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lunes, 5 de diciembre de 2011

MAYO FRANCÉS DE 1968: UNA SERIE DE DOCUMENTOS FUNDAMENTALES EN LA ACTUAL LUCHA ESTUDIANTIL EN EL CHILE DE 2011.


"La imaginación al poder".

Documentos de Mayo del 68.











1. La imaginación al poder    

2. Nuestra Comuna del 10 de mayo   Daniel Cohen-Bendit
 

3. Diálogo entre  Jean-Paul Sartre y Daniel Cohn-Bendit.

4. Declaraciones   Herbert Marcuse     
                                 
5. ¿Por qué luchamos? Causas de la rebelión


6. Las paredes hablan
 








La imaginación al poder

Daniel Cohn-Bendit: Nuestra Comuna del 10 de mayo.

Diálogo entre Jean-Paul Sartre y Daniel Cohn-Bendit.

Herbert Marcuse: Declaraciones.

Documentos y Manifiestos.

Las paredes hablan.


Ediciones Insurrexit. Buenos Aires, 1969.

“Yo he tenido veinte años. Nunca permitiré decir que es la edad más hermosa de la vida.”
 Paul Nizan.

Nota


Los días rabiosos de mayo, desencadenados en París por la protesta estudiantil, obligan a considerar en particular el papel que en las nuevas luchas juega la juventud como precipitante de la transformación revolucionaria. Son las potencias del gran rechazo, que ganando las calles de París, Berlín, Río, Montevideo, Ciudad de México, constituyen esa “efervescencia incontrolable” por el orden establecido. Lo incontrolable de esas fuerzas, crea en su desenvolvimiento un característico clima de exaltación vital: las fuerzas comprometidas y activadas desde el individuo en la rebelión son inusitadamente amplias y profundas, ya que en su estallido se evidencia que son amplias y profundas las fuerzas amenazadas y sofocadas en el individuo por el sistema.

El gran rechazo se reconoce y continúa en las luchas de liberación del tercer mundo: reivindica la ética y la ideología del proceso revolucionario cubano y de la ejemplar resistencia del pueblo vietnamita. Recupera para sí las banderas y actitudes de los rebeldes de todas las épocas; de los traicionados y los vencidos, de los que dieron su vida en la interminable tarea de realizar la libertad.

Las barricadas de París abren una época de experimentación y prueba de nuevas formas de lucha, que a partir de la desesperanza respecto a los métodos de una izquierda postergada, anuncian la promoción de nuevas vanguardias capaces de estar a la altura de las nuevas circunstancias. Las páginas que siguen pretenden dar testimonio de los acontecimientos que sacudieron a Francia, y constituyen un intento por superar la imagen que de ellos elaboró la gran prensa, conjugada con el paternalismo ideológico de la izquierda bienpensante.

La rebelión estudiantil, nuevo vástago de las formas revolucionarias, ya está arraigada y articula acciones colectivas, recreándose en cada paso particular. De todas partes llegan los ecos de una lucha cuyo eje es la acción estudiantil, que plantea una reincorporación de la ética revolucionaria, al hacer prevalecer, en la plena realidad, el derecho del hombre a la poética de la vida: la imaginación toma el poder.

 Cronología de la “semana rabiosa”
Inaugurada hace cinco años, la facultad de Humanidades de Nanterre debería constituir el prototipo de la Universidad moderna. Un edificio funcional, grandes ventanales; y un paisaje de suburbio y miseria. En la facultad piloto, que alberga a 14.000 alumnos, las contradicciones motivadas por una enseñanza arcaica comienzan a producir los primero disturbios. En noviembre de 1967, con la iniciación de los cursos, se desarrolla un huelga de diez días que culmina con la constitución de una comisión mixta –profesores y estudiantes- encargada de elevar ante el Ministro de Educación una serie de reivindicaciones de orden material: nada se consigue. Múltiples grupos, de diversa orientación política, deciden proseguir cada uno por su cuenta con las reivindicaciones. Estos grupos, en conjunto, no abracan un número mayor de cuatrocientos activistas. El 22 de marzo, los estudiantes invaden y ocupan las oficinas de la administración. Exigían la libertad de expresión política dentro de la facultad. Fue una noche que consideraron histórica. De ella nació una tradición y una nueva agrupación: el Movimiento 22 de marzo, nucleado alrededor de la figura de Daniel Cohn-Bendit, estudiante de sociología de 23 años, nacido en Francia, hijo de refugiados alemanes. Muy pronto, éste se transforma en el principal animador de los llamados “iracundos de Nanterre”.

La originalidad del nuevo movimiento, y el rechazo a todo sectarismo, le permitió adquirir rápidamente una audiencia que las organizaciones tradicionales nunca conocieron. En abril, después de las vacaciones de Pascuas, la agitación comienza a encontrar eco entre la masa indiferente de los estudiantes. El decano concede un anfiteatro para que se lleven a cabo las reuniones estudiantiles.

Este anfiteatro es bautizado con el nombre de “Che Guevara”, y allí tiene lugar, el día 2 de abril, el primer acto autorizado. Los militantes reconocen que sus posiciones son muy extremas, sus afiches exagerados, su tono demasiado provocador y sus tentativas de agrupar a los obreros de la zona mal organizadas. Pero todo eso debe dar sus frutos, dicen. Para ellos ha pasado ya la época de nuevas y mejores aulas. Así se expresa Cohn-Bendit, en el mes de abril, ante un periodista de Le Nouvel Observateur:
“Nuestro objetivo inmediato es la politización de la Universidad. La UNEF[1] presionaba por reivindicaciones menores, distribuía de tanto en tanto volantes en apoyo al Vietnam, pero no había una sola discusión política en el interior de la Universidad. Ahora queremos hacer de ella un bastión. En cuanto a las represalias que llevamos a cabo contra el grupo “Occidente”[2], diré esto: exigimos la libertad de expresión en el interior de la facultad pero se la negamos a los partidarios de los norteamericanos. Nadie admitiría un acto bajo el lema: “Hitler tenía razón al masacrar a seis millones de judíos”. ¿Por qué tolerar un acto pro-yanqui, organizado por los fascistas, bajo un lema similar?...
Pero el punto de partida de la politización que lleva a solidarizarnos con los explotados, está en las condiciones mismas a las que estamos sometidos en la Universidad... Es al sistema en conjunto al que atacamos en nuestras reivindicaciones; al poder político, al capitalismo, a su concepción de la Universidad. La politización parte de allí: cuestionar al sistema capitalista por la función social que asigna a la Universidad; rechazo por parte de los estudiantes de llegar a formar parte de los futuros cuadros capacitados para explotar a la clase obrera... Es verdad que, entre nosotros, la teoría se halla retrasada con respecto a la práctica. Somos conscientes de eso. Pero la práctica, es decir la acción, constituía la única posibilidad de superar la división de los estudiantes en una multitud de fracciones, pues está en la esencia de cada grupo rechazar todo lo que no provenga de su seno. La acción, en la medida que permite superar las oposiciones de sectas, es en sí misma un medio de movilización y a su vez engendra la acción... Los italianos tienen sobre nosotros la ventaja de haber estado encerrados en sus facultades durante seis meses: tuvieron tiempo de trabajar. Es eso lo que hay que hacer. Nosotros sólo trabajamos desde hace un mes y medio... Una crítica sólo es efectiva si es planteada por los explotados en una lucha revolucionaria. Si bien en este momento, los estudiantes están solos para llevar adelante una lucha revolucionaria global, las acciones revolucionarias de la clase obrera no han desaparecido en los países occidentales. Pero éstas consisten, sobre todo, en huelgas salvajes, estallidos de violencia limitados a los obreros jóvenes. En Caen, Saint-Nazaire, son los jóvenes los más combativos. No son sólo los estudiantes, sino la juventud entera que se rebela. El obrero padre de jamilia no siente deseos de combatir cuando ve que la CGT frena, que los otros no se mueven. Pero los jóvenes obreros, no tienen nada que perder: están sin trabajo, no tienen familia, ni cuotas de la heladera por pagar. No digo que mañana mismo habrá grandes luchas obreras; pero la situación puede evolucionar rápidamente, ya que la crisis monetaria, la guerra del Vietnam, repercutirán en Francia...”

19 de abril:
Una manifestación de solidaridad con los estudiantes alemanes, después del atentado contra Rudi Dutschke, agrupa a 2.000 estudiantes en el barrio Latino.

21 de abril:
Un comando del grupo Occidente ataca el anexo de la Sorbona, en momentos en que se desarrolla una asamblea extraordinaria de la UNEF donde el secretario general, Jacques Sauvageot, militante del PSU[3], asume interinamente las funciones de presidente.

22 de abril:
Una manifestación organizada por la UEC[4] reúne 5.000 personas que desfilan por el bulevar Saint-Michel para manifestar su apoyo al pueblo vietnamita.

26 de abril:
En Nanterre, en el anfiteatro “Che Guevara”, tiene lugar una asamblea general del Movimiento 22 de marzo. Entre otras acciones, se programa una serie de jornadas de lucha contra el imperialismo.

27 de abril:
Daniel Cohn-Bendit es detenido por la policía al salir de su casa y conducido a la comisaría de Nanterre donde se lo somete a un interrogatorio. Luego acompañado a su domicilio donde se procede a un allanamiento.

28 de abril:
200 miembros de los comités “Vietnam de base” desmantelan una exposición organizada por el “Frente Unido de Apoyo al Vietnam del Sur”. Ese mismo día el grupo Occidente publica un comunicado amenazador: “Ya que los marxistas quieren guerra, la tendrán. Todos nuestros militantes han sido movilizados. De aquí a una semana exterminaremos a la lacra bolchevique”.



2 de mayo:
En Nanterre, comienza la primera jornada anti-imperialista organizada por el Movimiento 22 de marzo. Situación tensa. Cohn-Bendit, junto con otros seis militantes del movimiento son amenazados de expulsión por su actividad política dentro de la facultad, y citados a comparecer ante un tribunal universitario. Se espera un ataque del grupo Occidente; la organización de extrema derecha ha hecho venir refuerzos de la provincia. Los estudiantes instalan un verdadero dispositivo de alerta y prosiguen con el acto. El decano anuncia la decisión de clausurar la facultad. La policía, a pedido de las autoridades, desaloja el lugar y practica detenciones.

La semana rabiosa


Viernes 3 de mayo:
Movilización estudiantil desde la mañana en el patio de la Sorbona. Acudiendo al llamado de las organizaciones estudiantiles se desarrolla un acto en solidaridad con los compañeros de Nanterre. Toda la mañana transcurre en calma. Ese mismo día, Geoges Marchais, miembro del bureau político del Partido Comunista, denuncia en “L´Humanité” a “los pequeños grupúsculos izquierdistas” y agrega: “Es necesario combatirlos y aislarlos..., se trata, en general, de hijos de grandes burgueses...” son “pseudo-revolucionarios”, entre los que se encuentra “el anarquista alemán Cohn-Bendit”.
A las 15 hs., el grupo Occidente baja por el bulevar Saint-Michel: cien manifestantes armados con cachiporras y cascos, al grito de “Vietcong asesino” y emblemas del movimiento fascista. Se encaminan hacia la Sorbona. La policía interviene sin practicar detenciones y desvía la columna. Para proteger la facultad, los estudiantes organizan grupos de auto-defensa que se instalan en las puertas de acceso. A las 15.30, la policía cerca la Sorbona. En el interior, los estudiantes exigen un anfiteatro para continuar su acto y rechazan la demanda de la administración de abandonar el lugar. El rector Roche pide a la policía que bloquee el acceso a la facultad: ya ningún otro estudiante podrá entrar. La Unión de Estudiantes Comunistas reparte entretanto un volante, denunciando las provocaciones de los grupúsculos de extrema izquierda; su actitud provoca el abucheo de la mayor parte de los presentes. A las 16, segunda entrevista con la administración; segunda conclusión: la policía no sólo impide el acceso a la Sorbona, tampoco permite salir a nadie. Negada la autorización para reunirse en un anfiteatro los estudiantes organizan un “sit-in”, discutiendo las formas de acción y las perspectivas del movimiento estudiantil. Se discuten los últimos acontecimientos en Nanterre. 16.45: el rector Roche solicita la intervención de la policía. Trescientos guardias móviles armados con bastones irrumpen en el patio. Para limitar los incidentes y evitar la provocación, los estudiantes envían una delegación a parlamentar con los oficiales. Estos prometen que todos podrán salir libremente, sin ser molestados, si lo hacen en completa calma. El servicio de orden de los estudiantes forma un cordón entre sus camaradas y las fuerzas de policía para evitar incidentes. La promesa no se cumple; apenas se efectúa la salida, en calma como se había previsto, la policía establece un cerco y 527 estudiantes son detenidos son detenidos y embarcados en los carros de asalto. Todo se desencadena, en momentos en que parten los primeros carros, en la plaza de la Sorbona. Espontáneamente se forman grupos de manifestantes: estudiantes que no participaban en el acto, provenientes de la biblioteca, jóvenes que salían de los liceos, transeúntes, reaccionan ante la presencia policial en la facultad y las detenciones en masa. Bruscamente se despierta un sentimiento de solidaridad con los compañeros arrestados. La policía carga para despejar la plaza; los manifestantes, poco numerosos, retroceden hacia el bulevar Saint-Michel. Muchos otros estudiantes comienzan a llegar al lugar, ante las noticias de la radio, conscientes de la gravedad de la situación. Durante toda la tarde se multiplican las reacciones en cadena. Las manifestaciones nacen espontáneamente, una provoca a la otra. Grupos dispersos, bloquean el tránsito, hostigan a la policía tirando piedras, arrancando el enrejado protector de los árboles, recogiendo del suelo las granadas y devolviéndolas. Los grupos se disgregan y vuelven a formarse espontáneamente. Sus slogans: “¡Muera la represión!” “Liberen a nuestros camaradas” “Gaullismo-dictadura”. Por la radio, el ministro Peyrefitte se muestra optimista: “Sólo se trata de un puñado de agitadores”. Al anochecer. Brigadas de choque de la policía recorren el barrio Latino: todo civil es un sospechoso. Todo joven puede ser un estudiante: lo maltratan o apalean. La Sorbona es clausurada y a partir de ese día permanece custodiada por fuertes efectivos policiales. Por la noche, se reúnen las organizaciones estudiantiles y discuten en torno a la acción a seguir. Se lanza la orden de huelga general en todas las universidades del país, exigiendo la satisfacción inmediata y simultánea de tres puntos: 1) Libertad de los estudiantes detenidos. 2) Reapertura total de las facultades. 3) Retiro de las fuerzas policiales del barrio Latino.

