43191D

jueves, 5 de mayo de 2011

MIR DE CHILE: LAS TAREAS POLÍTICAS PARA EL ACTUAL PERÍODO 2011


INTRODUCCION

Sin apartarnos de la realidad política mundial, que en estos momentos nos interpela desde el África y más particularmente desde el medio oriente. En esta parte del mundo, el imperialismo se juega otra nueva carta por la dominación mundial, preocupado el amo imperial por el traspiés de Túnez y Egipto, hoy hace esfuerzos denodados para recuperar el control utilizando como pie de lanza a la OTAN y encabezando la iniciativa militar con el consorcio más reaccionario de esta alianza: Francia y Inglaterra. Nuevamente la mentira se instaló como el recurso mediático más potente para justificar el crimen y el asesinato de otro pueblo y cancelar mediante la invasión la independencia y soberanía de Libia.
En este contexto, Chile “fértil provincia y señalada en la región antártica famosa”, apenas se agita y permanece tranquilo en su “orden” y “paz” ciudadana. El dúo Piñera-Henzpeter mantiene a raya a los rebeldes gracias al servil y acomedido ministerio público, que no se ha quedado atrás en esto de mentir y realizar montajes, mucho más efectivos que los de la concertación con el señor Harboe como guionista y gracias también al ministro de justicia que pide la renuncia a Paula Vial como cabeza de la Defensoría Nacional Pública. Jóvenes anarquistas y líderes mapuches representan en el chile de hoy esa rebeldía cautiva, que sólo puede recurrir a la huelga de hambre a falta de una clase social que los legitime, los justifique, los defienda y los rescate de las garras de un sistema judicial que ha demostrado no sólo ser clasista en su desempeño, sino más aún, mostrar también su esencia fascista en cuanto a los métodos.

FALTA ESA PIEDRA ANGULAR

En este análisis, no queremos partir de la clase dominante, en todos estos años, hemos aprendido de su estrategia, de sus tácticas y de sus medidas programáticas. Los diagnósticos hechos en estos treinta años de conducción monopólico-financiera y con un modelo económico a su servicio y al servicio del imperialismo; debiéramos estar suficientemente claros de lo que nuestros enemigos han hecho y continuaran haciendo para cuidar de su preciado tesoro: la ganancia.
A nuestro juicio, lo que más nos hace falta entender y comprender, es el papel de los revolucionarios, y para ello –obviamente- se requiere caracterizar el estado y la condición de esta franja, que desde un punto de vista marxista-leninista, debieran constituir la clave del rearme teórico, político y social de los sectores explotados y oprimidos por el capitalismo. Por lo mismo nos parece necesario ordenar bajo ciertas categorías el estudio de este importante factor subjetivo que interviene de manera importante en la lucha de clases:

1. SU EXISTENCIA. La franja revolucionaria hoy día se constituye de una centena de pequeñas orgánicas (atomizada), ideológicamente disímiles, ancladas de manera natural en frentes sociales sub-proletarios (pobladores, pobres del campo). Con una débil presencia en los sectores proletarios (clase obrera), estudiantiles y profesionales. Por años su crecimiento ha tenido características moleculares, es decir, acerca o recluta a personas o solo pequeños núcleos y por lo mismo, su influencia e incidencia en los acontecimientos no cobra niveles masivos, y en este mismo sentido la amplificación de su discurso, necesariamente se hace dependiente de la convocatoria que crea la izquierda reformista.

