causa
desde niño o ante una pieza de pan?
Andrés
Figueroa Cornejo
El
actor Robin Williams tenía 63 años cuando se mató definitivamente. Y escribo
definitivamente porque andaba matándose desde antes, claro.
El
nombre Robin proviene de un pájaro petirrojo europeo o americano. Ave breve de
pechera rojiza. Y Williams, de origen germánico y que en español es pariente
directo de todos los Guillermos conocidos y por conocer, salió de un casco o
yelmo protector. Los nombres y apellidos normalmente son accidentales. Pero
casi todo es accidental y frágil y contingente. Lo cierto es que Robin
Williams, independientemente del actor muerto, podría ser un pájaro de escudo
cardíaco y gorra noble, blindada. Un pájaro de pelea, un mirlo combatiente, una
especie de unidad vital en primera línea de fuego, expuesto y protegido
tristemente en la guerra.
No
sé si Robin Williams votaba por los demócratas o por los republicanos en
Estados Unidos. No sé si perseguía en secreto alguna campaña que tuviera que
ver con la revolución socialista o entregaba recursos para la investigación
médica de alguna enfermedad incurable. No sé siquiera si votaba, si creía en
alguna versión de Dios, si dormía desnudo, si era un amigo bueno o golpeaba a
su esposa y ella lo soportaba por estatus y a cambio de dinero.
Sí,
disfruté de La Sociedad de los Poetas Muertos. La he visto varias veces porque
tiene que ver con la libertad. Y a los que más quiero y admiro luchan por la
libertad. La de verdad, esa que se realizará cuando todos seamos iguales y el
reino de la necesidad y la apropiación privada de lo humanamente creado
sea un expediente antropológico.
Y
la depresión. Esa siempre es crepúsculo, mundo azulado, nostalgia de lo no
vivido, persecución a tientas de lo que todavía no existe. Y entonces el
alcoholismo, por supuesto. Con o sin psicotrópicos, da igual. Te permite
deshacerte del dolor por todo y por todos a ratos largos.
¿Saben
la victoria que significa enfrentar la barra alcohólica del boliche, sortear
los vinos de honor, brindar con agua los años nuevos, encarar la exhibición
embotellada y delirante de los supermercados y lograr decir NO después de haber
estado en el horno? ¿Y que la victoria consista en decir NO todas las veces,
como si fuera la primera vez, sin bajar nunca la guardia, sin poder flaquear ni
una sola vez porque entonces comienza la caída en donde la dejaste?
¿Sabes
lo que es llorar desde niño sin causa o ante una pieza de pan?
Ese cáliz,
apártenlo.
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