Sábado 4 y Domingo 5 de mayo:
Refuerzo del dispositivo policial en todo el barrio Latino. El tribunal judicial condena a cuatro estudiantes a penas de prisión. Las organizaciones estudiantiles preparan la movilización general inicialmente prevista para el lunes en la Sorbona. Se llama a los estudiantes a constituirse en comités de acción. La agitación cunde por la provincia. “L´Humanité” invita “a considerar las graves consecuencias a las que conduce el aventurerismo político aun cuando se disfraza tras una fraseología revolucionaria”.

Lunes 6 de mayo:
Casi unánimemente los 600.000 estudiantes de Francia acatan el llamado a la huelga general. Por la mañana, acatan el llamado a la huelga general. Por la mañana, breves choques con la policía. Por primera vez, se difunden panfletos llamando a la solidaridad obrera. Se insiste en la formación de los comités de acción. Al mediodía, acto en la Facultad de Ciencias; a continuación una gran manifestación por la orilla derecha del Sena hasta la puerta del edificio donde se halla reunida la Comisión disciplinaria de la Universidad que debe juzgar a Cohn-Bendit y sus compañeros. Los siete acusados se presentan ante la Comisión con el puño en alto, cantando La Internacional. La Comisión se reserva el derecho de deliberar al día siguiente. Por la tarde 10.000 estudiantes al grito de “Somos un grupúsculo”, llegan al barrio Latino. La policía interviene provocando los primeros encuentros violentos, especialmente en la plaza Maubert, donde el enfrentamiento –verdadera guerra de posiciones- dura varias horas. Por circulares se explica la táctica de defensa contra la policía y la estrategia general de las manifestaciones, que resulta de gran eficacia. A las 18.30, reunión en Denfert-Rochereau, luego una columna en marcha que aumenta sin cesar hasta llegar a Saint-Germain-des-Près, donde pueden contarse alrededor de 20.000 manifestantes. Allí, la policía carga. Se constituye la primera barricada con adoquines y automóviles; los manifestantes se defienden, multiplicando las iniciativas contra la brutalidad policial que utiliza, por primera vez, ácido diluido en las autobombas y gas asfixiante (letal en fuerte dosis). Los estudiantes aprovechan su excelente conocimiento del terreno. Disponen de estafetas motorizadas que controlan los desplazamientos de la policía. A imitación de los estudiantes japoneses, adoptan un paso gimnástico acompañado de gritos, que permite cambiar rápidamente de dirección para desorientar al adversario. Comandos de estudiantes se organizan en número creciente. Se establecen cadenas de aprovisionamiento de proyectiles, bombas caseras, etc. La población, solidaria con los estudiantes, brinda todo tipo de ayuda. Frente a la eficacia de estos métodos, la policía se ve desbordada e impotente. Al anochecer, Alain Peyrefitte, mediante un mensaje radial, insiste que la agitación que sacude a París no tiene nada que ver con lo sucedido en Berlín, Roma o Madrid. Mientras tanto, continúan los combates, y los heridos entre policías y manifestantes suman 800.

Martes 7 de mayo:
Estado de sitio en el barrio Latino. En los colegios secundarios se desarrollan numerosas acciones por parte de los CAL (Comités de Acción de Liceos). Por la tarde, a las 18.30, comienza la “larga marcha” de 25 Km., organizada por la UNEF y el SNESup[5] y el Movimiento 22 de marzo. La manifestación dura hasta medianoche, atravesando toda la ciudad. En la columna ningún cartel partidario, sólo una leyenda en medio del desfile: “Viva la Comuna”; al frente del cortejo una hilera de banderas rojas. Los diputados y ministros gaullistas contemplan con angustia a 40.000 estudiantes –entre los que se ven muchos obreros- que remontan los Campos Elíseos cantando La Internacional. Sobre el Arco de Triunfo, se ven confraternizar las banderas negras con las rojas. Por primera vez cunde el pánico. Un informe del jefe de policía expresa que el servicio del orden se ha visto desbordado. La manifestación, muy fluida, muy móvil, muy numerosa, no pudo ser controlada. Las fuerzas del orden ya no hablan de manifestación sino de revuelta (cuarenta y ocho horas más tarde emplearán el término insurrección). La manifestación impresiona por su disciplina. Entre los dirigentes de las centrales obreras reina el estupor. La CGT desconfía de los “aventureros”. La CFDT se mantiene a la expectativa, pero centenares de llamados telefónicos se concentran sobre las centrales sindicales. Provienen de los responsables de los sindicatos de base y anuncian que los obreros están listos para unirse a los estudiantes en sus manifestaciones por el barrio Latino. Los motivos: la represión, pero sobre todo un creciente sentimiento de solidaridad. Otras compañías de CRS[6] llegan de refuerzo a la capital. Una encuesta hecha en los servicios sanitarios revela la sorpresa de que, entre los heridos graves por los choques, hay una mayor cantidad de policías que de manifestantes. Los actos de solidaridad tanto en el interior como en el extranjero se multiplican.

Miércoles 8 de mayo:
“L´Humanité” acusa al gobierno. Los diputados comunistas reclaman la amnistía para todos los condenados. Primera declaración oficial de la dirección del Partido Comunista. La nueva línea es confirmada: la declaración denuncia al gobierno, la represión y “el sistema de enseñanza inadaptado”. Por la tarde, acto en la Facultad de Ciencias. La mayoría de los concurrentes no parece querer aceptar fácilmente el repentino vuelco de las direcciones y organizaciones políticas que hasta un día antes vituperaban al movimiento. Los manifestantes, después de algunos discursos de los sindicalistas, gritaban: “oportunistas”. A continuación del acto, en el que participaban Alfred Kastler y Jacques Monod[7], premios Nóbel de medicina, una manifestación emprende la marcha hacia el barrio Latino. Cerca de 20.000 personas. Frente al Luxemburgo se da la orden de dispersión, provocando entre los manifestantes decepción y descontento. Se forman grupos de discusión: los manifestantes no admiten que su movimiento sea “utilizado, recuperado o castrado” por fuerzas políticas que le son ajenas, y “que pretenden únicamente reforzar su oposición al gaullismo a beneficio exclusivo de la socialdemocracia”.

Jueves 9 de mayo:
“L´Humanité” habla de “la justa causa de los estudiantes”. Por la mañana, frente a la reacción de una gran cantidad de militantes, la UNEF y el SNESup hacen su autocrítica, en lo que concierne a la orden de dispersión dada la víspera. El gobierno anuncia que tanto Nanterre como la Sorbona serán reabiertas “progresivamente”. A las 14, la policía comienza a dejar pasar a los estudiantes hacia la plaza de la Sorbona, previo control. Rechazando este “filtraje” y esta psudo-apertura, reafirmando los tres puntos inmediatos del movimiento, los estudiantes realizan espontáneamente y durante varias horas un “sit-in” en el bulevar Saint-Michel, frente a la plaza de la Sorbona. G. Séguy, secretario general de la CGT, y E. Descamps, secretario general de la CFDT, se presentan personalmente en la sede del sindicato estudiantil. Por su parte, solo y por razones personales, el escritor Louis Aragón, miembro del comité central de PC, baja al bulevar Saint-Michel. Recibido con silbidos e insultos habla con los estudiantes pero rehúsa explicar la actitud que ha tenido su partido desde los primeros días frente al movimiento. Hacia la tarde, dispersión. Al anochecer, tienen lugar discusiones en el edificio de La Mutualidad, en ocasión de un acto inicialmente programado por la JCR[8] bajo el lema: “La juventud, de la revuelta a la revolución”, y ahora extendido a todo el movimiento. Participan numerosos delegados estudiantiles de Alemania, Italia y Bélgica. Se discute sobre la acción a seguir por el movimiento. De la unidad de acción de las organizaciones revolucionarias y de la necesidad de encontrar formas flexibles de organización. Hacia la madrugada continúan las discusiones. Jacques Sauvageot, líder de la UNEF, al hablar de ciertos grupos que participan en la acción, expresa que tanto la FER[9] (trotskista) como la UJCML[10] (pro-chinos) comparten una común rigidez que les impide integrarse completamente en la dinámica del movimiento.

Viernes 10 de mayo:
En Nanterre, por la mañana, los militantes del Movimientos 22 de marzo ocupan la facultad que ha sido reabierta. Una numerosa manifestación alcanza por la tarde el barrio Latino. Se levantan barricadas. Esa noche se entablan los combates más violentos. La “noche de las barricadas” conmueve al país por lo sangriento de la represión y la heroica resistencia de los manifestantes. Fue la chispa que desencadena el movimiento popular. Balance de la lucha durante esa noche: 500 detenidos, un millar de heridos, 200 automóviles incendiados, el barrio Latino arrasado.

Sábado 11 de mayo:
Respondiendo al llamado de los estudiantes y por la presión de las bases, las centrales obreras deciden la huelga general en toda Francia, para el lunes 13 de mayo. Militantes de los comités de acción ocupan el Centro Censier, anexo a la Facultad de Letras: discusión permanente en las comisiones y anfiteatros. Más de mil jóvenes obreros realizan una manifestación en dirección al barrio Latino para expresar su solidaridad con los estudiantes. Muchos participan, durante la noche, en los debates organizados en Censier. Pompidou, recién llegado de Afganistán, habla por televisión: “He decidido que la Sorbona será abierta definitivamente el lunes”. Anuncia que habrá amnistía para los estudiantes detenidos y que el gobierno activará las reformas necesarias en la Universidad. Intenta retomar la situación en sus manos; la maniobra fracasa. El movimiento rechaza las pseudo concesiones del gobierno; éste espera los acontecimientos.


Domingo 12 de mayo:
Dirigentes de sindicatos obreros y estudiantiles se reúnen para ajustar detalles para el gran desfile popular que se celebrará el día de huelga.

Lunes 13 de mayo:
París, conmocionada por la resistencia heroica de los estudiantes, contempla la más grande manifestación de masas organizada desde la Liberación. De las 13 a las 21 hs., casi un millón de franceses desfilan a través de la ciudad ocupando la calle desde la plaza de la República a la plaza Denfer-Rochereau. Se entonan slogans de todo tipo, violentos, políticos o humorísticos: “Buen aniversario, mi general”[11], “Diez años es duficiente”, “Pompidou al inodoro”, “De Gaulle asesino”, “Gobierno popular”, “Una decena de iracundos”. Estudiantes, obreros, profesores, artistas, marchan con el puño en alto, cantando La Internacional. Abundan las banderas rojas y negras y millares de carteles evocando todos los problemas: la represión, los CRS, de Gaulle, la solidaridad obrero-estudiantil, la Universidad, el poder en la calle, la juventud, la desocupación... El ambiente varía según el lugar: gritos frente al Palacio de Justicia, donde la Corte de Apelación acaba de decidir la libertad provisoria de los estudiantes detenidos. Sorprendente silencio a la entrada del barrio Latino, cuando el desfile se aproxima a los lugares donde ocurrieron las más sangrientas batallas estudiantiles. En todo París, no se observan policías ni guardias móviles; sólo helicópteros del ejército sobrevuelan la ciudad. Más tarde, los estudiantes ocupan la Sorbona y establecen allí debates permanentes. En la cúpula ondean tres banderas: la roja, la negra y la del vietcong. Nuevas consignas: proseguir la huelga, boicotear los exámenes, ocupar las facultades, llevar la agitación a la joven generación obrera. “Si no somos capaces de establecer el contacto con los obreros, la Sorbona se transformará en un ghetto y todo se perderá”.

Martes 14 de mayo:
Manifestaciones estudiantiles y grupos de los comités de acción parten hacia las fábricas llevando consignas: “Los obreros deben tomar la bandera de lucha de nuestras frágiles manos”.

Miércoles 15 de mayo:
En la fábrica Renault, 200 obreros jóvenes se encierran por la tarde, después del trabajo, en los locales abandonados, secuestrando a los directores en su oficina, pasando la noche en el lugar. Al día siguiente, la inmensa mayoría se pliega a la ocupación de la fábrica. Esta acción imprevista sorprende al estado mayor sindical. Los obreros pasan a la ofensiva. A partir de entonces, la fábrica Renault, “la Nanterre obrera”, se transforma en el símbolo del más vasto movimiento de huelga que haya conocido el país. En una semana y sin ninguna coordinación sindical, Francia queda absolutamente paralizada: diez millones de obreros se han lanzado a la huelga.
  
[1] Unión Nacional de Estudiantes de Francia. Principal organización sindical que nuclea a los centros estudiantiles del país.

[2] Movimiento Occidente: grupo neo-fascista de choque, célebre por sus acciones de comando contra los estudiantes, locales izquierdistas, incendios, y decidido apoyo pro-norteamericano en la guerra de Vietnam.

[3] Partido Socialista Unificado.

[4] Unión de Estudiantes Comunistas.

[5] Sindicato Nacional de la Enseñanza Superior. Secretario General: Alain Geismar.

[6] Cuerpo Republicano de Seguridad. Cuerpo especial de represión, que tuvo una destacada participación durante la guerra de Argelia.

[7] Este último, particularmente, ganó un gran prestigio y simpatía entre los estudiantes, por su decidido apoyo al movimiento. Durante los sangrientos enfrentamientos en el barrio Latino, colaboró con las brigadas de la Cruz Roja, que en varias circunstancias chocaron con la policía al impedir ésta el socorro a los heridos.

[8] Juventud Comunista Revolucionaria: una de las organizaciones menores más disciplinadas y activas, nacida de una escisión de la juventud del PC.

[9] Federación de Estudiantes Revolucionarios.

[10] Unión de la Juventud Marxista-Leninista.

[11] El 13 de mayo, se cumple precisamente el décimo aniversario de la ascensión al poder de Ch. de Gaulle. 