2. SU PROPOSITO. La izquierda revolucionaria no ha asumido con voluntad verdadera y con un espíritu realmente honesto el objetivo de la unidad revolucionaria. La izquierda revolucionaria en general no posee una racionalidad científica a este respecto; y la izquierda marxista-leninista en particular es hoy por hoy, una izquierda sectaria, condicionada por una concepción pequeño-burguesa que en el sentido leninista del “Que Hacer”, con una práctica defensista, implícitamente no quiere embarcarse de forma franca en la construcción revolucionaria y espera que la ola de la rebelión sea el resultado de la espontaneidad de las masas. Desde esta izquierda autodenominada marxista-leninista, la crítica al reformismo pequeño burgués, se vuelve una crítica falsa y como tal intenta sólo sostener un discurso o lenguaje cliché que a la hora de la verdad, no los librará de derivar también hacia posiciones reformistas como suele ocurrir por razones dialécticas, con aquellos sectores que en la práctica están liquidando permanentemente los procesos de acumulación de fuerzas. Ayer ocurrió con los Mencheviques en el periodo previo a la toma del poder cuando provocan la crisis del Partido Obrero Social Demócrata Ruso (POSDR), luego se produce esta misma desviación con la Segunda Internacional con las posturas de la socialdemocracia alemana y el renegado Eduard Bernstein, en las décadas inmediatamente post-guerra (50,60,70) asume el turno el reformismo obrero, representado por los partidos comunistas y lo que fue la Tercera Internacional, y recientemente (años 80,90) en nuestra América del Sur y Centro América se suman a esta capitulación partidos y movimientos que desde las filas revolucionarias se alejaron para asumir posiciones conciliadoras con el capitalismo y otros que se pasaron derechamente al campo del enemigo.

3. Tomando en cuenta situaciones diversas y cercanas en el tiempo, como aniversario del terremoto y tsunamis (27 de febrero), balances y frustraciones en cuanto a soluciones; la conmemoración del 8 de marzo con tres marchas y tres actos paralelos; movilizaciones contra las alzas; protestas pro-ecológicas; mitines contra el abuso y la corrupción patronal; las marchas de solidaridad con los jóvenes anarquistas; la solidaridad con los mapuches; eventos sociales para analizar la realidad nacional, unos pro constituyente, otros pro elecciones; y otros por un sindicalismo independiente; sindicatos en negociaciones colectivas y trabajadores en huelgas, etc, etc. Sin duda que estas dinámicas nos dicen que Chile no es un vaso de leche, nosotros así también lo creemos. Pero, tampoco es una caldera hirviendo y a punto de derramar algunos caldos sociales. Lo enumerado, no se puede observar fríamente como una suma de acontecimientos, es mucho más que eso y sin duda alguna, todos estos esfuerzos poseen un valor enorme para la lucha política y social. Sin embargo, tenemos el convencimiento que, ninguno de estos esfuerzos será coronado con el triunfo de los cambios que precisan los trabajadores y el pueblo, y existen razones para afirmar y sostener esta afirmación. Si se ausculta y analiza cada uno de los liderazgos que están subyacentes a estas iniciativas de protestas, encuentros y movilizaciones, nos daremos cuenta –y lo diremos sin arrogancia- que ninguno posee el proyecto y la perspectiva revolucionaria, y cuando señalamos esto; no estamos hablando de ideales, ni de mística revolucionaria, ni de heroísmo; no, no estamos hablando de lo que conocemos como el estimulo moral de los revolucionarios. Estamos refiriéndonos a algo mucho más importante y más significativo pero que además contiene lo anteriormente mencionado; nos estamos refiriendo al Programa de la Revolución Social en Chile, nos estamos refiriendo a la teoría que tomando en cuenta el pasado, establece paso a paso el presente y el futuro de la lucha y de los propósitos revolucionarios en nuestro país.

4. Entendiendo pedagógicamente el proceso de la suma de fuerzas, debemos plantearnos que la exhortación que integró hace 45 años Miguel Enríquez en el Programa del MIR, el llamado a la CONVERGENCIA de los revolucionarios no fue mera retórica, sino la mismísima comprensión de que no es posible la revolución socialista, sino a condición de que exista como Piedra Angular de esta extraordinaria tarea el Partido Revolucionario, la Vanguardia de los explotados y oprimidos por el capitalismo y en coherencia con este predicamento, el propio MIR era asumido sólo como un destacamento de vanguardia en el proceso de acumulación de fuerzas revolucionarias.
Sin la convergencia, sin la unidad de los revolucionarios, no hay Partido de la Revolución. Sin Partido revolucionario, no hay Proyecto Revolucionario y no es posible la historización de la teoría revolucionaria (Socialismo Científico), no es posible la conducción educadora y organizadora de las clases explotadas y oprimidas, no es posible una conciencia y una identidad de clase (conciencia “para sí”), liberadora de la alienación y la enajenación capitalista. La unidad revolucionaria sintetizada en el Partido es lo que se convierte en la voluntad, en el motor que estimula e impulsa a las clases explotadas a emanciparse y a luchar por las transformaciones revolucionarias.
Por esto decimos, que las luchas de hoy, siendo esfuerzos valiosos y grados de avances en la conciencia del pueblo; hoy, huérfanos los explotados de esta conducción; no arribaran a una comprensión cabal de las contradicciones y antagonismos objetivos que se manifiestan en la lucha de clases.
Pero también diremos, que los niveles de organización alcanzados y los grados de movilización desarrollados, han sido insuficientes como para provocar un cambio realmente favorable en la correlación general de fuerzas. Aún, cuando se puedan obtener expresiones sociales amplias y extensas de descontento, no se pueden garantizar conquistas de carácter cualitativo, en tanto persista en la realidad política y social, el vacío de conducción revolucionaria que lamentablemente nos acompaña desde hace más de dos décadas.

