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miércoles, 17 de diciembre de 2014

LA SALUD PÚBLICA DE CHILE, UN PACIENTE QUE AGONIZA


“(…) la ley fundamental de la salud consiste en que ella es función del nivel de vida en conjunto y de cada uno de sus componentes: la alimentación, la vivienda, el vestuario, el saneamiento, la educación, la recreación, la seguridad social, las condiciones del trabajo, la armonía entre las personas y la atención médica”. Plan de Salud, Atención Médica y Medicina Social, Chile-1964, del Programa de Gobierno del candidato Salvador Allende  


Paros de funcionarios, renuncias de médicos y especialistas, suspensión de intervenciones por carencia de anestesiólogos y equipos, una deuda hospitalaria astronómica, etc. De ello se habla y se recalca todos los días en la prensa oficial, no para bien, sino para despotricar en contra de la Salud Pública. Pero, ¿qué está pasando en un ámbito tan sensible para millones de chilenos? Tan sensible, como que en la última encuesta CEP, dada a conocer a principios de este mes,[1] los encuestados creen que los derechos en una democracia pasan por tener salud al alcance de todos como una primera opción, con un 86% (seguido por un nivel de vida adecuado, 79%; autoridades públicas que respeten y protejan los derechos de las minorías, 73%; un Estado que respete los derechos democráticos a todo evento, 67%; entre otras).  

Si hablamos de SALUD, debemos anotar que la OMS nos dice que ella no sólo implica que las personas no estén enfermas, sino que corresponde a su completo bienestar en los planos físico, mental, social y cuando ellas están en armonía con su medio ambiente. La misma OMS, en su Conferencia Internacional de Atención Primaria de Alma-Ata, 1978, cuyo ampuloso y no realizado lema era: “Salud Para Todos para el 2000”, declaraba que: “la salud es un derecho humano fundamental y la consecución del nivel de salud más alto posible es un objetivo social prioritario”. Veamos que dice nuestra realidad nacional.

Chile registra la 2ª mayor tasa de suicidio adolescente a nivel mundial y un record en depresión, pero, a despecho de ello, la OMS señala que aquí se destina un bajo porcentaje del presupuesto total a los programas de salud mental en el sector público y los psiquiatras que laboran en el sector público son una rareza;[2] disminuyen los niños menores de 5 años y aumentan los adultos mayores de 60, lo que implica la necesidad de aumentar progresivamente el gasto público en salud a causa de la progresión de los daños naturales y por las afecciones crónicas asociadas; los problemas de salud se hacen más complejos, con aumento de las enfermedades crónicas, cánceres y mentales; desde 1990, han aumentado en 13,6% los beneficiarios de FONASA, llegando a cubrir en la actualidad nada menos que a un 82% de la población;[3] en 2010, comparados con los promedios de OCDE, dedicamos el 8% del PIB a gasto en salud (en Cuba es el 12%),[4] lo que aparece algo bajo el 9,5% de dicha organización, pero si ese gasto lo vemos por persona, Chile apenas alcanza a US$ 1.202, mientras que éste fue de US$ 3.268 OCDE; sobre el aporte público al gasto total en salud, Chile es el 3º peor, con sólo 48,2%, frente a 72,2% OCDE; tenemos 1,4 médicos/1000 habitantes (en Cuba son 6)[5], contra 3,1 OCDE; 1,5 enfermeras/1000, contra 8,7 OCDE; camas en hospital para cuidados curativos 1,8/1000, contra 3,4 OCDE; contamos con apenas 2 camas de hospital/1000 habitantes,[6] por debajo de Namibia, Zimbabue o Tonga; el número de resonadores magnéticos es tres veces menor que el de la OCDE y el de tomógrafos es menos de la mitad; un sistema de salud público desmembrado y pauperizado, con personal insuficiente y el cual realiza sus acciones en condiciones laborales desmedradas. No obstante, este sombrío cuadro se debe considerar con la realidad de la SALUD en el conjunto de las naciones dominadas del sistema capitalista mundial, campo aquel al cual estamos asignados. Así, en la declaración final de la Conferencia Internacional sobre Salud para el Desarrollo, de 2007, se lee: “A casi 30 años de Alma Ata, la situación de salud de gran parte de la humanidad es deplorable y (ésta) no goza de una atención de salud integral, equitativa o ni siquiera básica”.