Nuestra Comuna del 10 de mayo

Daniel Cohen-Bendit


La “noche de las barricadas” del viernes 10 de mayo no fue premeditada como lo pretendió el gobierno, pero nosotros sabíamos, yendo a la manifestación, que podría pasar cualquier cosa. Ya no podíamos contentarnos con desfilar tranquilamente y regresar a nuestras casas. Dos días antes, el miércoles, cuando la columna había llegado a lo alto del bulevar Saint-Michel, se había lanzado la voz de orden: “A dispersarse”. Nosotros estábamos en contra, pero eso no es lo importante. Lo que cuenta es la manera como los estudiantes recibieron esa voz de orden. Estaban desalentados. He visto a muchos llorando, que decían: “Entonces, ¿nos vamos? ¿Cedemos? ¿Hemos venido para nada? ¿Hubo mil heridos en dos días y se contentan con marchar, de la Bastilla a la República, para volver enseguida a sus casas? ¿Para qué sirve eso?” Era el sentimiento de casi todos los jóvenes que estaban allí, no solo de los estudiantes, sino también de los jóvenes obreros que habían venido a unirse a nosotros.

La ocupación del Barrio Latino

En la noche del miércoles, se reunió el “Movimiento 22 de marzo” y dijimos: “No podemos permanecer quietos, el movimiento tiene su dinámica propia, los jóvenes están resueltos a la lucha; es necesario darles algo”. Viernes, plaza Denfert-Rochereau; en momentos en que la manifestación se formaba discutimos largamente con los otros organizadores para saber lo que se iba a hacer, y a dónde ir. Ya no podía tratarse de una simple procesión –los estudiantes no lo hubieran comprendido-, pero tampoco se podía buscar deliberadamente el enfrentamiento con la policía, porque no se envía a la gente a la masacre. Nuestra idea era, entonces, ocupar un lugar pacíficamente y permanecer allí hasta que nuestras tres reivindicaciones –libertad de nuestros camaradas, retiro de las fuerzas de policía del barrio Latino, reapertura de la Sorbona- hubieran sido satisfechas.
Habíamos planeado ocupar el Palacio de Justicia pero las dificultades eran muy grandes. Pensamos también en invadir la plaza Vendôme, pero allí estaríamos en una ratonera. Finalmente emprendimos la marcha hacia el barrio Latino y la policía nos dejó pasar. Si hubiera existido alguna barrera policial, no la hubiéramos forzado, porque la consigna era: evitar los enfrentamientos. Hubiéramos ido a ocupar otra zona. En efecto, la policía nos canalizó hacia el barrio Latino.
Alcanzado el bulevar Saint-Michel, nos detuvimos; los estudiantes se sentaron y discutimos lo que podíamos hacer. Luego, cuando remonté a lo alto del bulevar, vi que los estudiantes comenzaban a desmontar el pavimento. Sauvageot estaba allí y le pregunté lo que sucedía. Me dijo: “Ocupamos el barrio”. Pero nadie había dado la orden de levantar barricadas. Simplemente, algunos estudiantes comenzaron a construir una, entonces todo el mundo se dio cuenta de que era la mejor solución para ocupar un lugar pacíficamente.
El Jefe de policía Grimaud declaró que la operación estaba dirigida por “especialistas de la guerrilla”. Es completamente idiota. ¿Qué “especialistas”? ¿De dónde vendrían? ¿Dónde hubo en Francia, guerrillas urbanas? Pero el gobierno no puede llegar a imaginar que 15.000 a 20.000 jóvenes pueden, en una semana, aprender a realizar manifestaciones, aprender a defenderse y a organizarse. Para él, era preciso que hubiera un cerebro, un plan. El viernes, los estudiantes probaron lo contrario.
No hubo un plan. No había un comando unificado, ningún plan predeterminado de “campo atrincherado”. Nosotros nos contentamos con verificar que permaneciera siempre una salida al fondo de saco de la calle Gay-Lussac y que determinadas barricadas no pudieran ser tomadas fácilmente por detrás. Además, fui de barricada en barricada para repetir y explicar la consigna: “Mantenerse firmes pero jamás provocar”.

¿Y nosotros?

Había una zona, calle Le Goff, donde los manifestantes se mostraban muy nerviosos, muy agresivos. Fui allí dos veces para calmarlos y dejamos en el lugar dos delegados que se trabaron con ellos en una discusión política. Había sobre todo dos jóvenes obreros, en esa barricada, y uno de ellos me dijo: “Ustedes tienen sus problemas de estudiantes. Sus “tres puntos” seguramente los conseguirán. Pero nosotros también tenemos nuestros problemas y nos han embromado siempre. Entonces, aunque el gobierno ceda sobre los tres puntos, no den la orden de disolvernos. ¡Es necesario continuar firme, por los otros, por nosotros!”
Era el sentimiento de mucha gente. No podíamos impedir de pensar en la Comuna. Hasta había quienes escribieron en las paredes: “Viva la Comuna del 10 de mayo”. Ya no se trataba sólo de un movimiento de estudiantes. Los otros, los jóvenes obreros, comprobaban que, por primera vez, había una acción real, masiva, contra el régimen y contra el sistema que los oprimía. Era lo mismo para los “blousons noirs” que nos acompañaron durante la larga marcha del martes, de Denfert-Rochereau a Etoile. Pregunté  a uno de ellos por qué habían venido. Me dijo: “A ustedes, los policías los molestan de tanto en tanto, a nosotros, en todo momento. No podemos hacer nada sin que nos caigan encima. Y no podemos defendernos porque estamos solos. Hoy somos muchos y podemos hacerles frente”. Y el hecho de que se encontraran allí marcaba ya una toma de conciencia política.

Un sonámbulo

La construcción de las barricadas, hasta el momento en que los policías atacaban, tenía carácter de fiesta. Había una atmósfera extraordinaria. Si la policía se hubiera retirado, hubiera habido una formidable explosión de alegría, todo el mundo hubiera celebrado la liberación del barrio y nosotros mismos habíamos considerado la posibilidad de traer orquestas. Pero a medida que la noche avanzaba, que las barricadas se reforzaban y se multiplicaban, nos dimos cuenta que si la policía atacaba, se provocaría una masacre. Esa es la razón por la que acepté ir a ver al rector Roche, no para discutir sino para explicarle lo que pasaría si la policía no se retiraba.
Me dirigí hacia allí junto con tros dos estudiantes y tres profesores, Touraine, Lacombe y Mochtane. Frente a la primera barrera de policías, el comisario del barrio, dijo: “Que pasen los otros, pero no Cohen-Bendit”. Touraine tuvo que insistir largo rato para que me dejaran pasar. Una vez en la Sorbona, Touraine mandó decir a Roche que tres delegados estudiantiles habían venido a verlo, sin decir que yo era uno de ellos. Cuando Roche me vio, no dijo absolutamente nada.
Touraine habló primero y luego yo. Dijimos lo mismo: que no se trataba esta vez de un problema puramente universitario. En la calle había jóvenes que levantaban barricadas y que se organizaban para manifestar su rechazo a toda una sociedad. Esos jóvenes estaban dispuestos a la lucha. No era suficiente decir: “Abandonen  el barrio tranquilamente y recomenzarán los cursos”. Todo eso había sido sobrepasado.
Que la Sorbona permaneciera cerrada uno o varios días más ya no tenía ninguna importancia. La situación era grave y la única manera de evitar que hubiese muertos, era hacer retirar las fuerzas de policía. Los estudiantes permanecerían detrás de sus barricadas y continuarían ocupando las calles. ¿Y eso a quién molestaba? A nadie.
Roche, meneaba la cabeza, diciendo: “Sí, sí, comprendo, voy a tratar de explicarle a ministro”. Telefoneó a Peyrefitte y habló alrededor de media hora, pero regresó sin ninguna respuesta concreta. Touraine también habló con Peyrefitte pero no consiguió mucho más. Nadie parecía comprender verdaderamente lo que pasaba. Por lo menos Roche. Como un sonámbulo, no reaccionaba; con un aire lejano decía simplemente: “Sí, sí, haré todo lo que esté a mi alcance, pero el gobierno no puede retirar las fuerzas de policía”.
Nosotros le dijimos: “Baje con nosotros a la calle, bajo nuestra protección. No le pasará nada y podrá darse cuenta por sí mismo del estado de ánimo, de la determinación de esta juventud de la que usted dice que sólo quiere una cosa: pasar tranquilamente sus exámenes”. El dijo: “No, prefiero permanecer aquí para tratar de convencer al ministro”. Entonces, media hora más tarde, redactó ese comunicado terrible en el que poco más o menos decía a los estudiantes: vuelvan a sus casas, ya han hecho bastantes tonterías.
Antes de salir, nos empeñamos en gestiones para obtener que los policías se retiraran por lo menos detrás de los carros, para disminuir los riesgos de un choque. Tuvieron lugar discusiones interminables. Ni siquiera eso, Peyrefitte estaba dispuesto conceder enseguida, sin problemas. Era preciso informar a no sé quién, no sé dónde. Entonces le dijimos: “En esas condiciones, no tenemos nada más que hacer aquí, asuman sus responsabilidades”. En el último momento, Roche nos repitió todavía que si decidíamos retornar pacíficamente a las clases, el gobierno vería con benevolencia la puesta en libertad de los estudiantes detenidos. Era desesperante. Por lo visto o no se daban cuenta de lo que pasaba, o querían la masacre.
Cuando salimos comprobé que los policías ya habían despejado la plaza Edmond-Rostand con granadas lacrimógenas y los estudiantes se habían replegado detrás de las barricadas. El ataque comenzó cerca de media hora más tarde, contra la barricada del bulevar Saint-Michel, esquina Royer-Collard, luego contra la primera barricada de la calle Gay-Lussac. Los defensores de la calle Royer-Collard resistieron en forma extraordinaria. La posición era capital ya que si los policías pasaban, todos los manifestantes en el extremo de la calle Gay-Lussac quedaban cercados. Fueron ellos quienes resistieron más tiempo, con un coraje inconcebible.

La ayuda de los habitantes

Los policías habían recibido la orden de evitar el cuerpo a cuero, sobre todo por su propia protección, ya que tenían miedo. Pero no pudieron evitar siempre el combate directo porque la resistencia de los estudiantes los sorprendió. La consigna era despejar por el gas y avanzar enseguida. El gas es terrible, peor que los golpes de bastones, quizás porque uno no puede defenderse, se siente impotente. Nosotros teníamos algunas máscaras anti-gas que habíamos distribuido a los militantes porque era absolutamente necesario que nos mantuviéramos firmes para no dejar a los estudiantes solos, sin consignas. Pero los otros, sin máscaras, combatieron con una energía increíble.
En cierto momento, me dirigí hacia la primera barricada de la calle Gay-Lussac, atacada desde hacía media hora por los gases, y dije a los defensores que quizás deberían replegarse. Me respondieron: “Nos mantendremos hasta no poder más”.
Era la zona más difícil porque la población, en ese punto, no podía tirar bastante agua por las ventanas para disolver en parte el gas. Pero en la calle Mouffetard, por ejemplo, la barricada se mantuvo hasta el final y los policías no pudieron tomarla hasta que finalmente, llegaron por atrás. Los habitantes de la calle tiraban agua sin cesar y el gas se disipaba al cabo de pocos minutos.
Los gases utilizados contra nosotros –los químicos lo comprobaron y los servicios de la jefatura de policía lo reconocieron- eran gases de combate del mismo tipo que los utilizados en Vietnam y en los Estados Unidos contra los negros. Ese gas quema gravemente los ojos y los pulmones. Los policías lo sabían ya que dejaban de enviar los gases en el momento de avanzar. Pero los estudiantes retornaban entonces a menudo, para recuperar posiciones y recomenzaban a tirar adoquines. En muchos casos, los policías debieron retroceder.

París, “ciudad neutral”

Se ha discutido mucho sobre el origen de los incendios. En efecto, hubo en las barricadas automóviles voluntariamente incendiados por los manifestantes para retardar el avance de los policías.
Lo que sucedió el viernes, lo que sucedió durante toda la semana, no lo habíamos previsto, y menos aún premeditado, ya que no imaginábamos que el gobierno se entregaría a provocaciones tan estúpidas. Fue el rector Roche quien desencadenó todo haciendo entrar a la policía en la Sorbona, el viernes 3 de mayo. Después, los estudiantes reaccionaron espontáneamente y ya no hubo manera de detener el movimiento ni aunque nosotros mismos lo hubiésemos querido.
El gobierno pretendió hacer creer que nuestras manifestaciones eran provocadas por agitadores que buscaban sabotear las negociaciones norteamericano-vietnamitas que acababan de iniciarse en París, bautizada por esa circunstancia “capital de la paz”. Yo diré, ante todo, que el hecho de declarar a París “ciudad neutral” es una provocación. Vemos en esto una muestra de toda la hipocresía gaullista, que consiste en dejar entrever que se está del lado de los vietnamitas, sin decirlo abiertamente e impidiendo a la gente demostrarlo. Pero París no es “neutral”. Aunque no hubiese existido la crisis universitaria de la semana pasada, los jóvenes hubieran ganado la calle para manifestar su solidaridad con los vietnamitas. Ellos lo hubieran hecho pacíficamente, desde luego, sin intentar tomar por asalto la avenida Cléber o echar a los norteamericanos de su hotel.
Todos los estudiantes que participaron en las manifestaciones el viernes y los días precedentes, están con los vietnamitas. Pero nadie pensó en ningún momento en llevar las manifestaciones al barrio donde tienen lugar las negociaciones.

