habían publicado las
revelaciones de dos testigos oculares, presentes en el hospital de Duma
durante el supuesto ataque químico. Estos testigos revelan que todo fue
un montaje y que el «ataque químico»
nunca tuvo lugar [5].
[A la derecha: En
diciembre de 2016, los Cascos Blancos –presentados como una “organización
humanitaria” o de “defensa civil”– firmaban este documento junto a los
yihadistas que asediaban Damasco y que cortaron el suministro de agua a la
población de la capital siria. Privar de agua a los civiles es un crimen de
guerra. ¿Dónde estaban entonces la “comunidad internacional” y los grandes
medios de prensa occidentales?]
Exactamente
igual que en siglo XIX, hoy es perfectamente posible encontrar periodistas que
se presten para manipular los Estados o un tribunal internacional y para
empujarlos a derrocar gobiernos o a bombardear otros Estados.
Es
por eso que una parte de la prensa reclama el título de «Cuarto Poder»,
aunque se trata de un poder que, al no provenir de ninguna elección,
es ilegítimo.
Los
medios de difusión que disponen de esa capacidad pertenecen a grandes magnates
capitalistas que además están estrechamente vinculados a los políticos, quienes
afirmarán después haber sido engañados por sus «artículos creíbles».
Por ejemplo, el ya mencionado magnate de la prensa estadounidense William
Randolph Hearst mantenía estrechas relaciones con el presidente William
McKinley, quien ambicionaba iniciar la guerra contra España para arrebatarle el
control de Cuba y de Filipinas, lo cual hizo finalmente.
Al
término de la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética y Francia
lograron que la Asamblea General de la ONU adoptara una serie de
resoluciones que condenan la propaganda de guerra [6]. Los países
miembros de la ONU incluyeron el contenido de esas resoluciones en el
derecho nacional de sus Estados. Por consiguiente,
los periodistas que se dedican a la propaganda de guerra deberían ser
enviados a los tribunales… teóricamente. Pero en la práctica
sólo los Estados pueden iniciar ese tipo de acciones judiciales.
En definitiva,
la propaganda de guerra está prohibida… pero el derecho nacional
aplica esa regla sólo a los periodistas de oposición incapaces de desatar
conflictos y no a los Estados que los emprenden.
[1] Citizen Hearst: A
Biography of William Randolph Hearst, W. A. Swanberg, Scribner’s, 1961.
[2]
El autor se refiere a la intervención de Estados Unidos en la guerra de
independencia de Cuba contra el colonialismo español. Contrariamente a la
visión vehiculada por los historiadores estadounidenses, aunque
Estados Unidos se puso del lado de los independentistas cubanos, la
intervención estadounidense arrebató a los patriotas cubanos la victoria
militar que ya habían garantizado sobre España. La intervención
estadounidense frustró la proclamación en Cuba de una República basada en
los ideales que los independentistas cubanos, reunidos alrededor del Partido Revolucionario Cubano, habían enunciado en el Manifiesto de Montecristi.
Para más detalles ver Guerra hispano-cubano-estadounidense. Nota de la Red Voltaire.
[3] Public Opinion and
the Spanish-American War: a Study in War Propaganda, Marcus Wilkerson,
Russell and Russell, 1932. The Yellow Journalism USA, David R. Spencer,
Northwestern University Press, 2007.
[4]
«Una “ONG humanitaria” corta el agua a 5,6 millones de civiles», Red Voltaire, 7
de enero de 2017.
[5]
«Testigos oculares revelan montaje del “ataque químico” de la Ghouta», Red Voltaire,
13 de abril de 2018.
[6]
«Los periodistas que practican la propaganda de guerra tendrán que rendir cuentas»,
por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 14 de agosto de 2011
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“Cascos
Blancos: ¿rescatistas o cómplices de una tragedia orquestada?”
El
reciente informe de la Unicef, en la que la organización denuncia la muerte de
22 menores y 6 profesores a causa de un bombardeo aéreo en la provincia siria
de Idlib, ha vuelto a conmover el mundo mostrando las atrocidades de una guerra
que parece no tener fin
Como también ha
puesto en primera plana qué tan fiable podría ser la fuente de tales informes.
