“La Unión Europea arremete
contra la libertad de escoger entre opciones diferentes”
Antes,
las cosas eran sencillas, se organizaba una votación para conocer la voluntad
de los ciudadanos y se aplicaba el resultado. Generaciones enteras lucharon
para obtener ese derecho de expresión de la voluntad popular. Hoy en día, las
cosas son diferentes con la Unión Europea: la votación no debe implicar ningún
riesgo y si ese riesgo existe, se prohíbe la consulta. El voto se ha convertido
en una manera de dar una apariencia popular a lo que Bruselas ya tiene decidido
de antemano. De lo contrario, la consulta no debe realizarse
Por Thierry Meyssan, en
Red Voltaire
–public. 4/10/17
Muchos actores
políticos son hipócritas; en público dicen una cosa y por debajo de la
mesa hacen lo contrario. Esa duplicidad puede estar justificada y ser
muy forma hábil de actuar ante situaciones de conflicto, si esos actores
políticos defienden intereses o principios definidos. Pero
es insoportable cuando esos actores varían su actitud no sólo en
apariencia sino también en cuestiones de principios.
En
30 años, la Unión Europea se ha convertido, de la institución previsible que
antes era, en una burocracia que defiende intereses cambiantes y oscuros.
Hace 3 años que viene pisoteando sistemáticamente los ideales
que dice defender. Veamos 5 ejemplos:
•
En 2005, los franceses y los holandeses votaron contra el Tratado que
establecía una Constitución europea.
La
Unión Europea detuvo entonces los referéndums previstos en Dinamarca, Irlanda,
Polonia, Portugal, la República Checa y el Reino Unido. Y más tarde,
en 2007, modificó unos cuantos elementos puramente formales de aquel
Tratado e impuso su adopción por el Consejo Europeo [1] bajo el
nombre de Tratado de Lisboa.
Pero
en Irlanda hubo que organizar un referéndum de todas maneras, porque así
lo imponía la Constitución de ese país, y la población rechazó
el Tratado. La Comisión Europea afirmó que el texto no se había
entendido bien, y logró que los irlandeses tuvieran que pronunciarse nuevamente
sobre el mismo texto, sin modificación alguna, y que lo aprobaran.
•
En 2014, un país del este de Europa fue víctima de un golpe de Estado que puso
en el poder a nazis confesos [Meyssan no lo dice, pero se refiere a Ucrania
–nota del CAD].
Varias regiones de ese país se sublevaron para restaurar la legitimidad
constitucional. Una de esas regiones organizó un referéndum para separarse
del Estado central y reintegrarse a un Estado federal democrático del que
ya había formado parte en el pasado.
La
Unión Europea optó por apoyar el golpe de Estado y respaldar al nuevo régimen,
con nazis y todo. Pero denunció el carácter, según ella,
anticonstitucional del referéndum organizado en la región rebelde y aplicó
represalias al Estado que había aceptado la reintegración de esa región.
Con
esa actuación, la Unión Europea respaldó públicamente a nazis confesos,
se apoyó en una legalidad que el golpe de Estado había abrogado, puso esa
legalidad por encima de la legitimidad que los nuevos gobernantes
no tenían y declaró una guerra económica contra un Estado que no estaba
de acuerdo con ella.
•
Tres meses después, en junio de 2014, la Unión Europea prohibió la
realización de una elección presidencial en los consulados de un país del Medio
Oriente.
Con
esa actuación, la Unión Europea violó de manera absolutamente flagrante la
Convención de Viena.
Estimando
que el posible vencedor de aquella elección no debía presidir
el país, la Unión Europea se negó de antemano a reconocer
la votación, que de todas maneras se desarrolló en el país
en cuestión y en todos sus consulados en los países que no pertenecen
a la Unión Europea.
Cuando
se anunciaron los resultados de aquella votación, todas las embajadas
extranjeras en ese país –incluyendo las de varios miembros de la Unión Europea–
reconocieron que la votación se había desarrollado de manera legal
y honesta. Pero la Unión Europea mantuvo su negativa a reconocerla.
•
Tres años después, en septiembre de 2017, un clan familiar que ejerce el
poder sin mandato electoral en una región del Medio Oriente y que ocupa
ilegalmente campos petrolíferos vecinos organiza unilateralmente un referéndum
de independencia… habiéndose ocupado previamente de expulsar a los habitantes
de las zonas que había conquistado.
En
resumen, la Unión Europea consideró que la inestabilidad reinante en esa
parte del mundo hacía imposible la realización de una elección presidencial…
pero que sí era posible organizar un referéndum de independencia. Y declaró que
el referéndum era legítimo pero que el momento no era apropiado.
•
Sólo unos días después, en el seno mismo de la Unión Europea, un gobierno
regional organiza unilateralmente un referéndum de independencia para
no tener que compartir con el resto del país las riquezas que posee.
La
Unión Europea, que subvencionó ampliamente las asociaciones independentistas,
no ha querido pronunciarse sobre ese referéndum que –contrariamente a los
mecanismos de la justicia en Polonia y Hungría– es, según ella,
una cuestión interna de un país miembro.
Y
cuando el gobierno de ese país hace un uso anticonstitucional de la fuerza para
impedir la realización del referéndum, igualmente anticonstitucional, la Unión
Europea no reacciona ante ese comportamiento, digno de una fuerza de
ocupación.
•
Dejando de lado nuestro sentir personal sobre franceses, holandeses, irlandeses,
sobre los ucranianos de Crimea, los sirios, los iraquíes
kurdos o los españoles de Cataluña, lo cierto es que
la Unión Europea no ha tratado, en ninguno de esos casos, de conocer
y respetar el libre albedrío de las poblaciones. Y tampoco ha mostrado un
comportamiento lógico sobre la cuestión de fondo.
[1] El Consejo Europeo se
compone de los jefes de Estado o de gobierno de los países miembros de la Unión
Europea más el presidente de la Comisión Europea y el presidente del propio
Consejo Europeo, quien preside las reuniones de esa instancia -Nota de la Red
Voltaire
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Colectivo
Acción Directa Chile -Equipo Internacional
Octubre 5 de 2017
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