Históricamente, en nuestro país el DERECHO A LA SALUD significó décadas de lucha popular y fue siendo traspasado al Estado como otra responsabilidad que este le debía a las grandes mayorías. Hasta 1973, Chile contaba con uno de los mejores sistemas públicos de salud de América Latina. Era un sistema solidario en el financiamiento y además en la atención, puesto que sobre la base de este fondo se  atendía, sin costo, a todas las personas, con o sin previsión. Luego del Golpe del “73, entre otras desgracias, el gasto social pasó del 27% del PIB a sólo 12% en 1974 y el gasto de salud, como aporte directo del Estado, pasó del máximo histórico de 3,4% del PIB a sólo 0.8% en 1980, cifra que se mantuvo hasta 1990. En 1985, se hizo recaer dramáticamente el costo de atención sanitaria en los propios trabajadores y jubilados, al elevar su aporte del 1 al 7%, eliminando el aporte patronal. Por si fuera poco, en el marco de una sociedad que excluye a la mayoría, la constitución dictatorial de 1980 ‘consagra’ el derecho a la “protección de la salud” y el “acceso”, pero no asegura la “Atención”.

El financiamiento de la salud en Chile se da mediante tres vías: 1. Las cotizaciones obligatorias del 7%; 2. El aporte fiscal directo, destinado al sector público y 3. El “gasto directo del bolsillo” de los usuarios. La 1ª fuente, cotizaciones, representa el 35% del gasto total en salud (2,4% del PIB). Las ISAPRES cubren el 15,3% de la población, pero las cotizaciones que cobran llegan al 1,3% del PIB; sus afiliados se “seleccionan” y pertenecen a los quintiles más ricos. Al otro lado, los chilenos que están en FONASA (o seguro público), el 82% de la población, mayoritariamente pertenecen a los quintiles más pobres, son los que más se enferman y por ello son más caros. Sin embargo, FONASA recibe cotizaciones equivalentes a sólo un 1,1% del PIB, por lo que EL ESTADO DEBE INYECTAR RECURSOS PARA REFORZARLA Y AUN ASÍ ESTE APORTE ES SIEMPRE ESCASO; La 2a fuente, el aporte fiscal, se orienta a financiar al sector público, pero indirectamente aporta recursos al privado (vacunas, leche, promoción). El Estado aporta un 1,7% del PIB para complementar los recursos financieros del sistema. Comparado con los países de la OCDE, el aporte promedio del Estado en estos es de 71,7%, mientras que en Chile es sólo de 25% total del gasto en salud. EL APORTE FISCAL EN CHILE ES INSUFICIENTE Y DEBE AUMENTAR, ADEMÁS DE DEJAR DE SUBSIDIAR AL SECTOR PRIVADO; La 3ª vía de financiamiento, corresponde a los gastos directos que deben efectuar las familias para conseguir alguna prestación o acción de salud. Las familias aportan un total de 2,8% del PIB, esto equivale al 40% del total del gasto en salud, lo que significa que las familias chilenas son los principales financiadores de la salud. ES NECESARIO DISMINUIR EL GASTO DE LAS FAMILIAS EN SALUD, TODA VEZ QUE EL PROMEDIO OCDE EN ESTE ÍTEM ALCANZA SÓLO UN 19% DEL TOTAL DEL GASTO.