5. No es improbable, que las contradicciones de clases, agudizadas al máximo, nos puedan poner ante una situación pre-revolucionaria, como ha ocurrido en Egipto, Túnez y otros países del medio oriente. Pero, como bien sabemos, estos y cualquier otro alzamiento popular y rebelde, sino no cuentan con una dirección consecuentemente revolucionaria, que dé cuenta y responda a los desafíos que las condiciones objetivas y materiales en ese lugar y momento imponen, harán que cualquiera aspiración real y honesta de cambio no pueda ser consumada; y por el contrario, aquel o aquellos movimientos exitosos desde el punto de vista cuantitativo, terminen en un fracaso y traicionando las expectativas de las masas en rebelión. De ahí, la necesidad, de comprender en su profundidad el materialismo histórico que se expresa en la lucha de clases, que las relaciones de carácter antagónico que experimentan las clases sociales, no tienen nada de aparente, son antagonismos reales e irreconciliables. Que la fase imperialista de estas contradicciones, nos conducen al hecho cierto de que las clases sociales, en esta época histórica y en este periodo de los enfrentamientos, tienen en cualquier lugar del planeta los mismos intereses. Es decir, la burguesía, en cualquier país será la clase dominante y explotadora, capitalista y defensora a sangre y fuego de su sistema. La clase obrera y los sectores populares serán en cualquier país, la clase dominada, explotada y oprimida por la burguesía y no tiene otra alternativa que alzarse y destruir el capitalismo y comenzar la edificación de su propio sistema: el Socialismo.

6. Para desdibujar o empañar esta verdad, es que la burguesía crea una ideología de clase que falsea los hechos y exhibe una caricatura de lo real. Gasta enormes cantidades de dinero y ocupa una inmensidad de recursos tecnológicos para ocultar –hasta donde le es posible- la lucha de clases. Su capitalismo, sus instituciones, sus líderes; son presentados como los emblemas de la libertad, la justicia y el orden social. A sus enemigos los presenta como tiranos, terroristas y aliados del caos y el desorden social. De esta forma construye una opinión pública favorable a sus intereses estratégicos, de esta forma confunde la visión de los hechos, de esta forma distorsiona en la subjetividad social el contenido de la realidad. Y con esta gigantesca maquinaria, conocida como la superestructura ideológica del capitalismo, no sólo cohesiona a los suyos, sino que además gana la adhesión de los oportunistas y renegados de la clase enemiga.
7. Esta verdad revelada por la teoría marxista-leninista, y que a más de un siglo, pareciera instalada en la cabeza de los revolucionarios como una verdad de Perogrullo, lamentablemente no ha encontrado y no tiene un asidero firme en la conciencia de los dirigentes y lideres de nuestra izquierda revolucionaria marxista. En Chile, la propia dirigencia “revolucionaria” por años ha cerrado el paso a un proyecto que exprese y sintetice la unidad de clase. Al sostenerse en el tiempo la fragmentación social, la atomización política y un esfuerzo claramente dislocado de construcción política y social, los dirigentes de cada colectivo u orgánica política han optado conscientemente por una intervención histórica negligente e irresponsable en cuanto a salida estratégica, pues en lo concreto, tales decisiones continúan dejando a los sectores sociales al garete y manteniendo a las mayorías en los brazos de la Concertación y de la Alianza. La necesidad científica de la unidad revolucionaria, hasta hoy, está siendo sustituida por el “método” de una construcción celosa y sectaria, desconfiada y compartimentada de los vínculos efectivamente clasistas y revolucionarios. Las apuestas declaradas y manifiestas por el autonomismo, por el espontaneismo, y las réplicas caudillistas en la tarea conductora, han postergado gravemente la reconstrucción del movimiento obrero y popular y por ende desde esa importante base; la creación de la Fuerza Social revolucionaria sostén verdadero del futuro Poder Obrero y Popular.