Esta
vez, como en muchas otras ocasiones anteriores, se trata de la organización
autodenominada Defensa Civil Siria, bautizada por los grandes medios
anglosajones como White Helmets (Cascos Blancos, en inglés), por el color de
los cascos que portan.
Los comprometedores vínculos de los White Helmets |
Su
página web,
nos acerca a la honorable labor que ejercen. Poco menos de 3.000 voluntarios
día a día arriesgan su vida para socorrer a las víctimas de los bombardeos,
buscando posibles sobrevivientes entre los escombros de los edificios.
Por
lo general, siempre son los primeros en llegar al lugar de la catástrofe,
portando múltiples cámaras para atestiguar las realmente horribles
consecuencias de la guerra. Entre las imágenes más expandidas 'destacan'
aquellas que muestran en primera plana, como la de sus miembros portando en sus
brazos a los menores salvados.
Gracias
a su labor audiovisual y con ayuda de los grandes medios de información, esta
organización rápidamente ganó popularidad entre el público común occidental. El
gigante de streaming Netflix, recientemente lanzó un documental que pretende hacer llegar al espectador la heroica imagen de
estos altruistas.
Y
así sería, de no ser por los alarmantes informes que provienen de diferentes
medios, cuya insaciable curiosidad les han hecho indagar desde adentro los entresijos
de esta organización, revelando los intereses reales de la misma.
Quienes son
A
pesar de que su nombre indica estar destinada a realizar labores en Siria, la
organización fue fundada en Estambul, Turquía, en marzo de 2013. Ahí
se establecieron campos en los cuales los futuros rescatistas reciben
entrenamiento. Desde el principio el programa era dirigido por James Le
Mesurier, un exoficial del ejército británico que para ese entonces trabajaba para una consultora de seguridad privada en
Emiratos Árabes Unidos.
Graduado
de la Real Academia Militar de Sandhurst, Le Mesurier ocupó en el pasado
puestos de alto nivel en Ministerio de Exterior británico, la Unión Europea e
incluso en las Naciones Unidas. Esta figura muestra una trayectoria bélica impresionante,
entre las que destacan algunas de las intervenciones más dudosas de la OTAN,
incluyendo Bosnia, Kosovo, así como Irak, Líbano y Palestina.
Entre
los principales directivos de la organización hoy día sobresalen Abdu
Rahman y Raed Saleh. Este último, deportado al arribar a Estados
Unidos en abril de 2016, porque su nombre se encontraba en la lista de personas
con "conexiones con grupos extremistas", algo que Abdu Rahman más
tarde tachó de "error técnico que ya ha sido subsanado". Ya en
septiembre de 2016, a Raed Saleh se le permitió ingresar a Nueva York en donde
se reunió con el secretario de Estado, John Kerry, en el marco de su visita a
la sede de las Naciones Unidas.
Su labor
La
organización, que dice actuar de manera "neutral, imparcial y para todos
los sirios", ejerce su labor humanitaria exclusivamente en zonas ocupadas
por las fuerzas insurgentes, entre las cuales figuran el ex Frente Al Nusra y
el autodenominado Estado Islámico —organizaciones catalogadas de
terroristas por la ONU que iniciaron su labor como filiales de Al Qaeda—,
además de estar vinculados a otros grupos clasificados de 'moderados', como
Ahrar al Sham o Nour Al Din Zenki. Esta última tristemente 'célebre' por
publicar el video en el que sus combatientes decapitan con cuchillo a un niño palestino.
Entrenados
en Turquía y Jordania, los voluntarios de Cascos Blancos han sido en numerosas
ocasiones captados celebrando junto con combatientes de grupos radicales e,
incluso, presenciando las prácticas de tortura y ejecución contra los militares
gubernamentales sirios.