Nuestros objetivos

Las autoridades pretendieron también que nosotros estábamos “manejados” por los “pro-chinos” que sostenían la necesidad de entorpecer una negación que Pekín no aprobaba. Eso es grotesco. Si hubieran estado bien informados, sabrían que los “marxistas-leninistas” pro-chinos no juzgaron oportunas nuestras manifestaciones. Ellos pensaban que nosotros debíamos, ante todo, ir a los barrios populares para discutir con los trabajadores, explicarles nuestras posiciones y convencerlos de actuar con nosotros. Además, desafío a la policía a que nombre, entre los organizadores de nuestro movimiento, alguno que sea “pro-chino”. No será, seguramente, ni Sauvageot ni yo, ni ninguno de los que nos rodean.
Ahora, que el gobierno ha dado marcha atrás, que nuestros camaradas detenidos y condenados han sido puestos en libertad, que la Sorbona –hasta nueva orden- ha sido abierta, sin estar cerrada por la policía, ¿qué va a suceder? No lo sé. Quizás nuestro movimiento pierda un poco de la fuerza unitaria que tuvo, durante una semana, en la acción. Pero podrá continuar, explicar políticamente lo sucedido, proseguir el cuestionamiento permanente, y fijar nuevos objetivos. De todas maneras, algo habrá cambiado, al menos nuestras relaciones con el partido comunista. Cuando nosotros vayamos, mañana, a las fábricas, para discutir con los obreros, el PC no nos podrá echar tan fácilmente.
Es significativo que haya sido la CGT, que haya sido el mismo Seguí quien telefoneó primero a las UNEF para proponer una manifestación común. Él tenía información, sin duda, sobre el estado de ánimo de la ase y se dio cuenta de que los sindicatos no podían dejarse desbordar completamente por la acción estudiantil. El PC se vio obligado, ahora que los obreros soportaban problemas terribles, que la desocupación se agravaba, a lanzar la orden de huelga general, sin preaviso, al remolque de un movimiento estudiantil. No pudieron hacer otra cosa, pero estaban terriblemente irritados.
Todo el mundo nos pregunta sobre nuestras relaciones con los grupos políticos, los sindicatos, los partidos. Es muy simple: unidad completa en al acción, más allá de toda divergencia, con todos aquellos que estén listos a combatir con nosotros. Los partidos y los sindicatos son los que tienen que asumir, entonces, sus responsabilidades. Si ellos se incorporan a nuestra lucha, tanto mejor. Pero nosotros no vamos a incorporarnos a ningún grupo político, cualquiera que sea. Adherirnos al PC, por ejemplo, sería absurdo, ya que nos “recuperarían” muy pronto. Nosotros o vamos a ponernos a proclamar de pronto que el PC ha estado siempre en la posición justa y que ha sido el único en sostener nuestras reivindicaciones. Nadie lo comprendería y nadie nos seguiría. Ya que el PC ha tenido una actitud vergonzosa frente a nosotros. Los más agresivos hacia ellos, estas últimas semanas, estos últimos meses, no fueron los militantes de esos “grupúsculos” como han dicho, que hoy día están muy acostumbrados a lo que ellos llaman “traiciones” del PC, sino los jóvenes que descubrían la política, que se formaban en la acción, y a quienes indignaba la actitud del PC. Yo he visto a jóvenes obreros desolados por lo que leían en “L´Humanité”. Al mismo tiempo, hay quienes continúan esperando con una gran ingenuidad: en la noche del viernes, corrió el rumor de que el Partido había enviado 20.000 obreros de las barriadas para sumarse a los estudiantes y tomar por sorpresa a la policía. Y hubo quien lo creyó.

Una herida interior


El conflicto del Vietnam, volviendo a él, ha contribuido, por lo demás, a hacer visibles las contradicciones de la posición del PC. Por una parte, el Partido llama a sostener a un pueblo revolucionario que lucha por cambiar radicalmente –en Vietnam del Sur- las estructuras de su sociedad; por otra parte, en Francia sólo promueve vagas reformas y no llama a ninguna acción. Las consignas del Partido no tienen, pues, ningún peso sobre los jóvenes, y la mejor prueba son los dolores de cabeza que el PC tiene, desde hace mucho tiempo, con sus Juventudes comunistas.

Muchos nos dicen ahora: ustedes obtuvieron resultados, es verdad, pero les costó centenares de heridos y quizás –se terminará por saberlo- muchos muertos. ¿No significa  esto pagar un precio muy alto por sus éxitos? Yo les respondo: no somos nosotros quienes estábamos en posición de decidir si habría heridos y muertos o no. Es el poder. Nosotros mismos fuimos tomados por sorpresa por la increíble imbecilidad de las autoridades. No habíamos previsto ninguna demostración de fuerza para la primavera. Según nuestros análisis, todo debía desarrollarse el próximo año lectivo. Hasta ese momento, había una situación objetiva –falta de aulas y maestros, desorganización e ineficacia de la enseñanza- que empujarían a los estudiantes a la violencia ya que habían podido comprobar, el año anterior, que las huelgas y las protestas pacíficas no servían de nada. La crisis tuvo lugar antes porque el poder mismo la desencadenó. Y, una vez iniciada la marcha, nos vimos obligados a continuar.

No hubo nadie, en el movimiento estudiantil, que deseara la jornada del viernes 3 de mayo, cuando la policía invadió la Sorbona. Pero sucedió que los estudiantes, por sí mismos, sin consignas, hicieron frente y combatieron, a partir de ese momento era imposible dar marcha atrás sin causar la impresión de desautorizar a aquellos que en lugar de huir habían aceptado el enfrentamiento.

No son los responsables del movimiento quienes decidieron la violencia; son los estudiantes que, espontáneamente, eligieron resistir. Después de eso, era inconcebible que los dirigentes dijeran: “Atención, nos retiramos del juego, esto se pone muy peligroso”. El gobierno habría dicho: “Ustedes ven, hasta los dirigentes de extrema izquierda se desentienden de los grupos de exaltados que han actuado el 3 de mayo”.

Los días que siguieron, desde luego, hubo todavía más heridos, hubo escenas horribles. ¿Peor de qué manera nos podemos considerar responsables? Es el sistema el que es violento, la sociedad misma es violenta. Sí, nuestra resistencia a la violencia del poder –ya que es él, después de todo, el que envió contra nosotros sus policías, armados de garrotes y granadas- provocó muchos heridos. Muchos jóvenes han recibido heridas físicas. Pero los jóvenes obreros, de quienes hablé hace un momento, esos de la barricada de la calle Le Goff, ellos tienen una herida interior quizás mucho más grave. La hipocresía burguesa consiste en decir: mejor seguir perpetuando las heridas interiores, que no se ven, que arriesgarse a hacer correr la sangre. Por mi parte, no pienso así. De todos modos, no se nos dejó la elección a nosotros.

Jamás soñamos con lanzar la voz de orden: “Todos a la calle y a la lucha”. Nadie nos hubiera seguido. Nosotros pensamos que un movimiento se desencadena cuando una situación objetiva lo justifica y lo motiva. Nosotros pensábamos, ya lo dije, que esta situación objetiva existiría el próximo año. La estupidez del gobierno la creó en el mes de mayo: nosotros no tenemos nada que ver.

En efecto, sucedió en París, en una escala mayor y más rápida, lo que sucedía en Nanterre desde hacía algunos meses. Cada vez que denunciábamos algo y que una demostración de fuerza se desencadenaba, comprobábamos que un número cada vez mayor de estudiantes se agrupaba a nuestro lado. Porque se daban cuenta de que lo que denunciábamos era cierto y, cada vez, confirmado por los hechos. Nuestro programa, ahora que obtuvimos nuestros primeros triunfos, es simple: no dejar caer el movimiento, continuar explicando, denunciando, actuando.


París, 12 de mayo de 1968.



La imaginación al poder

Diálogo entre  Jean-Paul Sartre y Daniel Cohn-Bendit.


Le Nouvel Observateur, Edición Especial Nº 183.
París, 20 de mayo 1968.

Jean-Paul Sartre:
En pocos días, sin que ninguna orden de huelga general fuera lanzada, Francia se encontró paralizada por los paros y las ocupaciones de fábricas. Todo a consecuencia de que los estudiantes se hicieron dueños de la calle en el Barrio Latino. ¿Qué impresión tienen ustedes del movimiento que han desencadenado? ¿Hasta dónde puede llegar?

DanielCohn-Bendit:
Ha alcanzado una extensión que nosotros no podíamos prever al comienzo. En este momento, el objetivo es derribar el régimen. Pero no depende de nosotros que este objetivo llegue o no a lograrse. Si fuera realmente el del partido comunista, el de la CGT y de las otras centrales sindicales, no habría problema: el régimen caería en quince días, pues no hay modo de oponerse a una manifestación de fuerza que comprometa a todo el movimiento obrero.

JPS:
Por ahora hay una evidente desproporción entre el carácter masivo del movimiento de huelga, que permite, en efecto, un enfrentamiento directo al régimen, y las reivindicaciones,  con todo limitadas (salarios, organización del trabajo, jubilaciones, etc.), presentadas por los sindicatos.

DC-B:
Hubo siempre un desnivel, en las luchas obreras, entre el vigor de la acción y las reivindicaciones iniciales. Pero puede suceder que el éxito de la acción, el dinamismo del movimiento, llegue a modificar en la marcha la naturaleza de las reivindicaciones. Una huelga desencadenada para lograr conquistas parciales puede transformarse en un movimiento insurreccional.
Sentado esto, algunas reivindicaciones presentadas en estos momentos por los trabajadores, van muy lejos: la semana de 40 horas reales, por ejemplo, y, en la fábrica Renault, el salario mínimo de 1.000 francos por mes. El poder “degaullista” no puede aceptarlas sin quedar en una posición totalmente desairada, y si se mantiene firme va al enfrentamiento. Supongamos que los obreros también se mantengan firmes, y que el régimen caiga. ¿Qué sucede? La izquierda toma el poder. Todo dependerá entonces de lo que haga. Si realmente cambia el sistema –confieso que lo dudo- tendrá aceptación y todo marchará bien. Pero si tenemos –con los comunistas o sin ellos- un gobierno tipo Wilson, que proponga sólo reformas y reajustes menores, la extrema izquierda se verá reforzada y habrá que continuar presentando los verdaderos problemas de organización de la sociedad, de poder obrero, etc.

Pero no estamos todavía en eso, ni siquiera es seguro que el régimen caiga.

JPS:
Hay casos, cuando la situación es revolucionaria, en que un movimiento como el vuestro no se detiene, pero también suele suceder que el impulso declina. En este caso, es preciso tratar de ir lo más lejos posible antes de su detención. ¿Cuál es en su opinión la parte irreversible en el movimiento actual, suponiendo que acabe enseguida?

DC-B:
Los obreros lograrán el cumplimiento de cierto número de reivindicaciones materiales, al mismo tiempo que importantes reformas tendrán lugar en la Universidad por obrar de las tendencias moderadas del movimiento estudiantil y de los profesores. No serán reformas radicales a las que aspiramos, pero de todos modos tendremos cierto peso: presentaremos propuestas precisas, y sin duda algunas serán aceptadas porque no se atreverán a negarnos todo. De seguro será un progreso, pero nada fundamental habrá cambiado, por lo que continuaremos a cuestionar el sistema en su conjunto.

De 1848 a 1968


De todas maneras no creo que la revolución sea posible de un día para otro. Creo que sólo será posible obtener mejoras sucesivas, más o menos importantes, pero estas mejoras no podrán ser impuestas sino por acciones revolucionarias. Por esta razón, el movimiento estudiantil, que habrá alcanzado, pese a todo, una reforma importante en la Universidad, aunque transitoriamente pierda energía, toma un valor de ejemplo para muchos jóvenes trabajadores. Utilizando los medios de acción tradicionales del movimiento obrero –la huelga, la ocupación de la calle y de los lugares de trabajo-, hemos derribado el primer obstáculo: el mito por el cual “nada puede hacerse contra el régimen”. Hemos probado que eso no era verdad. Y los obreros se han lanzado por la brecha. Puede ser que esta vez no sigan hasta el final. Pero habrá otras explosiones más tarde. Lo importante es que se ha demostrado la eficacia de los métodos revolucionarios.

La unión de estudiantes y obreros sólo puede hacerse en la dinámica de la acción si el movimiento de los estudiantes y el delos obreros conservan cada uno su impulso y convergen hacia un mismo objetivo. Por el momento existe una desconfianza natural y comprensible de los obreros.

JPS:
Esta desconfianza no es natural sino adquirida. No existía a comienzos del siglo XIX y sólo apareció después de las masacres de junio de 1848. Antes, los republicanos –que eran intelectuales y pequeños burgueses- y los obreros marchaban juntos. Después, no hubo ya perspectivas de unión, ni siquiera en el partido comunista, que siempre ha separado cuidadosamente a los obreros de los intelectuales.

DC-B:
De todos modos algo ha sucedido en el curso de esta crisis. En Billancourt, los obreros no han dejado entrar en la fábrica a los estudiantes. Pero el hecho mismo de que los estudiantes hayan ido a Billancourt constituye algo nuevo e importante. Ha habido, en realidad, tres etapas. Primero la desconfianza franca, no sólo de la prensa obrera sino del medio obrero. Decían: “¿Qué quieren esos nenes de papá que vienen a fastidiarnos?” Y más tarde, después de los combates en la calle, después de la lucha de los estudiantes contra los policías, ese sentimiento ha desaparecido y la solidaridad se vuelve efectiva.

En este momento estamos en un tercer estadio: los obreros y los campesinos han entrado a su vez en lucha pero nos dicen: “Esperen un poco, queremos manejar nosotros mismos nuestro combate”. Es normal. La unión sólo podrá realizarse más tarde si los dos movimientos, el de los estudiantes y el de los obreros, conservan su impulso. Después de cincuenta años de desconfianza, no creo que lo que se denomina “diálogo” sea posible. No se trata solamente de hablar. Es natural que los obreros no nos reciban con los brazos abiertos. El contacto sólo se establecerá si combatimos juntos. Se puede, por ejemplo, crear grupos conjuntos de acción revolucionaria, en los que obreros y estudiantes planteen juntos los problemas y actúen juntos. Habrá lugares en los que eso funcione y otros en los que no funcione.

JPS:
El problema sigue siendo el mismo: mejoras o revolución. Como usted dice, todo lo que ustedes hacen a través de la violencia es recuperado por los reformistas de una manera positiva. La Universidad, gracias a lo que ustedes han hecho, se verá mejorada, pero siempre dentro del marco de la sociedad burguesa.

DC-B:
Es evidente; pero creo que no hay otro modo de avanzar. Tomemos el ejemplo de los exámenes. No se discute que se seguirá con ellos. Pero seguramente no se desarrollarán como antes. Se encontrará una fórmula nueva. Y si una sola vez se efectúan de un modo desacostumbrado, un proceso de reforma se pondrá en marcha de modo irreversible. No sé hasta qué punto llegará, lo que sé es que se hará lentamente; pero es la única estrategia posible.