8. EL EMPEÑO OPTIMISTA. Pero, los ciclos se agotan y “tanto va el cántaro al agua que al final se rompe”. A estas alturas, ya muchos militantes que por años confiaron en los actuales dirigentes y que comprometieron su sana y honesta credulidad a las ofertas de vías revolucionarias efectivas y aglutinadoras, ya están claros que cada uno de estos modelos orgánico-político, no fueron otra cosa que la construcción mezquina de una secta para seguir y endiosar a un caudillo o a una camarilla de ególatras políticos que aparte de su narcisismo, no han tenido nada serio e importante que ofrecer como camino de lucha revolucionaria. Pese a no haberse tocado aún fondo en el estado actual de descomposición política y moral de la franja revolucionaria, se logran constatar, grados importantes y significativos de decantación y depuración que a lo menos, ha permitido apartar y aislar de los nuevos procesos de construcción a algunos de aquellos elementos contaminados por la ideología del enemigo de clase. La frustración y el desaliento en estas lamentables experiencias acompañó la decepción de muchos compañeros y compañeras, pero en otros muchos, a pesar de los engaños, se mantuvieron inalterable las firmes convicciones y los principios revolucionarios que, han sido puestos al servicio de nuevos desafíos y nuevas iniciativas, acompañadas esta vez del aprendizaje y la madurez que impone el no haber abandonado nunca la lucha, aún bajo condiciones adversas.

9. LA CONVERGENCIA POR LA BASE. A la luz de este contexto, que no asoma en los liderazgos honradas y honestas posiciones autocríticas, y que por el contrario, vuelve a instalar triunfalismos arrogantes, exitismos que solo existen en la cabeza de los caudillos. La clase obrera y el pueblo, que están presentes en la historia, pero que hoy por hoy, no constituyen la clase para sí, de manera muy lenta se reorganiza pero dentro de un estadio todavía atrasado de conciencia, sin sobrepasar las aspiraciones economicistas. Esa clase, está lejos aún de reencontrarse con sus postulados históricos, con su independencia ideológica y con sus principios socialistas. Ahora, este retraso en los niveles de conciencia tiene que ver, precisamente, con nuestros desatinos, nuestras inconsistencias y el divorcio que existe entre lo que somos como revolucionarios y lo que la clase experimenta. Dentro de un limitado y estrecho marco de creatividad e imaginación, los caudillos continúan ensayando las mismas formas de precavida y calculada unidad; coordinaciones con nuevos nombres y desarrollando diagnósticos para los cuales utilizan las mismas recetas: coordinadoras, coordinadoras y coordinadoras a las que se autoconvocan para una y otra vez “sacarse la suerte entre gitanos”. Ante tanta desidia política y ante tanta liviandad moral, corresponde recomponer, a como de a lugar, la autoridad ética de la izquierda revolucionaria, y este desafió mayúsculo pasa por desarrollar desde ya, un postulado teórico y una práctica distintivamente clasista y revolucionaria, una posición que separe aguas absolutamente, de las ambigüedades y mimetismos político-ideológicos que ejercen los oportunistas y traidores. Es la hora de volver a decir: ¡conciliar es traicionar! y que en esta marcha hacia el futuro y por el socialismo, como un día dijo Luciano Cruz, “no hay que guardar ninguna posibilidad de retorno bajo la manga”. Y también es el momento de decirle a los falsos profetas y caudillos que, se queden con sus sectas, se queden con sus capillitas y sus acólitos si tanto les gusta, que sigan recetando coordinadoras o referentes federativos si tanto les ilusiona, allá ellos. Pero a los revolucionarios, nos asiste el deber y la mayúscula responsabilidad, de construir para los explotados y oprimidos de nuestro país, la vanguardia, la Dirección Revolucionaria, porque esa es la piedra angular que tanta falta nos hace.

