A 38 AÑOS DEL “APAGÓN”
Andrés Figueroa Cornejo
“De
amplia miel era su corazón en agraz”
Patricio
Manns
Antes del pueblo y su plaza. Antes del
primer niño y la mujer embravecida. Antes del resumen de todos los dolores y de
la caña mezclada con sangre. Antes de Masetti (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=18412) y los
asesinatos. Mucho antes del pueblo del Libertador de la provincia más
noroccidental de Argentina, Jujuy, y de su machete de sol a sol en la zafra.
Antes de todo y desde hace más de 200 años, fue el ingenio azucarero de
Ledesma.
Explotación
de humanidad indígena
Con un total de activos de USD 40.215.230
(año 2013, Fuente: Comisión Nacional de Valores de Argentina), el imperio
Ledesma es un complejo agroindustrial basada en la explotación humana de la
caña de azúcar. Expolia a más de 8 mil personas en distintas provincias, lidera
los mercados argentinos del azúcar y del papel, participa estratégicamente en
el negocio de frutas y jugos cítricos, carne y cereales, alcohol hidratado,
bioetanol anhidro y jarabes de maíz, y sus ganancias son comandadas por el
dominio del capital financiero y los casinos bursátiles.
Su asentamiento inicial y existente hasta
hoy está en el territorio indígena de sierra y selva tropical que todo el mundo
denomina Ledesma y que en el mapa aparece como Municipalidad del Libertador
Gral. San Martín. La industria tuvo su barrio propio, hospital, escuelas,
gendarmería, viviendas para directivos y lotes para los trabajadores/as que en
el presente forman los barrios. En el tiempo congelado del territorio,
generación tras generación, los zafreros primero y ahora los operarios
asalariados han sido indígenas de la localidad, de Catamarca y de población
proveniente de Bolivia.
Según la municipalidad, en la zona viven 60
mil personas. La gente vende su fuerza de trabajo en Ledesma y mucho después en
las tabacaleras. Un puñado es funcionario público y otro es trabajador
cuentapropista. El municipio ruinoso es administrado por el intendente Jorge
Ale del Frente para la Victoria. No tiene ningún dato sobre la composición
general ni particular de la población, pero reconoce problemas graves de
adicción a las drogas. Hay una comisaría de celdas mugrosas y una plaza con
estatua y con iglesia. Sólo en Ledesma trabajan 4 mil personas de manera
directa. Luego se multiplican las empresas contratistas subordinadas al imperio
azucarero.
Respecto de Ledesma y sus atropellos
legendarios, el municipio se limita a tomar palco y a callar otorgando.
El capital de la megaempresa se funda en
las relaciones sociales de la oligarquía terrateniente sólo posible de
enriquecerse mediante el avasallamiento en permanente tensión con los intereses
históricos de la comunidad.
Un
proceso sin condena
A 38 años del espanto y la muerte, Hilda
Figueroa es la testigo clave en el proceso en curso contra el dueño de Ledesma
desde 1970, el archimillonario Carlos Pedro Blaquier, debido a su complicidad
en la operación político-militar conjunta cometida por la dictadura a partir
del 20 de julio de 1976, llamada la Noche del Apagón. Entonces la industria
propietaria de todo, con el fin de facilitar el secuestro de 400 personas de la
zona del Libertador General San Martín, Calilegua y El Talar, cortó la
electricidad del pueblo. De las capturas de civiles quedó un saldo de por lo
menos 33 detenidos desaparecidos. Un trimestre antes, el mismo día del golpe de
Estado, el 24 de marzo de 1976, fue detenido desaparecido junto a otros, el
Intendente del Libertador de 1950, Luis Arédez, la única autoridad democrática
que enfrentó con impuestos al ingenio. Hasta el 2005, año de su muerte, su
viuda Olga Márquez dio vueltas a la plaza con un pañuelo claro en la cabeza
exigiendo verdad, memoria y justicia. Hoy el poblado está lleno de niñas y
adolescentes que llevan su nombre.
A fines de abril de 2012 el fiscal federal
de la provincia de Jujuy ordenó la realización de dos allanamientos en
dependencias de Ledesma y la indagatoria a Blaquier, a 4 policías y al
administrador de la empresa en la época de los crímenes, Alberto Lemos. En la
actualidad ambos sujetos se encuentran procesados. Carlos Pedro Blaquier como
cómplice en primer grado de la privación ilegal de la libertad agravada de
personas. En la ocasión, el juez de la causa hizo firme referencia a las
relaciones de Blaquier con José Alfredo Martínez de Hoz (ministro de Economía
de la tiranía), a los créditos que beneficiaron a Ledesma y a la liquidación de
los ingenios azucareros del norte argentino que sirvieron para concentrar la
industria de Salta y de Jujuy.
