El pacto RN-DC y la situación política
El pacto RN-DC pone al desnudo el intento de sus mandantes por reordenar el buque. Chile comenzó a transitar desde la movilización de Magallanes hace un año, seguida de las que rechazaron HidroAysén y la nueva gran revolución estudiantil que marcó 2011, hacia un proceso de convulsión producto del agotamiento del modelo de dominación, contención de un verdadero volcán de demandas sociales y económicas postergadas, acumuladas y agudizadas en el curso de los últimos 20 años.
La crisis social prologada por la Revolución Pingüina del 2006, tiene sus profundas raíces en la conservación del modelo institucional, político y económico instaurado por la dictadura, administrado por la Concertación hasta su reciente relevo del gobierno por las actuales autoridades, impotentes para conducir al país fuera de la tormenta y preservar sus intereses en tanto grupos de poder, incólumes.
La nueva fase de la crisis general capitalista impone un marco de hierro a los espacios requeridos para maniobrar por la clase dominante en aras de adecuar el modelo de turno ante el incremento del descontento y liberar tensiones que podrían transformarse en detonantes de una etapa mucho más aguda e incluso terminal. El diagnóstico data de 2000, cuando los analistas de gobierno revelaban el agotamiento del modelo y la necesidad de un nuevo Pacto Nacional para garantizar la estabilidad del país. Fue en enero de 2003 cuando se dio un primer paso en pos de ese pacto, a través del acuerdo Lagos-Longueira, que se llamó Acuerdo Para la Modernización del Estado, destinado a socorrer al Ejecutivo sacudido por una ola de escándalos que amenazaba incluso la permanencia del presidente hasta finalizar su período.
Los hechos demuestran que sólo fue suficiente para capear las turbulencias por un breve período, en el que todavía no se agudizaban otros conflictos de la caldera social, los cuales al no verse resueltos satisfactoriamente continuaron su desarrollo inexorable, tal como lo siguen y seguirán haciendo independientemente del deseo de los poderosos, toda vez que no tienen solución dentro del actual sistema de dominación e injusticias.
El pacto RN-DC pretende abrir una válvula que libere tensiones y haga posible la desactivación de conflictos que persiguen soluciones efectivas a las cuestiones de fondo. Es de consenso mayoritario que el país requiere una nueva Constitución, la cual debe emanar del pueblo soberano, pues todas las conocidas hasta ahora nacieron de grupos constituyentes reducidos, conformados por representantes de particulares intereses económicos, políticos y sociales.
Las vitales exigencias levantadas por las movilizaciones estudiantiles, que sintetizaron de hecho otras fundamentales demandas sociales, económicas y políticas, instalaron con fuerza el reclamo porque se establezca una educación gratuita y de calidad, el cobre sea renacionalizado y se conforme una Asamblea Constituyente para formular una nueva Constitución. Las enormes movilizaciones en torno a la lucha por la educación, se dieron en medio de la tenaz contienda del pueblo mapuche por recuperar sus tierras ancestrales, la que a su vez se vio fortalecida en cantidad y calidad, recibiendo como respuesta el endurecimiento de la represión. La tendencia a criminalizar la movilización social se mantuvo por las autoridades, sin poder superar la encrucijada a que la condujo el montaje develado en el llamado Caso Bombas. Al movimiento en desarrollo, se sumaron diversos sectores de trabajadores, principalmente pescadores artesanales y subcontratistas del cobre reclamando unos contra la privatización de los recursos pesqueros y otros por el fin del régimen de subcontratación. Desde el campo de los Derechos Humanos, las 1.000 querellas presentadas en los últimos dos años por la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos han llevado ante la justicia, por primera vez en 38 años, a numerosos criminales que jamás habían sido requeridos por tribunal alguno, impulsando un esfuerzo por lograr justicia, que remece a quienes integraron los organismos represivos y a las instituciones de la Defensa que los formaron y dirigieron. Incluso por primera vez aparece la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, CMPC, involucrada en el asesinato de 19 trabajadores en Laja, durante septiembre de 1973.
Los dueños del poder, saben que enfrentar un año 2012 cargado de movilizaciones y con demandas que aumentan en su magnitud y profundidad, representa un riesgo elevado y de muy difíciles proyecciones para ellos. Por eso les resulta apropiado articular un conjunto de reformas en materias sensibles, como el sistema electoral, para descomprimir el estado de presión social y desviar atención y energías en pro de algunos retoques cosméticos a la institucionalidad, como a otros asuntos sentidos por la población. Sin embargo, semi encubierto por la ola de movilizaciones, el gobierno impulsó leyes enormemente dañinas para los trabajadores, como fue la que desrregula todavía más el sistema de despidos y la propia privatización de las cuotas de pesca, entre otras.
El pacto RN-DC, es reflejo además de la crisis que viven los partidos políticos tradicionales y en definitiva, el régimen político imperante en su totalidad. Ilustra nítidamente, que la fórmula de alianzas existente, no responde a los inmensos requerimientos de una sociedad asfixiada por la institucionalidad del dictador. En tal contexto, la Concertación y su aliado el viejo Partido Comunista, que de tal solamente conserva el nombre y los símbolos, ajustará su ruta como lo ha hecho durante los últimos 26 años, a la derecha. Y posiblemente se abra paso un proyecto de “Gobierno de Nuevo Tipo”, sustentado por una nueva coalición de partidos teniendo como eje al PDC y RN. Sería posible de esta forma establecer el nuevo acuerdo nacional, sugerido desde el 2000 por algunos analistas de la Concertación.
Frente a tal escenario, a los trabajadores y estudiantes, a los pobladores y al pueblo mapuche, a quienes encabezan la defensa del medio ambiente y al pueblo en su conjunto, no nos queda otro camino que continuar indeclinablemente nuestro batallar, precisamente porque estos acuerdos que reflejan la crisis que los genera, son resultado en su conjunto, de la pelea sostenida durante 2011. Estos anuncios deben ser un llamado que refuerce las medidas que se están adoptando a todo nivel para la contienda de este año 2012. Son un reconocimiento tácito, al éxito de las movilizaciones multitudinarias. Por lo tanto debemos aprestarnos para retomarlas con más fuerza, porque impulsado por la lucha estudiantil, el pueblo avanzó y puede avanzar aún más, para ensanchar la convocatoria y emprender esta nueva etapa hacia metas superiores, hasta conquistar un sistema educacional gratuito y de calidad en todos los niveles; la renacionalización del cobre y una Asamblea Constituyente para una Nueva Constitución.
Las medidas cosméticas para las cuales las dos derechas y sus aliados buscan acuerdos, representan demasiado poco respecto a las transformaciones que se requiere urgentemente y además, llegan demasiado tarde.
¡¡ El pueblo de Chile no está vencido!!
Consejo Nacional de Comités Comunistas
Santiago, enero 2012
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