Para mí, no se trata de hacer metafísica, ni de indagar cómo habrá que realizar la revolución. Ya he dicho que creo que vamos más bien hacia un cambio perpetuo de la sociedad, provocado, en cada etapa, por acciones revolucionarias. El cambio radical de las estructuras de nuestra sociedad sólo sería posible si se produjera de golpe la coincidencia de una crisis económica grave, con la acción de un potente movimiento obrero y de un fuerte movimiento estudiantil. Hoy estas condiciones no están reunidas. Como máximo puede pretenderse la caída del gobierno. Pero no puede soñarse en hacer estallar la sociedad burguesa. Lo que no quiere decir que no haya que hacer nada: todo lo contrario, es necesario luchar paso a paso a partir de un cuestionamiento global.

La cuestión de saber si puede haber todavía revoluciones en las sociedades capitalistas evolucionadas y de lo que hay que hacer para provocarlas realmente no me interesa.

Cada cual con su teoría; unos dicen: las revoluciones del tercer mundo son las que provocarán el derrumbe del mundo capitalista. Otros: sólo gracias a la revolución en el mundo capitalista podrá haber desarrollo del tercer mundo. Todos los análisis están más o menos fundados, pero en mi opinión, eso no tiene mayor importancia.

Observemos lo que acaba de pasar. Desde hace mucho tiempo hay gente que busca el mejor modo de provocar una explosión en el medio estudiantil. Nadie lo ha encontrado y finalmente ha sido una situación objetiva la que ha provocado la explosión. Influyó sin duda el manotón del poder –la ocupación de la Sorbona por la policía-, pero es evidente que esta “gaffe” monumental no es el único origen del movimiento. La policía ya había entrado en Nanterre, algunos meses atrás, y eso no había despertado ninguna reacción en cadena. Esta vez se despertó una que no fue posible detener, lo que permite examinar el papel que puede desempeñar una minoría activa.

Lo que ha sucedido desde hace dos semanas constituye, a mi entender, una refutación de la famosa teoría de “las vanguardias revolucionarias” consideradas como las fuerzas dirigentes de un movimiento popular. En Nanterre y París ha habido simplemente una situación objetiva, derivada de lo que se llama de un modo vago “el malestar estudiantil” y de la voluntad de acción de una parte de la juventud, decepcionada por la inacción de las clases que ejercen el poder. La minoría activa pudo, por el hecho de ser teóricamente más consciente y estar mejor preparada, encender el detonador y penetrar por la brecha. Pero eso es todo. Los otros podían seguir o no seguir. Sucede que han seguido. Pero después, ninguna vanguardia, sea la UEC, la JCR o los “marxistas-leninistas”, ha podido tomar la dirección del movimiento. Sus militantes pudieron participar en las acciones de un modo decidido pero desaparecieron absorbidos por el movimiento. Se los encuentra en los comités de coordinación, donde su papel es importante, pero en ningún momento hubo oportunidad de que estas vanguardias desempeñaran un papel directivo.

No más vanguardias


Es el punto esencial. Sirve para destacar que es necesario abandonar la teoría de “la vanguardia dirigente” para adoptar aquella –más simple y más honrada- de “la minoría activa” que desempeña el papel de un fermento permanente, impulsando a la acción sin pretender la dirección. En efecto, aunque nadie quiera admitirlo, el partido bolchevique no dirigió la revolución rusa. Fue empujado por las masas. Pudo elaborar su teoría en la marcha, dar ciertos impulsos hacia un lado o hacia otro, pero no desencadenó, solo, un movimiento que fue en su mayor parte espontáneo. En determinadas situaciones objetivas –con la ayuda de una minoría activa- la espontaneidad retoma su lugar en el movimiento social. Es ella la que promueve el avance, y no las órdenes de un grupo dirigente.

JPS:
Lo que mucha gente no comprende, es que ustedes no buscan elaborar un programa, ni dar una estructura al movimiento. Les reprochan querer “destruirlo todo” sin saber –en todo caso sin decir- lo que ustedes quieren colocar en lugar de lo que derrumban.

DC-B:
¡Claro! Todo el mundo se tranquilizaría –Pompidou en primer lugar- si fundáramos un partido anunciando: “Toda esta gente está con nosotros. Aquí están nuestros objetivos y el modo cómo pensamos lograrlos...” Se sabría a que atenerse y por lo tanto la forma de anularnos. Ya no se estaría frente a “la anarquía”, el “desorden”, la “efervescencia incontrolable”.

La fuerza de nuestro movimiento reside precisamente en que se apoya en una espontaneidad “incontrolable”, que da el impulso sin pretender canalizar o sacar provecho de la acción que ha desencadenado. Para nosotros existen hoy dos soluciones evidentes. La primera consiste en reunir cinco personas de buena formación política y pedirles que redacten un programa, que formulen reivindicaciones inmediatas de aspecto sólido y digan: “Esta es la posición del movimiento estudiantil, hagan según eso lo que quieran”. Es la mala solución. La segunda consiste en tratar de hacer comprender la situación, no a la totalidad de los estudiantes ni siquiera a la totalidad de los manifestantes, pero a un gran número de entre ellos. Para eso, es preciso evitar la creación inmediata de una organización o definir un programa que serían inevitablemente paralizantes. La única oportunidad del movimiento es justamente ese desorden que permite a las gentes hablar libremente y que puede desembocar, por fin, en cierta forma de autoorganización. Por ejemplo, es necesario ahora renunciar a las reuniones de gran espectáculo y llegar a formar grupos de trabajo y de acción. Fue lo que tratamos de hacer en Nanterre.

Ante la repentina libertad de palabra en París, se hace preciso que en primer término la gente se exprese. Dicen cosas confusas, vagas, a menudo sin interés, porque se las han dicho cien veces, pero eso les permite, después de haber dicho todo eso, de plantearse la siguiente pregunta: “¿Y ahora?” Eso es lo más importante, y lo que la mayor parte de los estudiantes se preguntan: “¿Y ahora?” Sólo después podrá hablarse de programa o de estructuración. Si nos planteáramos desde el comienzo el tema: “¿Qué harán con los exámenes?” Significaría asfixiar las posibilidades, sabotear el movimiento, interrumpir la dinámica. Los exámenes tendrán lugar y nosotros presentaremos propuestas, pero que nos den tiempo. Primero hay que hablar, reflexionar, buscar fórmulas nuevas. Las encontraremos. Pero no hoy.

Una reiniciación de clases catastrófica


JPS:
El movimiento estudiantil como usted ha dicho, está ahora en la cresta de la ola. Pero están por llegar las vacaciones, una pausa, seguramente un retroceso. El gobierno aprovechará para realizar reformas. Invitará a estudiantes a participar en ellas, y muchos aceptarán diciendo: “Nosotros sólo pretendemos reformas”, o si no: “Son sólo reformas, pero es mejor que nada y las hemos obtenido por la fuerza”. Tendrán una Universidad transformada, pero los cambios pueden muy bien ser sólo superficiales, limitarse al progreso de los equipos materiales, de los locales, de los restaurantes universitarios. Todo eso no cambiará la esencia del sistema. Son reivindicaciones que el poder puede satisfacer sin que sea cuestionado el régimen. ¿Creen ustedes poder obtener “mejoras” que introduzcan realmente elementos revolucionarios en la Universidad burguesa; que hagan, por ejemplo, que la enseñanza impartida en la Universidad esté en contradicción con la función principal de la Universidad en el régimen actual: formar cuadros bien integrados en el sistema?

DC-B:
En primer término, las reivindicaciones puramente materiales pueden tener un contenido revolucionario. Con respecto a los restaurantes universitarios tenemos una reivindicación de fondo. Pedimos su supresión en cuanto a su carácter de restaurantes “universitarios”. Es necesario que se transformen en restaurantes “de la juventud”, en los que todos los jóvenes, estudiantes o no, puedan comer por 1,40 francos. Y nadie puede estar en contra: si los trabajadores jóvenes trabajan todo el día, no se justifica el que de noche no puedan comer por 1.40 F. Igual cosa en lo que respecta a las ciudades universitarias: pedimos que se conviertan en ciudades para la juventud. Hay muchos obreros jóvenes, muchos aprendices que desean independizarse de sus padres pero que no pueden arrendar un cuarto porque cuesta 30.000 francos viejos por mes; queremos que se los acoja en las ciudades donde el alquiler es de 9.000 o 10.000 francos viejos. Los hijos de familias acomodadas que estudian derecho o ciencias políticas pueden ir a otra parte.

En el fondo, no pienso que las reformas que podrá hacer el gobierno sean las suficientes para desmovilizar a los estudiantes. Las vacaciones señalarán indudablemente un retroceso, pero no quebrarán el movimiento. Algunos dirán: “Nuestro golpe ha fracasado”, sin tratar de explicarse lo que sucedió. Otros dirán: “La situación no estaba madura”. Pero muchos militantes comprenderán que hay que capitalizar lo que acaba de pasar, analizarlo teóricamente y prepararse para una nueva acción en la reapertura. Porque la reapertura de cursos será catastrófica, sean las que fueren las reformas gubernamentales. Y la experiencia de la acción desordenada, imprevista, provocada por el poder, que acabamos de conducir, nos permitirá volver más eficaz la acción que podría desencadenarse en otoño. Las vacaciones permitirán a los estudiantes esclarecer su propio desconcierto, que se manifestó en estos quince días de crisis, y a reflexionar sobre lo que quieren y pueden hacer.

En cuanto a la posibilidad de lograr que la enseñanza impartida en la Universidad se vulva una “contra-enseñanza” que forme, no cuadros bien integrados sino revolucionarios, es una esperanza que me parece un poco idealista. La enseñanza burguesa, aún reformada, producirá cuadros burgueses. La gente será aprisionada en el engranaje del sistema. En el mejor de los casos, se volverán miembros de una izquierda benévola pero seguirán siendo, objetivamente, engranajes que aseguren el funcionamiento de la sociedad.

Nuestro objetivo es lograr poner en marcha una “enseñanza paralela” tanto técnica como ideológica. Se trata de que nosotros mismos volvamos a poner en marcha la Universidad sobre bases completamente nuevas, aunque esto no dure más que unas pocas semanas. Acudiremos a los profesores de izquierda y de extrema izquierda que estén dispuestos a trabajar con nosotros en los seminarios y a apoyarnos con sus conocimientos –renunciando a su condición de profesores- en la experiencia que emprenderíamos.

Podríamos inaugurar seminarios en todas las facultades –por supuesto nada de clases magistrales- sobre los problemas del movimiento obrero, sobre la utilización de la técnica al servicio del hombre, sobre las posibilidades que ofrece la automación. Y todo esto no simplemente desde un punto de vista teórico (no hay un solo libro de sociología que no comience con la frase: “Hay que poner la técnica al servicio del hombre”) sino planteando problemas concretos. Esta enseñanza tendría inevitablemente una orientación contraria a la del sistema en uso, por lo que la experiencia no podría durar mucho tiempo: el sistema reaccionaría inmediatamente y el movimiento sucumbiría. Pero lo importante no es elaborar una reforma de la sociedad capitalista sino lanzar una experiencia de ruptura completa con esta sociedad; una experiencia que no dure pero que deje entrever una posibilidad: se percibe algo, fugitivamente, que luego se extingue. Pero basta para probar que ese algo puede existir.

No esperamos construir una universidad de tipo socialista en nuestra sociedad, porque sabemos que la función de la Universidad seguirá siendo la misma en tanto que no cambie la totalidad del sistema. Pero creemos que puede haber momentos de ruptura en la cohesión del sistema y que se puede aprovecharlos para abrir brechas.

JPS:
Eso supone la existencia permanente de un movimiento “anti-institucional” que impida a las fuerzas estudiantiles estancarse. Lo que ustedes pueden reprochar a UNEF, en efecto, es de ser un sindicato, es decir una institución forzosamente esclerosada.

DC-B:
Le reprochamos ser, sobre todo en sus formas de organización, incapaz de lanzar una reivindicación. La defensa de los intereses de los estudiantes resulta, de todos modos, una cosa problemática. ¿Cuáles son esos intereses? Los estudiantes no constituyen una clase. Los trabajadores, los campesinos, forman una clase social y tienen intereses objetivos. Sus reivindicaciones son claras y van dirigidas a los patrones, a los representantes de la burguesía. ¿Pero los estudiantes? ¿Quiénes son sus opresores, salvo el sistema?

Nuevos medios


JPS:
En efecto, los estudiantes no constituyen una clase. Ellos se definen por la edad y por una relación con el conocimiento. El estudiante es alguien que, por definición, un día dejará de ser estudiante, en no importa cuál sociedad, incluso en aquella en la que soñamos.

DC-B:
Eso es lo que justamente hay que cambiar. En el sistema actual se dice: existen los que trabajan y los que estudian. Y todo queda en una división, aunque sea sensata, del trabajo social. Pero es posible imaginar otro sistema en el cual todo el mundo toma parte en las tareas de producción –reducidas al máximo gracias a los progresos de la técnica- y en el cual todos tengan la posibilidad de proseguir paralelamente estudios continuos. Es el sistema del trabajo productivo y del estudio concomitante.

Evidentemente habrá casos especiales: no se puede dedicarse a las matemáticas avanzadas, o a la medicina y ejercer otra actividad al mismo tiempo. No se trata de instituir reglas uniformes. Pero es el principio de base el que ha de ser cambiado. Es preciso rechazar, desde un comienzo, la distinción entre estudiante y trabajador.

Por supuesto, nada de esto tendrá lugar mañana mismo, pero algo hay que se ha puesto en marcha y que proseguirá ineludiblemente.

JPS:
Lo interesante de la acción que ustedes desarrollan es que lleva a la imaginación al poder. Ustedes poseen una imaginación limitada como todo el mundo, pero tienen muchas más ideas que sus mayores. Nosotros estamos formados de un modo tal que tenemos ideas precisas sobre lo que es posible y lo que no lo es. Un profesor dirá: “¿Suprimir los exámenes? Jamás. Se puede perfeccionarlos, pero no suprimirlos”. ¿Por qué esto? Porque ha pasado por los exámenes durante la mitad de su vida.

La clase obrera ha imaginado a menudo nuevos métodos de lucha, pero siempre en función de la situación precisa en la que se encontraba. En 1936 inventó la ocupación de las fábricas, porque era la única arma que tenía para consolidar y sacar provecho de una victoria electoral. Ustedes tienen una imaginación mucho más rica y las frases que se leen en los muros de la Sorbona lo prueban. Hay algo que ha surgido de ustedes que asombra, que trastorna, que reniega de todo lo que ha hecho de nuestra sociedad lo que ella es. Se trata de lo que yo llamaría la expansión del campo de lo posible. No renuncien a eso.