En las oficinas allanadas de la empresa por
mandato judicial se encontró documentación de trabajadores desaparecidos y un
informe detallado sobre la marcha realizada en Jujuy en 2005, donde figuran
entre los espiados el premio Nobel de la
Paz Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas, paradigma de las Madres línea
fundadora y estrella en mitad de la noche cerrada.
Hilda
Figueroa: me estremeció la mujer
Hilda Figueroa, que permanece con custodia
de gendarmería debido a las amenazas y agresiones recibidas por su importancia
en el proceso contra Blaquier y Lemos, es egresada de la Escuela Normal del
Libertador, ex estudiante de Abogacía en Tucumán, sobreviviente de la
poliomielitis desde su infancia, sobreviviente de la Noche del Apagón y
sostenedora de un Centro de Cuidado Infantil desde hace 25 años en el pueblo
del Libertador. Su casa está en un barrio sencillo y es una de las mujeres más
corajuda, inteligente y con capacidad de liderazgo que el periodista
responsable de esta investigación haya conocido.
“El 20 de julio del 76, junto a mi hermana,
discapacitada también por la poliomielitis, dejamos a mi madre en el bus donde
viajó a Tucumán a visitar a mi hermana mayor”, relató Hilda. “De regreso a
Calilegua a casa de mi abuela y con mi hermana menor en el vehículo conducido
por un amigo de la familia advertimos todas las luces apagadas. Con los focos
del auto logramos ver a los soldados separados cada tres metros, apostados a
cada lado de la única calle de ingreso a Calilegua y con sus fusiles apuntando
a los que íbamos por la vía, mientras otros militares sacaban a la gente de sus
casas, especialmente a los varones. Todos eran vecinos y conocidos nuestros.
Muchos de ellos hoy son detenidos desaparecidos y otros no quieren hablar sobre
lo ocurrido. En el camino se cruzaron camionetas de la empresa de Ledesma,
fácilmente reconocibles porque sólo ellas portaban radio. Ningún transporte era
militar. A 4 casas del hospital vivíamos nosotras. Justo cuando pasamos por el
hospital, dieron la electricidad. Nuestra casa estaba abierta (yo pensé que la
estaban robando), y antes de parar el coche ya habíamos sido rodeados. Abrieron
las 4 puertas, sacaron al conductor, a mi hermana y mí a rastras. Nos arrojaron
al suelo y a mi hermana que gritaba le taparon la boca con un arma, y a mí me
vendaron. Mis familiares muchos después nos contaron que cuando escucharon los
gritos intentaron traspasar el grupo militar, de gendarmes y policías del
pueblo, sin éxito. Ya nuestra vivienda había sido destruida completamente hacía
unos minutos. De hecho, fue la única casa tiroteada de toda la zona y aún
conserva esas marcas.”
-¿Y por
qué ustedes?
“Eso me gustaría saber. Además, todo el
mundo estaba al tanto de que nosotras éramos discapacitadas.”
Lo anterior y muchos detalles con nombre y
apellidos, fueron ofrecidos por Hilda en su calidad de primera testigo-víctima
del Apagón en el primer juicio que se hizo en Jujuy sobre la desaparición del
maestro Julio Álvarez García. “A él yo lo conocía como empleado no docente de
la Facultad de Derecho en Tucumán. Nunca supe de su militancia montonera. Yo
fui de aquellas estudiantes que únicamente me dedicaba a sacar mi carrera, tal
como me lo ordenó mi madre siempre. De hecho, el 23 de marzo de 1976, a horas
del golpe, yo estaba preparada para rendir un examen”, siguió Hilda. El caso de
Julio Álvarez corresponde sólo a una de
las causas de esa noche espantosa.
-¿Cuál
fue el mapa represivo que sufriste?
“Las fuerzas conjuntas me levantaron a
minutos del 21 de julio de 1976. Junto a mi hermana (ambas éramos menores de
edad) nos subieron a una camioneta. Yo me encontraba en pleno proceso de
rehabilitación y recién me habían quitado una bota de yeso y sólo llevaba
bastón. Bajaron a mi hermana y a mí me trasladaron a la seccional de la policía
local de Calilegua. Me colgaron el número 85 y me arrojaron inmediatamente a un
lugar muy amplio, como un camión, donde había una buena cantidad de cuerpos.