A DERROTAR LA FRAGMENTACION SOCIAL

Aunque tengamos que utilizar la más básica de las formas, la más artesanal o la más dificultosa o complicada, cualquiera que sea el desafío que debamos tomar, es perentorio ya, unir a los revolucionarios consecuentes y constituir el partido de la revolución. Pero junto con ello, o paralela a esta gran tarea, debemos comenzar a construir de lo simple a lo complejo, la Fuerza Social Revolucionaria y esto, tiene que entenderse como un proceso que comprende llegar, educar, convocar, unir, organizar y movilizar a las mayorías explotadas y oprimidas. Si hoy miramos el cuadro de lo social, nos daremos cuenta que los sectores influenciados por la izquierda son minoritarios, que el porcentaje de población que participa organizadamente de lo social, corresponde a menos del 10 % de la fuerza laboral y menos del 12 a 13 % de los sectores poblacionales y de barrios, como juntas de vecinos, centros juveniles y culturales, grupos ecológicos o ambientalistas, organizaciones femeninas populares y grupos mixtos de la tercera edad; en su mayoría corresponden a agrupaciones funcionales reconocidas por los respectivos municipios en las comunas más pobres del país. Exceptuando los comités de allegados y las agrupaciones ambientalistas, las otras organizaciones no tienen un carácter reivindicativo y de masas. Lo que nosotros llamamos el frente de pobladores, también muestra los mismos grados de atomización, porque se expresan al interior de este, agrupaciones muy pequeñas respecto del total de población dentro de la cual se originan y se insertan. Llevamos más de dos décadas, teniendo en el frente de trabajadores una presencia muy débil y esta situación no es mejor en el frente de pobladores, no ha habido prácticamente acumulación de fuerza, todo se ha traducido en un trabajo tremendamente disperso, discontinuo y espontaneista, en el sentido que no ha obedecido en un cien por ciento a orientaciones político-tácticas, sino más bien a posturas contestatarias y coyunturalistas. Cada pequeño partido, o colectivo, busca y compite por construir su prolongación social en un determinado frente, pero sin que esto necesariamente responda a una estrategia de acumulación de fuerzas en lo político, en lo social y en lo ideológico, por lo mismo, el resultado de tales esfuerzos instala –se quiera o no- la fragmentación social y la sostiene en el tiempo, porque lamentablemente la construcción social, se asume como la creación de un reducto o bastión privado del colectivo o partido que lo construye. De esta forma no se ha expresado ni se expresa política revolucionaria y tampoco se ha reflejado ni se refleja propósito de clase.
Cuando caracterizamos el mundo social, y nos damos cuenta que a pesar de los efectos del modelo y a pesar del cúmulo de leyes anti-populares que se han promulgado en el último tiempo y que perfeccionan aún más el robo a los trabajadores y al pueblo; como a pesar de todas estas situaciones desfavorables, las mayorías paradójicamente, se mantienen en el otro lado de la vereda, votando, creyendo y aplaudiendo a sus propios enemigos. La Concertación, La Alianza y los PRO -estamos claros- no representan los intereses proletarios en nuestro país, pero son estos referentes políticos los que mantienen cautiva la adhesión de las mayorías. La izquierda reformista ya sabemos cuánto pesa, y la izquierda revolucionaria también ya sabemos cuánto no pesamos. Decimos lo que decimos, porque desde esta situación se explica la fragmentación social que no nos permite comenzar la primera de las tareas sociales que debemos desarrollar: reconstruir el Movimiento Obrero y Popular.
El trabajo en el mundo sindical, en el estudiantil, en el poblacional y en el profesional, es permanentemente un trabajo de disputa de los sectores sociales a la Concertación y al reformismo de izquierda, y lo que debiera ser una lucha por ganar allí la influencia, y por establecer la hegemonía de clase, se ha vivido –lamentablemente- como una conquista de empresas privadas o sociedades limitadas. Este sectarismo que le da sello a la actual construcción social, no puede menos que ocasionar una compartimentación de voluntades que arrinconan o someten al olvido las relaciones fraternales y la solidaridad de clase entre los explotados y oprimidos.
Que se nos diga lo contrario, hasta hoy, ni los sindicatos, aun los que se declaran más clasistas, ni las federaciones, ni las confederaciones, ni siquiera la CUT, han propiciado un proceso de agitación y estímulo por la unidad para enfrentar todo lo que hay que enfrentar. No ha existido ningún esfuerzo de voluntad unitaria parecido a los que realiza la caridad burguesa con “Un techo para Chile”, “El Hogar de Cristo” o la “Teletón”. Al revés, parece que la construcción social, las orgánicas de la izquierda revolucionaria la efectúan predicando como buenas sectas que son: el “cada uno mata su toro”. En el frente estudiantil por lo menos está la voluntad de concertarse, y por lo mismo, una postura unitaria y clasista de los estudiantes aparece más promisoria. En el frente poblacional la realidad se expresa de forma muy heterogénea, diversas organizaciones con muy diversos intereses, y también con influencias ideológicas diversas. Hoy día en este frente, el mayor peso e influencia ideológica lo tiene el pentecostalismo.
Sabemos que será un desafió enorme, que será una lucha larga en el tiempo. Pero, dada esta situación, debemos asumir con un gran compromiso la tarea de enfrentar la fragmentación social existente y derrotarla, y esta derrota comenzará propiciando la unidad de los explotados y oprimidos por el capitalismo, y combatiendo permanentemente, en todos los frentes y bajo todas las formas, el contrabando ideológico del enemigo y contribuir al rearme ideológico de nuestra clase.