En octubre pasado supimos que la deuda hospitalaria se duplicó en los nueve meses anteriores y que llega nada menos que a $164 mil millones,[7] lo que a todas luces invalida cualquier posibilidad de mejoramiento de los niveles secundario y terciario de salud. Esta es otra muestra de la impracticabilidad del autofinanciamento y de la salud como mercancía, conceptos ideados e impuestos bajo la dictadura cívico-militar y que los gobiernos de la falsa democracia han sabido mantener cabalmente.

LA LUCHA POR LA SALUD Y POR TODOS LOS DERECHOS DEL PUEBLO
ü    Para brindar atención de salud pública, fiscal, de calidad, gratuita, completa, oportuna y digna para tod@s los chilen@s, avanzar a: 1. La creación de un Fondo Nacional Único de Salud, que concentre todos los recursos y genere una real redistribución de los recursos de forma más equitativa y justa; 2. La eliminación de las cotizaciones de salud (o volver al 1% de aporte trabajadores), siendo la base del financiamiento del sistema la vía de los impuestos generales, progresivos y que graven la riqueza de los grupos monopólicos;
ü  Que el aporte estatal al gasto total en salud supere el 75%;
ü    Por un Servicio Nacional de Salud efectivamente en red y con una alta resolutividad en todos sus niveles;  
ü    Que la población sea atendida en servicios de salud que cuenten con la mejor calidad y suficiencia técnica, física y profesional, en todas las regiones del país (no sólo en Santiago);
ü    Fin al Estado subsidiario, que le quita a los pobres para darle a los parásitos que lucran con la salud, la educación, etc., y por uno que esté al servicio del pueblo y sus necesidades;
ü    Término del monopolio privado de los servicios públicos (agua, luz, extracción de basuras) y renacionalizar todos los recursos naturales;
ü    Fin a la institucionalidad heredada de la dictadura y democratización de la sociedad, de tal manera que se pueda opinar y decidir efectivamente (por ejemplo, en el caso de las mujeres, que estas tengan asegurada la libre disposición de su cuerpo); que no se reprima la legítima demanda social por mejores condiciones de vida; 
ü    Sueldo mínimo de $350.000 y pensiones no inferiores a ¾ del último sueldo;
ü    Fin al sistema de AFP, nacionalización de sus cuentas y creación de un sistema previsional de reparto solidario y de financiamiento tripartito; Control de las Mutuales de Seguridad por los trabajadores; 
ü    Fomentar y fortalecer condiciones que posibiliten el desarrollo de una cultura de integración, de respeto por el/la otro/a. Reconocimiento efectivo de los pueblos aborígenes, además de la autonomía para el pueblo Mapuche. Políticas de protección social concretas y efectivas hacia la diversidad sexual y para los herman@s migrantes;
ü    Educación pública, fiscal, gratuita, de excelencia y democrática, desde la sala cuna hasta la universidad;
ü  Efectiva soberanía y seguridad alimentaria, garantizada por el Estado;
ü    Integrar la demanda por el derecho a la SALUD a las demás que motivan al pueblo y sus organizaciones, puesto que sólo mediante su lucha decidida esas demandas y aspiraciones van cobrando fuerza y podrán tener una efectiva resolución cuando el Movimiento Popular triunfe.


¡SÓLO LA LUCHA Y LA UNIDAD NOS HARÁN LIBRES!


COLECTIVO ACCIÓN DIRECTA –CHILE
Diciembre 16 de 2014

2 comentarios :

  1. creo que la propuesta favorecera a las clinicas privadas porque los hospitales
    no tienen suficientes camas para los pacientes, los cuales podrian atenderse en
    el sistema privado pagado por el gobierno para enriquecer mas a las clinicas
    pienso que sería mejor fortalecer el sistema público que es lo que necesita el
    pais

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  2. creo que la propuesta favorecera a las clinicas privadas porque los hospitales
    no tienen suficientes camas para los pacientes, los cuales podrian atenderse en
    el sistema privado pagado por el gobierno para enriquecer mas a las clinicas
    pienso que sería mejor fortalecer el sistema público que es lo que necesita el
    pais

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