Allí reconocí algunas voces, entre quejidos y golpes. El vehículo se puso en
marcha hacia el ingenio Ledesma del Libertador y se detuvo en la gendarmería
que había en su interior, hoy seccional Ledesma.
En tanto fui trasladada al centro
clandestino de Guerrero (a casi 20 kilómetros de la capital provincial de
Jujuy, San Salvador), fueron bajando en distintos vehículos a los detenidos en
diversos lugares de reclusión.
En Guerrero existían tres hosterías. Sólo
hace unos años supe que entonces pertenecían al gobierno provincial de Jujuy.
Yo conocía ese lugar muy bien, entre muchas cosas, porque participé de niña en
un retiro espiritual de las monjas. En septiembre del 76 ese sitio fue
convertido en escuela de policía.
Allí fui torturada, violada, interrogada,
flagelada sistemáticamente. El 28 de julio, día de la gendarmería nacional, me
llevaron a la cocina para hacer las empanadas de su fiesta, pero yo no sabía
cerrarlas. No eran gendarmes cualquieras, eran cabos y suboficiales. Cuando se
percataron de mi incapacidad para terminar las empanadas, me trasladaron a una
especie de cucheta y me violaron entre varios.
Días después, en la locación en que me
encontraba con otras chicas, me atacó sexualmente otro policía. Como por las
vejaciones previas se me habían soltado las amarras de las muñecas, logre zafar
una mano y con ella le toqué la cara al hombre. Esa es la única cara que
reconozco entre tantos ultrajes; el único policía al que acuso con absoluta
propiedad y del cual tengo su nombre. Se trataba de un policía de la provincia
que trabajaba en Calilegua, Bernardo Salinas.”
Hilda no se quiebra, ya no llora. Hilda
desarma a los fantasmas del horror con su vocación de justicia inenarrable.
Después de Guerrero, Hilda fue transportada a la cárcel de Gorriti de Jujuy.
Fue puesta en libertad el 26 de noviembre de 1976. Su memoria en acción
pulveriza el miedo y aviva las convicciones.
Blaquier, a cuchillazos dolarizados ha
retardado su proceso judicial y su castigo. En la voluntad de los hombres y de
las mujeres en movimiento están las fuerzas necesarias para que la palabra
justicia tenga otra vez sentido.
Julio de
2011: las víctimas de “El Triángulo”
En julio de 2011, 700 familias que
sobrevivían en la calles de la Municipalidad del Libertador realizaron una toma
de 15 hectáreas. Como todo el territorio nortino es propiedad privada de
Ledesma (cientos de miles de hectáreas usurpadas a lo largo de la historia),
los empobrecidos sin suelo tocaron inmediatamente los intereses de Blaquier.
Julio Gutiérrez, miembro del Centro de
Acción Popular Olga Márquez de Arédez (Capoma), explicó la relación entre la
Noche del Apagón y la ocupación de terrenos de 2011 en la que fueron asesinadas 4 personas y donde “el
represor fue el Estado y su cómplice de siempre, la empresa Ledesma.”
-¿Cómo
ocurrió?
“El 20 de julio de 2011 realizamos la toma
mientras en paralelo se negociaba con Ledesma para que la gente pudiera quedarse.
Las promesas de diálogo de la empresa sólo fueron una movida dilatoria para
golpearnos desprevenidamente. El 28 de julio, producto de una denuncia de
usurpación puesta por Ledesma, la jueza del Juzgado Penal Nº 2 de Jujuy,
Carolina Pérez Rojas, ordenó el desalojo del lugar y varios comenzaron a salir.
Sin embargo, y sin aviso alguno, a las 06.00 de la mañana se inició la
represión policial ya no sólo contra quienes estaban en el terreno sino también
contra los barrios aledaños. Fueron asesinados Félix Reyes, Ariel Farfán, Juan
Velásquez y Alejandro Farfán (este último, un policía probablemente abatido por
una bala de su propia fuerza). A las
09.00 la jueza Pérez Rojas mandó el repliegue de los uniformados, pero ellos
continuaron disparando hasta pasado el mediodía. La investigación de los
crímenes fue hecha por la misma policía que mató. En la actualidad hay más de
50 personas que están procesadas por la justicia, sin ningún resultado, sin
esclarecimiento, cuando ya han transcurrido tres años de la masacre. Lo cierto
es que el mismo Carlos Pedro Blaquier que colaboró con la dictadura en julio de
1976, propició los asesinatos de julio de 2011.”