Herbert Marcuse

Declaraciones


Herbert Marcuse llega a París a principios de mayo, con el objeto de participar en un coloquio celebrado por la UNESCO, en ocasión del 150 aniversario del nacimiento de Karl Marx. Estas declaraciones son recogidas por Le Monde y Le Nouvel Observateur entre el 5 y el 9 de mayo aproximadamente. Abandonaría París, antes del estallido general, para hacer una visita en su lecho de convaleciente a Rudi Dutschke, líder de los estudiantes alemanes, víctima de un atentado fascista.

¿Se identifica usted con la violencia revolucionaria que ha caracterizado a ciertas manifestaciones estudiantiles en Berlín y otras partes, o usted se siente desbordado por un movimiento que se sustenta, en parte, por sus ideas?

Como buen ciudadano, jamás he predicado la violencia. Pero creo seriamente que la violencia de los estudiantes no es sino una respuesta a la violencia institucionalizada de las fuerzas del orden. Me identifico con las motivaciones profundas de una lucha estudiantil que ataca no sólo a las estructuras perimidas de la Universidad, sino a todo un orden social, donde la prosperidad y la cohesión tiene por fundamento la incentivación de la explotación, la competencia brutal y una moral hipócrita.
Creo que los estudiantes se rebelan contra todo nuestro modo de vida, que ellos rechazan las ventajas de esta sociedad tanto como sus males, y que aspiran a un modo de vida radicalmente nuevo: a un mundo donde la competencia, la lucha de los individuos unos contra otros, el engaño, la crueldad y la masacre ya no tengan razón de ser. Un modo de vida que, para retomar las nociones de mí obra “Eros y Civilización”, ponga realmente los instintos de agresión al servicio de los instintos de vida y eduque a las jóvenes generaciones en vista a la vida y no a la muerte.

Si esas son las aspiraciones de los jóvenes, ¿cómo explica usted que tengan por héroes al Che Guevara, a Fidel Castro, a Mao, a Ho Chi Minh?

Los estudiantes no son pacifistas; no más que yo. Creo que la lucha será necesaria, más necesaria que nunca quizás, si se vislumbra la posibilidad de un nuevo modo de vida. Los estudiantes ven en el Che Guevara, en Fidel Castro, en Ho Chi Minh figuras simbólicas que encarnan no sólo la posibilidad de un nuevo camino hacia el socialismo, sino también un nuevo socialismo exento de los métodos estalinistas.

Por más que admiremos la combatividad y el radicalismo de los estudiantes, ¿no puede inquietar el hecho de que el contenido de sus movimientos aparezca muy confuso? ¿Cómo cree usted que ese contenido puede adquirir una mayor coherencia?

Voy a responderle citando la declaración que acaban de hacer pública un grupo de filósofos y escritores (Sartre, Lefebvre, Lacan, Blanchot, Gorz, Claude Roy, etc.) y con quienes estoy enteramente de acuerdo en lo que dicen: “Estamos dispuestos a afirmar que, frente al sistema establecido, el movimiento estudiantil es de una importancia capital y quizás decisiva, ya que, sin hacer promesas y, por el contrario, descartando toda afirmación prematura, opone y mantiene una potencia de rechazo capaz, creemos nosotros, de abrir un porvenir”.
Los estudiantes no tienen, sin duda, una visión precisa y detallada de la sociedad que quieren –lo que, por otra parte, sería prematuro e irresponsable de su parte- pero saben perfectamente lo que no quieren y, en la fase actual, que es de preparación y no de revolución, es suficiente. En lo que respecta a la Universidad, saben lo que quieren: ellos toman en serio el principio democrático de la autodeterminación y quieren ser educados en la autodeterminación.

¿Se trata para usted de explicara solamente el mundo en que vivimos, o busca también transformarlo?

Es un buen planteo. Toda explicación verdadera debe conducir a buscar una transformación, y hay una relación interna evidente entre la explicación y la transformación.
En verdad desde hace mucho tiempo no tengo una actividad política militante. Escribo, enseño, doy conferencias, hablo con los estudiantes: es la forma de acción normal para un intelectual en los Estados Unidos, ya que, en ese país, la situación no es de ninguna manera revolucionaria, ni siquiera pre-revolucionaria. En fin, la tarea de un intelectual es ante todo una misión de educación radical. Entramos, en Norteamérica, en un nuevo “período de iluminismo”.

¿Y en Europa?

En Europa no es lo mismo porque la política está todavía ampliamente determinada por la clase obrera. Además hay grandes diferencias de un país a otro: Alemania está muy próxima al “modelo” norteamericano; Italia bastante cerca; Francia mucho más lejos.
Conozco bien a Rudi Dutschke y a sus amigos, los muchachos de la SDS, la organización de izquierda de los estudiantes. Es una persona muy simpática, muy sensible, de ninguna manera demagogo. Ha trabajado mucho, reflexionado mucho; el lazo está sólidamente establecido, para él y sus camaradas, entre al teoría y la acción. Se dice que ellos necesitaron meses para elaborar su acción. No es cierto: necesitaron ocho años. En Francia, ¿los estudiantes rebeldes trabajaron del mismo modo? ¿Establecieron bases ideológicas sólidas? No tengo esa impresión.

¿No tiene usted a veces la impresión de haber sido rebasado por aquellos que recurren a sus tesis?

Puede ser. Si son violentos es porque están desesperados. Y la desesperación puede ser el motor de una acción política eficaz. Mire a los habitantes de los ghettos negros en los Estados Unidos: prenden fuego a sus propios barrios, incendian sus propias casas. Esa no es una acción revolucionaria, pero es un acto de desesperación y un acto político. Por otra parte, en los Estados Unidos, el malestar no se limita a los estudiantes; es general. Los estudiantes no se rebelan contra una sociedad pobre y mal organizada, sino contra una sociedad bastante rica, bastante bien organizada en el lujo y en el despilfarro, mientras el 25% de la población del país vive en los ghettos, en medio de la pobreza. La rebelión no está dirigida contra los males que provoca esta sociedad, sino contra sus beneficios. Es un fenómeno nuevo, característico de lo que se ha dado en llamar “la sociedad de la opulencia”. En Alemania el proceso es el mismo. En Francia no creo que sea este el caso, porque la sociedad francesa no es todavía una sociedad de abundancia.

¿Cuál es a su criterio la razón esencial de las violentas demostraciones de estudiantes en todos los países?

Para los estudiantes norteamericanos y alemanes, a los que conozco mejor, es una exigencia no sólo intelectual sino más bien “instintual”.
Quieren una forma de vida completamente diferente. Rechazan una vida que es sólo una guerra por la existencia, se niegan a integrarse en lo que los ingleses llaman el “Establishement”, porque piensan que ya no es necesario. Sienten que toda su vida será desbordada por las exigencias de la sociedad industrial y por los grandes negociados militares y políticos.
Miren a los hippies. Su rebelión está dirigida contra una moral puritana, contra una sociedad norteamericana donde uno se lava diez veces por día y que, al mismo tiempo, mata e incendia en el Vietnam con toda pureza. Entonces, ellos protestan metódicamente contra esa hipocresía dejándose largos cabellos, barba, no se bañan y se niegan ir a la guerra. Para ellos la contradicción es cegadora. Pero, como en el caso de los estudiantes, se trata sólo de una minoría muy reducida.
Los estudiantes saben que la sociedad absorbe las oposiciones y presenta lo irracional como racional. Sienten más o menos claramente que el hombre “unidimensional” ha perdido su poder de negación, su posibilidad de rechazo. Entonces, ellos se niegan a dejarse integrar en esta sociedad.

¿Qué respuesta daría usted a los estudiantes que vinieran a preguntarle si sus manifestaciones tienen algún sentido y pueden contribuir a transformar la sociedad?

Les diría ante todo que no se puede hacer otra cosa que grandes manifestaciones como las que tienen lugar en todas partes, aun en Francia, en una situación que no es ni pre ni contra-revolucionaria.
Pero yo no soy nunca un derrotista. En los Estados Unidos la creciente oposición a la guerra del Vietnam ha contribuido a provocar, al menos en parte, un cambio en la política norteamericana. No hay que hacerse ilusiones, pero tampoco se debe ser derrotista. Es inútil esperar, en semejante conflicto, que las masas vengan a integrarse al movimiento, participar en el proceso. Todo comenzó siempre por un puñado de intelectuales en rebelión. Puede detectarse un síntoma con estas características, creo yo, en las revueltas actuales de los estudiantes. Son, sin embargo, rebeliones siempre espontáneas; en los Estados Unidos no existe ninguna coordinación, ninguna organización que actúe en una escala nacional, ni siquiera a nivel de uno de los Estados, y estamos bien lejos de cualquier organización internacional.
Este tipo de rebelión no conduce, ciertamente, a la creación de una fuerza revolucionaria. Pero es convergente con los movimientos del “tercer mundo”, con la actividad de los ghettos. Es una poderosa fuerza de desintegración.


Documentos


¿Por qué luchamos?


Causas de la rebelión

No es por placer que los estudiantes enfrentan a los guardias móviles, pertrechados y armados hasta los dientes.
No es por placer que, a la hora de los exámenes, los estudiantes responden a la violencia policial. Nunca es por placer que se lucha contra alguien más fuerte que uno.
Durante años los estudiantes protestaron contra las medidas autoritarias que el gobierno quiso imponerles. Han protestado, en calma, contra la reforma Fouchet, contra las medidas Peyrefitte.
En calma, pero también, en medio de la indiferencia general; durante años el poder ignoró sus protestas como ha ignorado las de los obreros. Durante años esta protesta fue en vano y no tuvo eco.

Hoy, los estudiantes resisten.

Su único crimen es el de rechazar una Universidad cuyo único objetivo es el de formar los patrones de mañana y los instrumentos dóciles de la economía. Su único crimen es el de rechazar un sistema social autoritario y jerárquico que silencia toda oposición radical; es el de negarse a ser los sirvientes de ese sistema.

Ese único crimen lo pagan con los garrotazos y la prisión.

Si los estudiantes de universidades y liceos se han movilizado, si han hecho frente a la represión, es porque quieren defenderse de la represión policial y del poder burgués; los estudiantes toman una posición de legítima defensa.

Se pretende hacer creer que se trata sólo de una batahola provocada por un puñado de agitadores aislados que, por supuesto, vienen de Nanterre: es de Nanterre de donde vienen todos los males. El recurso al nanterrorismo no explica nada. El gobierno se conforma con bien poca cosa, pues los “revoltosos” de Nanterre no están, no estuvieron nunca aislados. Cómo explicar de otro modo, que en toda Europa los estudiantes se levantan. A un malestar común, corresponden causas comunes.

Para detener la rebelión estudiantil, no será suficiente con decapitar a Nanterre: lo que nace hoy en París no conoce fronteras. En Berlín, miles de estudiantes han hecho tambalear un Estado fuerte y reaccionario. La SDS también, estaba sólo constituida por un pequeño puñado de agitadores: hoy representa el único gran movimiento de oposición a la fascistización de Alemania occidental.

En Italia miles de estudiantes impusieron su derecho a cuestionar el sistema social. A una represión violenta respondieron con manifestaciones todavía más violentas que las del viernes pasado. En España, en Inglaterra, en Brasil, en Lovaina, por toda Europa y en todo el mundo los estudiantes enfrentan en la calle a las fuerzas del orden burgués. En todas partes, como en París, la violencia de la represión ha demostrado que los gobiernos temen a esos movimientos, frágiles en apariencia pero que por todas partes comienzan a quebrantar el orden existente. Las campañas de la prensa han tratado de aislar, de desacreditar a esos movimientos: si las revueltas estudiantiles ocupan la primera plana de los diarios, no se debe a la sensibilidad particular de los periodistas. Por el contrario, sólo se busca proporcionar la campaña de odio hacia ese peligro potencial que amenaza al orden social.

Un mismo combate


En París, en Nanterre no luchan solos, no luchan por ellos solos. En Alemania, el 1º de mayo, decenas de miles de estudiantes y obreros se encontraron juntos a iniciativa de la SDS, en la primera manifestación anticapitalista que Berlín conoce después del nazismo. El “puñado de agitadores” se convirtió en movimiento de masas. Aquellos que luchan contra la Universidad capitalista se encontraron al lado de aquellos que luchan contra la explotación capitalista.

En Francia, nosotros sabemos bien que nuestro combate no ha hecho más que comenzar; nosotros sabemos que la juventud es sensible a la crisis capitalista, a la crisis del imperialismo que oprime al Vietnam, a la América Latina, a todo el Tercer Mundo. En Redon, en Caen, los jóvenes obreros se han rebelado violentamente, más violentamente que nosotros. Eso, la prensa que nos ataca hoy lo ha silenciado. A pesar del gobierno, a pesar del silencio y las manipulaciones de una prensa a su servicio, nuestras luchas convergen con las de ellos.

Hoy, los estudiantes toman conciencia de lo que se quieren formar con ellos: los cuadros del sistema económico existente, pagados para hacerlo funcionar mejor. Su lucha concierne a todos los trabajadores, ya que es la misma lucha: se niegan a llegar a ser profesores al servicio de una enseñanza que selecciona a los hijos de la burguesía y elimina a los otros; se niegan a llegar a ser sociólogos fabricantes de slogans para las campañas electorales del gobierno, psicólogos encargados de hacer “funcionar” los “equipos de obreros” según los mejores intereses del patrón; cuadros encargados de aplicar contra los trabajadores un sistema al que ellos mismos están sometidos.

La juventud estudiantil, obrera, rechaza el futuro que le ofrece la sociedad actual, rechaza la desocupación cada vez más amenazante, rechaza la Universidad de hoy que sólo le brinda una formación “ultraespecializada”, carente de valor que, bajo el pretexto de “selección”, reserva el saber a los hijos de la burguesía; que es sólo un instrumento de represión contra todas las ideas no conformes con los intereses de la clase dominante.

Cuando ella se rebela con violencia, tiene conciencia de que hace más evidente y más neto ese rechazo; tiene conciencia que su lucha sólo tiene perspectivas si los obreros comprenden el sentido y la hacen suya. Es por eso que hoy, nosotros continuamos; es por eso que nos dirigimos a usted.

