HOMENAJE DEL NANCHO A MIGUEL ENRIQUEZ
CUANDO ME ACUERDO DE MIGUEL (*)
Hernán Aguiló M.,
Octubre 2001
Cuando me acuerdo de Miguel, no puedo dejar
de pensar que todo ser humano y en particular los que en algún momento han
participado en la lucha política y social, están recibiendo diariamente los
estímulos de la injusticia que provoca el desarrollo del capitalismo y más
ahora que la globalización de la dominación de las grandes trasnacionales se ha
extendido hasta el último rincón del planeta.
Miguel era un irreconciliable con la
injusticia. Los valores y la práctica de su padre, que siempre puso su
conocimiento y capacidad creadora al servicio de la salud y educación de los
chilenos, sin buscar nunca el lucro, fue sin duda un referente muy positivo en el
desarrollo de Miguel como hombre y revolucionario.
Para ser un irreconciliable con la
injusticia como lo era Miguel, se tenían que enlazar los valores heredados y
aprendidos en su núcleo familiar, su gran sensibilidad social, su enorme
capacidad para comprender y analizar la realidad y su práctica permanente para
transformarla. De ahí nace su consecuencia revolucionaria y su compromiso con
la clase obrera y los pobres de la ciudad y el campo. De la conjunción de estos
elementos se nutre su capacidad de conductor y su compromiso inclaudicable por
una sociedad superior, donde el poder se sustentara en una verdadera democracia
popular.
Es cierto que a Miguel, como a todos los
que participamos en la lucha política y social de la década de los sesenta y principios
de los setenta, nos tocó vivir un momento que estaba plagado de esperanzas.
Soñábamos y veíamos que estaba cerca el socialismo, que con ello se terminaría
con las causas que provoca el enriquecimiento de una minoría y el
empobrecimiento y marginación de la mayoría. El socialismo era una realidad en
casi la mitad del planeta. Nosotros criticábamos su institucionalidad política,
porque comprendíamos que no daba paso y por el contrario aplastaba la verdadera
democracia popular por la luchábamos. Sin embargo, Miguel y ninguno de
nosotros, imaginábamos que como consecuencia de esa falta de democracia se iba
a generar desde el interior del propio socialismo real una fuerza contrarrevolucionaria
que posteriormente se sumaría a la fase globalizadora actual de la dominación
de las grandes trasnacionales.
Fue en esa situación histórica, de gran
avance de las fuerzas democráticas y populares en Chile y en el mundo, donde
Miguel tiene un gran papel protagónico en el nacimiento del MIR como
instrumento conductor de la clase obrera y el pueblo por su liberación.
Miguel, cae combatiendo, tratando de
reorganizar el MIR y la Resistencia Popular en los inicios de la dictadura
Militar y en el inicio de la gran contrarrevolución mundial. Creo no
equivocarme que en su afán por impedir el retroceso de las fuerzas de la
transformación social, Miguel al igual que todos nosotros sobrevaloramos la
capacidad de reorganización del MIR y de organización de nuestro pueblo. Fue
esa sobrevalorización que en parte explica las sucesivas derrotas del MIR y la Resistencia.
Pero estos errores tácticos, que costara
con la vida del propio Miguel, no pueden ensombrecer la esencia de su vida en
la lucha contra la injusticia. Es cierto que hoy no existen las condiciones en
las que vivió Miguel, pero estoy seguro que puesto en las actuales
circunstancias, igual seguiría siendo un irreconciliable con la injusticia. Su
razón de vivir, su entrega por la organización de los desposeídos, nunca se
dejó arrastrar por mezquinos cálculos respecto a las correlaciones de fuerzas o
si estaba cerca o lejos la liberación.
Hoy, Miguel no estaría suplicando migajas
provenientes de EE.UU y del resto de los países centrales donde se concentra la
acumulación de la cacareada globalización y modernidad de la minoría, como
hacen no sólo los que siempre han sido aliados incondicionales de las grandes
trasnacionales, sino muchos dirigentes que incluso fueron parte del campo
popular y desgraciadamente del propio MIR.
Estoy seguro, que habría sido no solo un crítico
de la institucionalidad actual y su modelo económico entreguista, sino que
además habría desenmascarado a los que administran esa institucionalidad y se
alinean en forma incondicional a la política agresiva y terrorista de los
EE.UU.
En estos días hemos sido sorprendidos por
una acción terrorista en el corazón del imperio del terrorismo. Nadie puede
estar de acuerdo con la muerte de personas inocentes y que nada tienen que ver
con la globalización del empobrecimiento y con la política agresiva de los
EE.UU. Pero el no estar de acuerdo, no puede traducirse que lo que corresponde
es aliarse, conspirar y generar redes de inteligencia con el centro del
terrorismo mundial, como lo han hecho la mayoría de los gobiernos de América
Latina y que en cierta medida han estado encabezados por el Gobierno de Chile.
Todos sabemos que los gobiernos de los
EE.UU. durante el siglo que acaba de terminar, mataron a millones de personas
indefensas, en Vietnam, Centro América, Medio Oriente y en otras partes del
mundo. En el caso de Chile, la CIA tuvo una participación decisiva antes y
después del golpe militar. Y ahora han iniciado su accionar terrorista en Afganistán
y continúan apoyando el terrorismo del Estado de Israel contra el pueblo
Palestino.
Miguel, con su gran sensibilidad social,
con los valores humanos heredados de su familia, jamás habría estado de acuerdo
con acciones terroristas donde murieran personas inocentes. Pero por su práctica
irreconciliable con la injusticia y por su compromiso por terminar con las
causas que la provocan, sabía muy bien cuáles eran los sectores sociales y
políticos que debían formar la gran alianza liberadora.
Seguramente que su esfuerzo principal
estaría hoy día abocado a construir una alianza y un acuerdo programático que unieran
a las clases y sectores políticos que están por la globalización, pero la
globalización de la justicia, contra el entreguismo y contra la transnacionalización
no sólo de nuestra riqueza principal que es el cobre, sino además por recuperar
para Chile y nuestro pueblo las empresas productivas y de servicios que fueron
creadas con el esfuerzo de todos los chilenos y cuyas enormes ganancias
terminan concentrándose fuera de nuestras fronteras.
(*) El presente
discurso en homenaje a la caída de Miguel Enríquez en combate, fue leído por su
autor, ex dirigente del MIR, durante un acto organizado por la Agrupación de
Familiares, Compañeros y Amigos de los Miristas caídos en su lucha contra la
dictadura, el 6 de octubre de 2001. Santiago de Chile.
MIGUEL
VIVÍA EN UNA CASA CON VISTA A LA ESPERANZA
Miguel vivía en una
casa
con vista a la
esperanza,
era un compañero del
curso de la aurora.
Casi todos repetimos
menos él
que se fue a estudiar
la primavera
allá donde sólo
llegan los valientes,
aquellos que recibieron
en silencio la tortura,
aquellos que callaron
para que otros vivieran.
Miguel vivía en una
casa
con vista a la
esperanza,
ahora, cuando ya se
ha marchado,
nosotros debemos
habitarla.
José María Memet
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