-Esta
noche “El Triángulo” está lleno de niños y adolescentes participando en la
conmemoración de los crímenes de 2011…
“Muchos de estos jóvenes son la garantía de
continuidad de las futuras luchas contra la esclavitud a la que aún nos somete
Ledesma.”
Veneno
en el aire e incomprensión ecológica de las izquierdas
Cristina Delgado, luchadora ecológica desde
hace 4 décadas y átomo que combina el combate inseparable por la biodiversidad
y la emancipación humana, informó sobre las maldiciones sanitarias para la
población provenientes de Ledesma. “Aquí la comunidad vive dentro de una
verdadera cámara de gas. Después de la fabricación de azúcar y de alcohol para
biocombustible, la industria arroja un desecho llamado bagazo. Ese compuesto
húmedo debería estar en compartimentos especiales, en secadoras, para luego ser
usado en la producción de papel. Pero con el fin de ahorrar, Ledesma forma
montañas de bagazo al aire libre que inmediatamente vuelan sobre la población.
El bagazo, que es un hongo humedecido, produce esporas que al mantenerse en
suspensión abierta es respirada por las personas y llega hasta los bronquios, los
pulmones y al torrente sanguíneo provocando laceraciones en el organismo. La
más grave es la bagazosis que es una especie de cáncer (http://es.wikipedia.org/wiki/Bagazosis). La
enfermedad, que ni siquiera es reconocida por el Estado argentino como tal, no
sólo está en Libertador, Jujuy, sino que en toda la industria azucarera de las
provincias de Tucumán, Salta, Chaco. Además en Libertador, Ledesma se preocupó
de robar el agua de los cauces naturales para regar sus plantaciones de
cítricos, de caña de azúcar, como para la fabricación de azúcar, papel y
alcohol. Por eso el agua escasea, hay menos caudal y está más contaminada para
el consumo de la gente.”
-Durante
tus años peleando frente a un mundo convertido en basurero por el capitalismo,
¿has observado una integración genuina del ambientalismo consecuente en las
izquierdas?
“En mis tiempos de estudiantes, en la
escuela y la universidad, la izquierda convencional se oponía a nuestra lucha, acusándola
de pequeño-burguesa, reaccionaria y obstáculo de su concepción de desarrollo.
No vinculaba el bienestar del pueblo con el respeto a la naturaleza.
Yo soy de la provincia de Tucumán y veíamos
la explotación de la gente mientras se iba destruyendo el área natural que
habitaba y donde era obligada a sobrevivir en condiciones de miseria, en medio
de los cañaverales de propiedad de los señores feudales hasta nuestros días.
A comienzo de los 90 en Buenos Aires,
todavía la gente no sabía qué era la ecología. Hace poco que la izquierda en
Argentina pone a la ecología en sus programas y principios. Sin embargo,
considero que lo hacen sólo de manera accesoria, para no quedar fuera del
movimiento ecológico en lucha del planeta. La izquierda argentina no ha
superado sus viejas versiones desarrollistas para la nueva sociedad necesaria y
por conquistar. No comprende todavía que el capitalismo es una totalidad
destructiva que no se reduce a la explotación laboral. Afortunadamente, la
semilla que hemos sembrado durante tanto tiempo ya está dando frutos
esperanzadores entre los jóvenes luchadores. Dentro y fuera de las izquierdas.”
Gracias
Ledesma
Eduardo Martínez es ex trabajador de
Ledesma. Allí laboró durante un cuarto de siglo en la división celulosa de la
fábrica de papel. Martínez recordó que “entre fines de 1989 y comienzos de 1990
debido a las leyes de precarización laboral y transferencia de recursos, de los
13 mil trabajadores que había, la empresa lanzó a la cesantía a 10 mil en una
sola semana. Ni siquiera nos enviaron un telegrama de despido. Fuimos
informados por los jefes. Con la hiperinflación de entonces, mi indemnización
pagada a tres meses se hizo humo. Los sindicatos desaparecieron. Nosotros
creíamos en Ledesma. Yo había comenzado a trabajar en la empresa a los 20 años
de edad.”
-Tú le
das las gracias a Ledesma…
“Sí. Le estoy muy agradecido porque me
despidió y así conocí la felicidad y la libertad para luchar contra Ledesma.
Por la insalubridad de las instalaciones de
mi división, yo estaba condenado a muerte, como muertos tempranamente están
muchos ex compañeros de trabajo e incluso hasta hoy lo están quienes se
desempeñan allí.”
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