Action, Nº 1, mayo 1968.
Órgano del movimiento estudiantil, realizado con el apoyo de la UNEF (Unión Nacional de Estudiantes de Francia), Movimiento 22 de marzo (Nanterre), CAL (Comités de Acción de Liceos) y SNESup (Sindicato Nacional de la Enseñanza Superior).


¿De qué caos se trata?


Los ferroviarios y los campesinos se han puesto de acuerdo para enviar papas que serán distribuidas gratuitamente en la Estación St. Lazare.

En Nantes y St. Nazaire, los Comités de Huelga sustituyen a la administración:

Sobre la marcha, aparecen nuevos “inspectores”; son los huelguistas que controlan los precios;

Las mujeres de los huelguistas establecieron la distribución de verduras directamente del productor al consumidor;

Los surtidores de gasolina han sido requisados y la gasolina distribuida bajo control de los huelguistas;

El Supermercado está ocupado y los almacenes exhiben estos carteles: “Aquí, los precios son verificados por el Comité de Huelga”.

El gobierno pretende hacer cundir el pánico ante la huelga, denunciando el “caos”. Pero al pasar de la Huelga Pasiva a la Huelga Activa, los trabajadores han demostrado que pueden tomar en sus manos y organizar ellos mismos los servicios públicos, sociales y los medios de producción, es decir, hacer funcionar sin patrón ni explotador de ninguna clase la máquina económica del país al servicio de los trabajadores.

Comité de Acción del “IV Arrondissement”




¡Vuestra lucha es la nuestra!


Nosotros ocupamos las facultades, ustedes ocupan las fábricas. ¿No combatimos unos y otros por lo mismo?

Hay un 10% de hijos de obreros en la enseñanza superior. ¿Nuestra lucha busca que haya una mayor cantidad, una reforma democrática de la Universidad? Eso sería bueno, pero no es lo más importante. Esos hijos de obreros llegarán a ser estudiantes como los otros. Que un hijo de obrero pueda llegar a ser gerente, no está en nuestro programa. Queremos suprimir la separación que existe entre trabajadores y obreros dirigentes.

Hay estudiantes que a la salida de la Universidad, no encuentran empleo. ¿Acaso luchamos para que lo encuentren, por una buena política del empleo de los diplomas? Eso estaría bien, pero no es lo esencial. Esos diplomados en psicología o sociología llegan a ser los seleccionadores, los psico-técnicos, los orientadores que tratarán de mejorar vuestras condiciones de trabajo; los diplomados en matemáticas llegarán a ser los ingenieros que ponen a punto las máquinas más productivas y más insoportables para ustedes. ¿Por qué nosotros, estudiantes, hijos de la burguesía, criticamos la sociedad capitalista? Para un hijo de obrero, llegar a ser estudiante significa salir de su clase. Para un hijo de burgués, es quizás la ocasión para conocer la verdadera naturaleza de su clase, de interrogarse sobre la función social a la que se le destina, sobre la organización de la sociedad, sobre el papel que ustedes desempeñan. Nos negamos a ser los eruditos amputados de la realidad social. Nos negamos a ser utilizados en provecho de la clase dirigente. Queremos suprimir la separación entre trabajo de ejecución y trabajo intelectual y de organización. Queremos construir una sociedad sin clases; el sentido de vuestra lucha es el mismo.

Ustedes reivindican el salario mínimo de 1.000 francos en la región parisina, el retiro a los 60 años, la semana de 40 horas pagada por 48. Son viejas y justas reivindicaciones. Parecen por lo tanto no tener conexión con nuestros objetivos. Pero en realidad ustedes ocupan las fábricas, toman a loa patrones como rehenes, hacen huelga sin preaviso. Esas formas de lucha han sido posibles por las múltiples acciones mantenidas con perseverancia en las fábricas y también gracias al reviente combate de los estudiantes.

Estas luchas son más radicales que nuestras legítimas reivindicaciones porque no buscan sólo una mejora en las condiciones de los trabajadores dentro del sistema capitalista, implican la destrucción de ese sistema. Son políticas en el verdadero sentido de la palabra: ustedes no luchan para que sea cambiado el Primer Ministro, sino para que el patrón no tenga ya más poder ni en la fábrica ni en la sociedad. La forma de lucha de ustedes, nos ofrece a nosotros, estudiantes, el ejemplo de la actividad realmente socialista: la apropiación de los medios de producción y la facultad de decisión para los obreros.

Vuestra lucha y nuestra lucha son convergentes. Es necesario destruir todo lo que aísla unos de otros (las costumbres, los diarios, etc.). Es necesario establecer la coordinación entre las fábricas y las facultades ocupadas.

¡Viva la unificación de nuestras luchas!
Todos a la manifestación en la Estación de Lyón, hoy 24 de mayo

Movimiento 22 de Marzo  



Las paredes hablan


En el período de la insurrección estudiantil en París, las paredes se convirtieron en el instrumento fundamental de comunicación utilizado por los estudiantes. Las inscripciones significaron un retorno a la antiquísima técnica de los “graffiti”, y a pesar del aparente caos que configuran en conjunto, se desprende de ellas el auténtico mensaje de ese estallido revolucionario.

En las inscripciones se mezclan indicaciones prácticas para los compañeros, normas de conducta, reflexiones a veces de notable lucidez, con citas de pensadores y poetas, en las que predominan las de estos últimos, revelando el valor de potencial insurreccional que comporta la auténtica poesía. Entre los nombres citados, figuran en primer término los poetas surrealistas (Bretón, Artaud, Peret, Tzara), junto con Marx y Bakunin, como puede comprobarse en la completísima antología de graffitis que con el título Les murs ont la parole, Mai 68, fue publicada por el editor Tchou de París.

Del conjunto de normas, reflexiones y citas surge el principio de la importancia fundamental de la acción que en todo momento desborda las premisas teóricas. Este rechazo de esquemas ideológicos previos justifica el acento que la juventud coloca en la espontaneidad del movimiento como única actitud eficaz frente a las falencias de las organizaciones claudicantes de izquierda.

Los lemas: cambiemos la vida, transformemos la sociedad, siguen siendo las banderas fundamentales, pero se señalan los errores de quienes han pretendido hacerlo sin cambiar en esencia las estructuras básicas de la sociedad burguesa.

EL SUEÑO ES REALIDAD. 
Censier.

DIOS: SOSPECHO QUE ERES UN INTELECTUAL DE IZQUIERDA.
Liceo Condorcet.

PENSAR JUNTOS, NO. EMPUJAR JUNTOS, SÍ.
Fac. de Derecho-Assas.

LAS PAREDES TIENEN OREJAS. VUESTRAS OREJAS TIENEN PAREDES.
Ciencias Políticas.

¡¡EL FUEGO REALIZA!!
Nanterre.

LA BARRICADA CIERRA LA CALLE PERO ABRE EL CAMINO.
Censier.

NUESTRA ESPERANZA SOLO PUEDE VENIR DE LOS SIN ESPERANZA.
Ciencias Políticas.

¡¡TE AMO! OH!, DÍGANLO CON ADOQUINES.
Nanterre.

EL DERECHO DE VIVIR NO SE MENDIGA, SE TOMA.
Nanterre.

LA LIBERTAD NO ES UN BIEN QUE POSEEMOS. ES UN BIEN DEL QUE, GRACIAS A LAS LEYES, LOS REGLAMENTOS, LOS PREJUICIOS Y LA IGNORANCIA, NOS HEMOS VISTO DESPOJADOS.
Nanterre.

TODO REFORMISMO SE CARACTERIZA POR EL UTOPISMO DE SU ESTRATEGIA Y EL OPORTUNISMO DE SU TÁCTICA.
Sorbona.

LOS QUE TIENE MIEDO ESTARÁN CON NOSOTROS SI NOS MANTENEMOS FIRMES.
Fac. de Medicina.

GRACIAS A LOS EXÁMENES Y A LOS PROFESORES EL ARRIVISMO COMIENZA A LOS SEIS AÑOS.
Sorbona.

DECRETO EL ESTADO DE FELICIDAD PERMANENTE.
Ciencias Políticas.

SER LIBRE EN 1968, ES PARTICIPAR.
Ciencias Políticas.

GRACIOSOS SEÑORES DE LA POLÍTICA: OCULTAIS DETRÁS DE VUESTRAS MIRADAS VIDRIOSAS UN MUINDO EN VÍAS DE DESTRUCCIÓN. GRITAD, GRITAD; NUNCA SE SABRÁ LO SUFICIENTE QUE HABÉIS SIDO CASTRADOS.
Sorbona.

EN LAS CAVERNAS DEL ORDEN NUESTRAS MANOS FABRICAN BOMBAS.
Sorbona.

LA POLÍTICA PASA EN LA CALLE.
Ciencias Políticas.

ROMA...BERLIN...MADRID...VARSOVIA...PARÍS.
Ciencias Políticas.

CAMARADAS, ¡A LAS ARMAS!
Nanterre.

PROHIBIDO PROHIBIR. LA LIBERTAD COMIENZA CON UNA PROHIBICIÓN.
Sorbona.

EL ARTE HA MUERTO. ESTO, GODARD NO PODRÁ REMEDIARLO.
Sorbona.

UN SOLO WEEK-END NO REVOLUCIONARIO ES INFINITAMENTE MÁS SANGRIENTO QUE UN MES DE REVOLUCIÓN PERMANENTE.
Fac. de Lenguas Orientales.

CAMBIAR LA VIDA. TRANSFORMAR LA SOCIEDAD.
Ciudad Universitaria.

HERÁCLITO RETORNA. ABAJO PARMÉNIDES. SOCIALISMO Y LIBERTAD.
Sorbona.

ES NECESARIO EXPLORAR SISTEMÁTICAMENTE EL AZAR.
Censier.

LA ACCIÓN NO DEBE SER UNA REACCIÓN SINO UNA CREACIÓN.
Censier.

CONTEMPLA TU TRABAJO: LA NADA Y LA TORTURA FORMAN PARTE DE ÉL.
Sorbona.

¿LOS GAULLISTAS TIENEN UN CROMOSOMA DE MÁS?
Medicina.

¡FRANCESES, UN ESFUERZO MÁS...! (MARQUÉS DE SADE).
Sorbona.

¡¡ROBEN!!
Paredes de los Bancos.

¡VIVA LA COMUNICACIÓN! ¡ABAJO LA TELECOMUNICACIÓN!
Odeón.

EL HORMIGÓN ARMADO EDUCA LA INDIFERENCIA.
Odeón.

EXAMEN = SERVILISMO, PROMOCIÓN SOCIAL, SOCIEDAD JERÁRQUICA.
Censier.

NI ROBOT, NI ESCLAVO.
Censier.

LA EMANCIAPACIÓN DEL HOMBRE SERÁ TOTAL O NO SERÁ.
Censier.

  
SOMOS TODOS JUDÍOS ALEMANES.
Sorbona.

ABAJO LA OBJETIVIDAD PARLAMENTARIA DE LOS GRUPÚSCULOS. LA INTELIGENCIA ESTÁ DEL LADO DE LA BURGUESÍA. LA CREATIVIDAD DEL LADO DE LAS MASAS. ¡NO VOTEN MÁS!
Sorbona.

LA NOVEDAD ES REVOLUCIONARIA, LA VERDAD TAMBIÉN.
Censier.

QUEREMOS LAS ESTRUCTURAS AL SERVICIO DEL HOMBRE Y NO EL HOMBRE AL SERVICIO DE LAS ESTRUCTURAS. QUEREMOS EL PLACER DE VIVIR Y NUNCA MÁS EL MAL DE VIVIR.
Odeón.

¡VIVA DE GAULLE! (UN FRANCÉS MASOQUISTA).
Liceo Condorcet.


EL ARTE HA MUERTO, LIBEREMOS NUESTRA VIDA COTIDIANA.
Sorbona.

¡LA PASIÓN DE LA DESTRUCCIÓN! ES UNA ALEGRÍA CREADORA (BAKUNIN).
Sorbona.

LA LIBERTAD ES LA CONCIENCIA DE LA NECESIDAD.
Plaza de la Sorbona.

¡ABAJO EL ORIETALISMO NEO-EXÓTICO!
Lenguas Orientales.

¡ORGANIZARSE! ¡ARMARSE!
Calle de l´Echaude.

NO ME LIBEREN; YO ME BASTO PARA ESO.
Naterre.

ESCUELA DE LA CALLE.
Calle de las Escuelas.

UN POLICÍA DUREME EN CADA UNO DE NOSOTROS, ES NECESARIO MATARLO.
Censier.

CUANDO OIGO LA PALABRA “CULTURA”, SACO MIS CRS.
Nanterre.

CRS = SS

Calles del Barrio Latino.

CAMARADAS: PROSCRIBAMOS LOS APLAUSOS, EL ESPECTÁCULO ESTÁ EN TODAS PARTES.
Nanterre.

LA VIDA ESTÁ MÁS ALLÁ.
Sorbona.

EL QUE HABLA DE AMOR DESTRUYE AL AMOR.
Nanterre.


LA REVOLUCIÓN, ES INICIATIVA.
Odeón.

SI USTED PIENSA POR LOS OTROS, LOS OTROS PENSARÁN POR USTED.
Nanterre.

EL PODER TENÍA A LAS UNIVERSIDADES.
LOS ESTUDIANTES LAS TOMARON.
EL PODER TENÍA A LAS FÁBRICAS.
LOS OBREROS LAS TOMARON.
EL PODER TENÍA A LA ORTF.
LOS PERIODISTAS LA TOMARON.
EL PODER TIENE AL PODER.
¡A TOMARLO!
Ciencias Políticas.

CRS QUE ENTRAIS CON ROPA CIVIL, TENED CUIDADO CON EL ESCALÓN AL SALIR.
Odeón.

MIS DESEOS SON LA REALIDAD.
Nanterre.

ES NECESARIO LLEVAR EN SÍ MISMO UN CAOS PARA PONER EN ESL MUNDO UNA ESTRELLA DANZANTE (NIETZSCHE).
Odeón.

CADA UNO DE NOSOTROS ES EL ESTADO.
Calle Malaquais.

FRONTERAS = REPRESIÓN.
Bellas Artes.

LA ESCULTURA MÁS HERMOSA ES EL ADOQUÍN DE GRANITO.
Sorbona.


LA REVOLUCIÓN DEBE DEJAR DE SER PARA EXISTIR.
Nanterre.