Famosos
por la constante divulgación en internet de videos e imágenes de sus
actividades por parte de ellos mismos, los integrantes de Cascos Blancos han
sido descubiertos en varias ocasiones por publicar imágenes que, en realidad,
no corresponden a las acusaciones que lanzan.
Lea
más: 'Fake detected': Las fotos que "demuestran" el presunto ataque ruso contra Idlib son de hace 6 meses
En
verano de 2016, la periodista Vanessa Beeley pasó un mes viajando por
diferentes gobernanzas Sirias, incluyendo Alepo, como miembro del Consejo para
la Paz de EEUU. Después de varios meses investigando a esta organización, la
reportera dice haberse asegurado de que se trata en realidad de una obra de
Estados Unidos y la Oficina de Asuntos Exteriores del Reino Unido, por las que
son financiados y equipados, y cuya misión no es otra que promover una clara
agenda geopolítica en la región.
"Los
Cascos Blancos dicen ser neutrales y 'no alineados', sin embargo, ejercen
presión para una intervención activa de Estados Unidos o la OTAN, incluyendo la
imposición de una zona de exclusión aérea, que viola la soberanía de Siria.
Esto es una violación directa de los principios fundamentales que sustentan el
auténtico trabajo humanitario", dice Vanessa Beeley.
Financiación y apoyo
Los
Cascos Blancos están registrados como una ONG (Organización no Gubernamental),
pero, según indica la investigadora, sus principales fuentes de financiación
resultan provenir de gobiernos como el de Estados Unidos (con $23 millones), el
Foreign Office británico ($65 millones), Alemania ($7,87 millones) o el Reino
de los Países Bajos ($4,5 millones), entre otros, la mayoría países de la OTAN.
Además
de los gobiernos, desde 2016, la organización ha incorporado nuevas fuentes de
financiación, como Chemonics International, una organización privada
estadounidense de desarrollo internacional y uno de los principales
contratistas de USAID. En uno de los informes de USAID de julio de 2015, se especifica claramente que
más de $16 millones fueron suministrados en asistencia a los Cascos Blancos.
Todo
el apoyo externo a la organización es canalizado a través de la fundación Mayday
Rescue, registrada en Países Bajos por el propio James Le Mesurier, el ya
mencionado exoficial del ejército británico. A pesar de establecer su sede
oficial en la ciudad de Ámsterdam, cuenta con oficinas operacionales en
Emiratos Árabes Unidos, Turquía y Jordania.
Respecto
al mencionado apoyo mediático de Netflix, la periodista revelaba
como dato curioso: uno de los principales accionistas de Netflix es la Capital
Research Global Investors, compañía que a su vez comparte fondos de gigantes de
la industria militar como Lockheed Martin o Boeing. Por si fuera poco, el nombre
del magnate George Soros también se vio involucrado con una compra de 317.534
acciones de Netflix en 2015, por una suma de $32,79 millones, de las que se deshizo a mediados de septiembre.
Fuerzas de Defensa Civil SIrias |
Los verdaderos héroes detrás de
las cámaras
Los
Cascos Blancos no están afiliados a la Organización Internacional de Protección
Civil (OIPC). Tampoco encontrará en los contactos de su página web un número de
teléfono centralizado para llamarlos en caso de necesidad, aunque sí publican
un correo especial para que los medios de información puedan consultarlos. La sección de preguntas frecuentes (F.A.Q.) lo único que
muestra es una serie de textos genéricos en latín, incluyendo la versión web en árabe.
Mientras
tanto, del otro lado del frente, los ciudadanos día a día marcan el '113' en
caso de una verdadera necesidad, para recibir ayuda de las Fuerzas de Defensa Civil Sirias, que es miembro pleno de la OIPC desde 1972. Sus trabajadores nunca serán héroes de los
reportajes en medios occidentales, ni les serán dedicados documentales, ya que
trabajan sin cámaras, promoción, no cuentan con la ayuda financiera de
gobiernos externos, no promueven sus intereses, ni usan imágenes de los
niños —los más inocentes rehenes del conflicto— para hacer de su deber una
campaña propagandística.
¡El pueblo sirio vencerá! |
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