CONTRAOFENSIVA CULTURAL Y LA GUERRA DE IDEAS

Hace más de una década el Comandante Fidel Castro nos aleccionaba que “la revolución es hija de la cultura y de las ideas”, y claro, una hazaña de tal naturaleza es imposible que surja de la superstición y la ignorancia. Una revolución que le da a la historia un giro de 360 grados, que derriba las estructuras añejas para edificar un mundo nuevo, no puede ser el golpe aturdido y ciego de los parias sociales que se atropellan entre sí para recoger un mendrugo de pan. Una revolución es hija de la cultura porque antes de su estallido se alimenta de una conciencia colectiva, se arma de una voluntad libre e indoblegable y se constituye de un propósito claro y luminoso: la emancipación humana.
Cuando a partir del gobierno de Piñera, se afina aún más el Estado contrainsurgente, que tan bien conocimos en los tiempos de la dictadura. Cuando ese Estado contrainsurgente le saca filo a sus herramientas y nos presenta recortes en el presupuesto social, malversaciones de fondos públicos, corrupción vía concesiones y licitaciones públicas, aumento de la infra y de la dotación policiaca (carabineros, PDI), montajes y encarcelamientos de activistas sociales, a los cuales se les siguen procesos judiciales y juicios evidentemente viciados y llenos de aberraciones jurídicas; en lo económico el alza de los precios en alimentos, transporte y combustibles; un “estado de derecho” conformado de leyes engañosas y regresivas que favorecen desvergonzadamente los monopolios, y un ejercicio legislativo de los parlamentarios que recurrentemente traiciona, mediante artilugios y resquicios la cada vez más debilitada soberanía nacional, como lo fue la promulgación del impuesto específico, al que llamaron mentirosamente royalty. Cuando el Estado prioriza por la seguridad de sus estructuras, declarando que lo hace por “el bien de la ciudadanía”, pero que en lo cierto, sé realiza a costa -obviamente- de la inseguridad, de la inestabilidad y de la incertidumbre y de las necesidades de las amplias mayorías pobres, entonces podemos afirmar que estamos frente al complejo nazista de Goebbels que consiste en convertir la mentira sistemática en verdad histórica. Lamentablemente esa “verdad” es la que aparece en todas partes, esa es la “verdad” que se impone, y aunque la mayor parte de las veces choca con la realidad, los revolucionarios hasta ahora, no nos hemos hecho cargo de desmentir y de desenmascarar esas mentiras construidas como política de Estado. La responsabilidad de los revolucionarios de poner en evidencia la manipulación político-ideológica del régimen, para socavar la base social de apoyo con la que cuenta y debilitar precisamente el factor de equilibrio con el que la clase dominante mantiene su orden y su “paz social”, no la hemos asumido como una de las tareas principales de la confrontación en la actual etapa del periodo de reflujo en el que aún nos encontramos inmersos.