TODO ES DADA.
Odeón.

ABRAZA A TU AMOR SIN DEJAR TU FUSIL.
Odeón.

VIVIR EL PRESENTE.
Odeón.

EL ARTE ES MIERDA.
Calle Rotrou (Odeón).

LAS JÓVENES ROJAS CADA VEZ MÁS HERMOSAS.
Medicina.

TODO EL PODER A LOS CONSEJOS OBREROS.
Odeón.

Y SIN EMBARGO TODO EL MUNDO QUIERE RESPIRAR Y NADIE PUEDE RESPIRAR;  Y MUCHOS DICEN “RESPIRAREMOS MÁS TARDE”. Y LA MAYOR PARTE NO MUERE PORQUE YA ESTÁN MUERTOS.
Nanterre.

TOMEMOS EN SERIO LA REVOLUCIÓN PERO NO NOS TOMEMOS EN SERIO A NOSOTROS MISMOS.
Odeón.

LA LIBERTAD DE LOS OTROS PROLONGA LA MÍA HASTA EL INFINITO (BAKUNIN).
Condorcet.

CREATIVIDAD
ESPONTANEIDAD
VIDA.
Censier.

LA REVUELTA Y SOLAMENTE LA REVUELTA ES CREADORA DE LA LUZ. Y ESTA LUZ NO PUEDE TOMAR SINO TRES CAMINOS: LA POESÍA, LA LIBERTAD Y EL AMOR.
(ANDRÉ BRETÓN).
Fac. de Derecho-Assas.

LA IMAGINACIÓN TOMA EL PODER.
Sorbona.

EN LOS EXÁMENES, RESPONDA CON PREGUNTAS.
Sorbona.

APRENDE A CANTAR LA INTERNACIONAL.
Calles del Barrio Latino.


QUEDA ESTRICTAMENTE PROHIBIDO PROHIBIR. (LEY DEL 13 DE MAYO DE 1968).
Sorbona.

NO PUEDE VOLVER A DORMIR TRAQUILO AQUEL QUE UNA VEZ ABRIÓ LOS OJOS.
Nanterre.

LA OBEDIENCIA COMIENZA POR LA CONCIENCIA Y LA CONCIENCIA POR LA DESOBEDIENCIA.
Censier.

LA ACCIÓN PERMITE SUPERAR LAS DIVISIONES Y ENCONTRAR SOLUCIONES. LA ACCIÓN ESTÁ EN LA CALLE.
Ciencias Políticas.

PARA PODER DISCUTIR LA SOCIEDAD EN QUE SE “VIVE”, ES NECESARIO ANTES SER CAPAZ DE DISCUTIRSE A SÍ MISMO.
Odeón.

¡LA CALLE VENCERÁ!
Calles del barrio Latino.

CORRE, CAMARADA, EL VIEJO MUNDO ESTÁ DETRÁS DE TI.
Sorbona.

¡VIVA LA COMUNA!
Calles del barrio Latino.

VIVIR CONTRA SOBREVIVIR.
Nanterre.

BURGUESES, QUE RETIRAN LAS ESCALERAS TRAS ELLOS PARA NO DEJAR SUBIR AL PUEBLO (VICTOR HUGO).
Sorbona.

EL LEVANTAMIENTO DE LOS ADOQUINES DE LAS CALLES CONSTITUYE LA AURORA DE LA DESTRUCCIÓN DEL URBANISMO.
Sorbona.

ACUMULEN RABIA.
Nanterre.

NO HAY PENSAMIENTO REVOLUCIONARIO. HAY ACTOS REVOLUCIONARIOS.
Nanterre.

OLVÍDENSE DE TODO LO QUE HAN APRENDIDO. COMIENCEN A SOÑAR.
Sorbona.

DESABROCHEN EL CEREBRO TAN A MENUDO COMO LA BRAGUETA.
Odeón.

EL ENEMIGO DEL MOVIMIENTO ES EL ESCEPTICISMO. TODO LO QUE SE HA REALIZADO PROVIENE DEL DINAMISMO QUE SURGE DE LA ESPONTANEIDAD.
Lenguas Orientales.

EN CUALQUIER LUGAR QUE NOS SORPRENDA LA MUERTE, BIENVENIDA SEA, SIEMPRE QUE ESE, NUESTRO GRITO DE GUERRA, HAYA LLEGADO HASTA UN OÍDO RECEPTIVO, Y OTRA MANO SE TIENDA PARA EMPUÑAR NUESTRAS ARMAS, Y OTROS HOMBRES SE APRESTEN A ENTONAR LOS CANTOS LUCTUOSOS CON TABLETEO DE AMETRALLADORAS Y NUEVOS GRITOS DE GUERRA Y DE VICTORIA. ¡CHÉ!
Nanterre.

TODO EL PODER A LOS SOVIETS LIBRES.
Calle Corneille.

“EL COMBATE ES EL PADRE DE TODAS LAS COSAS” (HERÁCLITO).
Nanterre.

HAY MÉTODO EN SU LOCURA. HAMLET.
Nanterre.

LO SAGRADO: AHÍ ESTÁ EL ENEMIGO.
Nanterre.

EN LAS FACULTADES:                                        EN LOS REFORMATORIOS:
6% DE HIJOS DE OBREROS.                             90%.
Calle Saint-Louis-en-l´Isle.

MÁS QUE NUNCA CREAR COMITÉS DE ACCIÓN. ANTE TODO CREAR COMITÉS DE ACCIÓN. VICTORIA GRACIAS A LOS COMITÉS DE ACCIÓN.
Sorbona.

YO JODO A LA SOCIEDAD, PERO ELLA ME LO DEVUELVE BIEN.
Ciencias Políticas.

DIGA NO A LA REVOLUCIÓN CON CORBATA.
Bellas Artes.

CUANDO LA ASAMBLEA NACIONAL SE CONVIERTA EN UN TEATRO BURGUÉS, TODOS LOS TEATROS BURGUESES DEBEN CONVERTIRSE EN ASAMBLEAS NACIONALES.
Odeón.

YO ME PROPONGO AGITAR E INQUIETAR A LAS GENTES. NO VENDO EL PAN SINO LA LEVADURA (UNAMUNO).
Odeón.

CUESTIONAMIENTO PERMANENTE.
Ciencias Políticas.

CIVISMO RIMA CON FASCISMO.
Conservatorio de Música.

ABAJO EL REALISMO SOCIALISTA. VIVA EL SURREALISMO.
Condorcet.

NO HAY LIBERTAD PARA LOS ENEMIGOS DE LA LIBERTAD.
Nanterre.

TENEMOS UNA IZQUIERDA PREHISTÓRICA.
Ciencias Políticas.

LA NUEVA SOCIEDAD DEBE ESTAR FUNDADA SOBRE LA AUSENCIA DE TODO EGOÍSMO, DE TODA EGOLATRÍA.
NUESTRO CAMINO SERÁ UNA LARGA MARCHA DE FRATERNIDAD.
Sorbona.

EL DEBER DE TODO REVOLUCIONARIO ES HACER LA REVOLUCIÓN.
Ciencias Políticas.

LA VOLUNTAD GENERAL CONTRA LA VOLUNTAD DEL GENERAL.
Censier.

DE GAULLE NO. MITTERAND NO. PODER OBRERO SÍ.
Bellas Artes.

NO ES EL HOMBRE, ES EL MUNDO EL QUE SE HA VUELTO ANORMAL. (A. ARTAUD).
Nanterre.

EXAGERAR, ESA ES EL ARMA.
Censier.

VIOLE SU ALMA MATER.
Nanterre.

CUANDO EL ÚLTIMO DE LOS SOCIÓLOGOS HAYA SIDO COLGADO CON LAS TRIPAS DEL ÚLTIMO BURÓCRATA, TODAVÍA TENDREMOS PROBLEMAS.
Sorbona.

LA INSOLENCIA ES LA NUEVA ARMA REVOLUCIONARIA.
Medicina.

CEMENTERIO.
Muro exterior de Nanterre.

LA CULTURA ES LA INVERSIÓN DE LA VIDA.
Calle de Vaugirard.

TODO EL PODER A LOS CONSEJOS OBREROS (UN IRACUNDO).
TODO EL PODER A LOS CONSEJOS IRACUNDOS (UN OBRERO).
Censier.

VIVA LA DEMOCRACIA DIRECTA.
Sorbona.

CONSTRUIR UNA REVOLUCIÓN, ES TAMBIÉN ROMPER TODAS LAS CADENAS INTERIORES.
Medicina.

NO ES UNA REVOLUCIÓN, MAJESTAD, ES UNA MUTACIÓN.
Nanterre.

LOS QUE HABLAN DE REVOLUCIÓN Y DE LA LUCHA DE CLASES SIN REFERIRSE A LA REALIDAD COTIDIANA, HABLAN CON UN CADÁVER EN LA BOCA.
Sorbona.

EL URBANISMO DE LA SORBONA PRODUJO LA GENERACIÓN DE CASTRADOS QUE TODOS CONOCEMOS.
Bellas Artes.

LA VIOLENCIA ES LA PARTERA DE LA SOCIEDAD EN GÉNESIS (MARX).
Sorbona.

MUTACIÓN LAVA MÁS BLANCO QUE REVOLUCIÓN O REFORMAS.
Censier.

CUANTO MÁS HAGO EL AMOR, MÁS GANAS TENGO DE HACER LA REVOLUCIÓN.
CUANTO MÁS HAGO LA REVOLUCIÓN, MÁS GANAS TENGO DE HACER EL AMOR.
(UNO DE LOS IRACUNDOS).
Sorbona.

LA POESÍA ESTÁ EN LA CALLE.
Calle Rotrou.

EL MASOQUISMO DE HOY TOMA LA FORMA DE REFORMISMO.
Sorbona.

¡EL FASCISMO AL INODORO DE LA HISTORIA!
Nanterre.  
 
NO QUEREMOS UN MUNDO DONDE LA GARANTÍA DE NO MORIR DE HAMBRE SE COMPENSA POR LA GARANTÍA DE NO MORIR DE ABURRIMIENTO.
Odeón.

CUANDO LO EXTRAORDINARIO SE VUELVE COTIDIANO, ¡HAY LA REVOLUCIÓN! (FIDEL CASTRO).
Ciudad Universitaria.

TOMEN SUS DESEOS POR REALIDADES.
Sorbona.

EL PATRIOTISMO ES UN EGOÍSMO DE MASA.
Sorbona.

EL ESPÍRITU CAMINA MÁS QUE EL CORAZÓN PERO NO VA TAN LEJOS.
(PROVERBIO CHINO).
Sorbona.

LA REVOLUCIÓN ESTARÁ MEJOR EN LAS MANOS DE TODOS QUE EN LAS MANOS DE LOS PARTIDOS (ERNESTO Y LOS INCENDIARIOS DE LA CALLE GAY-LUSSAC).
Sorbona.

LA LUCHA CONTRA LA POLICÍA, EXIGE CUALIDAD ESPECIAL: EXIGE CUALIDAD REVOLUCIONARIA. (LENIN).
Sorbona.

DE LA CRÍTICA DE LA UNIVERSIDAD DE CLASES AL CUESTIONAMIENTO DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA.
Nanterre.

NO SE ENCARNICEN TANTO CON LOS EDIFICIOS, NUESTRO OBJETIVO SON LAS INSTITUCIONES.
Sorbona.

SI LO QUE VEN NO ES EXTRAÑO, LA VISIÓN ES FALSA.
Sorbona.

LA BELLEZA SERÁ CONVULSIVA O NO SERÁ. (ANDRÉ BRETÓN).
Sorbona.

LA SOCIEDAD ES UNA FLOR CARNÍVORA.
Sorbona. 

PROFESORES, USTEDES NOS HACEN ENVEJECER.
Sorbona.

DIGAN SIEMPRE NO POR PRINCIPIO; POPULARICEMOS LAS JUSTAS LUCHAS DEL DIVINO MARQUÉS.
Sorbona.

EL NADA ME IMPORTA ERIGIDO EN SISTEMA.
Nanterre.

LA SELVA PRECEDE AL HOMBRE,
EL DESIERTO LO SIGUE.
Sorbona.

EL ACTO INSTITUYE LA CONCIENCIA.
Nanterre.

LA BURGUESÍA NO TIENE MÁS PLACER QUE EL DE DEGRADARLOS TODOS.
Fac. de Derecho-Assas.

EMPLEÓ TRES SEMANAS PARA ANUNCIAR EN CINCO MINUTOS QUE IBA A EMPRENDER EN UN MES LO QUE NO PUDO HACER EN DIEZ AÑOS.
Grand-Palais.

DEJEMOS EL MIEDO AL ROJO PARA LOS ANIMALES CON CUERNOS.
Sorbona.

SI PIENSO QUE NADA DEBE CAMBIAR SOY 1 IMBÉCIL.
SI NO QUIERO PENSAR SOY 1 COBARDE.
SI PIENSO QUE TENGO INTERÉS EN QUE NADA CAMBIE SOY 1 PUERCO.
SI SOY 1 IMBÉCIL, 1 PUERCO Y 1 COBARDE...ESTOY POR DE GAULLE.
(TODOS LOS DERECHOS DE REPRODUCCIÓN AUTORIZADOS, EXCEPTO PARA “FÍGARO”.)
Medicina.

UN PENSAMIENTO QUE SE ESTANCA ES UN PENSAMIENTO QUE SE PUDRE.
Sorbona.

LA ECONOMÍA ESTÁ HERIDA:
¡QUÉ REVIENTE!
Censier.

 ¡SEAN SUCIOS, PERO AZUCARADOS JAMÁS!
Odeón.

EL HAMPA SOMOS NOSOTROS.
Sorbona.

LA IMAGINACIÓN NO ES UN DON, SINO EL OBJETO DE CONQUISTA POR EXCELENCIA. (ANDRÉ BRETÓN).
Condorcet.

AGITACIÓN PERMANENTE.
Sorbona.

EL DISCURSO ES CONTRARREVOLUCIONARIO.
Nanterre.

PROLETARIO ES AQUEL QUE NO TIENE NINGÚN PODER SOBRE EL EMPLEO DE SU VIDA Y LO SABE.
Censier.

PODER ESTUDIANTIL.
Medicina.

SEAN REALISTAS: PIDAN LO IMPOSIBLE.
Censier. 

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