Si la mezquindad política no hubiera predominado por sobre la generosidad política, si los afanes ególatras y sectarios no hubieran predominado por sobre la humildad revolucionaria y la voluntad unitaria, si la mediocridad no hubiera predominado por sobre la inteligencia y la altura de miras, hace 20 años pudimos haber forjado los instrumentos estratégicos para cambiar la historia, pero en definitiva prevaleció la miseria moral por sobre los principios éticos y morales de los revolucionarios. Pero existe un proverbio popular anónimo que dice: “más vale la lagrima por una derrota, que la vergüenza de no continuar luchando” y es esta una invitación a la autocrítica y a la perseverancia en los valores revolucionarios y de clase.
Ahora, ya no hablaremos de organizaciones hermanas, pues ninguna ha querido reconocerse como parte de una única familia. Hoy hablaremos de hermanos y compañeros de lucha, de los que estamos animados y dispuestos a reconocernos como parte de una misma fraternidad revolucionaria, de reconocernos, de identificarnos como miembros responsables, comprometidos y disciplinados de una misma organización. Hoy nos convocamos y nos auto-convocamos a aportar y a contribuir con todas nuestras fuerzas al nacimiento del partido revolucionario de nuestra clase, porque entendemos que este es el fundamento principal de nuestra lucha por conquistar el socialismo.
Ahora debemos decir por todo el país que la razón está del lado de los pueblos, que nuestras aspiraciones son justas y necesarias históricamente, que nuestros valores dignifican a la humanidad y que el socialismo es la única sociedad que realmente libera a los pueblos de las cadenas que los oprimen económica, social y políticamente. Que el Estado es un Estado de los patrones, que vela y defiende sus intereses mezquinos y egoístas. Que el gobierno es un gobierno de los patrones y que persigue, reprime, encarcela y asesina a favor de los patrones. Que la mayoría de los medios de comunicación e información, manipulan la conciencia de sus lectores y oyentes, que los canales televisivos, los diarios, radios y revistas en su mayoría, son propiedad de los grupos económicos más ricos de este país, los más grandes ladrones de cuellos y corbatas, y que tienen como única finalidad el mentir y mentir para proteger sus negocios y ganancias. Debemos estas verdades, multiplicarlas por cientos y miles, en las calles, en las plazas, en las paredes, en cada fabrica o industria, en cada población o barrio, en cada escuela, liceo y universidad, en cada conciencia, de tal modo que se transforme en una poderosa contraofensiva ideológica y cultural contra el capitalismo y el Estado Contrainsurgente.
Por lo tanto las tareas centrales de este periodo de la lucha de clases, todavía muy adverso, consisten en trabajar denodadamente por:

LA UNIDAD DE LOS REVOLUCIONARIOS
LA CONSTRUCCIÓN DE UNA DIRECCION REVOLUCIONARIA UNICA
LA UNIDAD DE LA IZQUIERDA CONSECUENTE COMO CIMIENTO DE REARME DEL MOVIMIENTO OBRERO Y POPULAR
LA UNIDAD DE LOS TRABAJADORES Y EL PUEBLO COMO SOSTEN DE LA FUTURA FUERZA SOCIAL REVOLUCIONARIA Y
HOMOGENIZAR LOS CONTENIDOS PROGRAMATICOS DEL PROCESO DE ACUMULACION DE FUERZAS.
 




MOVIMIENTO DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA
MIR DE CHILE

Secretariado Nacional
 Mayo del 2011


--
Por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria - MIR de Chile

http://www.chile-mir.org/



No hay comentarios :

Publicar un comentario